CAPITULO QUINTO: EL PROBLEMA DE LA BASE EMPIRICA

 

1. Planteo general del problema.

 

Nos introducimos ahora en uno de los problemas metodológicos más delicados, sobre el cual no intentaremos dar, desde luego, una respuesta definitiva, pero sí al menos adecuada a su importancia. En el capítulo tercero habíamos adelantado esta cuestión.

Ya hemos fundamentado, por otra parte, nuestra posición con respecto al testeo empírico. No es tan relevante como el actual paradigma dominante lo plantea en ciencias sociales, pero sí tiene una relevancia mínima -y ya hemos dado las razones- para que nuestro programa de investigación no sea una mera gimnasia mental irrealista. En función de ello es que debemos plantear el problema de la base empírica.

La base empírica, tanto en ciencias naturales como en sociales, tiene dos aspectos, como ya hemos dicho. El primero está constituído por las condiciones iniciales necesarias para inferir efectos o predicciones positivas. El segundo está constituído por el conjunto de falsadores potenciales necesarios para realizar el testeo del programa de investigación. Ambos tipos de juicios son singulares. Cuáles son y de qué modo entran en nuestro programa, ya ha sido explicado suficientemente en los tres primeros capítulos (sobre todo en el tercero). Ahora debemos concentrarnos aún más en el problema también ya explicado: dichos juicios singulares son interpretados en función de una conjetura general.

Esto plantea un aspecto hermenéutico en ciencias naturales, y en ciencias sociales en particular, cuyo desconocimiento conduce inevitablemente a un realismo ingenuo. Habermas, al describir el debate sobre la comprensión, plantea esta cuestión de este modo: "La siguiente fase de la discusión viene introducida por el giro postempirista de la teoría analítica de la ciencia. Mary Hesse hace incapié en que a la habitual oposición entre ciencias naturales y ciencias sociales le subyace un concepto de ciencias de la naturaleza, y en general de ciencia empírico-analítica, que mientras tanto habría quedado superado. El debate suscitado por Kuhn, Popper, Lakatos y Feyerabend acerca de la historia de la física moderna habría demostrado que: 1) los datos con que hay que contrastar la teoría no pueden ser descriptos con independencia del lenguaje teórico de cada caso, y 2) que las teorías no se eligen normativamente según los principios del falsacionismo, sino en la perspectiva de paradigmas que, como se ve cuando se intenta precisar las relaciones históricas, se comportan entre sí de forma parecida a como lo hacen las formas particulares de vida: `Doy por suficientemente demostrado que los datos no son separables de la teoría y que su formulación está impreganada de categorías teóricas; que el lenguaje de la ciencia teórica es irreductiblemente metafórico e informalizable, y que la lógica de las ciencias es interpretación circular, reinterpretación  y autocorrección de datos en términos de teoría y en términos de datos'. Mary Hasse concluye de ahí que la formación de teorías en ciencias de la naturaleza depende no menos que en las ciencias sociales de interpretaciones que pueden analizarse según el modelo hermenéutico de la comprensión"98. A pesar de que no coincidimos con la relevancia atribuída a Kuhn para esta cuestión, no se puede negar que la cita describe con crudeza la situación. El problema es: una vez lograda la conciencia del problema, ¿cómo no derivar en un cierto idealismo?

El "círculo metodológico" que aquí se plantea tiene en nuestra opinión una solución realista. Decimos "metodológico" porque hablar directamente aquí de círculo hermenéutico excede los fines de este trabajo99, y decimos "solución", y no "salida", porque del círculo propiamente no se "sale", sino que se adquiere conciencia de él100, no contradictoria con una perspectiva realista como la que vamos a defender101.

No estaría de más recordar una vez más la estructura del círculo metodológico: la conjetura general necesita de condiciones iniciales singulares para deducir consecuencias singulares testeables; éstas, a su vez, son seleccionadas en cuanto a su relevancia según la conjetura general; y, por último, los falsadores potenciales utilizados contienen hipótesis generales en sus estructura sintáctica.

