Contribuciones a la Economía


"Contribuciones a la Economía" es una revista académica con el
Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas
ISSN 16968360

 

INTEGRACIÓN DEL SUDESTE ASIÁTICO A LA ECONOMÍA MUNDIAL, ¿ENSEÑANZAS PARA AMÉRICA LATINA?

 

Nahuel Oddone*
Leonardo Granato**
Carolina von Oertel
***

 

“Érase una vez, que los líderes de opinión del mundo occidentales se vieron tan impresionados como atemorizados por un conjunto de economías del Este. Aunque estas economías eran sustancialmente más pobres y pequeñas que las del Oeste, la velocidad a la que se habían transformado de sociedades campesinas a industriales, su continua habilidad para alcanzar tasas de crecimiento varias veces mayores que las de naciones avanzadas y su facilidad creciente para desafiar e incluso adelantar a las tecnologías europeas y norteamericanas en algunas áreas, parecía poner en cuestión no sólo el poder del Oeste, sino también la ideología occidental”[1].

Es interesante analizar el caso de estos países que se han desarrollado industrialmente de manera muy rápida en los últimos años, y  teniendo en cuenta que sus recursos naturales, tecnológicos, según lógicas tradicionales no podrían haber desarrollados en tan corto tiempo y con tal magnitud. 

Estos países periféricos han adquirido un gran protagonismo al nivel de comercio internacional. Desarrollo y protagonismo que ha sido comandado desde un principio por Japón como país líder regional. Pero es importante destacar que Japón ha tenido amplios contactos con Occidente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y ha copiado estructuras pertenecientes a esta región del planeta, tanto en términos económicos como militares e imperialistas. Como sostiene Paul Kennedy, es indudable que la transformación económica del Japón, después de 1945, ofreció el ejemplo más espectacular de modernización sostenida en estos decenios, superando a casi todos los países avanzados existentes como competidor comercial y tecnológico, y ofreciendo un modelo a ser imitado por los otros “estados comerciantes” asiáticos, dichos estados según Rosencrase son Corea del Sur, Taiwán, Singapur y Malasia.


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Oddone, Granato y von Oertel
:
"Integración del Sudeste Asiático a la Economía Mundial, ¿enseñanzas para América Latina?" en Contribuciones a la Economía, diciembre 2003,  http://www.eumed.net/ce/


Si bien las clasificaciones actuales sostienen que: los denominados “tigres asiáticos” se puede  decir que son Corea, Taiwán, Singapur y Hong Kong, países de reciente industrialización  y llamados genéricamente “tigres de primera generación” (Nics). Existen otros países denominados tigres de segunda generación que comprenden a Malasia, Tailandia, Brunei, Filipinas, Indonesia. Los tigres de segunda generación junto a Singapur integran la ASEAN (Asociación de países del Sudeste Asiático) aunque a Singapur se lo considera Nics.

El surgimiento de este nuevo posible polo económico se presencio en la década del ochenta, cuando se incorporaban a la estructura del comercio exterior mundial. Este polo es constituido por los Nics y las cuatro naciones pertenecientes a la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASAEAN-4). Es dable destacar, que durante el período 1985- 1990 los Nics y los ASEAN-4 lograron un inusitado crecimiento económico en casi todos los sectores industriales, especialmente en materia de artículos electrónicos. De ahí que se llegue a sostener que incluso cualquier cambio dentro del nuevo orden económico internacional no variaría la importancia que ya ha adquirido el área del Pacífico.

En esta área del Pacífico se pueden observar, entonces, tres ejes importantes: el primero es Japón; el segundo coincide con los denominados “tigres de primera generación” que en las últimas décadas han llamado la atención del mundo, como ya lo anticipamos, por su gran crecimiento económico, el cual no tiene precedentes en la historia económica mundial de posguerra: constituyen el único caso de países que han logrado salir de la periferia e insertarse dentro de la rama dinámica de la economía mundial. Es así que se afirma que los Nics se están constituyendo en un paradigma del desarrollo económico de muchos países en vías del desarrollo o subdesarrollados. Este paradigma sería, entonces, una versión diferente a través de la cual se alcanzaría el “milagro económico”. Y, por último el tercer eje estaría dado por los países que conforman el ASEAN- 4.

En suma, los acontecimientos han reflejado el nacimiento de un nuevo polo productivo  técnico- económico. El gran dinamismo  en el ámbito comercial de los países asiáticos del pacífico ha sido posible a partir de los procesos internos de resistematización técnico- industrial, los que fueron llevados a cabo por cada uno de los países integrantes, que adoptaron un estilo de desarrollo basado en una vinculación cada vez mayor entre el comercio intraindustrial y la inversión intraregional.

