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Alfonso Klauer Formación de las naciones andinas
Otra vez descentralización y progreso
La bondad del proyecto autónomo que pudieron materializar en este período se muestra irrecusable en el desarrollo agrícola y pesquero, minero y metalúrgico, y en textilería, cerámica y orfebrería que se alcanzó en prácticamente todo el territorio andino. Y una magnífica evidencia son también los centros urbanos y grandes edificaciones que al cabo de siglos muchos de ellos lograron erigir: Batan Grande y Túcume, en Lambayeque; Moche, en el valle del mismo nombre; Playa Grande, en Chancay, poco al norte de Lima; Maranga y Pachacámac, en Lima; Cahuachi, en Nazca; y Ñawinpuquio, en Ayacucho.
Pero también las Necrópolis de Paracas, que Engel reputa como verdaderas ciudades.
Y, aunque parece ser que en sólo dos casos por igual interrumpidos uno y otro (para lo que, como se verá más adelante, parece haber una explicación convincente), debe destacarse que dos de los más importantes pueblos de la costa alcanzaron a desarrollar, o por lo menos a sentar los cimientos, de lo que ha sido considerada una verdadera escritura 268, basada en el signo pallar, recurrentemente presente en la cerámica y textilería de este período.
Fue, extrañamente uno al norte y otro al sur del pueblo lima (más no en éste), el caso de los moche (chimú) y de los paracas (icas) véase el vestido del personaje paracas en la Ilustración N° 6. Y portada por estos últimos llegó también a Nazca, según lo evidencian también abundantes testimonios textiles.
Aquellos otros que no estuvieron bajo dominación chavín siguieron concretando sus propios proyectos. Entre ellos, los inkas, en el Cusco, creando ahora la cultura Chanapata; y los kollas, en torno al lago Titicaca, consolidando las culturas Qalullo y Pukara, en una vertiente, y Chiripa y Tiahuanaco, en la otra.
Los pueblos más numerosos terminaron finalmente constituyéndose en naciones. En ese sentido, los integrandes de cada una de ellas se sentían mutuamente identificados. Se reconocían como poseedores únicos del territorio sobre el que se asentaban. Estaban organizados para convivir, compartir, hacer producir y defender ese territorio. Tenían acumulada una tradición común que se remontaba a miles de años.
Cada pueblo había desarrollado un idioma o dialecto con el cual todos sus miembros podían comunicarse. Compartían los mismos valores y prácticas religiosas. Sus costumbres más importantes vestido, comida, música y baile eran comunes. Y eran compartidos usos como la cerámica y la arquitectura; etc.
Es decir, al cabo de un proceso que completaba ya miles de años de maduración, y habida cuenta de la interrupción durante el Imperio Chavín, hacia el siglo V dC habían quedado consolidadas en los Andes varias naciones y otras estaban en trance de lograrlo.