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Trueque y Economía Solidaria
Susana Hintze (Editora)

5. Economía social

Al margen del tema estrictamente monetario, puede observarse que muchos presentan a estas actividades como parte de una “economía social” o “economía solidaria”, la cual se contrapone con la economía a secas o economía de mercado. Incluso los organizadores llaman a los billetes de los créditos, “moneda social”, y a los que intervienen, “prosumidores”. Pero esto no presenta ninguna diferencia con la economía monetaria: en ella todos somos “prosumidores”, pues todos tenemos primero que producir algo para luego poder consumir. Pagamos nuestro consumo con dinero, pero previamente tuvimos que generar algo para obtenerlo. La moneda, asimismo, cumple la misma función “social” de facilitar los intercambios, de la misma forma que sucede en los nodos de trueque. El mercado es “social” por definición, ya que se trata simplemente de un nodo gigante donde la gente se encuentra en numerosos lugares para intercambiar.

No obstante, los organizadores de los clubes de trueque quieren darle a esta nueva moneda un carácter distinto a la moneda convencional. Dicen que no es dinero, que se acumula para hacer más dinero; no es un fin en sí mismo sino un medio. Pues la moneda convencional es también un medio: nadie quiere los dólares para comérselos ni para empapelar su casa con ellos, sino que los quiere por las cosas que con ese dinero puede comprar. Solemos decir que tal persona es rica porque tiene tanto dinero, pero sabemos que lo es porque tiene más acceso a productos o servicios, eso es lo que la hace más rica.

Así, la Declaración de Principios de la Red Global de Trueque dice: 1. “Nuestra realización como seres humanos no necesita estar condicionada por el dinero. 2. No buscamos promover artículos o servicios, sino ayudarnos mutuamente a alcanzar un sentido de vida superior, mediante el trabajo, la comprensión y el intercambio justo. 3. Sostenemos que es posible remplazar la competencia estéril, el lucro, y la especulación por la reciprocidad entre las personas”.

El dinero es simplemente un medio de intercambio que brinda un servicio facilitándolos. Puede ser que el afán de riqueza (poseer bienes, acceder a servicios) condicione a las personas, pero ello no tiene nada que ver con el dinero como medio de intercambio. Sólo el avaro estaría condicionado, ya que encuentra placer en la mera tenencia de dinero; el resto de los mortales disfruta los bienes y servicios que se pueden obtener con él, pero no al dinero mismo.

Y no es necesario temer que la gente promueva sus artículos o servicios (de hecho quienes van a los nodos es eso precisamente lo que hacen) ya que al hacerlo simplemente quieren satisfacer las necesidades de los demás, aunque más no sea como forma de poder satisfacer las propias:

“Dame lo que necesito y tendrás lo que deseas, es el sentido de cualquier clase de oferta, y así obtenemos de los demás la mayor parte de los servicios que necesitamos. No es la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero la que nos procura el alimento, sino la consideración de su propio interés. No invocamos sus sentimientos humanitarios sino su egoísmo; ni les hablamos de nuestras necesidades, sino de sus ventajas” (Smith, 1958).

Por último, la “competencia” no deja de estar presente en los nodos, e incluso entre los nodos (¿qué pasa cuando dos personas ofrecen el mismo producto en un nodo?), pero esto es precisamente lo atractivo, ya que es la competencia para satisfacer las necesidades del cliente, siendo el lucro (en términos de dinero de ganado o de bienes y servicios intercambiados que uno se lleva del nodo o consume en él) le premio por haberlo hecho en forma correcta.  

 


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