Del nombre de los españoles
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Alfonso Klauer
El reo es el juez
Años después, en 1654 como nos lo recuerda
José de la Puente Brunke, naufragó
el galeón Jesús María de la Limpia
Concepción. Se iniciaron entonces acciones
judiciales para dar con los responsables y aplicar
los castigos correspondientes. La responsabilidad
de las investigaciones recayó en
el oidor Andrés de Villela y Larraondo.
¿Cuán objetivo y profundo podía ser éste,
con tan grande rabo de paja como el que tenía?
¿Tenía acaso autoridad moral para ser
firme y expeditivo? Ni expeditivo ni firme.
Sus investigaciones demoraron dos años. Las
inició cuando era virrey García Sarmiento de
Sotomayor y las terminó con Luis Enríquez
de Guzmán (que acababa se ser trasladado de
virrey de México a virrey del Perú).
¿Puede alguien creer que la demora fue
producto de un proceso complicado y laborioso?
No, el oidor Villela sabía que el virrey
García Sarmiento tenía ya seis años en el cargo
y que, por consiguiente, le faltaba muy
poco para su relevo.
El oidor Villela sabía también que cualquiera
que viniera como virrey tendría preocupaciones
nuevas y más grandes que saber
y sancionar las causas del naufragio del Jesús
María de la Limpia Concepción además de
que entre tanto, muy probablemente, naufragarían
otros galeones, echando oportunas y
encubridoras cortinas de humo.
Pero, más allá de ésas, que seguramente
fueron sus acertadas presunciones, mal podía
ser firme y exhaustivo el oidor de marras,
cuando cientos de personas en la Colonia
sabían que él, contraviniendo leyes expresas,
embarcaba ilegales cantidades de dinero con
destino a España y que era usurero prestamista.