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DECÁLOGO DEL
CRIPTORREACCIONARIO
Ahora que estamos
en no sé qué centenario de Borges, vayan por delante mis felicidades a José
María Cuevas por su reciente acierto con las milongas de Almunia. Éste,
para demostrar que aquél no tenía razón, nos quiere engañar al día siguiente con
un tango, que –cómo no— El País reproduce puntualmente: “El candidato
socialista quiso remachar que en absoluto está en contra de los empresarios, a
los que según él no representa ‘bien’ Cuevas, sino que quiere que haya más.
‘Emprendedores, arriesgados, que quieren como yo la liberalización de los
oligopolios que ahora tienen los amigos de Aznar’ (...)” (2-3-00, p. 22).
Almunia se olvidó de añadir el final lógico de su estribillo: “...y que deberían
tener mis amigos, que son mucho más demócratas”.
Puesto que yo
también, como Almunia, me eduqué con los jesuitas –que, como son unos tíos
listos, consiguen hacer inmediatamente ateos a la mitad de los que pasan por sus
aulas--, no me puedo olvidar del insigne “Pensamiento Social Cristiano” que nos
enseñaban en lo que los viejos madrileños aún conocen como el edificio de
Areneros. Ni tampoco me olvido de un clásico (desconocido en Areneros, pero
también en Somosaguas, etc.) que, quizás dudando entre la decena y la docena, se
decidió por el número de en medio --la única vez en su vida que se apartó del
extremo, “vicioso” como era por definición, para quedarse en el “virtuoso” e
insípido centro--: el 11. Y once fueron, en efecto, el número exacto de hostias
dialécticas (en el sentido griego, no marxista) que le dio nuestro autor
a su compatriota Feuerbach, un tío, a pesar de todo, mucho más listo que Almunia
y que la mayoría de los jesuitas, sin duda.
Pues
bien: aquí me tienen ustedes dudando todavía (a pesar del título) entre si
escribir diez, once o doce Bienaventuranzas, porque de mi periodo “jesuita” sólo
recuerdo que los mandamientos de “la ley de Dios” eran diez, y los de “la Santa
Madre Iglesia”, cinco; pero se me ha olvidado el número exacto de las
bienaventuranzas, que es a lo que me quiero referir en este artículo. Me explayo
enseguida, pero déjenme aclarar primero que este artículo se puede resumir en
una sola frase: “Bienaventurados los criptorreaccionarios, porque de ellos será
algún día el reino de los cielos (o sea, el Estado
capitalista)”.
1.
Bienaventurados los socialistas burgueses (cristianos o no). En el espacio
Frontera, de RNE, los curas y monjas progres nos enseñan los domingos,
mañaneros, las raíces del pensamiento social católico-modelno de nuestros
socialistas (incluyo ya a IU, claro): “¿cómo se puede permitir que el 20% cope
el 80% de la riqueza mundial?...”, etc. Ahí está encerrada toda este filosofía
social-católica, que es también la de la izquierda actual: en la torpe metáfora
del 80/20 (o del 20/80), que no es sino la del camello y el ojo de la aguja pero
en el lenguaje de las malas matemáticas. Los modernos curas laicos y
electorales, como ahora saben echar cuentas, nos predican la misma hipocresía
que la tradicional santa madre citada, pero en moderno y no en latín. Así que
conste mi voto para que se les reserve la primera plaza en el reino de los
cielos.
2.
Bienaventurados los socialistas feministas y los feministas en general (aunque
no sean socialistas). Por lo visto, las reinas de la historia de Inglaterra o de
España, las modernas pero igual de vetustas Margaret Thatcher y Hilary Clinton,
o --para quienes prefieran la historia de las letras pequeñas a la de nombres
propios con mayúscula-- las calladas-y-sufrientes-esposas-y-madres, no tienen
ninguna responsabilidad histórica en haber contribuido a hacer, junto a los
varones correspondientes, la historia tal cual en la realidad ha sido. Los
feministas convencidos quieren sustituir la lucha de clases por la lucha de
sexos, de igual forma que los socialistas burgueses quieren sustituir la lucha
de clases por la armonía social y el beso en la calva (aunque no sea la de
Almunia).
Las
actitudes machistas de las mujeres y los hombres son inexplicables sin las
actitudes hembristas de hombres y mujeres. Pero los feministas quieren decretar
el fin de la historia real, como Fukuyama, sólo que para un objetivo distinto:
inventarse una historia imaginaria donde las mujeres --con sus poderosas y
tiernas virtudes, pero sin renunciar para nada a su rica lencería y a su fina
cosmética (no se vaya a poner en peligro los puestos de trabajo de las
industrias femeninas gobernadas por una mayoría de hombres: ¡qué
injusticia!)--, una vez superada la actual fase de transición (la era de las
“cuotas” a la que vergonzosamente asistimos), puedan instaurar su dictablanda
revolucionaria. Obsérvese, de pasada, que los feministas quieren cuotas
para mujeres en el Gobierno, en el Parlamento y en los consejos de
administración, pero no dicen nada de las minas, los andamios, la mili o las
cárceles. Por cierto, que han debido de instalarse en el interior del PSOE
porque en su lista electoral se intercalan, rítmicamente, hombres y mujeres:
queda muy bonito, la verdad, pero algo asimétrico por culpa de López Garrido
(aunque da igual: con simetría o sin ella, este baile nupcial de nombres
terminados en o y en a sería ya razón suficiente para no votar
jamás a este feminismo reaccionario).
