Observatorio de la Economía Latinoamericana

 


Revista académica de economía
con el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas  ISSN 1696-8352

 

Economía Latinoamericana

 

PENSAMIENTO, DISCURSO Y POLÍTICAS ECONÓMICO-SOCIALES BAJO LOS GOBIERNOS LATINOAMERICANOS DE HUGO CHÁVEZ Y EVO MORALES

 

José Leopoldo Montesino Jerez (CV)
poloporo@gmail.com

 

Los estudios sociopolíticos de las sociedades latinoamericanas actuales parecen presentar al menos dos facetas características bien definidas: una de ellas enfatiza en los aspectos netamente académicos de los innumerables temas e interrogantes existentes a nivel continental, mientras que la otra parece mantener un viejo perfil de intencionalidad política y que tiende a confundir aún más el complejo y disímil panorama de cada país integrante de esta zona del mundo. En otras palabras, se detectan con relativa facilidad las diferencias entre aquellos trabajos con un claro matiz de ciencia positiva, la que busca comprender y explicar la realidad, con otros que incluyen juicios de carácter netamente normativos, que constituyen opiniones según la experiencia o las ideas personales de cada autor.

En este tipo contexto referencial, con una enorme cantidad de antecedentes sociales y económicos que se suceden día a día, en un mundo globalizado donde la información crece a ritmos exponenciales, es que intento desarrollar aquí un nuevo enfoque de la problemática latinoamericana actual para el estudio de las izquierdas de Venezuela y de Bolivia. Este enfoque pretende adentrarse en la relación entre el pensamiento conocido a través del discurso que la gente común percibe, especialmente a través de la prensa cotidiana, de los principales líderes de las naciones mencionadas, con los beneficios de las políticas, conductas, actos o hechos realizados por sus gobiernos respectivos. La pregunta de fondo es: ¿Han sido coherentes el pensamiento, discurso o acción política de gobernantes como Hugo Chávez y Evo Morales con respecto a las medidas de política gubernativa para alcanzar el bienestar o beneficio social y económico esperado por los ciudadanos?.

La pregunta se fundamenta en una idea muy simple, cual es la verdadera efectividad de las políticas de Gobierno emprendidas en cada uno de los países en referencia. Estos se han visto en medio de una vorágine de sucesos cotidianos y que son destacados profusa y permanentemente por la prensa. Por esto cabe la duda de si la innegable capacidad de estos líderes, en lo mediático, ha sido y seguirá siendo suficiente para apaciguar las numerosas fuentes de conflicto social aún irresolutas.

De lo anterior es que adelanto la hipótesis de que las políticas económicas y sociales seguidas por los gobiernos de Chávez y Morales, han tenido una connotación altamente populista y personalista. Estas políticas, aunque han aplicado varias medidas fundamentadas en aspectos del socialismo clásico, no han alcanzado a la fecha, en el caso de Chávez, logros significativos de mejoras en calidad de vida o bienestar social. En el caso de Morales, los resultados están por verse, pero sus posibilidades de éxito, dado su pensamiento y discurso, no augura una mejora sustantiva de la situación. Como un todo, ambos procesos confirmarían la coexistencia de distintos estilos o proyectos de izquierdas latinoamericanas y muy lejos de una convergencia hacia un proyecto futuro único común, como ha sido el de la Unión Europea.

 

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Montesino Jerez, J.L.: "Pensamiento, discurso y políticas económico-sociales bajo los gobiernos latinoamericanos de Hugo Chávez y Evo Morales" en Observatorio de la Economía Latinoamericana Nº 97, mayo 2008. Texto completo en http://www. eumed.net/cursecon/ecolat/la/


Enfoque: calidad de vida

El enfoque a seguir es el de establecer la evolución de aspectos relevantes del bienestar o de lo que aquí denominamos calidad de vida de la población. El concepto de calidad de vida es simplemente sinónimo de desarrollo económico, entendido a su vez como el crecimiento del Producto Nacional Bruto a través del tiempo (o el crecimiento de un indicador alternativo como Producto Nacional Neto, Ingreso Nacional, ingreso per cápita, etc.). De acuerdo a esto, resulta evidente que la definición misma de desarrollo, reconocida por los economistas, es bastante incompleta. Es verdad que el Producto Nacional Bruto (en adelante PNB), entendido como el conjunto de bienes y servicios producidos en una economía en un año y valorados a precios de mercado, es el mejor indicador agregado de progreso que se conoce.

La definición anterior, sin embargo, nada dice de temas como analfabetismo, seguridad ciudadana, hermoseamiento de barrios, entretención popular y muchos otros directamente relacionados con el bienestar de la gente. Por tal razón los estudios de desarrollo económico suelen incorporar no sólo indicadores de carácter económico propiamente tales, sino otros complementarios que miden distintos factores que afectan el bienestar de las personas. El concepto de calidad de vida se ha comenzado a utilizar con más frecuencia en el mundo actual y se ha preferido al de desarrollo económico, que en ningún caso ha sido descartado. Al parecer el rápido crecimiento internacional de las comunicaciones, que han crecido a ritmos avasalladores, la mayor permeabilidad de las fronteras entre países, atravesadas por multitudes de emigrantes en búsqueda de mejores oportunidades, expectativas crecientes de las personas pertenecientes a distintos estratos sociales o étnicos por vivir en lugares más acogedores en el amplio sentido de la palabra y que parecen intuir la existencia de posibilidades reales de mejora en lo económico y social, ha llevado a un mayor uso del término calidad de vida, al menos entre especialistas.

La importancia de alcanzar un alto estándar de vida ha tenido impacto también en el mundo político. En la medida que un país se desarrolla, la gente parece cada vez más independiente de las posturas que diferentes grupos ideológicos y políticos sustentan. Esto último se ha reflejado, al menos en el caso chileno, en una creciente abstención de importantes grupos de población, en particular jóvenes, de participar en los procesos eleccionarios. Es verdad que adscribirse a una determinada corriente política puede rendir frutos para algunos individuos, situación que suele designarse como clientelismo político. Pero otros han comprendido que es mejor no inscribirse en los registros electorales, pues sus aspiraciones no dependen de la elección un determinado sector político y ni siquiera compensa el sacrificio de ir a votar en un día que corresponde descanso dominical.

En mi opinión es necesario dejar en claro que no existe una definición exacta, única o exclusiva de calidad de vida: es una idea solamente. Por poner un solo ejemplo para aclarar esto, en algunos países las corridas de toros forman parte del ser nacional, se transmiten por televisión, se publican libros sobre tardes memorables y hasta se escuchan canciones que ensalzan al valor de los toreros. Todas estas actividades producen, indudablemente, alegría y bienestar popular en tales sociedades. Para otras naciones, más civilizadas en mi opinión respecto a este tema, dichos espectáculos sólo son reflejo de cierto tipo de barbarie popular, una especie de cruento coliseo romano aún vigente en los tiempos actuales. Se trata de un pobre toro, magnífico animal, que previamente es desangrado por hombres a caballo y con lanzas, es decir debilitado burdamente, para luego ser acuchillado por un experto en este tipo de entretenciones. Por tanto, no parece posible establecer una definición exacta de calidad de vida, a lo más se trata de una idea.

El economista chileno Jorge Rodríguez Grossi ha reconocido las limitaciones del PNB desde el punto de vista de la idea de bienestar, asunto que reconoce es bastante aceptado por la comunidad académica. Además, apunta que el concepto de calidad de vida es difícil de definir, pues presenta propiedades comparativas y evaluativas (sic) multidimensionales. La calidad de vida, explica, puede ser mala o buena con respecto a un patrón de medida implícito o explícito. Al estar fundamentada en relación con un patrón de medida basado en varios criterios, a diferencia de la temperatura o longitud que son de una sola dimensión, está expuesta a la indeterminación.

En la literatura sobre el concepto de calidad de vida, destacan una serie de trabajos elaborados por un conjunto de pensadores y expertos de áreas tan distintas como la filosofía, la economía y la medicina. Martha Nussbaum y Amartya Sen han recopilado una serie de trabajos de interés sobre el tema de la calidad de vida, aunque la mayoría de ellos referentes a países desarrollados como Estados Unidos, Alemania, Francia, Finlandia, Holanda, Inglaterra y Suecia. El profesor Sen, quien obtuviera el Premio Nobel de Economía en el año 1998 por sus aportes en este tema, ha construido un sistema o enfoque denominado de capacidades, orientado a la comprensión y evaluación de la calidad de vida de la población. Si bien resultaría largo explicar aquí en detalle el alcance de términos como funcionamientos, espacios evaluativos, objetos-valor, metas de agencia, etc., interpreto su idea central como reconocer la existencia de múltiples variables (o n-tuplas en su versión original), que determinan el bienestar general de la población pero en términos relativamente flexibles. De este modo pueden existir relaciones entre estas n-tuplas, o partes de sus componentes, que pueden depender a su vez de otros componentes de n-tuplas distintas. Para algunos individuos, como vimos en el caso de las corridas de toros, ciertas combinaciones de componentes de las n-tuplas proporcionan un mayor bienestar, mientras que lo inverso o de manera distinta al interior de dicha combinación puede entregar una mejor calidad de vida a otros.

Por otra parte, un enfoque alternativo al de calidad de vida y probablemente coincidente, sino en lo total al menos en lo medular, es el llamado enfoque de desarrollo humano. Un buen número de profesionales y expertos en temas de desarrollo, trabajando en conjunto con diversas organizaciones políticas, sociales y económicas de carácter internacional como: Cepal, Banco Mundial, Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Instituto de Recursos Mundiales, Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, etc., parten de la premisa de que los derechos y desarrollo humanos tienen una visión y propósito comunes: resguardar la libertad, el bienestar y la dignidad de todos en todas partes. Entre otros, específicamente, velar por: libertad de discriminación, ya sea de género, raza, origen étnico o religión; libertad para desarrollarse y hacer realidad la potencialidad humana de cada uno; libertad de la necesidad, para disfrutar de un nivel decente de vida; libertad del temor, de las amenazas contra la seguridad personal, de la tortura, de la detención arbitraria y otros actos violentos; libertad para tener un trabajo decente, sin explotación. La medición de los logros alcanzados en materia de desarrollo se efectúa, según este enfoque, a través de un indicador conocido como Índice de Desarrollo Humano. En esencia mide, a través de un conjunto de variables ad hoc, tres dimensiones básicas del desarrollo humano: una vida larga y saludable, logros educacionales y nivel de ingreso per cápita.

En síntesis, la calidad de vida de la población de una sociedad determinada se refiere a alcanzar un grado de desarrollo económico y social avanzado, con altos niveles de ingreso per cápita, en que las necesidades primarias referentes a alimentación, vivienda, salud, educación y transporte han sido amplia y adecuadamente atendidas, mientras que otros aspectos del desarrollo como asistencia a eventos culturales, buena convivencia familiar y racial, práctica masiva de deportes, utilización creciente de tiempo libre en actividades lúdicas, de ayuda al prójimo o sociales, también constituyen un aspecto significativo de la vida cotidiana de las personas que viven en dicha sociedad.