Siguiendo con la lógica planteada desde un principio desarrollaremos el paradigma japonés de economía líder de la región asiática. Diremos entonces que, durante siglos Japón había sido gobernado por una oligarquía feudal compuesta por señores territoriales llamados “daimyo” y una casta aristocrática de guerreros, “samurai”.

Afectado por la falta de recursos naturales y por un terreno de tipo montañoso, Japón carecía de los requisitos considerados previos al desarrollo económico. Aislado del resto del mundo y con unicidad cultural, el pueblo japonés permaneció encerrado en sí mismo y resistió a toda influencia extranjera hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XIX. Japón parecía destinado a permanecer políticamente inmaduro, económicamente atrasado y militarmente impotente en términos de potencia mundial. Sin embargo, en dos generaciones se convertiría en un elemento clave en la política internacional de Extremo Oriente.

La causa de esta transformación fue la Revolución Meiji de 1868, desarrollada por miembros influyentes de la élite japonesa para impedir ser colonizados por Occidente.[2] Es importante destacar que estas medidas reformistas implicaron: el rechazo al orden feudal y la fuerte oposición de los clanes samurai. Como sostiene Paul Kennedy, Japón tenía que modernizarse porque lo necesitaba el Estado. Una vez vencida la oposición dicho estado se caracterizó por un claro “dirigismo”, lo que implicó que la Revolución- cambio tuviera inicio desde arriba, esto es desde el propio estado. Se impuso una nueva constitución fundada en el modelo pruso-alemán. Se reformó el sistema legal. Se extendió el sistema educativo con el cual el país alcanzó un elevado grado de instrucción.

Con respecto al economía, el estado fomentó la creación de una red de ferrocarriles, telégrafos y líneas de navegación, y trabajó junto con los empresarios para desarrollar la industria pesada. Se destinaron subsidios oficiales para beneficiar a los exportadores, para fomentar el comercio marítimo, para montar una nueva industria. Las exportaciones japonesas aumentaron vertiginosamente. El slogan nacional fukoken kyohei, “país rico con ejército fuerte”. Dado que para los japoneses el poder económico y el poder militar- naval iban de la mano.

Según Kennedy, Japón económicamente, había realizado milagros para convertirse en el único estado no occidental que pasaba por una revolución industrial en la era de gran imperialismo. Hubo dos factores que ayudaron a Japón a elevarse al rango de gran potencia: uno de ellos fue su aislamiento geográfico, el segundo fue un factor de tipo moral (fuerte sentimiento de unicidad cultural, veneración al estado y dentro de la sociedad la voluntad de triunfar. La concepción dentro de esta misma sociedad de que Japón decidirá su propio destino). La moral y la disciplina eran requisitos vitales para el poder nacional.

Con respecto al nivel militar, Japón había tenido la suerte de luchar contra una China atrasada y una Rusia zarista militarmente poco ágil. Además, la Alianza Anglo-japonesa de 1902 le había permitido luchar en su terreno sin interferencia de terceras potencias y a su vez conseguir créditos de estas potencias, especialmente EEUU y Gran Bretaña. Confirmada la victoria de la fuerzas armadas y la capacidad de su economía de recobrarse la convirtieron en una gran potencia (según Kennedy, regional), lo que le permitió a Japón entrar en la mayoría de edad, lo que implicaba que nadie podía hacer nada significativo en el Extremo Oriente sin tener en cuenta su respuesta, pero lo que estaba poco claro era si Japón iba a lograr continuar con su expansión sin generar reacción en las grandes potencias.

Japón entró en la segunda guerra mundial como miembro del Eje Berlín- Roma- Tokio y su derrota en este conflicto y las condiciones que le fueron impuestas  resultaron lo bastante duras que en definitiva sentaron gran parte de la base de su desarrollo posterior.

La ocupación norteamericana impuso una especie de reforma agraria destruyendo así la burguesía agraria como clase y abriendo la áreas rurales a la penetración de capital dando mejoras en las tecnologías de cultivo  y expandiendo el mercado nacional.