En nuestra opinión hay unas cinco perspectivas que pueden brindar una perspectiva realista al círculo.

a) Hemos planteado ya lo que significa una fenomenología de los objetos de las ciencias sociales (ver cap. 4). Ello implica la siguiente conclusión: en la medida que ciertos juicios singulares en ciencias sociales contengan conceptos universales que refieren a esencias analizadas fenomenológicamente -y hemos visto que esas esencias tienen su existencia en una interacción social singular-, entonces los universales allí contenidos no son conjeturas, sino que refieren a esencias cuyo grado de certeza es mayor. Aplicado esto a economía política, si decimos "esta tasa de interés bajó", la definición fenomenológica del concepto universal "tasa de interés" no es una conjetura. Luego no es verdad que necesariamente toda conjetura general en ciencias sociales debe ser testeada por juicios singulares que a su vez tienen conjeturas. Luego, existen juicios singulares en ciencias sociales de los cuales podemos tener certeza (la misma consideración no está excluída para ciencias naturales, si bien en ese caso la cuestión es más complicada).

b) Es absolutamente verdadero, metodológicamente, que las condiciones iniciales son seleccionadas en función de la conjetura general. Pero ello no obsta a que las condiciones iniciales seleccionadas sean verdaderas en sí mismas, más si sus juicios contienen conceptos universales fenomenológicamente descriptos, como hemos dicho. Que no podamos conocer "todas" las realidades singulares expresadas a través de juicios singulares no es más que un obvio resultado de nuestra limitación del conocimiento. Para decirlo con una analogía, si la realidad toda es el cuadrado "a", (fig. 1), lo "seleccionado" -a través del criterio de relevancia que fuere- será el círculo "b" (fig.2); la diferencia entre (a - b) será el conjunto de lo potencialmente infinito desconocido por el hombre.

 

 

 

 

 

c) En tercer lugar, debemos recordar algo que es importante para todas las ciencias sociales y especialmente importante para la economía en particular. Hemos destacado que el análisis praxeológico es un análisis de la esencia de toda acción racional que, como tal, no es una conjetura. Luego las consecuencias directamente deducidas a partir de tal supuesto no son tampoco conjeturales y son por ende independientes del MHD donde existe el problema del testeo. Por supuesto, hemos visto que no todas las consecuencias del programa de investigación de la economía política pueden ser directamente deducidas a partir de tal supuesto, pero de todos modos el análisis praxeológico brinda a la economía una serie de supuestos que, tanto generales como singulares, tienen un grado de certeza del que carece otro tipo de conjetura, como podría ser el supuesto de racionalidad en sentido restringido que utilizan los modelos neoclásicos102.

d) Aún en todos los casos donde el testeo empírico sea necesario, debemos recordar una vez más el sentido estrictamente débil que dicha noción debe tener en una epistemología post-popperiana y, sobre todo, lakatosiana, como nosotros a grandes rasgos hemos adoptado, si bien con nuestras connotaciones filosóficas de tipo realista-fenomenológica. Un falsador potencial contradictorio con nuestro programa de investigación nos dice simplemente "aquí-hay-un-problema", y para que nos diga eso no necesitamos una certeza total del falsador potencial en cuestión. Si mi programa de investigación dice que en situación de sistema monetario no interferido por el estado no puede haber crisis cíclicas y me enfrento con una situación en la cual, con todas las limitaciones de mi conocimiento, he revisado las condiciones iniciales y en principio son efectivamente de libre mercado, y concomitantemente parece haber condiciones similares a las de EEUU 1929-30, entonces puedo decir "aquí hay un problema"; pero el "aquí" implica también en la realidad, no sólo en "mi sistema" (tal la diferencia entre un modo de proceder realista y otro idealista). La falsación, por más débil que sea, nos está indicando nada más, pero nada menos, que un factor desconocido, que no sabemos cuál es y sobre el cual debemos conjeturar, está entrando en juego. La falsación es en ese sentido el "contacto" con lo real; es la advertencia de que algo más allá de mi solo sistema está jugando un papel importante. Por supuesto, tengo, metodológicamente, todo el derecho a seguir trabajando en mi programa de investigación a pesar de contínuas y repetidas anomalías. Pero lo que en ese caso me distinguirá de un ideólogo barato será mi conciencia del "riesgo" de que mi programa de investigación sea verdaderamente regresivo. Y esta es una cuestión de honestidad intelectual, de prudencia, de ética de la ciencia, que va más allá de lo que cualquier estricta metodología puede decirnos.