Marco teórico: política económica, neoliberalismo, populismo, personalismo, socialismo clásico

La hipótesis planteada requiere aclarar otros elementos propios de lenguaje utilizado para poder llegar a un entendimiento sobre un tema que incluye procesos sociales relativamente complejos y examinados a la luz de diversas disciplinas de las Ciencias Sociales. Nótese además que, en la misma hipótesis, no aparece establecida en forma explícita la idea de calidad de vida, aunque si en forma implícita al referirse a la idea de bienestar social. Algunos de los conceptos anotados son políticas económicas, neoliberalismo, populismo, personalismo, socialismo clásico y acuerdo democrático. La palabra bienestar social, que también aparece incluida, se puede asimilar a la idea de calidad de vida que ya hemos discutido.

El concepto de política económica es propio de la ciencia económica. En esencia se refiere a un conjunto de acciones que el Estado implementa en la búsqueda de cumplir cuatro objetivos fundamentales de la macroeconomía: (a) crecimiento en el PNB; (b) aumento en el nivel de empleo, de preferencia en el sector privado de la economía y de las remuneraciones de los trabajadores; (c) estabilidad en el nivel de precios promedio de la población y (d) aumento en el crecimiento del comercio exterior, es decir que crezcan tanto las exportaciones como las importaciones. Para el logro de estos objetivos el Estado se organiza en torno a dos grandes áreas de la política económica: la política fiscal, a cargo del Ministerio de Hacienda y la política monetaria, a cargo del Banco Central (la Reserva Federal en el caso de Estados Unidos). El primero busca obtener recursos a través del sistema tributario y utilizarlos a través de un programa de gasto definido por el presupuesto nacional anual. El segundo se preocupa básicamente del control de la cantidad de dinero en la economía, a través de instrumentos propios como la tasa de interés, la tasa de encaje o las operaciones de mercado abierto. En conjunto, ambas instituciones son las encargadas y las responsables de que la economía crezca, y con ello el empleo y los salarios, en medio de un ambiente de estabilidad, con precios en promedio estables que den confianza a los distintos agentes económicos.

Por otra parte, la idea neoliberalismo, se asocia con frecuencia a la de capitalismo moderno o actual. El significado concreto no parece claro, e incluso parece ser motivo de análisis controversiales y profundos. El profesor Jorge Vergara Estévez, por ejemplo, ha planteado la tesis de que la teoría neoliberal pretende ser una interpretación verdadera sobre la realidad humana y social, que contiene una utopía y ha sido motivo de críticas crecientes que han refutado sus principios. También nos aclara que la denominación neoliberalismo apareció a mediados del siglo pasado, en la década de los sesenta algunos autores alemanes la utilizaban para referirse al liberalismo social y a los teóricos de la economía social de mercado, de Wilhem Röpke y otros, cuyas teorías eran “nuevas” respecto al liberalismo precedente. En países anglosajones se ha empleado la palabra “neoconservadores” (para la misma idea), en autores como Friedrick von Hayek, Milton Friedman, James Buchanan, Gordon Tullock y Robert Nozick.

La teoría neoliberal fue iniciada, según Jorge Vergara, por los economistas austriacos Ludwig von Mises y Friedrich von Hayek, quienes fundaron la sociedad Mont-Pelèrin en Suiza, en el año 1947. Tras treinta años de labor, hasta fines de los setenta, los neoliberales desarrollaron una amplia teoría que habría comprendido una concepción del conocimiento y la ciencia, el hombre, la igualdad, la sociedad, el derecho, la economía, el Estado, la política, la democracia y otros aspectos. Cabe agregar que los intentos por establecer cuales son las características comunes del liberalismo han resultado infructuosos, pues mantienen diferencias sobre aspectos como individualismo o incluso la aceptación o no de una dictadura como régimen político.

A la explicación anterior que nos entrega el profesor Jorge Vergara sobre el neoliberalismo, en todo caso, se puede agregar que lo esencial de la diferencia entre las ideas que sustentan el neoliberalismo actual versus una mayor acción del Estado, se aprecia con bastante claridad en el pensamiento de Adam Smith. De acuerdo a un análisis del pensamiento de Smith efectuado por los profesores Ekelund y Hebert, en pasajes de sus obras clásicas The Theory of Moral Sentimients y La Riqueza de las Naciones, fustiga la futilidad de la planificación central y las ineptitudes de políticos y burócratas. En dichos pasajes se establece la convicción de Smith de que en el mundo económico existe una armonía natural que hace innecesaria la interferencia estatal en muchas, por no decir la mayoría, de las materias económicas. Esta forma de ver el mundo ha tenido una línea de influencia muy clara en varios pensadores catalogados justamente de liberales o neoliberales, de los cuales su campeón contemporáneo ha sido, sin dudas, el Premio Nobel Milton Friedman.

El populismo parece ir de la mano con el personalismo, pero no siempre ha sido así. Estos dos conceptos hacen alusión a la idea de un líder gobernante de fuerte personalidad que conduce los destinos de un país en términos hasta casi mesiánicos, con determinadas acciones de política económico-social orientadas a la redistribución de ingresos pero de manera irresponsable y hasta demagógica, provocando inflación y otros problemas colaterales. Sin embargo, muchos pensarán en el caso del ex Presidente y dictador Augusto Pinochet, también de una innegable y reconocida fuerte personalidad, pero que en materia de manejo económico confió en un grupo de profesionales especializados que en general supo controlar el tema monetario y financiero durante su largo mandato.

Lo anterior indudablemente nos impide generalizar en torno a la cuestión de que el populismo es un elemento propio de cierto tipo de gobernantes de fuerte personalidad, más aún si es sabido que, en períodos absolutamente democráticos, también han existido fuertes procesos inflacionarios, huelgas y desórdenes como consecuencia de alzas de precios: basta con mencionar la inflación vivida en Chile durante los gobiernos radicales de Pedro Aguirre Cerda, Juan Antonio Ríos, Gabriel González Videla y de la Unidad Popular de Salvador Allende.

Pero, ¿qué es populismo?. El concepto ha sido ampliamente discutido en la literatura histórica latinoamericana y también reciente. En primer lugar, se habla de populismo clásico, un movimiento político urbano que se opuso al statu quo basado en la exportación de productos primarios, propia del siglo XIX, y que proponía un acelerado desarrollo industrial. También se dice que este tipo de populismo formó alianzas uniendo la clase obrera a la burguesía industrial, y minimizó los antagonismos entre clases para propagar una ideología nacionalista. El populismo clásico favoreció a gobiernos activistas, propensos al gasto y a jugar un rol determinante en el control de precios, políticas de alimentos baratos y reasignación de crédito estatal a bajas tasas de interés. Sus consecuencias más significativas fueron un crecimiento del aparato estatal respecto del sector privado, una corrupción generalizada en diversas formas, crecientes déficit presupuestarios acompañados de importantes deudas externas y una política económica favorecedora de los centros urbanos en desmedro de los campos.

Entre los populistas clásicos más representativos estuvo el general Juan Domingo Perón en Argentina, quien alcanzó el poder en el año 1946. su propuesta incluía una rápida industrialización de Argentina, libre de influencias extranjeras, redistribución a través del crecimiento de las prestaciones del seguro social, controles de mercado para productos agrícolas, expropiaciones de ferrocarriles, instalaciones portuarias, sistema telefónico y un fuerte crecimiento del abasto monetario. Otras figuras carismáticas y definidas como populistas han sido: Alan García en Perú, que asumió en el año 1985; Salvador Allende en Chile, electo en el año 1970; Getulio Vargas y José Sarney en Brasil, que asumieron en los años 1945 y 1985 respectivamente. Los populistas económicos se habrían caracterizado por cometer una serie errores típicos, en la creencia de una posible compatibilidad entre salarios reales crecientes junto a déficit presupuestarios, que desembocan en fenómenos inflacionarios, problemas de balanza de pagos y desplome de la economía.

Oros autores como Rudiger Dornbusch y Sebastián Edwards distinguen la idea de populismo en cuatro fases bien caracterizadas. En la primera, se produce un intento de redistribución de ingresos, generación de empleo y aceleración del crecimiento, con un éxito inicial en cuanto a empleo y salarios. Este mayor poder adquisitivo genera, en una segunda fase, una fuerte expansión en la demanda de bienes y servicios, acompañada de un fenómeno inflacionario. En la tercera fase se genera inestabilidad, falta de divisas por la presión del gasto en importaciones y fuga de capitales, acompañados de una tendencia a la baja de salarios (reales). En una cuarta y última fase se aplica un programa (de estabilización) del Fondo Monetario Internacional (FMI) que deprime la inversión y posibilita potenciales golpes de Estado. Todo este proceso termina por generar un desastroso efecto sobre aquellos grupos a los cuales, supuestamente, se pretendía beneficiar.

En los tiempos actuales suele hablarse de neopopulismo entendido como un populismo reciente y de características un tanto distintas a los populistas clásicos. Aún cuando la definición sigue presentando dificultades, es posible rescatar al menos la siguiente idea central entregada por la profesora Stephenie Alenda en un trabajo sobre el neopopulismo boliviano:

“Con las elecciones de Hugo Chávez en Venezuela, Lucio Gutiérrez en Ecuador y Luis Inacio “Lula” da silva en Brasil, el populismo cobró una vez más una “nueva” actualidad, distinta de los populismos clásicos, también diferente de las expresiones políticas de fines de los años ochenta. Que muchos cientistas políticos denominaron “neo-populistas”. Sin embargo, no se logró una definición consensuada de estos fenómenos, a pesar de una suerte de acuerdo tácito sobre quien entra o no en cada categoría (sin considerar obviamente los casos en que el populismo es utilizado como sinónimo de demagogia, ante lo cual se viene abajo cualquier tentativa de conceptualización)”.

La cita anterior genera una dificultad metodológica similar a la revisada en el caso del concepto de calidad de vida. Aún así, en mi opinión, es necesario contar aunque sea con una idea aproximada de neopopulismo, para poder acceder al análisis de los antecedentes que sustentan la tesis aquí expuesta. Si a este significado agregamos el término personalista, que en un sentido extremo puede ser asimilado al de autócrata, tendríamos a un líder que ejerce el gobierno de un país en términos más bien totalitarios, que controla no sólo el poder ejecutivo, sino además el legislativo y judicial. Tal vez este sea el caso del actual Presidente Hugo Chávez de Venezuela, cuya denominada revolución bolivariana, para algunos por ejemplo, no tiene nada de marxista ni de socialista, ya que se trata de un “totalitarismo autocrático, personalista, que se improvisa con las circunstancias”.

Un concepto no utilizado aquí, pero también oportuno de considerar, es el de autoritarismo burocrático, debido al investigador Guillermo O’Donnell. Este tipo de conducción política surge después de un encadenamiento de sucesos que incluyen la aplicación de una política económica ortodoxa en favor de grandes unidades oligopólicas y algunas estatales, la existencia de brechas en demandas o aspiraciones y realizaciones alcanzadas, así como la intervención golpista y tecnocrática (sic) de los militares. Entre otras características de un Estado autoritario burocrático están: base social en la alta burguesía, oligopolizada y transnacionalizada; presencia de organizaciones en que los especialistas en coerción tienen un peso decisivo; exclusión económica del sector popular previamente activo, que implica la supresión de la ciudadanía, liquidación de las instituciones de la democracia política, negación de lo popular y prohibición de apelación como pueblo o como clase.