3.
Bienaventurados los ecologistas. A mi amigo Ramón (Fernández Durán), de
Ecologistas en acción, le quiero recordar que le están ganando la mano
los “Ecologistas por omisión”, una red de ONG poco (¿poco?) organizada todavía,
pero que adopta la “eficiente” forma empresarial capitalista: por ejemplo,
hoteles que se preocupan tanto por el medio ambiente que nos sermonean para que
no lo contaminemos con el detergente de sus lavadoras (se olvidan de
darnos el mismo consejo para las lavadoras de nuestras casas), etc. El error de
este ecologismo bucólico-pastoril es claro: nos quieren retrotraer al pasado,
poniendo fin a una historia que se obstina en marchar hacia delante. Para ello,
no se cortan un pelo, y están dispuestos a olvidar que si la industria poluciona
es porque la naturaleza, en su propio progreso (del que forma parte el progreso
humano), también poluciona. ¿No se dan cuenta de que para poder decir que existe
el peligro de que, por ejemplo, el petróleo se agote hizo falta que la industria
creara antes el petróleo mismo, que lo hiciera surgir de esa Nada que era
todo lo que había en la época de “Salicio juntamente y
Nemoroso”?
4.
Bienaventurados los pacifistas. El injusto y ordenado Goethe también necesitaba
la paz para estudiar espléndidamente los colores, tanto en Italia como en su
hermosa casa de Weimar. Pero esa clase de paz no existiría si no fuera por la
guerra y la violencia en que se sustenta. Los pacifistas quieren abolir la
historia por el bonito procedimiento de abolir la guerra... ¡en sus mentes! Su
lema parece ser: ¡todos con Gandhi, y a repetir con él que el problema no es el
capital sino el mal uso que de él se hace! Sin embargo, la guerra de la
competencia es un hecho, y la guerra de clases, otro hecho; y ninguno de los dos
hechos se deja abolir fácilmente. Aquí viene al pelo aquello de “el desabolidor
que los desaboliere buen desabolidor será...”.
5.
Bienaventurados los antitabaquistas. Al actuar ellos tan lindamente, yo, que no
fumo, los veo poniendo en práctica las dudosas virtudes de nuestra ahumada y
fumigada sociedad:
a)
le hacen el juego al capital, que no está nada interesado en que sus
trabajadores pierdan el tiempo fumando, porque ya se sabe que el cigarrito
conduce a la cháchara y al descenso de la plusvalía relativa (por esta misma
razón, en los Estados Unidos tampoco se come: han sustituido la comida por el
bocadillo, si es que se puede llamar así a una hamburguesa deglutida en la
oficina, o de pie, en la calle (con cuidado de no manchar de ketchup la
corbata-ejecutivo-de-Wall-Street), o sentado en un deli sin superar el
máximo permitido de 15 minutos por cliente. Ante la cantidad de billones que le
reporta al capital social el no fumar, ¿qué importan las pérdidas de las
empresas tabaqueras? Que se reconviertan: ¿o es que no han oído hablar de la
reconversión industrial (que no la inventó Solchaga, por cierto, por muchos
méritos que hiciera para dejar el pabellón español bien alto a este respecto)?
Además, a mí no me cabe duda de que la ciencia descubrirá, tarde o temprano, el
uso terapéutico y la bondad saludable de la nicotina.
b)
Le hacen el juego al capital también por otra vía: reproduciendo a nivel
micro los comportamientos democráticos del nivel macro. Me
explico: el sistema nos enseña que la realidad es plutocrática y
antidemocrática, pero que se presenta, como todo en él, fetichistamente
invertida en forma de una democracia aparente. Pues el antifumador reproduce eso
mismo: impone su “fascismo” cotidiano contra los pobres fumadores, con la
cobertura discursiva de que está protegiendo su derecho a la salud frente a la
intromisión antiliberal de quien pretende convertirlo a él en un fumador
pasivo. Y yo me pregunto, hablando de pasividades: ¿qué podemos hacer los
telefoneados pasivos, que vemos cada día atacada nuestra salud mental y
auditiva por el chirriar sobresaltante de doce millones de artilugios (sólo en
España) que, aparte de funcionar sólo mal y a medias, sirven nuevamente a los
empresarios para extender y apretar los hilos de la esclavitud asalariada al
campo de la telefonía sin hilos? Ya el maestro Veblen nos explicó que los
consumistas no tienen inconveniente en imitar cualquier cosa; por eso, poco
extraña que los sumisos jóvenes y ex parados (incluidos los insumisos y los
objetores antimilitaristas) ansíen moverse al son de este frenético “¡pii,
pii...!” y se crean que “molan” sacándolos a relucir en trenes, cines, calles...
y hasta en clase. Dios mío, qué hartura.
