TAHUANTINSUYO: El cóndor herido de muerte  

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Alfonso Klauer

La imposición oficial del quechua

Sirva pues todo ello de base para tratar de entender cuándo y cómo se extendió el quechua en el mundo andino. ¿Cómo llegó a ser la lengua más hablada de los Andes? ¿Fue acaso –como cree la mayor parte de los peruanos y mucha otra gente– uno de los más grandes e importantes legados del Imperio Inka, en cuyo caso habría sido una de las más graves agresiones del imperialismo inka?

La historiografía tradicional sostiene que el quechua –o runa simi (boca o lenguaje del hombre)– fue el “idioma oficial” del Tahuantinsuyo. Pero el idioma oficial, como bien sabemos, no siempre es, necesariamente, el idioma hablado por todos los habitantes.

Muchas veces “idioma oficial” sólo hace referencia a la lengua en la que se propalan las normas y disposiciones que dicta el Gobierno y que rigen el aparato estatal de un pueblo, una nación o de un imperio.

No obstante, Del Busto explícitamente afirma que “el Runa Simi fue impuesto como idioma de vencedores...”.

Así, si nos atuviésemos textualmente a la frase de Del Busto, deberíamos pues entender que “efectiva y realmente el Imperio Inka logró que el quechua fuera hablado por todos los habitantes del imperio” –independientemente de si cada pueblo mantuvo además o no su idioma materno–.

Pero bien saben Del Busto y todos los historiadores que la pretendida imposición generalizada, real y efectivamente, no se concretó.

Porque en efecto, como se ha visto –y tal y como constataron los conquistadores españoles–, millones de hombres y mujeres en el Tahuantinsuyo hablaban única y exclusivamente su idioma materno original –ya fuera el muchik o el aymara, o cualesquiera de los de los que habla Josep de Acosta– y no el runa simi o quechua oficial.

Es decir, lo que la historiografía tradicional llama “imposición”, no pasó de ser una “disposición”. O, si se prefiere, fue una “orden” imperial cuyas expectativas, simple y llanamente, no llegaron a concretarse. Y, menos todavía, en el alcance totalizador que muy probablemente los Inkas esperaron que tuviese.

Así las cosas, no puede pues cargarse en la cuenta de los latrocinios imperiales inkas el haber desarraigado idiomas andinos para imponer el quechua. Y si el hecho no ocurrió, tampoco puede entonces considerársele un “mérito” del Imperio Inka.

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