La definición de socialismo clásico puede llevarnos a terrenos también espinosos y de difíciles. Porque en el mundo de las ideas sociales y económicas también existen muchas variantes. Por de pronto, un significado de aproximación actual, si así podemos llamarlo, es aquel que nos señala a una forma de pensamiento orientado a promover las acciones del Estado que favorecen las mejoras sociales y económicas de los grupos más populares o desposeídos de una nación determinada. Visto de este modo deberíamos especificar aún más el sentido y evitar una interpretación de carácter histórica, como aquella que considere a las civilizaciones egipcia y romana, por ejemplo. En estas, el Estado centralizado tenía objetivos distintos, de carácter religioso o de dominación a otros pueblos y que nada tienen que ver con el bienestar económico de la población a través de sus funciones modernas y aceptadas en la actualidad.

En la historia del pensamiento económico, por otra parte, tenemos distintas formas o manifestaciones de socialismo. Desde intelectuales como Simonde de Sismonde, crítico del capitalismo de su época y quien anticipara la idea de lucha de clases cincuenta años antes que Marx, aunque no como un fenómeno permanente, pasando por los llamados socialistas utópicos Robert Owen, Pierre Joseph Proudon y Charle Fourier, éste último recordado por su idea de establecer falansterios, hoteles en que debían vivir 500 personas en común, sin restricciones a la libertad humana y hasta el llamado socialismo científico de Karl Marx. Este último sostenía, entre otras muchas ideas, que el trabajador obtiene sólo una pequeña parte de la riqueza generada en el proceso productivo, sólo una cantidad de sustento, pues la mayor parte la obtiene el capitalista. Sus ideas aún se discuten y generan polémica, pero un aspecto del legado de Marx lo destacan los profesores Ekelund y Hébert:

“En la época de Marx, el método dialéctico de pensamiento, especialmente hegeliano, saturaba el continente, mientras que el mundo anglo-parlante estaba más influido por el empirismo de Locke y Hume. La consecuencia es que el pensamiento científico en general ha sido de naturaleza empírica, mientras que el pensamiento teológico, político y social, especialmente con sus raíces en el continente, ha tendido a ser de naturaleza dialéctica. Esto ha conducido a perspectivas muy diferentes, que explican la falta de entendimiento y tolerancia que se ha observado entre los diferentes cuerpos de pensamiento. Los marxistas modernos han coincidido aparentemente en el núcleo esencial de humanismo en el pensamiento de Marx. Las complejidades de la producción en masa y la problemática del “tercer mundo” en diversos grupos y naciones han hecho que el tipo de alienación que Marx describiera parezca algo muy real en una gran parte de la población. Aun aquellos que desacreditan la necesidad de una revolución violenta, para un cambio social significativo, se ven con frecuencia estimulados por un humanismo semejante al de Marx para buscar formas alternativas de reforma social. Al final, esto puede que sea la parte más duradera del legado de Marx al mundo”.

Pensamiento, discurso y políticas económico-sociales de Hugo Chávez

Breves antecedentes históricos recientes

La comprensión del fenómeno chavista actual requiere examinar algunos acontecimientos previos del pasado político y social venezolano. El pasado reciente de Venezuela resulta único con respecto al resto de los países latinoamericanos, en particular por un recurso natural que se ha constituido en una fuente energética primordial en la economía mundial contemporánea: el petróleo. Sin embargo, según ha señalado la profesora María de los Ángeles Fernández, no es sólo el hecho de contar con tal recurso lo que ha determinado su exclusiva atipicidad, sino que es la forma como dicho recurso ha moldeado esta sociedad. Se trata, en resumen, de una riqueza controlada por el Estado que ha sido utilizada in extenso para solucionar conflictos sociales, resolver desigualdades e incluso dificultades relacionadas con el racismo latente en esta sociedad. Por ello, el modelo de desarrollo que venía aplicando Venezuela, desde el período 1950-1980, ha estado fundamentado literalmente en una estructura con “ base de barro”.

Un antecedente necesario para comprender la Venezuela de hoy fue la dinámica disfuncional que se generó a partir de la estructura partidaria establecida hacia 1958, que motivó a su vez una salida práctica de clientelismo fácil y acomodaticio: “si tu me exiges algo, se te da dinero” y, por tanto, no es necesario un diálogo sobre los problemas de fondo. Esta situación condujo a la sociedad venezolana a depender cada vez más de lo que se conoce como un “Estado rentista”, o paternalista, en que el sistema de partidos comenzó a desnaturalizarse, a convertirse en un verdadero autista social. Después de las negociaciones celebradas entre los años 1958 y 1960, en lo que se conoce como “Pacto de Punto Fijo”, se puede afirmar que Venezuela recién entra a vivir en un sistema democrático. El proceso culminó con la redacción de la Constitución de 1961, respaldada por fuerzas nacionales poderosas como los partidos políticos Acción Democrática (AD), Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI) y Unión Republicana Democrática (URD), empresarios agrupados y dirigentes sindicales representativos. Se dio un acuerdo compulsivo cuya idea central fue integrar a la mayor cantidad de actores democráticos posibles, respaldado por un flujo de ingresos petroleros ya importantes y permanentes, con una especial preocupación del control de la inflación. Este esquema no representaba otra cosa, en la práctica, que un sistema populista de conciliación de elites y que permitió el buen funcionamiento democrático por al menos unas dos décadas. El clientelismo abarcó no sólo a agrupaciones de trabajadores, sino a la gente común que llegó a sufrir de “carnetocracia”, es decir, posesión de carnet de cualquier partido que le permitiera acceder a determinados beneficios. Si bien hubo actores marginales no atendidos, la gran mayoría recibía algún tipo de asistencia, incluyendo a quienes pertenecían a instituciones como el Ejército o la Iglesia.

Pensamiento y discurso en Chávez

La figura de Hugo Chávez comenzó a surgir después de los hechos relacionados con el llamado Caracazo, concretamente una revuelta popular ocurrida el día 27 de febrero de 1989 y a causa del aumento desmedido en el precio del transporte. El alzamiento se verificó inicialmente en una localidad cercana a Caracas, concretamente en Guarenas, pero que rápidamente se extendió a otras ciudades y puntos del país. En los días siguientes, los medios de prensa mostraron escenas que daban cuenta de la magnitud de los saqueos. Pasaron varios meses en los que se discutió cómo pudo ocurrir un suceso tan violento en Venezuela. El Gobierno, casi impotente ante los saqueos, declaró el estado de emergencia, militarizó la ciudad y aplacó las protestas con violencia desmedida. En respuesta, muchas personas utilizaron armas de fuego para defenderse o contra-atacar a los militares, pero la cifra de policías y militares caídos fueron mínimas con relación a las muertes civiles. Los antecedentes sobre muertos oscilaron entre 400 y 2000 civiles. La represión fue especialmente brutal en los barrios pobres y cerros de la capital. El poder ejecutivo suspendió las garantías constitucionales y durante varios días la ciudad vivió sumida en el desorden, con restricciones de distinto tipo, falta de de alimentos, militarización, allanamientos, persecuciones y asesinatos de personas inocentes.

La pregunta que aquí cabe es: ¿cómo ha evolucionado el discurso y pensamiento de Hugo Chávez respecto a los hechos que ocurrieron después del Caracazo y hasta el presente?.

Lo cierto es que Hugo Chávez asumió el poder el 2 de febrero del año 1999, tras una década de inestabilidad política y social, en la cual Venezuela habría sufrido los embates de una mala aplicación de políticas neoliberales ortodoxas que no rindieron los frutos esperados. Una referencia de Steve Ellner y Daniel Hellinger sobre la visión de una pensadora de izquierda Julia Buxton, destaca estos resultados en al menos dos escenarios: primero bajo Carlos Andrés Pérez entre 1989 y 1992 y luego bajo Rafael Caldera entre 1996 y 1998. Otro autor, Jonathan Dijohn, aporta evidencia de que la década de los 90 en Venezuela se generó un fenómeno de des-industrialización, de crecimiento fragmentado e informalización de los mercados del trabajo, propiciando la base para el desarrollo de estrategias populistas. Más aún, el neoliberalismo venezolano de esa época, a diferencia de otros procesos liberalizadores de la región como en Argentina, Chile, Bolivia, Perú y México, se plasmó de reformas incompletas, incoherentes y hasta parciales.

El discurso que ha presentado Chávez a la sociedad venezolana y mundial ha sido definido como “participativo”, que busca una supuesta nueva forma de democracia no basada en partidos, sino en el apoyo de ciudadanos comunes. Estos últimos apoyan y admiran a Chávez por proponer un modelo económico alternativo, un “Socialismo del siglo XXI”, el cual es claramente anti-globalización y pro-pobreza, al menos en su intención de palabra. Este discurso ha estado acompañado, según sus críticos, de una nueva forma de autoritarismo (¿personalismo?), el cual aprovecha elementos democráticos, mayorías electorales, para producir o generar elementos no democráticos y exclusión de oponentes políticos. Este esquema de funcionamiento político, llevado a la práctica a partir del discurso, ha polarizado y provocado tensiones en la comunidad venezolana hasta sus límites. Otro aspecto que llama la atención respecto a sus ideas y la posible interpretación de ellas, es su alianza con militares a partir de 1998, situación que no ocurría en Latinoamérica desde los años 70. Tal vez es explicable el sentimiento anti-partidista de los militares, pero no parece ser una base suficiente para un entendimiento con la izquierda en Venezuela, y es un hecho que muchos de ellos no ha respaldado a Chávez. El origen y la dinámica interna de esta alianza de conveniencia entre izquierdistas y militares venezolanos permanece aún como una pregunta abierta.

El pensamiento de Hugo Chávez puede sintetizarse en la idea bolivariana de la Gran Colombia, grupo de naciones que conformara a los pueblos latinoamericanos y derrotara el colonialismo español, sumada a otros valores como igualdad, libertad, justicia, democracia, soberanía y antiimperialismo. Esta noción no quita que las ideas de la llamada revolución bolivariana constituyan un discurso poco claro, una mezcla de postulados propios del marxismo leninismo junto a referencias a Simón Bolívar y exaltaciones respecto del indigenismo. Su proyecto plantea definir una línea de horizonte a 20 años plazo, dentro de la cual se producirían una serie de transformaciones de carácter político-económicas de un variado espectro. En sus intenciones se nota, por otra parte, una cierta tendencia con características totalitarias crecientes. En cierta oportunidad expresó: “No me iré antes del 2021 .... Quiero que sepan que en esta nueva etapa el que está conmigo, está conmigo, el que no está conmigo, está contra mi. Así dijo Cristo un día y yo lo repito aquí. No acepto medias tintas: que yo tenga un pie por allá y un pie por acá, ya es tiempo que dejemos eso atrás”.

