Observatorio de la Economía Latinoamericana

 


Revista académica de economía
con el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas  ISSN 1696-8352

 

 

 

Economía de Argentina

UNA NUEVA ESTRATEGIA PARA EL MERCOSUR

Elizabeth López Bidone
Univ. Nac.del Centro de la Provincia de Buenos Aires
lbidone@rec.unicen.edu.ar

Resumen
El MERCOSUR surge en un contexto internacional donde se asistía a una reestructuración en el orden de post guerra fría; y en el cual se delimitan las agendas y la orientación de las políticas exteriores en la búsqueda de una mayor internacionalización. Actualmente las variables estructurales se han modificado notoriamente con el fracaso en la aplicación de las recomendaciones promovidas por el Consenso de Washington, y el desvanecimiento de las promesas efectuadas por la OMC. En esta nueva realidad internacional las deficiencias del MERCOSUR deben ser corregidas en una etapa de revisión de su accionar y elaboración de propuestas de cooperación a corto plazo si se pretende arribar a la conformación de un núcleo organizador del sistema sudamericano y un interlocutor válido en la escena internacional

Palabras Claves: Economía Internacional. Bloques Regionales.


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

López Bidone, E.: "Una nueva estrategia para el Mercosur" en Observatorio de la Economía Latinoamericana Nº 71, diciembre 2006. Accesible a texto completo en http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/ar/


Introducción

El MERCOSUR surge en un contexto internacional donde se asistía a una reestructuración en el orden de post guerra fría; y en el cual se delimitan las agendas y la orientación de las políticas exteriores en la búsqueda de una mayor internacionalización. Fruto de estas circunstancias, la percepción del espacio paso a contener un componente más geoeconómico y menos geopolítico debido a que se asignaba un mayor peso al comercio internacional como motor del crecimiento. En este sentido, los temas del nuevo orden para los países de la región estuvieron marcados por tres referentes principales: el Consenso de Washington, la puesta en marcha de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y la Iniciativa para las Américas. Y la agenda delineaba una serie de objetivos para un cambio de políticas en toda el área como la consolidación de las democracias, la reforma del estado, la apertura de la económica y el ingreso de nuevos temas en el comercio internacional.

Actualmente las variables estructurales se han modificado notoriamente con el fracaso en la aplicación de las recomendaciones promovidas por el Consenso de Washington, el desvanecimiento de las promesas efectuadas por la OMC en la Ronda del desarrollo y las negociaciones marcadas por el bilateralismo que Estados Unidos esta llevando a cabo en el área. Estos sucesos hacen que las negociaciones comerciales presenten dos desafíos de gran envergadura, por una parte una pérdida de centralidad de la OMC, por otra parte, un activismo permanente en el tablero hemisférico. Al respecto, a diferencia de lo que ocurre en la OMC las negociaciones por el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) muestran un movimiento continuo pero sin producirse definiciones ni modificaciones de peso.

En este escenario el MERCOSUR debe extremar sus aptitudes para diversificar los riegos y adquirir la suficiente destreza para adecuarse a los desafíos que propone esta nueva realidad. En este trabajo se plantea que el MERCOSUR contiene vicios en su conformación, que son producto de una adecuación a los lineamientos del orden de post guerra fría; esta circunstancia produjo una relación pro cíclica entre los principales socios, que en esta nueva realidad internacional debe ser corregida en una etapa de revisión de su accionar y elaboración de propuestas de cooperación a corto plazo si se pretende arribar a la conformación de un núcleo organizador del sistema sudamericano y un interlocutor válido en la escena internacional