Recordemos los nuevos factores que favorecen su emergencia como potencia. En principio tendremos una escala relativamente baja de los salarios, dándose también la nueva dominación del Japón por la vía del comercio y las inversiones; sumado a esto su derrota en el conflicto bélico y su consiguiente desmantelamiento de su fuerza militar le permitió dirigir los recursos que estarían destinados a la militarización hacia diferentes ramas de su economía. La imposición de dichas condiciones generó en la propia idiosincrasia japonesa la facilidad de adaptarse a nuevas circunstancias sin generar conflictos.

El ingreso de Japón en la década del 50 a la ONU, su aceptación como miembro del GATT y del FMI, produjo en Japón la necesidad de comenzar con la apertura al comercio exterior, inicialmente sugerida por estos organismos que pretendían que para fines de los 60 Japón debería tener una apertura del 90%.

La apertura de Japón no significó la apertura indiscriminada a todo tipo de importaciones. Esta apertura-liberalización correspondió al ingreso de tecnología que permitió modernizar y tecnificar al sistema productivo industrial. La apertura significó esencialmente para Japón que pudiera mejorar su competitividad en el mercado internacional. Competitividad término que para algunos autores no es tal.

Para Paul Krugman la competitividad es un concepto engañoso, que en realidad no es en términos económicos sino políticos. Para este autor, por su parte, pensar en términos de competitividad conduce a malas políticas económicas. Explica que las preocupaciones por la competitividad son casi totalmente infundadas. Trata de explicar porque es tan atractivo definir el problema económico en términos de competitividad. Y explica que la obsesión por el término de la competitividad no es sólo equivocada, sino peligrosa sesgando las políticas nacionales  y amenazando el sistema económico internacional. La definición de la competitividad provoca que el crecimiento interior este sobrevalorado por  una relación de intercambio cada vez más deteriorada. Por lo tanto, la competitividad podría tener algo que ver con generar una mayor y atroz competencia internacional. Competencia que se puede trasladar más allá de los términos económicos.

Para Paul Krugman, desde el fin de la Segunda guerra mundial hasta mediados de los años setenta el sistema financiero de Japón estuvo fuertemente regulado, tanto en el interior como en sus relaciones con los mercados de capitales extranjeros. Pero  a partir de la década del setenta las autoridades japonesas han promovido la creación de mercados financieros más libres en el interior, y la introducción de nuevos instrumentos financieros. También han hecho grandes progresos en el integración de su mercado financiero en el contexto mundial.

No se puede hablar de la década del setenta, sin nombrar a las crisis petroleras de 1973 y 1975 respectivamente. Recordando la dependencia externa de Japón de diferentes recursos y la importancia de las importaciones de materias primas y alimentos [3].Esta dependencia se daba también hacia el petróleo y el gran aumento del valor del petróleo entre 1971 y 1973 significó que los precios mayoristas de los productos japoneses se incrementarán en un 52% y los minoristas en un 39%. Por un momento pareció vislumbrarse el declive económico del Japón, pero rápidamente el gobierno adoptó medidas tendientes a sustituir el petróleo por nuevas fuentes de energía tal como la nuclear. El desarrollo de estas nuevas fuentes de energía es lo que le permitirá a Japón salir de la extrema dependencia del petróleo y de los efectos de las crisis petroleras.

Según Aldo Ferrer, para mediados de la década del setenta la inversión directa privada en el resto del bloque de países desarrollados puede estimarse en 50 mil millones de dólares, de los cuales el 70% estaban destinados a sectores industriales dinámicos. La gravitación de las inversiones privadas directas de empresas norteamericanas en otros países desarrollados es realmente notable, sobre todo en el Reino Unido, en Alemania, en Italia y en Bélgica, entre otros. Pero  sólo en el Japón, dentro del bloque desarrollado, esa gravitación ha sido severamente restringida por las políticas nacionalistas seguidas por ese país. 

Según Krugman recién a finales de los setenta, los japoneses empiezan a liberalizar las cuentas de capital, eliminando las restricciones sobre las compras de activos nacionales por parte de los extranjeros. En 1984 bajo la presión de EEUU, el Tesoro de los Estados Unidos y el Ministerio de Finanzas japonés  llegaron a un acuerdo sobre medidas liberalizadoras adicionales. Se aprobó un amplio abanico de inversiones extranjeras directas en Japón, se dio a los residentes japoneses mayor libertad para comprar activos extranjeros, y se relajaron las restricciones sobre emisiones de bonos extranjeros en Japón.

En 1986, se produjo la entrada del primer miembro extranjero en la Bolsa de Valores de Tokio y ese mismo año, los japoneses abrían un mercado bancario offshore en Tokio, en el que tanto los bancos japoneses como los extranjeros podían operar, con tal de que se observase una separación estricta entre los negocios extranjeros y cualquier otro negocio en el interior de Japón.