Políticas económico-sociales de Hugo Chávez

Examinaremos aquí de manera resumida los principales aspectos de la política económica del Presidente Chávez durante sus dos mandatos. El primero de ellos fue demasiado corto y su quehacer estuvo más centrado en aspectos políticos que económicos. Se inició con el acto de investidura el día 2 de febrero de 1999 y finalizó el 12 de agosto del mismo año. Esto ocurrió después de un acto de reformulación de la Constitución que había sido efectuado en julio de 1999. En la práctica se fundamentaba en un sistema uninominal, en que el Movimiento Quinta República (MVR), partido de apoyo de Chávez, obtuvo el 62% de quienes votaron y con ellos el 95% de los constituyentes que reformarían la Constitución. El 12 de agosto de 1999 la Asamblea Constituyente decretó el Estado de Emergencia y se dio el poder para disolver los poderes judicial y legislativo. Fue así como, con una abstención del 55%, el 15 de diciembre del mismo año Hugo Chávez consigue cambiar la Constitución de 1961. Esta acción política fue calificada en el extranjero como un “escandaloso golpe de Estado”.

El segundo período presidencial no ha estado exento de sucesos políticos graves, debido a que después de su investidura el 30 de julio del 2000 Chávez hizo aprobar la organización de un polémico referéndum que buscaba reorganizar las centrales obreras. También impulsó una Ley de Tierras consistente en una reforma agraria contra los latifundios que dejaban tierras sin cultivar. Otra iniciativa económica fue la propuesta de una Ley de Hidrocarburos y una Ley de Pesca. Los propósitos y el diseño de estas leyes provocaron mucha oposición y fueron preparando el terreno para una mayor polarización social, lo que terminaría en un grave intento de derrocamiento de Chávez en abril del año 2002, en el cual hubo muertos y heridos. En el mes de diciembre del 2002, por otra parte, se produjo un paro en el sector petrolero que tuvo una duración de 62 días, en que los canales de televisión y medios de gobierno y oposición mantuvieron una dura batalla propagandística de hasta 18 ó 20 horas en el aire al día. La petrolera estatal PDVSA debió enfrentar paralizaciones de una parte de sus empleados y sabotajes internos, lo que paradójicamente provocó escasez de gasolina y combustibles en un país exportador del insumo productivo. El paro fue perdiendo efectividad durante el año 2003, pero la tensión política interna continuaba. El ex Presidente Jimmy Carter elaboró una vía de solución a estas tensiones acortando el período presidencial a cuatro años, que fue rechazada por ambas partes. En el año 2004 la oposición, mediante un referéndum, intentó derrotar a Chávez pero éste logró el 59.06% de los votos, conservando el poder. En las elecciones parlamentarias del 4 de diciembre del año 2005 todos los asientos del Parlamento fueron ganados por los partidarios de Chávez, debido a que sus opositores decidieron llamar a la abstención, por la desconfianza que les provocaba el Consejo Nacional Electoral. Las dificultades en el ámbito político interno han continuado en el año 2006. Por ejemplo, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia venezolano ha recibido un recurso de amparo para que se prohiba a Súmate, la organización de una elección que busca seleccionar a un candidato de la oposición para las elecciones presidenciales del 3 de diciembre.

Es en este confuso y agitado panorama político que debe entenderse las políticas económicas y sociales aplicadas por Chávez. Como se ha visto, algunas medidas como la Ley de Tierras no ha representado otra cosa que una vieja e inadecuada acción que no apunta en la dirección correcta y engendra mucho resentimiento social. En ningún caso una reforma agraria es una panacea. Los economistas saben que las cifras de tenencia de la tierra son incómodas en todas partes del mundo. Muchas tierras en pocas manos y viceversa..

En mi opinión el punto central es que, por fenómenos como economías de escala en la producción o búsqueda de mejores oportunidades de los campesinos, las transacciones libres de compraventa de tierras producen una mayor concentración de manera natural. Esto no significa que sea algo malo de hecho, como tampoco que queden tierras sin labrar o sembrar. No existen razones válidas para pensar que un latifundista, que hubiese comprado tierras para obtener rendimiento de ellas mediante la producción de frutas o verduras, desee dejarlas sin uso. Si no labra y planta puede deberse al menos a dos razones: una, que ciertas zonas requieren barbecho o descanso, la tierra pierde productividad si se le exige en exceso. La otra razón, es que el latifundista puede tener información de costos, o posibilidades de venta a futuro, e intuye no será rentable arriesgar en semillas, insumos y pago de mano de obra agrícola en determinado momento. En otras palabras, si las tierras no se labran, no es por razones de ostentación, falta de iniciativa u otra razón misteriosa. Los dueños de tierras siempre desean obtener el mejor rendimiento o provecho y eso es absolutamente normal.

Un artículo de Karen Requena y José Muñoz nos aclara elementos de la política fiscal de Hugo Chávez en los últimos cuatro años. Según estos autores, el gasto público ha tenido un crecimiento sostenido y bastante ineficiente desde el año 2002, sumado al hecho de que no ha mantenido una contraparte de suficientes ingresos que evitase persistentes déficit fiscales. Para cubrir esta brecha, el gobierno de Chávez se ha endeudado internamente a costos elevados, con compromisos asumidos a corto plazo y con alta concentración en el sistema financiero local. Un dato es bastante decidor: en el año 1998, año en que Chávez ganó las elecciones poco antes de iniciar su primer mandato, la deuda interna era apenas de Bs. 2,3 billones. Pasados 6 años, el Banco Central de Venezuela reporta una deuda de Bs. 35 billones, es decir, 16 veces más alta. El país, por otra parte, mantiene una alta dependencia del petróleo con relación a los ingresos fiscales, pues estos constituyen el 57% aproximadamente. El Estado venezolano ha sido denominado, por esta razón, un Estado rentista, que no ha conseguido diversificar ni consolidar sus ingresos tributarios desde otras áreas productivas como la agricultura, la siderurgia o el turismo. La situación fiscal a futuro, además, siempre resulta incierta por eventuales oscilaciones de los precios del petróleo en los mercados mundiales. Otras acciones de política económica que sorprenden, y que denotan un serio desorden en el manejo de la economía venezolana, son los fatídicos controles de precios, aproximadamente unos 1.830 artículos que configuran una canasta básica y el control de divisas para importaciones. El mercado del trabajo presenta una realidad alarmante: un desempleo agregado del 18% anotado por el Instituto Nacional de Estadísticas venezolano (INE) para el año 2005 (como promedio), en un contexto en que el 55% de la población activa (Fuerza de Trabajo o suma de ocupados más desocupados) pertenece a la economía informal.

A los antecedentes anteriores podemos agregar una nueva y sorprendente decisión de Hugo Chávez, de carácter tanto económica como populista. Esta no ha sido otra que la adquisición de 24 caza bombarderos a Rusia y que han erosionado sus relaciones diplomáticas, ya bastante deterioradas, con sus países vecinos. Esta compra alcanzó la significativa suma de mil millones de dólares. Si bien algún grado de razón tiene Chávez al explicar que con esto renueva una flota de aviones F-16 norteamericanos que posee Venezuela y para los cuales no tiene repuestos (EE.UU no se los vende), no parece tan claro el otro argumento aducido por su gobierno: una eventual agresión e invasión estadounidense. Chávez, además, ha sido muy crítico de otros líderes de la región, como Vicente Fox, Alejandro Toledo y Alan García. A pesar de todo esto, el vicecanciller venezolano para América latina y el Caribe, Pavel Rondón, ha asegurado que no se encuentra aislado en materias internacionales, y la prueba de ello han sido las recientes reuniones sostenidas por Chávez con sus colegas de Colombia, Alvaro Uribe y Panamá, Martín Torrijos. Venezuela aspira en estos momentos a ocupar un escaño no permanente en el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Sólo cabe comentar sobre lo anterior que los recursos tienen un uso alternativo, lo que se conoce como el costo de oportunidad. Este último nos lleva a pensar en que una gran cantidad de problemas internos venezolanos pudieron haber sido atendidos con los recursos utilizados en la compra de aviones, entre ellos muchos relacionados con aspiraciones de una mejor calidad de vida. La decisión tomada por Chávez es muy polémica. Es verdad que los recursos del petróleo parecen interminables, pero no son ilimitados, las necesidades si lo son y las prioridades son otras. La estrategia óptima, desde el punto de vista de la asignación de recursos, siempre ha sido y será resolver lo más urgente.

El actuar de Chávez durante el año 2006 sigue generando tanto apoyos puntuales de grupos que lo apoyan como molestias a diversas personalidades o grupos que recelan de su accionar. Por un lado la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que vela prioritariamente por la libertad de información, ha formulado múltiples denuncias en contra de Chávez en tal sentido. Por otro, los deseos del Presidente venezolano de participar como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, ha provocado rechazos directos o indirectos en distintos puntos del continente. Prueba de ello ha sido las declaraciones de Andrés Bianchi, ex embajador de Chile en Estados Unidos, así como la crítica de médicos chilenos y bolivianos en contra de las insólitas misiones de ayuda ocular a ciudadanos tanto chilenos como bolivianos de clases modestas. Estos beneficios otorgados por Chávez, resultan indudablemente favorables, desde el punto de vista de la calidad de vida, para la mayoría de quienes acceden. Pero, aunque no se establezca explícitamente, todas luces no parecen tener otra explicación que eventuales apoyos para su mencionada candidatura, de parte de los líderes de países beneficiados con las misiones de ayuda.

Pensamiento, discurso y políticas económico-sociales de Evo Morales

Breves antecedentes históricos recientes

Los procesos económicos y sociales vividos en Bolivia en las últimas décadas han mostrado una trágica secuencia de revueltas e inestabilidad social que han mantenido a esta hermana nación en condiciones de atraso inimaginables y hasta poco conocidos por el común de la gente. Esta realidad resulta más asombrosa cuando uno revisa las posibilidades que presenta su territorio para alcanzar un nivel de desarrollo más que aceptable. Ubicada en el centro o corazón del continente sudamericano, su territorio incluye una exótica naturaleza, con un desierto en el altiplano, una selva rebosante hacia el Oriente, con la Cordillera de los Andes, el lago Titicaca, hermosos paisajes, abundantes recursos agrícolas y minerales. La superficie territorial es de 1.098.581 kilómetros cuadrados, unas dos veces la extensión de España, siendo el quinto país de mayor tamaño en América de Sur.

La historia política y económica de Bolivia a partir de la segunda mitad del siglo XX muestra el predominio de un populismo clásico entre los años 1952 y 1964, período en el cual gobernaron los presidentes Víctor Paz Estenssoro, en dos ocasiones, y Hernán Siles Zuazo (Suazo en algunas fuentes). El primero de ellos asumió en 1952 liderando al Movimiento Nacionalista Revolucionario (en adelante MNR). El MNR había sido creado en 1942 e incorporó a intelectuales antimperialistas y ex combatientes de la guerra del Chaco de los años 30, pero que a fines de la década de los 50 centraba su preocupación en combatir la estructura de la ROSCA. Esta última era una agrupación minera considerada una “minera feudal” y estaba en manos de quienes llegarían a empresarios conocidos como los “barones del estaño”. Luego del triunfo, el MNR comenzó a consolidar su estructura a través de una compleja red de clientelismo destacada por Jean-Pierre Lavaud, la cual contaba con dirigentes que denomina “decidores” (que dirimen), jefes y sub-jefes de partido, dirigentes sindicales, funcionarios, mineros, obreros y campesinos. En la actualidad el MNR es posible clasificarlo como una agrupación más bien derechista dentro del campo político, cercana a grupos empresariales y comités cívicos, propensa a soluciones de fuerza a través de golpes militares en situaciones conflictivas extremas.