Las fallas de origen

Desde sus comienzos el MERCOSUR plantea algunas deficiencias en su origen de las cuales pueden mencionarse en primer termino, diferencias sustanciales entre los dos socios mayores en cuanto a los objetivos, para Brasil el MERCOSUR fue ideado como una herramienta que facilitara su reposicionamiento político en el ámbito internacional a partir del incremento en su poder negociador ante otros bloques regionales. En ese sentido, Bernal-Meza (2001) señala que “El MERCOSUR formaba parte de una estrategia de posicionamiento político: le otorgaba a Brasil prestigio, permitiéndole el liderazgo frente a Estados Unidos y sus iniciativas hemisféricas”. Por otra parte, el bloque fue visualizado como un instrumento económico que permitía arribar a una etapa intermedia para la liberalización comercial y la extensión de su mercado. La conformación de una zona geoeconómica dada sus capacidades productivas le permitía fundamentar sus aspiraciones de reconocimiento como potencia regional del bloque.

Argentina en cambio tenia como objetivo utilizar al MERCOSUR como instrumento de expansión comercial en el marco de las políticas de apertura y desregulación, sin tener en cuenta que se acentuaría su carácter de exportador primario. En política internacional es destacable el bajo perfil de Argentina respecto a las relaciones con Estados Unidos para evitar la profundización de diferencias en materia política y comercial.

En ambos casos los objetivos no pudieron ser logrados a partir de la conformación del bloque, en el caso de Brasil su debilidad para ejercer el liderazgo se hizo notoria en la falta de concertación de posiciones con su principal socio. Argentina tuvo una expansión comercial y un incremento de sus exportaciones pero tampoco fue un éxito pleno.

En segundo termino, el MERCOSUR se caracteriza por la disparidad tanto en el tamaño físico como económico de sus miembros que se reflejan en las prioridades sobre política comercial. Otra asimetría no menos importante se encuentra relacionada con el rango que las normas del bloque tienen para cada país. Mientras para Argentina las normas tienen un rasgo constitucional, para Brasil tienen un rango similar a leyes nacionales, esto implica una gran diferencia en el momento de adoptar una decisión.

En tercer termino, es posible observar una ausencia de consolidación normativa e institucional. Este déficit esta relacionado a la organización e institucionalidad del acuerdo. La estructura institucional del MERCOSUR se pactó en el acuerdo de Ouro Preto, su organigrama es relativamente simple, allí se combinan órganos colegiados de alto nivel (Reuniones Presidenciales, Ministeriales, y una Comisión de Representantes Permanentes) con una mínima presencia de organismos técnicos (como Comisión de Comercio, Secretaria Técnica del MERCOSUR y el Tribunal permanente de revisión). El actual funcionamiento del bloque se podría caracterizar como una estructura mínima donde las decisiones de mayor envergadura se concretan a partir de acuerdos ínter presidenciales. Esta forma de vinculación es simple y expeditiva pero implica que todos los conflictos políticos o comerciales se desarrollan sin un marco de contención y solo son dirimidos por los acuerdos presidenciales, ello implica que los mismos se encuentren menos sujetos a revisiones y reversiones.

En cuarto término, la falta de coordinación para aplicar el Arancel Externo Común (AEC), en teoría los países participantes de una unión aduanera se comprometen al cobro de un arancel común proveniente de las exportaciones del resto del mundo. En la práctica, los países integrantes del MERCOSUR cobran un arancel según sus preferencias en muchos de los bienes. Al respecto, se estima que alrededor del 30% del comercio no es cubierto por el AEC. Al respecto Bouzas (2005) sostiene que “ después de una etapa inicial en la que se avanzó rápidamente en la eliminación de aranceles, los progresos alcanzados en el ámbito regulatorio han sido muy modestos.”. Ello puede ser interpretado como resultado de la falta de una política y un espacio aduanero común.

