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Una revisión de la Economía dominante
Alfonso Galindo Lucas
Capítulo IV
EL COMERCIO INTERNACIONAL
Introducción
Tanto la etapa actual del capitalismo como otras anteriores, se caracterizan por el predominio del comercio. Si bien hemos defendido que la expresión economía de mercado no es fidedigna, sí habría sido un título bastante útil el de economía del comercio o economía basada en el intercambio. En La Gran transformación (1944), Polanyi diferencia este tipo de economía de la basada en la reciprocidad, la redistribución o la Hacienda pública. Esto nos lleva a acordarnos de que existió la planificación centralizada y el Estado del bienestar. Esta idea parece retrógrada, puesto que se admite el capitalismo industrial pareció alcanzar niveles de actividad que rebasaron el intercambio meramente comercial y que, más adelante, el capitalismo financiero hizo del comercio una actividad secundaria. Sin embargo, nunca dejaron de crecer ni el tráfico de mercancías, ni su producción, ni la acumulación y trasvase de capital. Incluso cuando los trasvases de información y las inversiones en política parecen procurar una ventaja estratégica más importante que la eficiencia en la producción o el abastecimiento, el comercio sigue siendo el elemento definidor del capitalismo y no el mercado.
Este razonamiento se sostiene en el hecho de que la actividad mercantil no afecta únicamente a la intermediación comercial, sino que la producción fabril y los productos financieros, así como la información, en sus diversas modalidades, deben ser vendidos. Todo lo producido necesita tener una salida honrosa y eso obliga a la búsqueda de mercados. En este sistema, todo está en venta, incluso lo que no debería estarlo: Las tradiciones, la integridad física, los votos,... Eso no significa que la venta se produzca siempre en una situación satisfactoria para ambas partes, ni que en un mismo momento o en un mismo lugar, se fijen precios similares para objetos similares. Pero si en un mismo mercado, se aprecian casos de arbitraje o injusticia, es en el mercado internacional donde más exagerada se vuelve esta asimetría. Es decir, si los mercados no existen, el comercio internacional no es ni siquiera algo parecido a lo que pensamos que debería ser un mercado.
Tan marcada es la vocación de transmisión onerosa que albergamos en nuestras culturas, que el tema del comercio internacional va a necesitar ser retomado en sucesivos epígrafes relativos al medio ambiente, la cooperación al desarrollo, la tecnología y la mano de obra internacional, entre otros temas.