Desde el punto de vista de la historia política, una clasificación posible sugiere los lapsos comprendidos entre: (a) los años 1964-1978 se conocen como el de los regímenes militares; (b) los años 1978-1982(85) como los de transición a la democracia y (c) 1982(85)-2003 como los de democracia pactada. Si bien no es posible revisar en detalle los hechos históricos, de cada uno de los períodos antes indicados, se suele hablar de una relativa estabilidad política a partir del año 1985 y en particular en la década de los 90. Sin embargo, ya en el siglo XXI, se ha vivido una de las crisis más violentas conocidas en Bolivia, específicamente entre abril del año 2000 y junio del 2005. En efecto, en estos seis últimos Bolivia ha contado con cinco presidentes que no lograron terminar de manera satisfactoria sus mandatos constitucionales: Hugo Bánzer, Gonzalo Sánchez de Lozada, Carlos Mesa Gisbert, Hormando Vaca Diez y Mario Cossío. Los sucesos más relevantes y que han remarcado la tradicional inestabilidad político-social boliviana han sido expresiones muy violentas y denominadas “guerras”, cuyo trasfondo común ha sido la (equivocada y trasnochada) idea de defensa popular de los recursos naturales del Estado. Estos conflictos se han denominado en la literatura como la “guerra del agua” y la “guerra del gas”, ambas con dos versiones y momentos históricos bien definidos. La primera de ellas vivió sus dramáticos sucesos en abril del 2000 en Cochabamba y en enero del 2005 en la ciudad de El Alto, mientras que la segunda tuvo por fechas octubre del 2003 en la misma ciudad de El Alto y entre mayo-junio del 2005 en La Paz.

Sin embargo, la situación más delicada y próxima a una guerra civil se produjo en febrero del 2003 cuando militares y policías se enfrentaron inesperadamente en La Paz con un saldo de más de 30 muertos. La represión estatal vería una nueva tragedia en los meses de septiembre-octubre del 2003, con la muerte de más de 60 personas y unos 500 heridos de diversa consideración. La génesis de esta espiral de violencia ha tenido diversas explicaciones, quizás una combinación de sucesos adversos que irían desde una autoridad estatal débil, incumplimiento de promesas políticas, acumulación de problemas sociales y étnicos desde los inicios de la República hasta causas más recientes como la insuficiente o deficiente aplicación del llamado “modelo neoliberal”. Una opinión similar expresa Gonzalo Arce, quien ha escrito que la crisis estatal boliviana expresa el agotamiento del ensayo neoliberal y se evidencia en lo ideológico, institucional, económico, social, político y jurídico.

Por otra parte según Juan Ramón Quintana, el despojo ciudadano, tanto material como subjetivo, unido a una pérdida creciente de calidad de vida y participación poco efectiva en la toma de decisiones políticas han derrumbado el compromiso estatal democrático. Otro autor, Javier Sanjinés, explica que en la práctica el neoliberalismo impulsó, ya en 1985, un plan de estabilización económica que provocó un serio distanciamiento entre el Estado y la sociedad civil: los despidos masivos, la disminución drástica del valor de la fuerza de trabajo, la soberbia de la clase política y el menosprecio de la política tradicional estarían detrás del inconsciente colectivo actual y explica, además, el surgimiento de nuevos movimientos sociales.

Es así como las estadísticas de inestabilidad social boliviana son bastante expresivas: entre los años 1995 y 2002, por ejemplo, se produjeron en promedio 3.450 eventos conflictivos por año; en menos de un año, el Presidente Carlos Mesa pudo evitar más de 4.300 conflictos; hasta octubre del 2003, el grado de criminalidad producto de las protestas sociales alcanzó su peak máximo de toda la historia democrática reciente (1982-2003), con unas 300 personas fallecidas. Resulta paradójico que la represión militar, en democracia, alcanzó más muertes que durante toda la época considerada como de dictadura, unas 245 personas entre 1964-1982. Un último dato que aclara el complejo panorama boliviano de su historia reciente, es que entre 1997 y el 2002 se firmaron 3.400 acuerdos entre el gobierno y diversos movimientos populares, con un respaldo financiero cercano a los US $ 5.000.- millones, aproximadamente un 60% del Producto Interno Bruto (en adelante PIB), del país. En la práctica, sólo algunos compromisos del gobierno se cumplieron.

Pensamiento y discurso de Evo Morales

La figura de Evo Morales comenzó a elevarse en los valles del Chapare de Cochabamba, donde su partido Movimiento al Socialismo (MAS), agrupación política de un decenio de vida y que representaba a un sector social específico, los mineros reubicados en esta zona de cultivo de la hoja de coca. La ley de la oferta y la demanda ha operado en el tema de la coca de tal modo, que las prohibiciones de su cultivo han provocado un efecto importante en el precio y rentabilidad de la hoja, mayor al de otros cultivos tradicionales como tubérculos, plátanos y cítricos. Evo Morales comenzó a relacionarse con las movilizaciones populares en apoyo de los intereses de cocaleros. Su discurso evolucionó desde la defensa de las plantaciones de coca, que bajo el gobierno de Hugo Banzer su extirpación había sido motivo de un objetivo nacional, hasta intelectuales agrupados en torno al MAS que no han querido amoldarse a las “políticas neoliberales” de las décadas pasadas.

El pensamiento y discurso de Evo Morales se ha perfilado, durante lo que va transcurrido del año 2006, en al menos cinco cuestiones que también lo muestran, según me parece, como un líder de tipo personalista y neopopulista. Si bien posee un estilo distinto y menos ampuloso que el de Hugo Chávez, tal vez más sincero o auto-convencido de sus intenciones y promesas. Estos asuntos se pueden listar en: (a) su accionar de estilo tradicional en la cuestión de la mediterraneidad boliviana; (b) su posición respecto de la no venta de gas por Chile; (c) su política de discriminación en las exportaciones de gas y (d) sus ideas con respecto a una eventual reforma agraria. Aún cuando las propuestas anteriores tienen mucha relación con las políticas económico-sociales aplicadas, dejamos esto último para examinar separadamente su posición respecto de la inversión extranjera, estatizaciones y su política de hidrocarburos. Al margen de su aureola populista, otro aspecto de su carisma es su innegable habilidad negociadora y diplomática con respecto a situaciones conflictivas internas y externas. Su presencia en distintos actos, tanto en el extranjero como en su propio país, suelen ser motivo de una amplia cobertura noticiosa. Morales sabe aprovechar cada aparición pública para reafirmar su hasta ahora casi indiscutido liderazgo de nuestra vecina Bolivia.

Cabe destacar, por ejemplo, la perfecta coordinación que utilizó para anunciar el polémico decreto de nacionalización de los hidrocarburos en contra de Repsol YPF, en el pozo petrolífero de San Alberto, Tarija. Desplegando un gran contingente de militares y funcionarios de la propia empresa, en la entrada de las multinacionales y gasolineras, la coordinación logística transmitió inmediatez y carácter irrevocable de la decisión, escenificando el paso de las palabras a los hechos.

Con relación al punto (a) antes anotado, el tema de la mediterraneidad indudablemente no ha sido un patrimonio exclusivo de Evo Morales y visto como un elemento de connotación populista. Es una materia de claro carácter cíclico, que suele agitarse con mayor o menor fuerza de cuando en cuando, como fue el caso de la presidencia de Carlos Mesa. Este último protagonizó una áspera y tensa situación con Chile en medio de la Cumbre Presidencial de Monterrey, el 13 de enero del año 2004. El profesor Ramiro Orias se ha referido a este hecho:

“Las palabras del Presidente boliviano, Carlos Mesa, fueron un reflejo del estado de cosas de esas relaciones, cuando expresó: ‘Convocamos a Chile a buscar con nosotros una solución definitiva a nuestra demanda marítima, [ ..] mediante un diálogo, sea en el escenario bilateral o multilateral’, ya que ‘buenas relaciones internacionales pasan por la necesidad de resolver cuestiones que por justicia deben resolverse’, luego de haber dicho un día antes: ‘hay paz, pero no amistad entre los dos países’. Lo mismo reflejan las enfáticas expresiones del Presidente Lagos, cuando respondió: ‘no existen temas pendientes de soberanía [...] este es un tema resuelto por un Tratado que firmamos hace un siglo atrás’ y luego agregó: ‘si de diálogo se trata, ofrezco relaciones diplomáticas, aquí y ahora’, al igual que la réplica del Presidente boliviano: ‘eso será cuando hayamos resuelto definitivamente el problema de la salida al mar para Bolivia’ ”.

En esta materia, Evo Morales no se ha quedado atrás. Aún cuando en su última entrevista con la Presidenta chilena Michelle Bachelet se mostró favorable a un nuevo entendimiento que comenzara bajando el tono de la voz y evitando declaraciones destempladas, insistió en que los bolivianos no dejarían de lado sus aspiraciones sobre una salida al mar. Morales, que recién había cumplido seis meses en el gobierno, aseguró que el diálogo “sin condiciones” entre Chile y Bolivia podría llevar a resolver no sólo la cuestión de la salida al mar, sino también algunos asuntos comerciales y energéticos.

El punto (b) referente a evitar que las exportaciones de gas boliviano pasaran por Chile constituyen un episodio no sólo de corte netamente populista, sino en una verdadero atentado y desgracia para las economías de ambos países involucrados. En este hecho las equivocadísimas ideas que Morales propugnó en su momento, si bien no pueden catalogarse de personalistas por efectuarlas años antes de su investidura, no le quitan un corte populista aunque estén llenas de buenas intenciones. El problema es que tanto el diagnóstico de los temas económicos actuales y las propuestas discursivas de orientación político-económica requieren, hoy en día, asistencia verdaderamente profesional. Lo que afirmo aquí fue advertido un periodista, no un economista, que ironiza sutilmente con un lenguaje que seguramente desagrada a quienes no comparten su visión. Adelanto sí una pequeña indicación, pues aunque este autor tenga mucho de razón, la explicación pedagógica y profunda de su análisis no aparece. Por ello es difícil que sea realmente entendido por quienes no se manejan en el campo de la economía y, quizás, por ello suscite hasta animadversión Se trata de Alvaro Vargas, quien en los puntos 14 y 15 de la segunda parte de su libro, subtitulada “Los neopopulistas”, se refiere al caso boliviano.

Evo Morales hacia el año 2004 era ya un personaje célebre y conocido internacionalmente. Su mayor “proeza”, como la califica Alvaro Vargas, consistió en haber impedido que el gas natural de su país pueda exportarse, a través de un puerto chileno, hacia Estados Unidos y México. De paso, liquidó al gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, quien propuso “tamaña insolencia”. Las reservas de gas comprobadas en Bolivia suman unos 27 billones de pies cúbicos, pero probablemente se cuente con unos 52 billones. Estas cifras demuestran que el recurso es tan abundante, que permitiría suministrar energía suficiente al país y exportar, al mismo tiempo, durante más de un milenio. Lo que hicieron Morales y otro líder populista, Felipe Quispe, dirigente de la Confederación Sindical de Trabajadores Campesinos de Bolivia, fue simplemente agredir el progreso.

