¿Buscas otro libro?
Buscalo aquí:
Amazon Logo





 

Trueque y Economía Solidaria
Susana Hintze (Editora)

Buscando la punta del hilo para seguir tejiendo una red ciudadana

“El único acontecimiento que estamos esperando aún es la construcción o, antes bien, la insurgencia de una organización poderosa... no podemos ofrecer ningún modelo para este acontecimiento, sólo la multitud a través de su experimentación práctica ofrecerá los modelos y determinarán cuándo y cómo lo posible ha de hacerse real.” Michael Hardt - Antonio Negri

Parafraseando a Rosanvallon y Fitoussi, un profundo malestar atraviesa desde hace varios años a la sociedad argentina. Un malestar que se manifiesta en forma de violencia, tanto en los bordes del tejido social de la ciudad como en las escuelas del centro, descontento de los estudiantes por los bajos presupuestos asignados a la educación pública, huelgas y movilizaciones de los trabajadores, mortalidad infantil, resurgir de enfermedades endémicas, desnutrición de los grupos más vulnerables, desgaste acelerado del gobierno y crecimiento de la derecha política autoritaria- populista en sus más diversos matices. Un malestar que arrasó hace pocos meses en días de furia ciudadana un gobierno que había roto el contrato social que le había dado origen.

Estos son apenas algunos de los múltiples emergentes y síntomas de un modelo que se halla en crisis. No alcanza con señalar aquí que estos signos del nuevo milenio son consecuencia no sólo del avance concreto del discurso del pensamiento único, de la postmodernidad periférica, de la muerte de las ideologías y del fin de la historia, que fueron internalizados por amplios segmentos de la sociedad luego de una auténtica batalla cultural que perdió la modernidad. Sin embargo, el malestar que atraviesa la sociedad en nuestro país está ligado a la existencia de un desempleo estructural, cuyos índices aumentan descontrolados desde hace más de cinco años, a pesar de todos los planes de ajuste implementados. La persistencia de este desempleo en medio de un clima de vacío existencial y vértigo, que alienta por un lado la sensación de pérdida de la identidad colectiva y nacional y, por otro, una incertidumbre sobre el porvenir.

Pero estos fenómenos son más profundos aún porque lo que está en crisis o quebrado es, tanto la organización societaria, tal como la conocemos, como el sistema de representación del imaginario social colectivo en los términos de las categorizaciones clásicas.

Como esta situación no puede comprenderse bien en el seno de la sociedad, el futuro comienza a percibirse por ésta como algo alejado a sus necesidades, desde una perspectiva de rechazo y resignación y, en consecuencia, abre las puertas a la necesidad de encontrar formas novedosas de acuerdos políticos en la base de esta multitud: es decir, entre piqueteros y grupos sindicales que no arriaron sus principios, entre las formas asociativas de los trabajadores que se replegaron a los instrumentos de la economía social para no perecer frente al neoliberalismo y de los ciudadanos que no encuentran cobijo en las formaciones políticas tradicionales. En medio de esta situación el movimiento del trueque aumentó significativamente en los últimos meses y ahora navega en mares tormentosos. Pero ¿qué es verdaderamente, hoy por hoy, el trueque?

Como todos sabemos, el trueque es una de las actividades de intercambio económico más antigua practicadas por el hombre y en el contexto de esta crisis: • es una herramienta idónea para la participación social y comunitaria, • refunda, a través de los nodos, el significado de pertenencia a una comunidad, • incluye desde una perspectiva alterna al sujeto dentro de la sociedad, • potencia y acrecienta los intercambios culturales y sociales, • resignifica el valor de la necesidad, • redimensiona el consumo de los individuos, • revaloriza el valor de uso de los productos, • es una oportunidad construida colectivamente por excluidos del mercado formal del trabajo, para reinventar el mercado a través de la economía social y sus instrumentos, apelando a la confianza y a la solidaridad, en lugar de la cruda competencia instalada por el mercado.

Plantea entonces: • el aprovechamiento integral de los bienes y servicios que son generados en el seno de la sociedad, • la capacitación integral de las personas que participan en el sistema, • el desarrollo de una pauta cultural para la construcción de ciudadanía, • promoción de los principios de la economía social y el asociativismo, • propicia nuevas formas de emprendimientos productivos y solidarios.

Estos últimos suponen enarbolar un conjunto de ideas tales como: • la autogestión, • la democracia, • la cooperación, • la reciprocidad, • la responsabilidad social, • la sustentabilidad, • el desarrollo humano, • la participación social, • el igualitarismo, • la fraternidad.

La extensión de su práctica mediante un modelo replicable, respetando la autonomía de las decisiones de los nodos, ha permitido construir colectivamente un modelo de laboratorio social a escala cuyo emergente más visible son las ferias. Ahora bien, ¿ésta es la única cara visible o existen otras? Por debajo de éstas, ¿se está “trenzado” un muy rico y extenso tejido de relaciones productivas, sociales y culturales? ¿Es posible y deseable que esta red, esta auténtica multitud de intereses, busque expresarse políticamente como un nuevo emergente, extendiendo el contrato social que le diera origen?

Este modelo se extendió a otros países y permitió un fructífero intercambio sin fronteras.

Esta opción tiene el mérito de rescatar lo mejor de los humanos y seduce por la simplicidad. Constituye una expresión inédita de movimiento social alternativo para recrear la producción de bienes, servicios y saberes, sobre la base de la economía del trabajo para los pueblos de nuestra América Latina.  

 


  Volver al índice de "Trueque y Economía Solidaria"

Volver a "Libros Gratis de Economía"

Volver a la "Enciclopedia y Biblioteca de Economía EMVI"


Google
 
Web eumed.net