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Trueque y Economía Solidaria
Susana Hintze (Editora)

La creación del segundo club de trueque: el comienzo de la red  

“... la utopía sirve para eso, para caminar buscando la utopía”. Eduardo Galeano

Durante sus primeros seis meses de vida el Club de Trueque de Bernal evolucionó en medio de una atmósfera de entusiasmo casi pueblerino. La liturgia de los sábados era siempre la misma: en primer lugar una charla en la que cada semana se discutían los temas más variados y polémicos. Se vivía en el vértigo de reinventar un mercado sobre la base de los excluidos del sistema formal. Luego seguía la parte del intercambio. Por turno, los socios ingresaban a un sector donde dejaban diversos productos como tartas, empanadas, pizzas, artículos de vestimenta y artesanía, sumándose los créditos en sus respectivas tarjetas de intercambio. Luego se salía, para volver a entrar en el rol de consumidores, descontándose el consumo personal del saldo de la tarjeta. Durante el fin de semana se volcaban los datos a la planilla de cálculo. Se trataba de una tarea interminable, a pesar de que en ese entonces el club era de sólo sesenta miembros.

Esto cambió cuando otro grupo quiso repetir nuestra experiencia en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Continuar con el sistema de las tarjetas resultaba impracticable por el trabajo que implicaba.

En ese entonces nace la idea de la emisión de un vale de intercambio. El vale tiene fundamento en la necesidad de contar con un instrumento de intercambio del que carecíamos y recuperar para el conjunto la “soberanía monetaria”. La idea, discutida durante semanas, fue aceptada en forma unánime por los miembros del grupo. Soñábamos despiertos en un instrumento que nos liberara de la dominación de la usura internacional. Nunca se pensó que el vale desataría una expansión de las características que luego adquirió y que nos llevaría en pocos meses a recorrer el país impulsando nuevos clubes.

Es necesario aquí hacer un reconocimiento formal a las personas y los ciudadanos que sin saber la verdad de lo que podía pasar con el trueque, nos apoyaron. Me refiero especialmente a Rafael Kohanoff, que al asumir como ecretario de Promoción Social del Gobierno de la Ciudad Autónoma, apostó su propio prestigio personal y político en esta aventura. Dispuso que recursos del Estado se canalizaran en forma de políticas públicas inclusivas para impulsar esta forma de gestión económica y social novedosa que hoy sirve para que millones de personas coman y también como materia de estudio para grupos universitarios.

Lo demás, es una historia conocida, son varios años de una práctica que se ha desarrollado a lo largo de todo el país; en la actualidad son aproximadamente cinco mil nodos diseminados desde La Quiaca hasta Ushuaia, que vertebran socioterritorialmente el trabajo de aproximadamente 1.500.000 de ciudadanos.  

 


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