Los antecedentes más específicos que demuestran la posición populista de Evo Morales deben ser considerados, en todo caso, en medio de un contexto internacional que facilitó dicha postura. El Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en la XIII Cumbre Iberoamericana celebrada en Santa Cruz de la Sierra, efectuó desafortunados comentarios que apoyaban la demanda boliviana por acceso al mar. En este tema Bolivia fue apoyada, además, por figuras políticas internacionales como Luis Ignacio da Silva, Kofi Annan y Jimmy Carter. Otro elemento de carácter internacional presente en el tema del gas fueron las mayores necesidades de este producto por parte de Argentina, lo que requería un acuerdo entre el Presidente Kirchner y el Presidente Mesa. Aunque este aumento en la demanda por gas significaba un mayor ingreso a la economía boliviana, organizaciones sociales, sindicatos y partidos políticos tuvieron distintas posiciones. El MAS de Morales adoptó una posición oscilante, entre el consentimiento y la oposición a la venta de gas, pues el líder cocalero argumentó que “vender gas a Argentina es como vender gas a Chile”. El Presidente Carlos Mesa, en tanto, debió llamar a un referéndum sobre el tema del gas, que constaba de cinco preguntas. Evo Morales y su partido, el MAS, apoyó dicha consulta popular y participó en las preguntas números 2 y 3 del cuestionario:

“2. ¿Está usted de acuerdo con la recuperación de todos los hidrocarburos en boca de pozo para el Estado boliviano?.

3. ¿Está usted de acuerdo con refundar Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, recuperando la propiedad estatal de las acciones de los y las bolivianas en las empresas petroleras capitalizadas, de manera que pueda participar el Estado en toda la cadena productiva de hidrocarburos?”.

El punto (c) sobre la discriminación respecto a la no venta de gas a Chile la vivimos de hecho en nuestra realidad chilena propia y tal vez no sea necesario probarla con demasiada insistencia. Chile es discriminado por Bolivia simplemente porque no desea vendernos gas. Más aún, condiciona sus exportaciones a Argentina obligándola a no redirigir flujos de este recurso hacia nuestro país. Para finalizar la historia, Argentina nos discrimina a su vez con precios diferentes, (con su gas, no con el boliviano) uno para el consumo interno y otro para la venta a Chile (su propio gas).

Todo este embrollo no es otra cosa que una manipulación politizada de un producto determinado, gas, que entre privados se transaría sin mayores dificultades que las propias de una estructura de mercado conocida como monopolio bilateral (un gran demandante o monopsonio frente a un gran oferente), pero que llevaría a precios que estimularían la inversión y crecimiento del sector. El economista chileno Tomás Flores, del Instituto Libertad y Desarrollo, ha hecho notar que: “Tanto Chile como Brasil han iniciado una carrera hacia la autonomía energética, lo cual a Bolivia le podría significar la pérdida de su más importante cliente en algunos años más. En Argentina, la regulación política de los precios ha inhibido nuevas inversiones y plantea un escenario con menor producción de gas”.

Aún así, valga una sola referencia al respecto. La discriminación se prueba por el simple hecho de que debemos aceptar de rebote esta doble política discriminatoria y populista del dúo Morales-Kirchner: desde julio a fines del año 2006 nuestro país deberá pagar, al momento de escribir estas líneas, US $ 130 millones de ingresos adicionales a Argentina por el aumento de impuestos a las exportaciones que este país hace al nuestro. En concreto, Chile deberá pagar el 90% de la diferencia entre el precio del gas que Argentina pagará a Bolivia por el suministro de combustible – US $ 5 el millón de BTU (Unidad Térmica Británica, la unidad de medida) - y el precio al que se vende el gas en el mercado interno trasandino, aproximadamente US $ 1,5 el millón de BTU.

En otras palabras, los deseos de no vender gas boliviano a los chilenos igual los beneficia en cierta medida, pues Argentina traspasa a Bolivia, en la práctica, la mayor recaudación que obtiene de Chile, pues paga dicho gas a Bolivia también a un mayor precio. De todas maneras la discriminación existe, pues Argentina cobra al menos dos precios diferentes, considerando debidamente los costos de transporte del gas, uno interna y otro externamente. Todo esto se transforma en una situación de alto nivel de populismo, los bolivianos y los argentinos, quizás no todos, tal vez sean más felices por perjudicar a Chile por el tema del mar, manteniendo en cada caso un monopolio estatal discriminador de tercer grado y que maneja un recurso natural importante. Esta idea se refuerza por el hecho de que Bolivia ha iniciado las negociaciones con Brasil para fijar el nuevo precio del gas que demanda este último país, y que han estado a cargo del ministro boliviano de hidrocarburos, Andrés Soliz. Morales pretende en este caso un aumento de entre un 70% y un 100% del precio que paga actualmente Brasil, que es de US $ 3,80 por millón de BTU.

En verdad, quizás constituya una posible o aparente mejor calidad de vida para ellos. Pero podrían preguntares, o vislumbrar más seriamente, qué ocurriría si estas empresas fueran manejadas por consorcios privados, cuyo objetivo es vender más y obtener beneficios, con un Estado que les cobrara impuestos como a todas las otras empresas, no discriminatorios. El costo de oportunidad económico de esta disyuntiva es que dichas empresas, al igual que Codelco en el caso chileno, crecerían enormemente y su tamaño se multiplicaría. La cantidad de impuestos que cobraría el Estado sería mucho mayor, que los recaudados como empresa estatal, y el recurso escaso se aprovecharía mejor desde el punto de vista del valor presente.

Es bien sabido que todo recurso natural como el salitre, el petróleo, el cobre u otro, debe enfrentar el peligro de obsolescencia o desuso por la eventual aparición de bienes sustitutos. Lo que hemos anotado párrafos antes, sobre las aseveraciones del profesor Tomás Flores, tiene un sentido muy claro y preciso. Así, lo que parece una bonanza u oportunidad empresarial puede transformarse en una industria en descenso. A medida que suban los precios de este tipo de productos, cada vez más surge la posibilidad de un sucedáneo. En el caso de la energía eléctrica y nuclear, tal vez por ahora Chile y otros países no puedan resolver este tema, siendo más conveniente aún el gas. Pero la ciencia avanza, la energía nuclear por fusión en vez de fisión, en un par de cientos de años más podrá ser realidad. En ese momento el agua del mar será un combustible energético muy barato y desplazará, probablemente, a otras formas de energía. Los bolivianos y argentinos tarde o temprano deben repensar sus estrategias comerciales, en mi opinión, y reconocer que el crecimiento y desarrollo se logra a través de otro tipo de políticas, más de acercamiento y no de revanchismo o de provecho populista.

Un último antecedente al respecto, que me permito incluir sobre lo anterior, es un comentario sobre las posibilidades de la energía nuclear, del profesor de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Los Andes, Cristián Schmidt, aparecido en la prensa. Expresa que la opción de la energía nuclear aumentaría en forma sostenida la seguridad y confianza de nuestra matriz energética, aportando, con ello, una mayor independencia de los volátiles y costosos suministros en los mercados de la energía internacionales. Agrega que la disponibilidad de uranio está asegurada, pues existen grandes reservas y los países que los suministran, Canadá y Australia, son estables política y económicamente. Otro antecedente es que en las centrales a gas, el 70% del costo kilowatt-hora está en el combustible, mientras que en las de energía nuclear ese porcentaje baja al 19%. Si bien es razonable mantener dudas de la viabilidad de centrales de este tipo en un momento como el actual, para la realidad chilena, insiste en que estudios de costos actuales y proyectados de energía eléctrica utilizando diversas fuentes, en países como Finlandia y Francia, avalan la competitividad de la energía nuclear. El profesor Schmidt anota, adeemás, otras posibles ventajas en términos de uso del suelo por unidad de potencia y contaminación ambiental por residuos sólidos.

El discurso y pensamiento de Evo Morales sobre el tema de la tenencia de la tierra, el punto (d) que habíamos indicado, también constituye un ejemplo de su actuar personalista y populista. Sus planteamientos no han hecho otra cosa que retroceder las agujas del reloj a tiempos ya idos, en materia de ideas y políticas económicas. Para Morales, el principal objetivo de su administración es, cito textualmente, “expropiar las tierras improductivas, que no cumplen una función social y económica, para entregárselas a los que no la tienen. Si en Bolivia no resolvemos el problema de los campesinos, jamás resolveremos el problema económico del país, y para hacerlo tenemos que cambiar la política de tierras”.

Aún cuando no suena muy bien eso de “entregar tierras improductivas” (por algo son improductivas, ya comentamos esto antes en esta misma monografía), el buen propósito de Evo Morales ha sido repartir unas 20 millones de hectáreas de tierra en sus cinco años de gestión, acompañadas de créditos blandos para los campesinos y equipo de apoyo. A comienzos de agosto del 2006, Morales hizo entrega de una partida de uno de los 50 tractores venezolanos en el poblado de Ucureña, Cochabamba, en el marco de un plan de modernización que ejecuta con apoyo de los gobiernos de España, China y Argentina. Además, la esperada industrialización agrícola que pretende Morales tendrá el apoyo de Cuba y Venezuela, en función de un tratado tripartito, alternativo a un acuerdo comercial que impulsa Estados Unidos en el continente. Sobre este punto Morales expresó un par de frases que sorprenden: “las transnacionales eliminarán a nuestros pequeños productores, para ellas es el libre comercio. Por eso estamos trabajando con Cuba y Venezuela en otro tratado de comercio que favorezca a los pueblos. También Uruguay quiere sumarse a esta iniciativa”.

Sólo cabe comentar que la lógica, confusión o más bien paranoia, con la que lamentablemente Morales y sus seguidores miran el comercio mundial, lleva a preguntar con cierta tristeza: ¿Hacia donde va Bolivia?. Según se desprende, al margen de que ninguno de ellos parece haber pensado en la mayoría de los consumidores locales, ahora han descubierto que es mejor idea vender productos agrícolas en mercados pequeños, de bajo poder adquisitivo, que en mercados grandes y con alto poder adquisitivo.

Políticas económico-sociales de Evo Morales

La posición del Evo Morales respecto de la política de hidrocarburos, la inversión extranjera y correspondientes estatizaciones son propias de épocas pasadas pero que, en todo caso, son coherentes y hacen honor al partido político que lo apoya, Movimiento al Socialismo (MAS). En general sus ideas parecen más bien típicas de algunos anticapitalistas o socialistas demócratas clásicos sudamericanos, en particular cepalianos como Raúl Prebish, Henrique Cardoso y Enzo Faletto u otros que pueden ser citados. La “teoría desarrollista” atribuida a Raúl Prebish destacaba por dos premisas relevantes: la primera, industrializar a los países latinoamericanos mediante barreras arancelarias temporales que les permitieran sustituir importaciones extranjeras; la segunda, que este eventual gigantesco esfuerzo de “modernización” debía ser financiado por los gobiernos. Este planteamiento conocido como receta cepaliana no dio los resultados esperados y el desarrollismo no logró acortar la brecha entre los países latinoamericanos y los verdaderamente desarrollados. Cardoso y Faletto, por su parte, incorporaron una nueva y propuesta al “moribundo” pensamiento de Prebish, una explicación “sociológica” que racionalizaba ambas realidades, los malos resultados y la causa del atraso. Este nuevo aporte de entones fue llamado “dependencia”, una forma de dominación constituida de tal modo, que las decisiones tanto de consumidores como productores, en nuestra América Latina, se toman en función de los intereses de dichas economías desarrolladas. Surgía así la “teoría del centro y periferia”, una especie de moneda con dos caras bien definidas, una simbolizando el desarrollo, las economías del hemisferio norte y la otra el subdesarrollo, las economías del hemisferio sur.

