EL TAMAÑO EMPRESARIAL COMO FACTOR DE DIVERSIDAD

 

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El tamaño empresarial como factor de diversidad

Alfonso Galindo Lucas

La Comisión europea adopta la iniciativa de publicar periódicamente una definición oficial de pequeña y mediana empresa (PYME), con la ambición de establecer un criterio uniforme para cualquier medida relacionada con este tipo de empresas. Existen iniciativas similares en Estados Unidos y Australia.

Se trata de un paso cualitativo importante, pues en la actualidad, existen definiciones ad hoc del tamaño empresarial en las normas de presentación de estados contables abreviados, obligación de presentar informe de auditoría externa, régimen fiscal para PYME y programas de apoyo al empleo u otros relativos a empresas según su tamaño. A veces, estas normas se remiten unas a otras y, en el caso español, suele usarse el criterio contenido en los artículos 181 y 190 de la LSA, cuya última redacción es de 1997, sin prejuicio de las próximas adaptaciones a la Recomendación comunitaria de 2003, que está en vigor desde el 1 de enero de 2005.

En la bibliografía teórica o empírica relacionada con el tamaño empresarial, existe si cabe mayor variedad de definiciones y límites cuantificadores de la dimensión. El número de criterios disponibles es mayor que en la legislación y se incluyen criterios cualitativos, como el hecho de cotizar títulos en bolsa, tener determinado modelo organizativo o una estructura de propiedad que se separe ostensiblemente del control gerencial.

En general, los criterios más usados para definir el tamaño, tanto en las normas jurídicas, como en nuestros precedentes científicos, son de tipo cuantitativo y, en concreto, el número de empleados (o en su caso, el gasto de personal), el activo total y la cifra de venta (aunque aquí se propone sustituir esta variable por una estimación de la cuota de mercado). El establecimiento de límites cuantitativos en términos de estas variables no responde, en general al empleo de ningún método que discrimine por qué una empresa pertenece al conjunto de pequeñas, medianas o grandes. En este trabajo se propone la utilización del análisis de conglomerados o clusters.

Se acepta la idea general de definición del tamaño mediante una multiplicidad de variables que actuarían como sucedáneos o subrogados del tamaño empresarial. Mediante análisis factorial, se determina cuáles han de ser estas variables y en qué ponderación componen, entre todas ellas, el concepto de tamaño empresarial. Finalmente, el factor tamaño está compuesto por una combinación de cifra de ventas, cuota de mercado, activo total, gasto de personal y número de empleados. Por lo tanto, quedan excluidas de la definición de tamaño las variables relativas a la productividad y el valor añadido. Queda fuera también de este concepto el hecho de cotizar en bolsa, como variable cualitativa, pero se demuestra que esta circunstancia es la que más interactúa con el tamaño. También se considera un fenómeno aparte la estructura organizativa, aunque se aprecia cierta correlación entre el factor tamaño y el factor organización.

Se excluyen de la muestra las empresas consideradas “micro” o empresas de autoempleo, por diversos motivos metodológicos.

Se ha contrastado la incidencia de las distintas definiciones o criterios en los resultados de los estudios que relacionan tamaño con rentabilidad, con supervivencia o con estructura financiera. Una vez obtenida una definición, se ha utilizado ésta para realizar réplicas de intentos anteriores de analizar la eficiencia o la estructura financiera por tamaños. Con la nueva definición y los límites obtenidos como clusters, la rentabilidad resulta no estar claramente relacionada con el tamaño, sino más bien con el sector. Al efecto de inclinarnos por el denominado “efecto sector” sobre el “efecto tamaño”, hemos adoptado la tradicional distinción entre sectores (construcción, industria y servicios) y hemos propuesto una nueva tipología de sectores. Se observa que el comportamiento de la rentabilidad económica y la rentabilidad financiera, son casi opuestos entre sí: La primera es ligeramente decreciente con el tamaño y la segunda creciente.

En la estructura financiera tampoco existe un claro “efecto tamaño”. Variables controvertidas como el fondo de maniobra tienen una variabilidad más asociada al sector que al tamaño, tanto en la forma en que lo hemos definido, como en las definiciones adoptadas por otros autores. Se aprecia un leve decrecimiento del endeudamiento y un aumento del plazo de devolución conforme se incrementa el tamaño, siempre dentro del convencionalismo de considerar un año como la frontera entre el corto y el largo plazo.

Por último, se propone la utilización de medidas de concentración para establecer los límites cuantitativos para tipos de empresas y se proyecta la necesidad de alguna forma de utilización de conjuntos borrosos. Las conclusiones, en relación con los criterios que actualmente se utilizan para la definición de tamaños en estudios empíricos y normas jurídicas es, a grandes rasgos, favorable en cuanto a las variables utilizadas, pero crítica en relación con la arbitrariedad con que generalmente se fijan los límites, en términos de estas variables.

 

 

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