Por último, en la etapa de consolidación se adicionarían dos temas de suma importancia, la ausencia de concertación sobre una posición común en las negociaciones y la falta de coordinación macroeconómica. Con respecto a la primera, el más importante punto de coincidencia hasta comienzos del presente siglo fue el compromiso de Belo Horizonte, cuando Argentina acepta la propuesta Brasilera de negociar conjuntamente frente al proyecto ALCA, “Sin embargo este compromiso sería permeado por contracciones y declaraciones ambiguas de ambos gobiernos” (Bernal Meza; 2001). En ese sentido, la Cumbre de Québec marca una sintonía y disminuye las diferencias en las posiciones. En cuanto a la falta de coordinación macroeconómica se produce por la falta de elementos políticos institucionales que aseguren la estabilidad en los intercambios, así las corrientes comerciales que se desarrollan se encuentran vinculadas con el nivel relativo de actividad de los países asociadas con el ciclo económico, la competitividad y medidas de origen artificial generadas por ayudas estatales y restricciones para el acceso al mercado.

Todas las cuestiones antes planteadas dejan en evidencia la prociclicidad de las fuerzas integracionistas, las disputas en temas recurrentes, que deberán ser solucionados si se piensa plantear una etapa de supranacionalidad.

Renovar la alianza para crecer

Para salir del estadio intermedio en el cual se encuentra el MERCOSUR, deben existir dos condiciones que se produzcan en forma simultanea: una primera condición es la voluntad política de los gobiernos y la sociedad civil; y la segunda, no visualizar al MERCOSUR como una herramienta que abrirá las puertas del desarrollo, por el contrario otorgarle un grado de significación mucho mayor. “La clave para el futuro de Brasil y Argentina es la consolidación de una alianza estratégica seria, no retórica y verbal” (Jaguaribe, 2003). Para ello, se debe definir una agenda en donde se incluyan temas de mayor envergadura como: objetivos de los principales socios, las asimetrías entre países, la falta de consolidación normativa e institucional, la falta de coordinación para aplicar el AEC, concordancia de política sociales, una posición común en las negociaciones y la falta de concomitancia para aplicar políticas macroeconómicas; si se desea configurar un bloque homogéneo que busque una optima inserción internacional.

Con relación a los objetivos, desde principios del presente siglo han tomado relevancia sucesos que ponen en evidencia la intención por parte de Brasil de asumir un liderazgo regional tanto en el área política como económica. Esta postura se ha manifestado en su papel protagónico en la toma de decisiones en las últimas negociaciones en las Rondas de Doha, y en la apertura de nuevos frentes con otros países y otros bloques como en la creación de la Comunidad Sudamericana de Naciones bajo su patrocinio.

Argentina, mantiene ciertas dudas en el ámbito de su política exterior sobre otorgarle una prioridad absoluta al MERCOSUR o preferenciar el relacionamiento con otros países como China, en ambos casos un patrón común es la prevalencia de los vínculos sur- sur.

En este caso la manifestación de objetivos expectativas e intereses que tiene cada socio podría ser un paso para conformar un bloque homogéneo que tenga claro los límites y las estrategias a desarrollar en negociaciones con otros países y bloques a futuro.

Respecto al sistema de intercambios comerciales, en la reunión de Ouro Preto a principios del año 2005 se fijo una agenda con nuevos objetivos. La misma incluía temas como Salvaguardias (tema que no se encuentra contemplado en la normativa), regímenes de importación especiales y el régimen administrado de las industrias azucarera y automotriz (este ultimo prorrogado por divergencias entre Argentina y Brasil). Ello indicaría que a nivel intra bloque aun no se han encontrado una solución viable a los conflictos comerciales en algunos sectores donde solo se han adoptado medidas de corto plazo, tampoco se han tomado definiciones a cerca de la complementación y promoción en las exportaciones.

Otro punto fundamental, está relacionado con la consolidación normativa e institucional. Con el objetivo de articular una arquitectura legal del bloque se está buscando una instancia institucional superior. En este sentido, en diciembre de 2005 los mandatarios, rubricaron en Montevideo el Protocolo Constitutivo del Parlamento del MERCOSUR, que tendrá sede en Montevideo y fue definido como “el corazón democrático de la política de integración”. El legislativo regional comenzará a funcionar antes de 2010 y estará conformado en principio por 18 miembros por cada estado parte, para luego pasar a un régimen proporcional atenuado. “El Mercosur necesita consolidar un sistema jurisdiccional supranacional, una secretaría técnica fuerte y una política industrial común” (Jaguaribe; 2003).