Resulta anecdótico ahora afirmar que las ideas cepalianas, propuesta inicialmente por Prebish y seguida por la de Faletto y Cardoso, en el fondo no estuvieron nunca necesariamente pensadas para favorecer a las masas populares. Al contrario, es fácil advertir que benefician a algunos industriales, a determinados capitalistas, a lo más a los obreros que trabajan en sus fábricas, y que atentan contra la libre competencia. Tal vez por esta razón, en mi opinión, se ha tildado de tinte socialista, no por la eventual protección empresarial, sino porque atenta contra la mayor competencia, esencia de la naturaleza capitalista. La historia económica de Chile, desde comienzos del siglo XX y quizás antes, está llena de ejemplos de cabildeo (lobby) o presiones de parte de industriales que desean proteger sus industrias. Recuerdo, por ejemplo, que en los boletines de la Sociedad de Fomento Fabril, por muchos años se presionó para impedir las exportaciones de chatarra, considerada un insumo de la industria nacional. Muchos otros tipos de presiones en favor de prebendas en el desarrollo industrial, de carácter proteccionista, han sido efectuados por empresarios, no por obreros organizados ni menos por los consumidores, la gente común, que finalmente suele ser perjudicada por tener que pagar precios más altos.

El hecho de pertenecer a un partido como el MAS no es suficiente para reconocer en los hechos una conducta de tipo socialista. Sin embargo, las ideas económicas de Evo Morales con respecto a la inversión extranjera, la propiedad y otras materias sí lo han demostrado a través de los años previos y después de su nombramiento como Presidente. En una entrevista otorgada en Santiago a Pablo Stefanoni, parte de sus palabras fueron: “El neoliberalismo es la reproducción del capitalismo salvaje e inhumano, que permite la concentración de capital en pocas manos, no da soluciones a las mayorías en todo el mundo”. Luego agregó: “por este motivo, ha llegado la hora de los pueblos, la de las empresas autogestionadas y colectivas”. En otra entrevista realizada por Mauricio Gaete, de la Agencia Mundo Posible, enfatiza diciendo: “Nosotros somos una oposición al modelo de hambre y miseria. El pueblo boliviano está cansado de este capitalismo salvaje, yo sigo convencido de que el capitalismo es el peor enemigo de la humanidad, es el pero enemigo del medio ambiente, del planeta tierra [...] la única alternativa que nos queda es buscar la unidad y la integración”.

En el primer discurso de informe al país, el Presidente Evo Morales destacó que gracias a la nacionalización de los hidrocarburos las rentas del país se incrementaron, pues antes recibía sólo el 18% de los ingresos, mientras que las empresas el 82%. Luego de la nacionalización, esta proporción se invirtió y se aseguró, para el Estado, recursos por US $ 600.- millones. En el mismo ámbito, la licitación del yacimiento ferroso de El Mutin fue destacada por Morales como otro de los “logros” de su gestión, explicando que con ello se trató de conseguir los mayores ingresos posibles para el Estado y preservar el medio ambiente.

Morales, indudablemente, ha defendido su obra, asegurando que en sus seis primeros meses de gobierno ha cumplido en diversos campos, como la recuperación de los recursos naturales, la lucha contra la corrupción, la preservación de la estabilidad económica, la disminución del déficit fiscal y la condonación de la deuda externa. En el mismo mensaje, expresado en la Casa de la Libertad, destacó haber aplicado una política de austeridad que permitió crear nuevos puestos de trabajo en los sectores de salud y educación, la erradicación de cultivos de coca sin apelar a la violencia y las perspectivas de crecimiento. Ha reconocido si, que iniciativas como la lucha contra la corrupción no ha contado con el apoyo político necesario y que, en materia de exportaciones hacia Estados Unidos, aún no se ha logrado recuperar preferencias arancelarias que favorece la Ley de Promoción Comercial Andina y Erradicación de la Droga (ATPDEA, siglas en inglés).

La eventual estatización de un tren perteneciente en un 50% al grupo chileno Luksic, proceso relacionado con la nacionalización de los ferrocarriles en Bolivia, es otra muestra de la puesta en práctica de las ideas socialistas de Morales. Este tipo de políticas queda al nivel de una de las propuestas originales de Carlos Marx, en el sentido de que la propiedad privada es la causa de todos los males que afligen a la clase proletaria y hay que, por lo tanto, eliminarla. El superintendente de Transportes de Bolivia, Wilson Villarroel, expresó que se estaba conformando a mediados de julio 2006 una comisión, cuyo objeto era realizar un diagnóstico y presentara conclusiones a las autoridades sobre el tema. Esta iniciativa, en todo caso, mantiene un cierto tono de carácter populista, pues se produjo en respuesta a un bloqueo de las vías férreas que efectuaron campesinos en el sur del país, quienes exigían se concretara esta medida.

Un traspié no menor debió sufrir la ansiada nacionalización de los hidrocarburos boliviana, a más de cien días de su anuncio. En un comunicado del gobierno, se admiten los escasos avances y la suspensión del proceso por falta de recursos económicos, a la espera de la obtención de un desembolso del Banco Central, de US $ 180.- millones, para poder operar en toda la cadena productiva. El decreto de nacionalización había fijado un plazo de 60 días para la reestructuración de la empresa, pero sólo se ha logrado designar representantes en el directorio, el inicio de auditorías y el control del comercio interno de carburantes. Cabe hacer notar que el jefe de los diputados de Podemos, principal partido de la oposición, señaló que “la nacionalización de los hidrocarburos aplicada por Morales no ha tenido los efectos prácticos que buscaba el gobierno, porque fue un show mediático destinado a captar el apoyo popular”.

Datos estadísticos sobre algunas variables relevantes de desarrollo económico y social

Venezuela 1999 - 2005

Las estadísticas de que dispongo a continuación sobre Venezuela las he recopilado principalmente del Instituto Nacional de Estadísticas de Venezuela. Lamentablemente algunas variables importantes, económicas y sociales, o de calidad de vida como podemos llamarlas, sólo aparecen indicadas en series de corte transversal y no en series de tiempo, lo que limita en cierta medida la profundidad del análisis. En el Cuadro Nº 1 destaco algunas variables de interés y que nos permiten observar, en una primera visión, que ha ocurrido desde el punto de vista agregado en la sociedad venezolana.

Las cifras que he obtenido para el caso de Venezuela, como se aprecia, se refieren básicamente a variables de tipo social y que se relacionan de manera más con cuestiones propias del ámbito de la calidad de vida, en su dimensión no económica. El número de suicidios, por ejemplo, nos puede dar una idea de aspectos del bienestar que se relaciona con asuntos muy humanos. El detalle de la suma por ítems desagregados de esta variable consideraba, por ejemplo, suicidios por trastorno mental, embriaguez consuetudinaria, enfermedad incurable, pobreza extrema, dificultades económicas, quiebra o pérdida en los negocios, uso de drogas y estupefacientes, desempleo, amor contrariado, disgusto familiar, hastío de la vida, falso concepto del honor, temor de condena y otras causas diversas. Se desprende que la información contenida de manera implícita puede darnos una idea intuitiva de lo que está sucediendo en este tipo de materias con alto contenido social.

La tendencia de los datos oficiales de suicidios muestra un crecimiento durante los años 1999 al 2001 y leve tendencia a la baja desde el 2002 al 2004. En consecuencia, parece mostrar una correlación inversa con los graves hechos políticos sucedidos en la época del derrocamiento fallido de Chávez y el paro que siguió hacia el año 2003, pero que fue perdiendo fuerza. Cabe espera que en la medida que las crisis económicas se agudicen, mayor sea la probabilidad de que cierto grupo de individuos se suicide en una sociedad. Una posible explicación es que la economía venezolana hubiese realmente mejorado en promedio en este lapso, y que la crisis vivida se debió a un asunto más bien puntual, como se anotó, de reclamos por el alza de tarifas en el transporte. Lamentablemente las cifras de ingreso per cápita, PIB, PNB o alguna alternativa no ha sido posible obtenerla, para corroborar o no dicha explicación.

Del mismo modo, aunque no aparezca de modo explícito, variables como la esperanza de vida al nacer, tasas de mortalidad y natalidad brutas por cada mil habitantes nos entregan un referente a cuestiones de bienestar básico. Estas variables suelen ser reconocidas como buenos indicadores del verdadero comportamiento económico y social, o al menos útiles para contrastar junto a otras de tipo económico, por ejemplo. Detrás de una mayor esperanza de vida al nacer están factores como buena alimentación, mejor atención médica e incluso, indirectamente por supuesto, mejores posibilidades de educación que pueden incidir en enfermedades mentales, por ejemplo. Las series de tiempo seleccionadas muestran un leve incremento de la esperanza de vida al nacer entre el 2000 y el 2004, como ha estado ocurriendo en la mayoría de los países latinoamericanos y desarrollados, una caída gradual en la tasa bruta de natalidad por cada mil habitantes, que también sigue la tendencia mundial, pero con un incremento en la tasa bruta de mortalidad entre 1 y 4 años, lo que da a entender la existencia de fallas en los programas que atienden la salud de los niños pequeños.

Por otra parte, los accidentes de tránsito si parecen seguir la secuencia de hechos políticos graves vividos en Venezuela, con un peak máximo en el período seleccionado de 89955 accidentes a nivel de país, en el año 2001, para decrecer luego en el 2002 y 2003. La serie completa obtenida desde el año 1999, sin embargo, es oscilante, lo que no parece demostrar una política coherente en este tema. Un tema también social, pero que indudablemente esconde un trasfondo económico, al menos en parte, son los matrimonios y divorcios. Es de esperar que en épocas de una mayor bonanza económica, como es percibida por la gente, el número de matrimonios aumente y el de divorcios disminuya. En este caso, vemos que la serie de matrimonios creció entre 1999-2000, pero luego tendió a decrecer hacia el año 2004. Los divorcios parecen tener un comportamiento contradictorio con la tendencia anterior. Si bien también decrecieron en la época de crisis, algo no esperado, vemos que aumentaron en el año 2004, de menor tensión social, tampoco esperado. No podemos adelantar una explicación satisfactoria a este resultado, sin entrar en elucubraciones que darían margen a establecer una pequeña dosis de duda. Es posible aventurar nuevamente, como en el caso de los suicidios, que no exista una correlación directa, año por año, entre lo económico propiamente tal, en términos de ingresos promedio o salarios, con la crisis vivida que se debió en gran medida al alza del transporte. Como antecedente anecdótico debo añadir que, el dato del año 2003 sobre divorcios que aparecen en la web del INE venezolano, es el mismo del año 2004.

