LA NECESIDAD DE TRANSPARENCIA



 

Alan Greenspan

Publicado en Anuario El Mundo 2002: la era del euro (págs. 108-109).

Creo que será de no poco interés considerar los temas relacionados con la transparencia de la política monetaria, sobre todo ahora a la altura de nuestras inquietudes después de lo sucedido el martes negro del pasado 11 de septiembre. Para empezar, recordaré que en el Sistema de la Reserva Federal hemos de seguir dos mandatos, algunas veces no suficientemente recordados. El primero de ellos, cumplir con nuestros objetivos legales de estabilidad y crecimiento. Y el segundo, proceder de la forma más transparente posible, informando siempre al Congreso, a través del cual nos conectamos con el pueblo de Estados Unidos.

Tales propósitos no siempre pueden cumplirse del modo más armónico. Por un lado, porque sólo podríamos alcanzar plena transparencia a todos los efectos si nuestras deliberaciones se produjeran en un foro público. Lo cual no hay ninguna razón para que efectivamente no sucediera, y a ese respecto, no tengo la menor duda sobre la circunstancia potencial de que un selecto número de profesionales pudieran de manera tan eficiente como a puerta cerrada.

En ese sentido, se me ocurre que, por ejemplo, Milton Friedman, cuya incidencia en la política monetaria del Sistema de la Reserva Federal es casi legendaria, sería una de las personas con más capacidades a tales efectos. Y seguro que podría nombrar a otros, pero sinceramente dudo que alcanzara a más de los dedos de una mano.

La razón de tal escasez de posibles partícipes en ese foro ideal, es que siendo como es la naturaleza humana, la más amplia mayoría de los responsables monetarios nos mostramos poco inclinados a ofrecer información potencialmente útil, y aún menos nociones claras de política económica, a la gran audiencia que facilitan las cámaras de televisión. Entre otros motivos, porque en las deliberaciones ante ese medio masivo de comunicación, las reflexiones tenderían a ser menos provocativas, y como consecuencia de ello, menos útiles. No quiero decir con lo anterior que la plena transparencia no funcionaría en un foro abierto, pero lo que si puedo asegurarles es que en las tres décadas de gobierno del Fed que tengo en mi acervo, no he visto nunca que tal cosa suceda. Así pues, es de todo punto innegable, por mucho que sea de lamentar, el hecho de que la elaboración de la política económica se hace al margen de la contemplación directa por los medios. Como tampoco pudo dejar de apreciarse que la regla de discreción a que me he referido, ha venido siendo utilizada en el pasado con demasiada frecuencia: para justificar un nivel de secretismo muy contrario a lo que debería ser nuestra obligación de conducir los asuntos públicos con transparencia suficiente.

En conexión con mis reflexiones precedentes, no quiero dejar en el olvido la circunstancia de que en las pasadas décadas se creía que la política monetaria resultaba más eficaz cuando se formulaba de manera poco translúcida; entre otras cosas, porque se mantenía la idea de que las incertidumbres del mercado de anta densidad en ofertas y demandas en cuanto al grado de liquidez a alcanzar creaban estados de opinión muy diversos a lo relativo a los instrumentos a utilizar a corto plazo. A lo cual se unía, ya en la década de 1980, el trance de que a los elaboradores de la política monetaria, incluyéndome entre ellos, nos inquietaba ser demasiado explícitos en relación con las metas a corto plazo; pensando que una inadecuada publicitación de las mismas haría más difícil cambiar nuestros objetivos, impidiéndose de esa manera los necesarios ajustes para que el mercado pueda evolucionar según las condiciones económicas deseables en cada momento.

Más en concreto, y no hace tantos años, los observadores se enteraban de las decisiones del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) a través de las variaciones apreciables en las operaciones del día al día en fondos federales; esto es, por señales que sólo percibían los profesionales con capacidad suficiente para leer de manera precisa los datos más técnicos. Con el tiempo, esas señales fueron haciéndose más claras, de forma que al final quienes siguen el mercado de cerca cuentan con una amplia información sobre las decisiones adoptadas por el Fed.

Dicho de otra forma, a medida que el funcionamiento de los mercados se transformó, en analogía a los instrumentos financieros y a los agregados monetarios, el pasado lastre de las incertidumbres, léase si se prefiere riesgo, fue haciéndose cada vez más soportable. Y de manera lógica, el valor de la transparencia pasó a apreciarse más y más. En palabras directas, los mercados financieros trabajan actualmente con mayor eficiencia, porque los actores no tienen que derrochar los ingentes esfuerzos de antes en el intento continuo de inferir cuál es la trama de la política monetaria a partir de las indicaciones difusas del día al día. Con la particularidad adicional de que esa mayor transparencia no ha significado ninguna restricción en la libertad de que disponemos al objeto de ajustar la política monetaria en la dirección que corresponda.

En definitiva, en los últimos años, hemos alcanzado un mejor balance, a mi juicio, en el trade off transparencia/instrumentación de la política monetaria. Y consecuentemente, hoy nos movemos con mucha claridad en nuestras decisiones políticas; incluyendo la información sobre los riesgos más amenazadores de cara al futuro. En esa dirección, hace un lustro que venimos publicando la transcripción completa de las reuniones del Sistema de la Reserva Federal en sus respectivos doce distritos dentro del sistema. Y espero que en los próximos tiempos podamos seguir con esas mismas pautas de política informativa, si bien apreciando siempre en qué medida la apertura informativa permite optimizar la instrumentación de la política monetaria. Como resultado de todo ello, el Fed se muestra muy explícito en sus objetivos finales –estabilidad de precios y máxima posibilidad de crecimiento- debiendo aclarar que cuando hablo de precios no me refiero a una cifra concreta del Índice de Precios al Consumo, pues me resulta difícil hacer una precisión exacta de o que significa un nivel que garantice la estabilidad general. A mi juicio, lo que debe tenerse como meta es un entorno en el cual la inflación sea baja y estable a lo largo del tiempo, sin entrar en demasiadas especificaciones.

En definitiva, los registros históricos nos muestran que la transparencia recrecida del Fed ha contribuido a mejorar el funcionamiento de los mercados, y también a hacer mayor nuestra credibilidad por parte del público. Pero esa apertura, es bastante más que un instrumento útil en la configuración de la economía: es toda una obligación del Banco Central en la sociedad democrática y libre en que vivimos. Por ello, los líderes de este país [EE.UU.] decidieron darnos al Sistema toda la responsabilidad en la configuración e instrumentación de la política monetaria, como cuerpo independiente que somos. Tal característica, unida ahora a la transparencia de nuestras actividades, es lo que nos hace realmente creíbles a los ciudadanos, y lo que nos permite ayudarles para que ellos mismos juzguen si nuestra tarea está a la altura de lo que ellos piensan que debe ser.