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Alfonso Klauer
De Sechín a Pachacútec
En otro orden de cosas, vale la pena recordar aquí, además, que en Los abismos de cóndor, Tomo I, hemos advertido del muy probable remoto origen geográfico del nombre Pachacútec, tanto por la presencia de la ch como de la terminación en ec.
Decimos allí, en efecto (pág. 119), que:
a) la terminación ec es característica de innumerables topónimos de México, y en general del área meso-americana, pero sobre todo del entorno inmediato a Oaxaca, como Teotopec, Ometepec, Zacatepec, Jamiltepec, entre otros; estando además la ch presente en nombres tan característicos de la historia centroamericana como Tenochtitlán y Chichén Itzá, y ambos fonemas en el no menos emblemático Chapultepec.
b) que Sechín habría sido fruto de una remota migración, precisamente del entorno de Oaxaca, a la costa del Perú (ver Mapa Nº 10, pág. 108);
c) que la impronta de sechín, siguiendo la ruta Casma Lima Ica Nazca (ver gráfico del Anexo Nº 5, pág. 108), se habría simultáneamente esparcido desde Nazca, tanto en Ayacucho, cuando el pueblo chanka desarrollaba la Cultura Huarpa; como en el Altiplano, cuando el pueblo kolla desarrollaba aún la Cultura Pukara, de donde pasó a Tiahuanaco; y siglos más tarde, de allí, pasando por el Cusco, volvió nuevamente a impactar en Ayacucho, cuando ya el pueblo chanka desarrollaba la cultura Wari y estaba a las puertas de la formación del Imperio Wari, y;
d) que además de innumerables topónimos en el norte y centro del Perú, la presencia de la partícula hua y la ch en Cahuachi, la capital de los nazcas; la partícula hua, esta vez en Tiahuanaco y muchos topónimos del Altiplano y del territorio del Cusco; la y y la ch, en Ayacucho; y esta última en el propio y emblemático gentilicio chankas; y la partícula hua y la y nada menos que en Tahuantinsuyo, insinuarían origen meso-americano impuesto a través del pueblo sechín y su diáspora en los Andes, tal como también hemos planteado en Los abismos del cóndor, Tomo I.
Pues bien, de lo que acabamos de terminar de plantear, y de la valiosa aunque parcialmente convergente presunción de María Rostworowski, en el sentido de que Pachacútec habría sido un nombre frecuente y prestigiado en Ayacucho durante el Imperio Wari, nos queda aún más clara la sospecha de que el nombre el primer emperador del Tahuantinsuyo tendría en realidad un origen aún más remoto que el del Imperio Wari.
Habría llegado a la Cultura Wari a través de la Cultura Huarpa pero también de Tiahuanaco, a éstas a través de la Nazca, a ésta a través de la diáspora andina de los sechín que a su vez la trajeron desde América Central. De confirmarse la hipótesis, quedaría plenamente demostrada la enorme y trascendente influencia que las viejas culturas centroamericanas tuvieron en la historia andina.
Con otros elementos de juicio y razonamientos, habremos sin embargo de abordar nuevamente la relación sechín Pachacútec algo más adelante.