6.
Bienaventurados los nacionalistas. Sencillamente, porque ellos tuvieron la
suerte de ser elegidos por Dios para ser los primeros en el orden de la Creación
Humana. Recientes excavaciones arqueológicas han dado la razón a los más
arriesgados de estos inspirados científicos: ahora estamos casi universalmente
seguros de que Cataluña y País Vasco (se duda de Galicia y de otras “naciones”)
fueron creados el séptimo día después del big bang, por la mañana
temprano, luego de lo cual pudo Dios echarse por fin a descansar para siempre.
[Por cierto, muerto López Rodó, es curiosa la foto de hoy en el periódico: este
catalán, mano derecha de Carrero Blanco, junto al catalán Fabián Estapé, que
acaba de sacar su De tots colors, reunidos con el gallego Franco --lo
siento por Xavier Vence y los del Bloque Nacionalista Galego, pero tienen la
desgracia de que Franco sí era gallego--, ¿en qué idioma hablarían los
tres entre sí? ¿Aceptaban la supuesta imposición centralista del “castellano” a
cambio de su participación celeste en ese mismo gobierno franquista? Piensen,
piensen...]
7.
Bienaventurados los miembros de las santas ONG. De la organización “no
gubernamental” a la “gubernamental” no hay más que un paso muy sencillo:
suprimir un no. Yo ya le propuse a James Petras la malaventura de formar
una OAG (organización antigubernamental); y hasta un nombre: Asalariados sin
Fronteras (que no sería sino una nueva versión, remozada y “asigloveintiuneada”,
de la Internacional de Trabajadores). Mi amigo Agustín Morán me pregunta de qué
Internacional hablo: ¿de la II, la III...? De la primera, Agustín, de la
primera, tan fetén como la que viene en este siglo XXI, que se parece como una
gota de agua al XIX, a pesar de lo que digan los miopes políticos. (Por cierto,
que la regla de funcionamiento de la I Internacional se basaba en el mismo
sistema de “red” que el listo de don Manuel Castells acaba de descubrir como la
gran novedad del siglo XXI).
8.
Bienaventurados los okupas. Porque al buscar casa barata lo único que
quieren algunos de ellos es formar un “familiar” hogar bien adaptado a sus
posibilidades monetarias y a su peculiar modus vivendi, incapaces de
superar el ámbito burgués de lo privado, para bien reproducir en esta esfera lo
que no son capaces de llevar al ámbito público.
9.
Bienaventurados los internaut@s. Porque, al reavivar el mito de la Revolución
Científico-Técnica, que andaba de capa caída, se creen que van a cambiar el
mundo, cuando lo único que van a hacer es excitar más aun a Wall Street (hasta
que a sus socios les llegue la menopausia masculina y tengan que acudir en masa
a la Viagra estatal, que eso sí que lo financia la dudosa Seguridad Social
yanqui). Ahora podrán difundir con mayor rapidez los mitos de la “sociedad
post-industrial”, la “era de la información” y de la globalización, etc., y
todos seremos un poco más sumisos, ad maiorem gloria
Capitali.
10.
Bienaventurados los defensores de los animales, porque seguirán rápidamente la
senda de Calígula --por el imperio hacia Dios-- y alcanzarán el cielo a lomos de
sus caballos como perros.
Y,
por último:
11.
Estas bienaventuranzas/mandamientos/tesis de y sobre el fuego y el barro (de un
mal alumno de los jesuitas) se resumen en una: ¡Bienaventurados los
postmodernos! No porque quieran poner fin a la modernidad (es decir, a Marx)
--cosa sencillamente imposible debido a las leyes de la física (sí, sí, de la
física), mal que les pese a quienes confunden determinismo con fatalismo-- sino
porque su verborrea permite elevar al cubo el grado de fetichismo de esta loca
sociedad. Así, mi admirado Antonio Banderas firma todavía como “actor”, y no
como “capitalista”, el Manifiesto en favor de la unidad de la izquierda (quiero
decir, la unidad electoral PSOE-IU), cuando la prensa informaba el día antes de
que va a invertir mil o dos mil millones de pesetas en no sé qué espectacular
empresa de espectáculos. Su mujer, Melanie, como no es española, no firmaba;
pero tengo entendido que el sin par PSOE andaluz está preparando una triple
moción (no de ley) referida a esta gran actriz: cambiarle de nombre (ponerle
Maleni, en vez de Melanie, que queda más andaluz), hacerla hija adoptiva de
Málaga –cómo no--, y permitirle votar (siempre que sea por la izquierda) en las
próximas elecciones españolas.
Yo
ya he vuelto de votar. ¿A que sí adivinan a quién?