LAS LEYES DE DEFENSA DEL CONSUMIDOR
BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

EL FUTURO, DE LA ESPERANZA
 

Alejandro A. Tagliavini

 

 

 

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LAS LEYES DE 'DEFENSA DEL CONSUMIDOR'

Ciertamente que en un mercado altamente competitivo el área de control de calidad de una empresa adquiere un rol importante, porque un producto defectuoso, que salga de la planta, puede provocar el desprestigio de su marca y la quiebra de la compañía. En un mercado natural, o realmente se dedica a servir al consumidor mejorando la calidad, bajando los precios y manteniendo un fluido diálogo con los consumidores con el fin de mejorar sus servicios, o la empresa está destinada al fracaso.

Por otra parte, ¿quién va a juzgar la calidad de los automóviles? ¿la de los aparatos electrónicos? ¿Quién va a juzgar la última tecnología sí, precisamente, es última porque nadie la conoce salvo el inventor? ¿Los burócratas del Estado racionalista? ¿Los mismos burócratas que tardan meses en tomar decisiones que a cualquier persona razonable le demandaría unas pocas horas? A esta altura, nadie puede decir seriamente que, alguna oficina de contralor artificial estatal, haya funcionado eficientemente y sí, en cambio, son excelente oportunidad para el oportunismo político y la corrupción.

La mejor ley de defensa del consumidor (es la ley natural) es la verdadera libertad de mercado (que supone la verdadera autoridad moral), que instituya una competencia tan brava que obligue a los empresarios y comerciantes a cuidar al máximo la calidad y condiciones de los productos que venden. Y que los obligue a mejorar permanentemente. Cualquier interferencia artificial estatal no hará más que ensuciar al mercado trabando la competencia y, en consecuencia, castigando al consumidor, instituyendo organismos burocráticos para quienes, en definitiva, digámoslo crudamente, la vida humana no es más que un expediente engorroso y aburrido.

Por el contrario, las 'leyes de defensa del consumidor' o los contralores coercitivos de calidad, son contraproducentes. Porque, de ninguna manera garantizan la calidad de nada (entre otras cosas, porque es muy fácil sobornar a un funcionario, lo que suele suceder, para que le de un certificado de calidad) y, en cambio, pueden confundir a la gente que, ingenuamente, supone que el control es efectivo (6).

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