Ahora bien, es importante destacar que para la década del ochenta, Japón era ya claramente la segunda potencia económica del mundo, superada solamente por los Estados Unidos. El único problema que aún tenía Japón era la fuerte revaluación del yen con respecto al dólar- recordar que el tipo de cambio bajó drásticamente de 260 a 130 yen por día-, al cual solo se logra superar  mediante una transformación en el sistema de producción. Esta transformación implicará llevar fábricas a otros países (en su inicio principalmente de su propia región) con el fin de abaratar los costos para la producción y para poder seguir exportando en dólares.

Esta transformación se hará por medio de la inversión extranjera directa, lo que implicará un nuevo despliegue de la producción por la zona del sudeste asiático, región hacia la cual, se desplazará tecnologías, nuevos  conocimientos y servicios de manera tal de que estos nuevos países adquieran la famosa “competitividad mundial”. Esta expansión en pos de la competitividad implicó necesariamente una mejora en el propio sistema productivo japonés, el cual adquirirá aún mayor eficiencia y modernización.

Se debe destacar también que esta inversión extranjera directa en su gran mayoría se hizo por medio de capitales privados y que en su momento esta oportunidad fue vista como la única manera de hacer frente a la crisis del yen y de evitar  la fuerte amenaza que estaba sufriendo su economía nacional japonesa.

Se puede sostener entonces que, en busca de la competitividad internacional Japón comienza a invertir en los países del sudeste asiático, a su vez estos adaptaron su propia legislación para permitir la entrada y la inversión de capitales extranjeros, para favorecer la industrialización y el crecimiento de sus exportaciones y de su participación en el comercio mundial. Japón tuvo la capacidad de darse cuenta de trasladar sus ventajas comparativas (mediante la inversión extranjera en otros países de su región) en pos de el mantenimiento de sus ventajas competitivas. A su vez este liderazgo japonés creó nuevas ventajas competitivas en la totalidad de la región del sudeste asiático, creando de esta manera un grupo de países asiáticos que lo secundaban. Por lo tanto se observa claramente que Japón hizo crecer a los Nics y así  fue el causante del inicio del crecimiento de los tigres asiáticos de segunda generación.

Los japoneses han promovido una concepción de cooperación regional que un economista nacional, Ippei Yamazawa, ha llamado “regionalismo abierto”.

El regionalismo abierto se basa en distintas ideas. Primero está la noción de que cualquier beneficio de la liberalización regional debería extenderse inmediatamente sobre una base de NMF (nación más favorecida). El regionalismo abierto evitaría así el problema de la discriminación inherente a las uniones aduaneras y las ALC (áreas de libre comercio) y lo haría completamente compatible con el multilateralismo. La segunda idea central del Regionalismo abierto es evitar compromisos regionales rígidos. En lugar de entrar en negociaciones que apuntan a compromisos precisos, los países de la región se embarcarían en un “unilateralismo concertado” y participarían en varios acuerdos funcionales sobre una base voluntaria.

Esta forma más laxa de regionalismo proveería la base para un consenso político en la región al permitir distintos caminos y evitar las elecciones políticamente difíciles que imponen el movimiento hacia un comercio completamente libre o hacia estándares comunes. Finalmente, el concepto japonés de “regionalismo abierto” pone énfasis en la “facilitación” del comercio y la inversión, incluyendo en particular los esfuerzos para aumentar  la inversión en los países miembros en vías de desarrollo[4].

De acuerdo con el análisis de Paul Krugman, en el “Internacionalismo Moderno”, Japón a diferencia de los “tigres” del este de Asia parece haber crecido a través de altas tasas de crecimiento de los inputs como de elevadas tasas de crecimiento de la eficiencia (outputs)[5].

Las economías  de rápido crecimiento de hoy no están cerca de la convergencia con los niveles de eficiencia de los Estados Unidos, pero Japón está escenificando una inconfundible puesta al día.

Según Krugman la era del milagro japonés esta quedando bastante atrás. La mayoría de  los años de Japón aún consigue crecer más rápido que las economías avanzadas, pero el desfase de las tasas de crecimiento es hoy bastante menor de lo que era, y están reduciéndose. Esto es lo que Krugman llama el gran frenazo del crecimiento japonés.