(Cabe aclarar, para evitar confusiones en este punto, que este testeo empírico amplio de tipo lakatosiano al que nos referimos es acerca de las proposiciones del programa, las cuales tienen, sin embargo, por todo lo que acabamos de explicar, un cierto grado de definiciones no conjeturales de conceptos fenomenológicamente elaborados que son "causa material" de las proposiciones).

e) Este último punto no será más que explicar sistemáticamente la reflexión anterior sobre la "prudencia". Lakatos ha dicho -como vimos- que el "momento" de abandonar o seguir con un programa de investigación regresivo no puede determinarse y que es cuestión de tener conciencia de ese riesgo. A esto debemos agregar que Gadamer destaca el papel insustituíble de la prudencia aristotélica en las ciencias humanas103, que para nosotros es extensivo a todas las ciencias. Y esto es precisamente lo que nosotros queremos decir. En la esencia misma del contexto de justificación de toda ciencia, y de las ciencias sociales en especial, hay un insutituíble acto de prudencia que nos dice si seguir o no con nuestro programa104. Y la prudencia es una virtud humana, que nos dice cómo aplicar lo general a lo particular, cuya decisión no está inferida por ninguna norma lógica-metodológica. Pero no es arbitraria, porque el deber ser es un analogado del ser: el deber ser se basa en el ser.105 ¿Y de qué ser estamos hablando en este caso? Pues en la naturaleza humana. Luego, siempre que en ciencias sociales haya un verdadero acto de prudencia que nos diga hasta dónde llega el valor de verdad del testeo, esa prudencia emergerá de una "sabiduría no metodológica" de esa naturaleza humana en cuestión.

Se engañan quienes creen en una ciencia "exacta" desprovista de este insustituíble acto de prudencia. No es ninguna certeza metodológica la que le dice al investigador bioquímico que puede lanzar al mercado una droga después de haber sido testeada en animales y humanos durante diez años, pues aunque él no lo sepa o no quiera saberlo, Popper le ha demostrado de sobra que la corroboración en el MHD -dejando de lado otros supuestos de tipo metafísico- no implica conocimiento sobre el comportamiento futuro de la conjetura. Es sobre todo su prudencia la que le dice que "es prudente" lanzar entonces dicho producto al mercado.

Por supuesto, todas estas reflexiones no agotan de ningún modo la cuestión, pero al menos le dan un encuadre que puede explicar razonablemente una perspectiva realista del círculo metodológico.

 


98 Ver Habermas, J.: Teoría de la acción comunicativa; Taurus, 1992, libro I,  I, 3, a), pág. 156.

99 Ver al respecto Stasi, Elizabeth: Posibilidad gnoseológica de una hermenéutica realista; tesis de licenciatura presentada a la UNSTA en diciembre de 1993; inédita. (Hay copia en la Biblioteca de la Universidad Austral en Buenos Aires).

100 Ver Gadamer, H.G.: Verdad y Método, I, Sígueme, Salamanca, 1991, II, II, 1.

101 Hemos tratado ya esta cuestión en nuestra ponencia Lo general y lo particular en ciencias sociales, inédita, del día 13/5/93, documento de trabajo presentado a la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Austral, Buenos Aires (Hay copia en la biblioteca de la Univ. Austral).

102 Ver al respecto Popper, K.: "The Rationality Principle", en Popper Selections, Edited by David Miller; Princeton University Press, New Jersey, 1985.

103 Ver op. cit., II, II, 10, 2, pág. 383.

104 Ver nuestro trabajo citado en nota 101.

105 Ver Maritain, J.: Lecciones fundamentales de la filosofía moral; Club de Lectores, Buenos Aires, 1966.