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Alfonso Klauer
El viejo mestizaje andino
Si el surgimiento de nuevas culturas puede consistentemente relacionarse con la aparición y consolidación de élites o grupos de poder militarmente triunfantes, en muchísimos casos el surgimiento de éstos puede relacionarse a su vez con nuevas guerras y conflictos.
Así por ejemplo, Pachacútec, y su grupo familiar panaca, desplazaron al poder de turno en el Cusco, cuando asumieron el liderazgo militar para enfrentar la amenaza chanka en el siglo XV. Y se consolidaron y encaramaron en el poder al cabo de su resonante triunfo militar. Tras ello, es bien sabido, se desató el expansionismo militarista que dio forma al Imperio Inka. ¿No es lícito asumir que procesos de esa misma naturaleza se hubieran dado también antes? En todo caso, resulta una hipótesis más a estudiar.
Está en cambio comprobado hasta la saciedad en los Andes y en el mundo que todas las guerras, y mucho más todavía las que conducen a la formación de imperios, han concretado complejos procesos de mestizaje, tanto cultural como étnico. En todas las guerras los triunfadores han sembrado su sangre en infinitas violaciones a las mujeres de los pueblos derrotados y/o conquistados.
Y como hicieron los conquistadores inkas y chankas, y como puede suponerse también los chavín, las guerras triunfantes de los imperios pusieron en práctica masivos y compulsivos traslados poblacionales mitimaes, injertando grupos enormes de una nación en otra, generalmente muy distante. Qué duda cabe que a éstos les cupo también la tarea de incrementar la fuerza e impacto del proceso de mestizaje étnico y cultural.
Así, finalmente y en líneas generales, como alternativa a la presunta y nunca probaba desaparición de muchos pueblos andinos, es posible plantear entonces un esquema como el que se muestra en el Anexo 4.
Los cuatro tipos de formaciones culturales a los que se llega son, sin embargo, sólo los básicos.
El mestizaje étnico y cultural se complejiza indefinidamente desde que un mismo pueblo puede haber pasado y de hecho así ha ocurrido por múltiples guerras, así como por etapas de libertad y sojuzgamiento sucesivas, y no de uno sino hasta de varias naciones imperiales.
El esquema, siendo válido para las culturas (actitudes, conductas, conocimientos, costumbres, etc.) de los pueblos, no lo es necesariamente para los aspectos étnicos (genéticos y fenotípicos) de los habitantes que poseen esas culturas.
Porque, por ejemplo, se puede ser hoy culturalmente occidental y étnicamente mochica, chavín o chanka, o de cualesquiera de las múltiples variedades de mestizaje genético que se dan en el Perú. Y con esa doble identidad actual tenemos orgullosamente que reconocernos la inmensa mayoría de los peruanos, porque a despecho de la historiografía tradicional nuestras múltiples raíces étnicas ancestrales no han desaparecido: asoman inequívocamente en nuestros propios rostros.