Respecto a la coordinación de políticas, un paso clave en el tema ha sido la firma de un acuerdo bilateral para la adecuación normativa en lo que hace al abastecimiento energético entre Argentina y Brasil. El mismo se refiere a la provisión de gas natural argentino a la Central Térmica AES Uruguayana y las exportaciones de energía eléctrica a Brasil mediante las interconexiones internacionales denominada Garabi I y II.

Otra propuesta importante es el programa Políticas Públicas en Ciencia, Tecnología e Innovación-La transición hacia la Sociedad de la Información-“aprobado en la 23º Reunión Especializada de Ciencia y Tecnología del Mercosur (RECyT). En el área podemos encontrar una serie de acuerdos firmados el 30 de noviembre del 2005 como: el acuerdo para la investigación y el desarrollo y producción de insumos medicamentos y recursos de diagnostico; el acuerdo de cooperación para el desarrollo y la aplicación de usos pacíficos de energía nuclear en materia de reactores, combustibles y suministro de radioisótopos conjuntamente con la gestión de residuos radioactivos; el acuerdo en tecnología espacial que tiene por finalidad la creación y el lanzamiento de un satélite de información para recursos hídricos , la creación del centro de nanotecnologia.

También debe destacarse el acuerdo en Brasilia entre Argentina y Brasil para impulsar la cooperación bilateral en educación y cultura de ambos países a partir de la conformación de dos redes para la integración de ambos países en las áreas de “informática y comunicaciones” y de “cultura e inclusión social”, el objetivo de esas redes es promover el intercambio de conocimientos entre expertos argentinos y brasileños. Al respecto, debe recordarse que Brasil destina más inversión al desarrollo científico, y tiene mucho que ofrecer en los sectores biogenético, farmacéutico y biomédico. También para intentar terminar con el aislamiento se suscribió un acuerdo que pretende acercar culturalmente a las dos naciones. Entre otros objetivos, se pretende que escuelas argentinas ofrezcan clases de portugués, además de enseñar sobre la historia y la cultura brasileñas. Por su parte, las escuelas brasileñas enseñarían español, así como también cultura e historia de la Argentina. Ello indicaría que mediante la integración cultural también se pretende fomentar en el futuro un mayor intercambio. Sin duda, estos son importantes pasos por parte de ambos países dado que la búsqueda de una integración duradera requiere de una integración social.

Por otra parte, se han iniciado tratativas sobre Políticas laborales comunes. En ese sentido, los ministros de Trabajo del MERCOSUR acordaron elaborar una estrategia común para el crecimiento del empleo en la región y la promoción de políticas nacionales de empleo, así como la realización de acciones conjuntas para integrar los mercados de los países miembros y garantizar la libre circulación de los trabajadores.

Por último, se estudiarán las posibilidades de crear una vigilancia conjunta para evitar los delitos en la Triple Frontera (Argentina, Brasil y Paraguay), un plan de infraestructura que facilite los flujos de mercancías personas e información y establecer metas macroeconómicas de cumplimiento obligatorio y un sistema de supervisión de las mismas que respondan a los acuerdos mínimos que deben regir las zonas de libre comercio, así como la conformación de una moneda común.

El balance de los resultados

El término integración implica un fenómeno social en donde un grupo humano comparte conductas que tienen como propósito lograr que los grupos en cuestión renuncien en determinadas materias a la actuación individual para hacerlo en forma conjunta con un sentido de pertenencia (Puig, JC. 1984, p. 244).

