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Alfonso Klauer
El quechua y la historia andina
Vida, idioma y cultura
El idioma, probablemente sólo después de la vida, es uno de los patrimonios más importantes de cada ser humano y de cada pueblo.
Lejos está sin embargo la historiografía tradicional de reflejar ello en los textos. Tanto que, en muchos libros de Historia como en muchas síntesis históricas, ni siquiera se menciona qué idioma hablaban los pueblos a los que se hace referencia.
El idioma es ciertamente parte sustantiva de la cultura. Mas, bien vistas las cosas, es probablemente la parte más sólida y estable o la menos mutable de la cultura de un pueblo. En efecto, es fácilmente constatable que muchos pueblos han mantenido su idioma aun cuando han cambiado radicalmente todas las restantes expresiones de su cultura (alimentación, vestido, vivienda, régimen familiar y social, conocimientos, ideología, etc.).
La mayor parte de los pueblos de Centro y Sudamérica, desde México hasta Chile, constituyen un magnífico ejemplo. Porque ciertamente, manteniéndose incólume el castellano, han transitado por la cultura Colonial, primero, y la cultura Occidental Moderna, después.
Más aún y como veremos, hay pueblos de origen remoto que, hablando su originario y propio idioma, han transitado por culturas tan disímiles como las que fueron capaces de crear con autonomía, más la Chavín, la Wari, la inka, la Colonial y la Occidental Moderna.
Es decir, han creado, poseído y/o asimilado seis o más culturas pero conservando incólume su idioma original.
Todo pues parece indicar que, en condiciones normales, los seres humanos nos aferramos al idioma materno con una fuerza que sólo es comparable a aquella con la que nos aferramos a la vida.
Si ello es efectivamente cierto, debe pues igualmente serlo, entonces, que sufrimos tanto cuando se nos arrebata el idioma materno para imponérsenos uno ajeno, como cuando se nos arrebata la vida. Así, la imposición de un idioma es comprensiblemente traumática.
Y la erradicación compulsiva del idioma materno y su sustitución por otro, completamente extraño, una de las agresiones más atroces que puede sufrir un pueblo.