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Trueque y Economía Solidaria
Susana Hintze (Editora)

Juan Silva1

Es muy difícil agregar algo más a las brillantes exposiciones que me antecedieron. Quisiera presentarme, yo pertenezco al ICECOR –Instituto para el Comercio Equitativo y el Consumo Responsable– y además soy profesor de la UBA en el Seminario de Economía Social y Solidaria. Desde esta institución también realizamos distintas actividades vinculadas al desarrollo de la economía social-solidaria, especialmente promoviendo ferias e intercambio entre asambleas y pequeñas cooperativas de productores frutihortícolas del cinturón verde de la Ciudad de Buenos Aires.

Con respecto al documento base, voy a hacer algunas observaciones generales en función de los artículos que se comentan allí, publicados y que han sido reseñados. Evidentemente, en la mayoría, como bien se dijo, se intenta, o se hace un buen trabajo de ahondar en lo que es el mundo de la pobreza, especialmente en lo que hace a la contención, a la identidad, a la reducción del sufrimiento que estas personas manifiestan. De acuerdo a mis experiencias (inclusive dentro del seminario de Economía Social Solidaria, en el cual nuestros alumnos hacen también trabajos de relevamiento y monografías sobre el tema del trueque, pero con una orientación un poco diferente), yo quisiera observar que sentí que falta en los documentos que se reseñaron, por ejemplo, indagar sobre los componentes solidarios que efectivamente existen dentro del Club de Trueque, instrumentos, mecanismos, no sólo declaración de principios –la mayoría manifiesta que han sido defraudados en ese punto–, mecanismos de transparencia, mecanismos solidarios como les decía. O a los que hace referencia Razzetto cuando habla de la economía social solidaria o la economía solidaria, de democracia interna que muchos manifiestan que solamente los responsables de los nodos participan en no se sabe dónde y deciden sobre algunas cuestiones de emisión, sobre inversión, ahorro y producción.

Justamente en la línea en que Euclides nos hablaba sobre generar cadenas de valor que puedan ir sustituyendo productos adquiridos en el mercado formal. Quiero hacer una acotación, nuestros alumnos hacen ese tipo de relevamiento en algunos clubes del trueque más bien circunscriptos a Capital Federal y algunos, muy pocos, en Provincia de Buenos Aires, o sea, esto se circunscribe a ese espacio territorial, y se que existen honrosas excepciones tanto en este territorio como en otras partes del país.

También coincidiendo con lo que Euclides propone, hay una ausencia de debate sobre el horizonte utópico de esta construcción o de la participación en estos espacios. Solamente encontré alguna referencia a lo que brillantemente colocó Euclides, y a lo que digamos yo considero también como perspectiva de la economía social solidaria, un trabajo que hace referencia, se aproxima a la cuestión y que es el trabajo de Claudio Lowy al hablar de los mercados sociales, que avanza y adelanta algunos mecanismos para democratizar y para vincular estos tipos de emprendimientos y de microemprendimientos.

Con respecto a uno de los problemas significativos que hemos encontrado, y estamos sosteniendo esta hipótesis, los clubes de trueque (por lo menos con los que estamos trabajando, con los que hacemos algún tipo de trabajo) representan un mecanismo de transferencia de capital de los pobres hacia el circuito globalizado, o sea, que es un mecanismo de transferencia, y de empobrecimiento y descapitalización de los sectores populares. Porque como bien decía Mance, en la medida en que nosotros compramos (o como dicen inclusive los documentos sobre la queja reiterada por la falta de insumos para poder producir y para poder trocar) este insumo es comprado en el mercado formal. Los trocadores, luego, con los bonos no pueden tomar el colectivo, y necesitan volver a comprar en el mercado formal los nuevos insumos para producir los productos que van a trocar. En algunos artículos de los diarios nosotros hemos visto también que hay personas que inclusive ya empezaron a llevar hasta los muebles.  

Creo que este es un punto interesante para reflexionar y empezar a pensar los mecanismos de la economía social solidaria con los mismos términos que se piensa el intercambio internacional con relación al flujo de fondos, balanza de pagos, exportación e importación desde la economía social solidaria hacia el mercado formal y desde el mercado formal hacia la economía social solidaria. En ese punto, Euclides ha desarrollado también –no habrá tenido tiempo de contarles– un excelente soft para calcular este tipo de flujos. Hay también un libro suyo que no ha sido, lamentablemente, traducido al español: La revolución de las redes. Una propuesta para una economía postcapitalista.

Con relación a este tipo de problemática, la banca ética o las posibilidades de constituir fondos genuinos para microcrédito, no se la ve. No lo he encontrado en los casos que hemos analizado y no hay ninguna referencia en los artículos hacia ese tipo de propuesta. Hay algunos mecanismos muy escasos sobre donaciones, constitución de pequeños fondos para hacer sorteos y para mejorar ediliciamente el lugar donde se realizan las prácticas del trueque. Pero en ningún caso, que yo conozca, ha servido para financiar un microemprendimiento que sustituya algunos de los consumos dentro del trueque. Si bien es cierto esta es una cuestión que se manifiesta, inclusive en la Facultad de Ciencias Sociales estamos organizando las compras colectivas de los no docentes y hemos armado dos tipos de bancos de datos; un banco de datos de productos producidos por microemprendedores y un banco de datos de desempleados y sus capacidades, con lo cual con el ahorro de las compras colectivas que realizamos, generamos un fondo de microcrédito para que los parientes de los empleados no docentes puedan empezar a elaborar productos que emergen de las necesidades de estas personas. Esto es muy fácil de calcular cuando uno hace una pequeña encuesta sobre en qué consumen sus magros salarios en el mes, en qué tipos de productos y con cuáles de las actividades y capacidades que existen en los desocupados se pueden sustituir.

Tampoco he encontrado siquiera bancos rudimentarios dentro del Club del Trueque donde se vinculen productos con productores, donde haya por lo menos una tablilla, una hoja con un listado de rubros y las personas que los proveen porque inclusive ese tipo de intercambio se puede producir por fuera del trueque como en algunos casos se conoce.

Una observación que hemos estado constatando en los últimos tiempos: la gente ha dejado de ir al trueque y la mayoría de la gente que ha dejado de ir al trueque tiene en su casa un montón de créditos que no le sirven para nada. Entonces el trueque se ha transformado, una vez más, también en una de las instituciones que no han cumplido sus objetivos, que no ha cumplido su promesa.

En esos términos creo que hay que pensar el tercer problema, que es el problema de la legislación, me preocupa este tema particularmente, porque si bien es cierto que el trueque es una de las herramientas, históricamente podemos conocer otras como el cooperativismo, y sabemos en lo que ha terminado el cooperativismo tradicional, en que han terminado los sindicatos y en que han terminado los partidos políticos. Organizaciones que se supone se realizan para la defensa de los miembros se terminan convirtiendo perversamente en que hay que sostenerlas ha pesar de cómo existen y de cómo funcionan. Entonces no me gustaría que la legislación se terminara convirtiendo en una herramienta que castigue y que excluye para que la sociedad –aunque esta herramienta haya sido creada desde la sociedad – nuevamente tenga que crear otra cosa por fuera. La solidaridad se construye desde abajo y en todo caso los mecanismos equitativos son los que hay que normatizar. Gracias.  


1. Instituto para el Comercio Equitativo y el Consumo Responsable (ICECOR).  

 


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