Si se parte de esta concepción el problema consiste en reconocer esa tenue línea divisoria que separa la persuasión del regateo utilizado por los gobiernos para influirse mutuamente. Según Puig (1987) aquí pueden plantearse dos formas, una es a través de la interdependencia, la otra a partir de un mercado ampliado. Si bien debe diferenciarse la integración a otros fenómenos políticos siempre es optimo tener presente que la formas de cooperación interdependientes casi siempre contienen un ingrediente autoritario dadas la características intervensionistas que asumen las facilidades otorgadas de gobierno a gobierno para satisfacer necesidades humanas básicas.

En el caso de una integración basada en un mercado ampliado entre naciones sumamente desiguales en potencial y en estatus solo puede ser posible mediante la solidaridad entre actores que se asemejen en uno o varios aspectos. Pero hay que diferenciar dos tipos básicos de similitud, uno tiene su pilar en el estatus, que no es aplicable para el caso particular de MERCOSUR dado que uno de los grandes problemas que ha enfrentado la integración interdependiente es la heterogeneidad. Por lo cual la integración solo es posible a partir del segundo tipo es decir por valores compartidos.

Los valores compartidos existen, basta observar la experiencia de este comienzo de siglo que demuestra una variable común en los países del cono sur es la búsqueda de autonomía aunque existan divergencias en la forma del impulso. Sin embargo, es la diferencia de estatus dentro del bloque quien actualmente esta originando diputas entre sus miembros.

En este caso, la asimetría entre los participantes del MERCOSUR se caracteriza por la disparidad tanto en el tamaño físico como económico de sus miembros que se reflejan en las prioridades sobre política comercial. Así existen tres países grandes, como Brasil, Argentina y Venezuela que conforman el eje conductivo del bloque. Y dos pequeños Uruguay y Paraguay.

Los países pequeños divisan al MERCOSUR como la imagen de Jano con una cara buena y otra mala. La negativa para ellos MERCOSUR es solo un acuerdo aduanero que se cumple en parte debido a las trabas aduaneras que entorpecen la libre circulación de bienes en la región. En este sentido la falta de coordinación para aplicar el AEC, no colabora en nada. La faz positiva del bloque es que permite mantener una cierta autonomía frente a los países centrales y las empresas multinacionales. Aun así, mantienen contacto cercano con Estados Unidos como alternativa a un trato discriminatorio y con la finalidad de presionar a los socios mayores y de este modo obtener un mayor espacio.

A pesar de ello los socios mayores intentan elaborar una propuesta que no conduzca a un desmembramiento del bloque, un new deal para los países chicos y de esa forma dar comienzo a una nueva fase en donde se desarrollen mecanismos de política industrial, financiación y flexibilización de reglas. Este tema en parte ya se ha puesto en marcha con la reducción de la deuda que posee Paraguay por la construcción de las represas hidroeléctricas de Yacyretá e Itaipú. Kirchner ha dado el primer paso realizando una quita sobre un pasivo que equivaldría a 12.000 millones de dólares, con la finalidad que alcance los niveles que correspondan para la entidad binacional de Yacyretá.

En realidad, la postura común debería ser buscar la forma de compatibilizar el aprovechamiento de sus recursos naturales con la preservación del espacio compartido. Sin embargo, en este como en otros campos la formulación de programas conjuntos en distintos ámbitos seria más productivo que enfocarse solamente en los avatares de los acuerdos comerciales y de la retórica política cortoplacista.

La coordinación política de actores intra MERCOSUR

La situación actual constituye un momento propicio para el establecimiento de un ordenamiento más equitativo y la estimulación de modelos innovativos que contengan propuestas que finalicen con los viejos conflictos. Sin embargo, en primer término deberíamos hacer una distinción que permita agrupar las distintas experiencias nacionales en gobiernos con ansias de poseer una mayor participación en el bloque. Por ejemplo, Uruguay una economía abierta, socia en el MERCOSUR, está haciendo sentir su voz ante los socios mayores utilizando como estrategia la posibilidad de firmar un Acuerdo Bilateral con Estados Unidos y otro con China. Y un segundo grupo, estaría constituido por sociedades extremadamente desiguales con demandas postergadas y cautivas de políticas asistencialistas, como por ejemplo, el caso de Paraguay.

