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Alfonso Klauer
Crecimiento poblacional y continuidad creativa
La implícita y sutil pero harto presente hipótesis exterminacionista pero que nunca nadie ha osado formular explícitamente no resiste el menor análisis demográfico.
En efecto, para que el territorio andino tuviera en el siglo XV la población que encontraron los españoles (5) en el gráfico el Anexo 2, en la página siguiente, la curva de crecimiento poblacional en este caso de la nación chimú (aunque el criterio es válido para todos los casos de pueblos exterminados) habría sido entonces tan insólita y extraña como la curva dentada del gráfico, tan distinta a la más probable continua y creciente marcada en línea punteada (con tendencia o tasas de crecimiento similares a la de la población mundial).
Pero aún más discutible: en cada período la población andina habría tenido tasas de crecimiento tan extraordinarias como las que se señala como a, b, etc., lo que es sencillamente inverosímil. ¿Qué de extraordinario tenía la población andina para asumir que hubiera tenido sucesivos exterminios seguidos por tasas de crecimiento tan insospechadamente pronunciadas, y distintas a las de la población mundial?
A todas luces es pues más razonable aceptar que hubo continuidad en el crecimiento poblacional, en lugar de drásticas e inexplicables hecatombes demográficas. Ello implica entonces que, por ejemplo en el departamento de La Libertad, las poblaciones que llevaron a cabo la ocupación inicial en Paiján, y las experiencias posteriores de Huaca Prieta, Cerro Prieto y Los Chinos, dieron luego origen a las culturas Cupisnique y Salinar y demás del área, que fueron más tarde objeto de la dominación Chavín, tras la cual la cada vez más crecida población forma luego la cultura Moche, que fue conquistada por el Imperio Wari, y así se llega a la cultura Chimú y luego a la Inka.
De la misma manera que, siglos más tarde, la cultura de la Colonia se construyó a partir de la población del precedente Imperio Inka, y la de la República a partir de la que quedó a fines de la Colonia.
En síntesis, la sucesión y cambio cultural, con violencia y hasta genocidios de por medio, no habría representado casi nunca el exterminio de la población de la cultura precedente.
Si alguna vez ocurrió en tiempos más bien muy remotos, debe considerársele la excepción, y no la regla como errónea e implícitamente se sugiere en la historiografía tradicional andina.