Japón ha continuado su ascenso  en los rankings económicos, pero a un ritmo mucho más modesto que los años anteriores. Los economistas japoneses suelen creer que la tasa de crecimiento de su output potencial, la tasa que podría sostenerse una vez se use todo el potencial paralizado por la recesión, hoy este no es superior al 3%. Y esa tasa solo se alcanza a través de una tasa de inversión muy elevada, cerca del doble de la proporción del PBI que se logra en los Estados Unidos.

En suma, la eficiencia japonesa está ganando terreno a la norteamericana a paso de caracol, si es que lo está haciendo, y se da la posibilidad distinta de que la renta per cápita de Japón nunca supere a la de Estados Unidos. Japón no es, entonces, un ejemplo de abrumadora destreza económica y además, la experiencia japonesa tiene mucho menos en común con las de otras naciones asiáticas de lo que generalmente se imagina.

Siguiendo con esta lógica para los casos de: Corea, Taiwán, Hong Kong y Singapur sostendremos que a primera vista es difícil ver algo en común entre las historias de éxitos asiáticas. Sin embargo, hay similitudes sorprendentes. Los Nics han alcanzado un rápido crecimiento, en gran parte, a través de una asombrosa movilización de recursos. Una vez se tiene en cuenta el papel de los inputs rápidamente crecientes en el desarrollo de estos países queda poco por explicar. El desarrollo asiático parece estar impulsado por un crecimiento extraordinario de inputs, como trabajo y capital, en lugar de por ganancias en eficiencia.

Quizás una de las características apuntadas como comunes podría ser el telón de fondo que responden a un tipo de política comercial que a grandes rasgos puede indicarse como la intervención selectiva por parte del estado en la economía, con el objeto de crear ventajas comparativas y acceder a la competitividad internacional sobre la base de la sofisticación constante de sus productos. Es dable destacar que el modelo de crecimiento hacia fuera de estos países fue el motor de su rápida industrialización; esto es la proporción de las manufacturas en las exportaciones aumentó significativamente en ellos (recordemos para el caso la importancia que tiene el comercio intraindustrial horizontal entre los Nics y los ASEAN-4.

Desde el punto de vista de la potencia hegemónica del actual orden económico internacional diremos que el valor de las exportaciones norteamericanas hacia los Nics corresponde casi al mismo valor de las exportaciones de ese país hacia Japón y esto deja entrever que para Estados Unidos el mercado Nics es tan importante como el de Japón.

Estados Unidos enfrenta condiciones políticas y económicas en el este de Asia que difieren sustancialmente de las de América Latina. La diferencia más importante es, que mientras Estados Unidos es la potencia dominante en el Hemisferio Occidental, en Asia debe lidiar con otras dos potencias significativas (Japón y China) así como con varios países exportadores muy exitosos. En el pasado, la influencia norteamericana se apoyaba en consideraciones de seguridad, pero éstas se han debilitado (aunque no desaparecidos) con el colapso de la Unión Soviética.

La independencia política de los países de la región es cada vez mayor debido al rápido crecimiento del comercio y la inversión intraregionales. La integración económica de la región es sustancialmente mayor que la que existe en los países latinoamericanos, por lo que la dependencia de Estados Unidos es consiguientemente menor y por tanto hay menos necesidad de atraer inversores norteamericanos o del resto del mundo a través del compromiso con mecanismos regionales. Por eso es más difícil para Estados Unidos influir en el diseño de las instituciones regionales en el Pacífico que en el hemisferio occidental.

Como antes mencionábamos, pese a esta heterogeneidad de las políticas económicas adoptadas para lograr el “milagro económico”, existieron características comunes que todos llevaron adelante en mayor o menor grado. Se pueden mencionar: Por un lado se comienza el proceso de industrialización con un modelo de sustitución de importaciones, y por otro, nunca adoptaron políticas generalizadas de liberación de importaciones. Esto último refleja la importancia esencial dada al mercado nacional en su intento de mantenerlo protegido. La adopción de medidas selectivas a liberalización de importaciones fue dirigida a lograr el abastecimiento de insumos importados a precios internacionales.

 En suma, el estado jugó un rol fundamental en el desarrollo de estos países, teniendo el mismo la libertad suficiente o necesaria para incentivar determinadas actividades, exigiendo a cambio ciertos resultados, generalmente medidos en términos de exportaciones; tal es el caso de quitar incentivos otorgados ante la falta de cumplimiento de esos compromisos, lo cual generaba que las empresas no considerarán las políticas temporarias de promoción como derechos adquiridos.