Lo cierto es que en contraposición a la pasada década actualmente estamos asistiendo a un mayor margen de distintas orientaciones, basadas en recetas personales y no impuestas desde los países centrales sobre todo de EEUU. Por lo tanto se considera que hoy la cuestión de fondo es conformar un concierto regional cooperativo sabiendo articular los intereses nacionales con los propósitos compartidos.

Con respecto a la región, Estados Unidos no está ostensiblemente concentrado en América Latina, aunque no la desatiende del todo. Puede decirse que esto es producto de una política estadounidense uniteralista y pragmática, cuya mayor preocupación es la guerra contra el terrorismo y la ocupación en Irak, cuestiones que sin duda han influido en sus relaciones globales, pero sobre todo ha modificado su presencia en América Latina. Aun así, sigue en boga una agenda compartida que contiene temas complejos como la negociación del ALCA. Al respecto, si bien el MERCOSUR valora la importancia de lograr un mejor acceso a los mercados de EEUU, también tiene en cuenta un criterio de reciprocidad que incluya costos y beneficios de una eventual liberalización.

Esta reformulación en el marco geopolítico abrió la posibilidad de impulsar nuevas estrategias para importantes actores regionales. En efecto, Argentina en coordinación con Brasil pueden jugar un papel moderador que contribuya a consolidar una red de intereses regionales compartidos y la construcción de una relación con el hegemón basada en el respeto mutuo y alejada de retóricas estridentes. Puesto que ambos países mantienen una relación estratégica con gobiernos que poseen un vínculo complejo hacia Estados Unidos, como Venezuela y Bolivia.

Con relación al ámbito regional, existe una redefinición de la política exterior tratando de que posea una sintonía que se adecue al nuevo equilibrio de poderes, ya que la región presenta, un cuadro de grandes movimientos y realineaciones, consecuencia de nuevas situaciones políticas y de la búsqueda de soluciones para problemas económicos de antigua data.

En ese sentido, pueden mencionarse dos puntos: primero, hoy asistimos al surgimiento de una corriente sudamericana decidida a favor de la integración solidaria pero con una fuerte tendencia automatizante, a la cual debemos agregar la cuestión energética como fondo dominante. La nacionalización del gas en Bolivia ha provocado un desacuerdo con Brasil. Bolivia provee a la región de Sao Pablo de dicho recurso. En este caso el gobierno brasileño decidió convocar a un dialogo entre las partes interesadas para evitar que la escala del conflicto redujera las posibilidades de negociación. Lo cierto es que la Argentina se involucró en esta iniciativa y operó como componedor entre ambos países. Sin embargo, aun así existe un grave condicionamiento que es la necesidad de inversión externa como requisito que se debe tener en cuenta. Bolivia no puede explotar eficiente y beneficiosamente sus recursos sin ella, aun existiendo un óptimo esquema de cooperación regional

En segundo lugar, los cambios suponen también en el corto plazo un juego estratégico de suma cero donde alguien gana lo que otro pierde. En este caso una problemática que recorre toda la región es la disputa entre Argentina y Uruguay por las papeleras. La misma, ha tenido la evolución típica de muchos conflictos internacionales que comienzan con una desavenencia acotada protagonizada por actores locales para culminar en una escalada indeseada. En esta cuestión específicamente los gobiernos operaron a distancia sin emprender una negociación puntual. Los motivos que impidieron el avance del dialogo entre ambos países fueron: la falta de acuerdo para elaborar un documento técnico bilateral y la no suspensión de las obras solicitada por Argentina. En cuanto al documento técnico, Argentina pretendía incorporar un estudio ambiental, mientras Uruguay solo aceptaba incluir un anexo genérico con menos especificaciones. En el caso de la construcción Argentina solicitaba que las empresas especificaran sus procesos de producción para prever posibles daños.