Finalmente los datos del indicador sobre desarrollo humano IDH, sobre el cual nos referimos en la discusión teórica, debemos estudiarlo aquí en dos series debido a las fuentes: (a) entre 1999-2002, cifras del PNUD y (b) entre 2003-2005, cifras de otra fuente del propio gobierno venezolano (www.temas.info.ve). La primera tendencia parece confirmar los hechos de la crisis, pues se refleja un caída en un indicador que, a mayor valor, mejor es la situación de desarrollo humano (los países desarrollados presentan valores más cercanos a uno). Los últimos tres datos, de la segunda serie, oscilan al alza y luego a la baja. Da la impresión de que estamos ante una situación más bien estancada y con resultados que aún no tienden a una estabilización creciente y de neta mejoría.

Bolivia 1999 - 2005

Al igual que en el caso de Venezuela, los datos estadísticos que permiten averiguar las tendencias en las distintas materias que componen el desarrollo económico tienen, en el caso de Bolivia, una serie de limitantes. Por de pronto, la revisión de la información estadística entregada por el gobierno boliviano, a través de la World Wide Web y confeccionada por instituciones como el Instituto Nacional de Estadísticas, el Banco Central y otras instituciones oficiales, resulta incompleta y requiere ser actualizada.

La información que entrega el cuadro Nº 2 que incluyo a continuación, es una recopilación personal de distintas fuentes y que, al igual que en el caso venezolano que hemos estudiado, permite desarrollar un análisis sólo preliminar.

Las estadísticas para el período que comprende la etapa crítica de Bolivia, que incluye desde fines del gobierno de Hugo Banzer, y los gobiernos de Gonzalo Sánchez de Lozada, Carlos Mesa y hasta la elección de Evo Morales, corresponden a las de un período socialmente turbulento desde el punto de vista del análisis político.

En este caso he seleccionado un conjunto de seis variables de carácter social y tres económicas, pero de estas últimas de sólo dos incluyo una serie completa. Las dos primeras de la lista, número de hospitales básicos y generales, se refieren a un tema que combina inversión social del gobierno y/o eventualmente instituciones privadas. En cualquier caso se refieren al tema de infraestructura en salud, que es requerida para atender las demandas de la población. Los hospitales básicos, aquellos que atienden enfermedades de menor complejidad en medicina, cirugía , obstetricia y pediatría, han crecido a un ritmo persistente lo que es una buena señal, pero en materia de enfermedades complejas, que sí además atienden los hospitales generales, la cifra no ha variado.

Las cifras de control prenatal se refieren a la primera vez, y se muestran oscilantes levemente al alza, señal probable de que las políticas preventivas parecen ir en buen camino pero pueden ser afinadas aún más. Exactamente lo mismo ocurre con la detección de niños nacidos bajo el peso normal, que mantiene una correlación total, año por año, con la variable anterior en este lapso. Finalmente, cerrando este conjunto del área social, aparece un solo dato de esperanza de vida al nacer de 64,1 años de promedio ambos sexos, para el año 2003. Este guarismo es más bajo que en el caso de Venezuela y sólo nos da una señal, a falta de los datos del resto de la serie, de que en esta materia está bastante más atrasada que el país del Orinoco, que anota promedios sobre los 70 años.

Con relación a las variables de tipo económico, sólo el número de afiliados a las administradoras de fondos de pensiones muestran una tendencia aceptable. Aunque hubiese sido más preciso confrontar esta variable, o más bien depurarla, respecto al crecimiento de la población, el hecho de que más personas participen en un sistema previsional que les permita un futuro relativamente más tranquilo en su vejez, ya es una buena señal. La tendencia inflacionaria, por otra parte, se mantuvo a la baja en los primeros años del ciclo, lo que sabemos favorece una mejor redistribución de ingreso, pero empeoró en los últimos.

El dato del Producto Interno Bruto per cápita que tenemos aquí es aislado, sólo refleja en general un menor nivel de vida al compararlo con el de otros países de la región y que no he incluido por esta vez. Por último, sólo se anotan dos datos sobre la variable de desarrollo humano, de 0,672 para el año 2000 y de 0,687 para el año 2003. Estas cifras aisladas reflejan, sin poder afirmar nada sobre la tendencia, una leve mejora en la calidad de vida de Bolivia entre esos dos momentos del breve lapso anotado.

Conclusiones

El estudio de los acontecimientos políticos, sociales y económicos ocurridos en los años recientes, en Venezuela y en Bolivia, nos revela un tipo de discurso, pensamiento y accionar de los presidentes Chávez y Morales altamente populista y personalista. Si embargo, el tipo de populismo que ambos tienen, si es que coinciden en algo, parece ser en la auto-convicción certera, absoluta y hasta determinista, de su liderazgo. Todo lo que hacen, proponen, implementan y publicitan, lo hacen con la seguridad como si se tratara de simplemente aplicar una ecuación infalible que proviene de una ley de la Física o de la Química. Dicho de otra manera, si bien es reconocido que las figuras populistas por lo general orientan sus esfuerzos a mantener su popularidad y conseguir, de paso, las prebendas que suele generar el poder, estos dos casos de populismo parecen tener otro sentido.

Los populismos de Chávez y de Morales son, en mi opinión, de tipo mesiánico, de salvación de sus países a como de lugar, de permanente combate y lucha contra un enemigo ahora globalizado y que cada día presenta una nueva amenaza. Es un mesianismo que trasluce un deseo de portar la cruz del mundo y resolver el destino de la humanidad, en que sólo los buenos, en ningún caso los otros, los malos, disfrutarán de los merecidos beneficios futuros. En otras palabras, el populismo y personalismo de Chávez, en menor medida Morales, se constituyen en un juego de suma cero. El problema es que, tal como lo adelantamos en la hipótesis, la utilización de diversos métodos o políticas que provienen de cierto tipo de socialismo clásico que ellos representan, no auguran un término feliz.

No pretendo aquí tampoco de desarrollar la apología del libre mercado o de la economía social de mercado, como algunos denominan para concluir y criticar de paso, en el buen sentido de la palabra, los propósitos loables que el socialismo en general aspiran respecto al desarrollo de los seres humanos. Como economista me cabe, eso sí, hacer ver lo bueno y lo malo de tal o cual política, desde la experiencia que señala la ciencia económica. En la actualidad, la Economía le otorga al Estado un rol fundamental en el progreso material y social de cualquier nación del planeta. Las diferencias actuales entre expertos, como ocurre en cualquier otra ciencia, dicen relación con determinados afinamientos que requieren de más información y que no han podido ser resueltos aún. Así, para alcanzar mejores estándares de vida, en algunos contextos es mejor que el Estado aumente su participación de tal o cual manera, mientras que en otros es necesario que se retire.

Lo anterior, a mi juicio, es un tema relevante pues la asignación de recursos siempre presenta la obligación de tomar decisiones con al menos una alternativa posible. Si la decisión es incorrecta, se pierden recursos valiosos que no quedan disponibles para otros usos, a lo mejor tan urgentes como el que se pensaba resolver.

El hecho de constituirse en un Presidente carismático, como en los casos de Chávez o de Morales, ampliamente reconocidos como populistas y de fuerte personalidad, no les quita el deber de mantener los mejores cuerpos de asesores posibles, independientemente del color político. Allí reside, en cierta medida, buena parte de los resultados medianamente aceptables que muestran algunas de las variables relativas a la calidad de vida, en el caso individual de Chávez, por un lado, y en el caso de Bolivia como proceso entre 1999-2005. No parece posible un avance sólido en tal sentido, lamentablemente, para ambos casos venezolano y boliviano.

Su propuesta sobre reforma agraria e intentos de controlarlo todo, en particular los sindicatos obreros; sus amenazas a la libertad de prensa; la inaudita compra de aviones a Rusia para defenderse de una imaginaria invasión norteamericana; la falta de austeridad fiscal reflejada en persistentes déficit; la utilización de recursos de un Estado rentista petrolero para extraños y diversos fines políticos, entre ellos alcanzar la gloria de un liderazgo continental, son sólo un botón de muestra de que el pensamiento y los actos de Hugo Chávez están lejos de favorecer políticas sociales y económicas modernas serias, que reflejen un consenso tanto técnico-profesional como democrático.

Evo Morales, por otra parte, aunque recién está empezando su gobierno, su trayectoria política de los últimos años y meses también ha dado a entender, quizás con un mejor tino político-diplomático, que se trata de una figura carismática y populista bien intencionada. Lo realizado hasta el momento, empero, tampoco pronostica un buen futuro en lo económico y en lo social. El hecho de que su pretendida estatización de los hidrocarburos ya presente un primer traspié, sin desmedro de que finalmente lo consiga, ya es una prueba de que los recursos con que pretende hacer cambios de fondo, son limitados. Sus propuestas sobre exigir el 50% de la utilidad de una empresa determinada, por otra parte, porcentaje mágico que nadie parece cuestionar, son una prueba de su absoluto desconocimiento de las leyes tributarias que rigen los países y de su enorme espíritu discriminatorio bien escondido. De hecho, como comentamos, ha debido no sólo discriminar a Chile al no vender gas, sino además apoyar la no realización del mejor proyecto económico de todos los tiempos de su país, la salida del gas por Chile.

En otro tema, la reforma agraria, las estatizaciones y hasta el ambiente político-social en que se desenvuelve después de las luchas vividas antes del inicio de su mandato, contra la privatización del agua y del paso del gas por Chile, configuran un contexto de escasos grados de libertad para efectuar políticas socio-económicas modernas y bien diseñadas. Hay que sumar a todo esto temas graves no resueltos, como su intento de proyecto legislativo de lucha contra la corrupción interna, que fue rechazado en primera instancia, el bajo nivel de vida alcanzado y una inestabilidad latente producto de una muy larga historia de conflictos acumulados a través del tiempo. En grandes líneas, las cifras de carácter social que han marcado el paso de los últimos años del proceso boliviano, no son demasiado alentadoras, según nuestro análisis.

Considerando todos los antecedentes aquí reunidos, la posibilidad de una convergencia política, social y económica entre estas dos naciones es, al menos en el corto y mediano plazo, muy remota. Los hermosos discursos y fuertes brazos, los esperados encuentros en Cumbres de Presidentes o invitaciones bilaterales tan profusamente publicitados, incluyendo naturalmente al resto de las naciones latinoamericanas, no han conseguido absolutamente nada en vista de una integración seria, sólida y duradera.

La concreción de un Mercado Común involucra, bien es sabido, obliga a los países a eliminar todas las restricciones al comercio entre sus miembros, con un arancel externo común, políticas similares de seguridad social, transporte, agricultura, libre circulación de servicios, capital y mano de obra. Para qué hablar de una convergencia mayor, una Unión Económica Latinoamericana en que un único Banco Central continental esté encargado de la política monetaria. Simplemente nadie ni siquiera piensa en mencionar este tipo de ideas, pues las divergencias nos mantienen atrapados en etapas aún muy anteriores, sólo incipientes.

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