Del nombre de los españoles
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Alfonso Klauer
A practicar lo aprendido
Tampoco fue América y el oro de América lo que corrompió a los españoles.
Vinieron ya inoculados del virus.
Nos lo recuerda Tarrés: el fraude fiscal y
la corrupción de funcionarios eran males de
los que ya padecía la España de los Reyes
Católicos. Tenía, pues, un largo ancestro.
Y dejaría una honda huella por la que
marcharían irreductibles las burocracias de
inicios de la República, de la República Aristocrática
y de la República de hoy.
¿No es lógico pensar que, vistas las enormes
riquezas que exportaba América, cientos
de corruptos funcionarios peninsulares entendieran
que era en el Nuevo Mundo donde
podían colmar sus ambiciones? Miles de éstos
evidentemente optaron por trasladarse a
América para sacar partido de sus experiencias
en fraude fiscal y concusión.
Ante las autoridades de migración de la
península sin duda no les resultó difícil aparecer
como cristianos viejos y de buenas costumbres. Y obtener así las correspondientes
autorizaciones de embarque, para regar en
América cuanto habían aprendido en España.