Por lo tanto, la única coordinación estuvo dada por un grupo técnico binacional que no logro un entendimiento. La parte uruguaya alega que las papeleras a instalarse no son contaminantes mientras Argentina considera que su contraparte no le proporciona toda la información necesaria para una correcta evaluación. Por falta de resultados concretos, el gobierno Argentino no quiso llevar adelante una negociación bilateral que culminara en un pleito que se instalara en la agenda del MERCOSUR, pues seria como abordar dos temas en paralelo. Esa disyuntiva es la misma que condiciono la mediación de la OEA pedida por Uruguay.

El gobierno Argentino decidió recurrir a la corte Internacional de la Haya, alegando violación del estatuto del Rió Uruguay de 1975, el cual regula la utilización del río por parte de ambos países. Este tratado establece que si uno de los firmanes se considera afectado por el otro y habiéndose agotado las instancias de negociación bilateral puede recurrir a esa instancia internacional. La opción de haber elegido la Haya marca un cambio de situación porque fija un marco de negociaciones que debería desactivar los reclamos a través de la acción directa que se realiza actualmente.

Pero la presentación legal en la cual se había solicitado la detención de la construcción de las papeleras no se llevara a cabo dado que la corte de la haya falló en contra de la demanda Argentina. La principal razón es que Argentina obvió exponer en su alegato el daño ambiental concreto, para ello era necesario acreditar el daño irreversible, en este sentido, el mismo no puede verificarse hasta por lo menos un año después de estar en funcionamiento las papeleras.

En este caso Argentina deberá evaluar las ventajas y desventajas dentro de este nuevo cuadro de situación, dado que lleva implícito un componente estratégico, en el sentido que implica una dialéctica de voluntades que emplean una instancia de resolución de controversias internacional para resolver el conflicto.

Conclusiones

Toda política tiende a resolver problemas existentes, a través de la acción solidaria y el único camino para emprenderla es despojarnos de los preconceptos para poder iniciar acciones vinculantes hacia aquellos con los cuales tenemos un origen, un modo de vida y un pensamiento en común, dado que los nuevos desafíos que se plantean en el sistema internacional requieren de una renovación de las bases del MERCOSUR, hoy un instrumento fundamental para afianzar una posición negociadora ante otros países y bloques.

Para ello es necesario fortalecer la integración política, económica y social a partir de una agenda ampliada que avance más allá de la liberalización comercial. Esto solo puede lograrse con una sintonía que se adecue al nuevo equilibrio de poderes, ya que la región presenta, un cuadro de grandes movimientos y realineaciones, consecuencia de nuevas situaciones políticas y de la búsqueda de soluciones para problemas económicos de antigua data.

Por otra parte, la integración también supone en el corto plazo un juego estratégico, así como una evaluación de las ventajas y desventajas dentro de este nuevo cuadro de situación, que implica una dialéctica de voluntades que emplean una instancia de resolución de controversias internacional para resolver los conflictos.

En tercer término, se debe intentar elaborar una propuesta que conduzcan a un new deal con nuestros socios para de esa forma dar comienzo a una nueva fase en donde se desarrollen mecanismos de política industrial, financiación y flexibilización de reglas.

En síntesis, la conducción de una política común depende del tipo de percepción a cerca del contexto y sus posibilidades, dado que desde un punto de vista descriptivo un defecto de simplificación puede constituirse en el orientador de terribles desaciertos. Por ello, el fin ultimo debería ser configurarse como un bloque homogéneo dentro del sistema; y para ello el MERCOSUR necesita contar con modos de coordinación en temas que son instancias de negociación con terceros, probablemente esta pueda llegar a conformarse en una estrategia que contrarreste la visión del bloque solo como una herramienta de apertura y posicionamiento político individual.

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