Pulse aquí para acceder al índice general del libro. Esta página carece de formato, gráficos, tablas y notas.Pulsando aquí puede acceder al texto completo del libro en formato DOC comprimido ZIP (295 páginas, 1,5 Mb) |
Alfonso Klauer
LAS GRANDES OLAS DE LA HISTORIA
¿Leyes de la historia?
Mas focalicemos nuevamente nuestra atención en las seis primeras grandes
olas, tal y como se dieron, a fin de comparar la imagen resultante con
aquella de progresión azarosa y errática que hemos presentado en el Gráfico
Nº 3. La secuencia real, espacial y cronológicamente, de las primeras seis
grandes olas de civilización de Occidente nos la ofrece entonces el Gráfico
Nº 5.
¿Por qué pues volvemos a preguntarnos las cosas ocurrieron de esa manera y
no de otra? Junto con ésta, debemos también responder a estas otras
interrogantes: ¿Por qué la primera fue Mesopotamia y no otra? ¿Pudo acaso
ser otra la primera? ¿El surgimiento de Mesopotamia como la Primera Gran
Ola, fue un acontecimiento absolutamente azaroso e inexplicable, o, por el
contrario, había razones objetivas para que ello ocurriera así y no
ocurriera ni pudiera haber ocurrido de otro modo? ¿Cómo se formó ésa y cada
una de las siguiente olas? ¿Por qué y cómo sucumbieron todas y cada una de
esas civilizaciones, o, si se prefiere, por qué y cómo se formaron cada una
de esas olas y posteriormente fueron amainando hasta perder totalmente
importancia? ¿Cómo se produce la sucesión? ¿Qué pueblo, y por qué él y no
otro, tomó la posta que dejó la ola precedente?
Pero también, y de singular importancia para entender el presente y avizorar
con más nitidez el futuro, ¿la caída de una ola, el tránsito hacia la
siguiente, y la formación de la nueva ola, han tenido en cada caso
explicaciones o causas distintas; o, por el contrario, hay comunes
denominadores en el tránsito de una a otra y de ésta a la siguiente? ¿Se han
dado esos comunes denominadores? ¿Cuáles son?
Resulta, pues, sumamente importante desentrañar cuáles han sido los
elementos o los factores comunes presentes siempre en el largo proceso
histórico, de más de diez mil años, transcurrido entre la primera y la
octava ola. Esos factores comunes que pasaremos a plantear a título de
hipótesis históricas, son los que nos permitirían explicar y entender por
qué se dio la progresión que conocemos de las civilizaciones de Occidente, y
no otra. O, si se prefiere, esos factores constituirían la inexorable ley de
progresión de la civilización.
1) Proximidad geográfica
La progresión de la civilización occidental ha sido una sucesión continua y
en posta entre los distintos centros de las respectivas olas. El Gráfico Nº
4 es harto elocuente en este sentido. Es decir, a diferencia de lo que se
muestra en el Gráfico Nº 2, nunca se ha producido un gran salto. La posta
siempre ha pasado de un pueblo a uno de sus vecinos y de éste, a su turno,
a uno de su propio entorno. Nunca ha pasado de un pueblo a otro remoto y
lejano, pasando por encima de varios o muchos pueblos, como habría ocurrido
si se hubiera dado algo similar a lo que presenta el Gráfico Nº 2.
La posta invariablemente ha pasado del pueblo que fue centro de una ola a
uno de sus vecinos, y no pues a cualquier otro espacio: de Mesopotamia
pasó a su vecino Egipto; de éste, a su vecina Creta; de ésta, a su vecina
Grecia; de ésta, a su vecina Roma; de ésta, a su vecina Francia; de ésta, al
conjunto vecino constituido por InglaterraEspañaAlemania; y, de dicho
espacio, a su vecino Estados Unidos.
Esa progresión, inexorablemente de un pueblo a su vecino, y como veremos
más adelante, no es una simple coincidencia. Responde, por el contrario, a
poderosas objetivas razones; esto es, a causas que es posible reconocer,
evidenciar y explicitar.
No obstante, resulta sumamente importante destacar a esta altura dos
observaciones: a) la diferencia de idiomas nunca ha sido una barrera que
impidiera la transferencia de la posta; y b) en general salvo en el caso de
Creta, para cuya excepción hay también poderosas razones, cada nuevo centro
de una ola involucra a poblaciones cada vez más numerosas, en espacios cada
vez más amplios.
Pues bien, si esta ley de vecindad en la progresión se sigue cumpliendo,
la próxima ola podría eventualmente tener como centro a uno de los grandes
vecinos de Estados Unidos: Canadá en Norteamérica; México o Brasil, por
ejemplo, en América Meridional; muy difícil aunque hipotéticamente algún
país del África, al sureste; alguno de Europa al este; o Japón o China, al
oeste. Sin embargo, y como puede verse en el Gráfico Nº 6, también son
vecinos de Estados Unidos, Australia al suroeste; y Groenlandia (que es
posesión de Dinamarca), al noreste.
Hasta aquí, pues, las posibilidades de proyección son todavía muy inciertas.
Sin embargo, los factores que analizaremos en adelante irán progresivamente
definiendo el futuro e inminente nuevo centro de civilización de Occidente.