Otro elemento destacable, y quizás el más fundamental en el crecimiento sostenible de estos Nics, fue la capacitación del factor humano. Puede afirmarse, en general, que en los Nics, la modalidad de desarrollo de recursos humanos demuestra un gran nivel de articulación entre los sistemas de educación, capacitación y producción. Y al igual que en el Japón se puede observar también la cooperación y no la confrontación entre capital y trabajo, representado este último por los recursos humanos capacitados o no.

Para los casos particulares de Corea y Taiwán, continuando con la lógica planteada desde un comienzo de características comunes, en un principio se deben destacar las reformas sociales dadas previamente: tal la agraria como la educativa.

Los incentivos a las industrias se han encontrado en estrecha relación con las mencionadas reformas, dado que una reforma educativa permite una mayor formación en pos de la producción, y una reforma agraria permite la incorporación de nuevas tierras al sistema productivo.

Todas las reformas estaban destinadas a incentivar el nacimiento de nuevas empresas. En Corea se diferenciaba la manera de incentivar a las distintas empresas, de acuerdo a  si eran industrias maduras o industrias nacientes. Las primeras simplemente recibían un trato neutral, a veces contaron con fácil acceso al crédito y distintos tipos de  reintegros impositivos. Las nacientes promovidas por el estado recibieron incentivos a cambio de metas de exportación. Hasta se permitieron monopolios temporarios para ciertas empresas dedicadas a actividades específicas. El objetivo de todos los incentivos era lograr una competitividad internacional. Por eso, se dirigieron las exportaciones al mercado externo, pero sin descuidar el mercado interno. Esta competitividad no se apoyaba en ventajas comparativas estáticas sino en dinámicas, basadas en la calificación de la mano de obra y en la sofisticación tecnológica.

En Corea se dio también la falta de un mercado de capitales sólido y fuerte que fue solucionada por medio de políticas llevadas a cabo desde el estado que permitieron el acceso a créditos para desarrollar las ramas industriales que el propio gobierno elegía. Tanto en Corea como en Taiwán se dio una política secuencial de incentivos. Las industrias con altos costos fijos e  intensivas en capital, así como también las monopolizadoras de tecnología fueron incentivadas por el estado en busca de la ya mencionada competitividad internacional.

Lo distintivo de Taiwán fue el uso de grandes inversiones estatales y la promoción de la inversión extranjera (generalmente asociada a capitales nacionales) en sectores favorecidos.

La intervención estatal en la economía en estos países con le paso del tiempo fue mutando o disminuyendo. Este repliegue del activismo estatal se corresponde con una mayor pero gradual liberalización del comercio. Si bien se mantienen políticas proteccionistas para algunos bienes, semejantes a las de los países occidentales, correspondiendo a ciertos productos rezagados en al competitividad internacional, tal es el caso de los productos agrícolas.

Para los casos de Hong Kong y Singapur,  caracterizados por ser ciudades- estados y grandes centros financieros, que mantienen economías de reexportación por su carácter de ciudades- puerto. La industria y los servicios cuentan con financiamiento externo e intervención estatal. El rol del estado es esencial para el estímulo de las actividades productivas.

 Singapur, junto con Taiwán y Corea, fue el principal destinatario de las inversiones japonesas. Al igual que Corea, Singapur y su estado ponen énfasis en la calificación del factor humano, al cual consideran capaz de sostener el avance hacia modernas tecnologías. La sociedad de Singapur, hoy posee un alto nivel tecnológico y para ello su estado ha realizado grandes inversiones en educación, en investigación y en desarrollo que las últimas décadas superan el 1% del PBI aproximadamente. Se puede recordar que Taiwán invierte cerca de 1,5 %  de su PBI y Corea cerca del 2%.

Como ya se sostuvo Singapur pone énfasis en la fuerza del trabajo y el factor humano, debido a que su territorio tiene una gran escasez de recursos naturales y energéticos y también porque existe dentro de su sociedad la concepción de que la educación y la formación tecnológica son los requerimientos base para una buena industrialización y un buen desarrollo de los servicios, además de constituir las dos principales fuentes de ingresos.

El milagro de Singapur parece haber estado basado en la transpiración en lugar de en la inspiración: Singapur creció a través de la movilización de recursos. El país hizo una inversión respetable en capital físico: la participación de la inversión en el output creció del 11% a más del 40%. Para Paul Krugman el asombroso resultado del crecimiento de Singapur sólo emerge cuando se hace contabilidad cuantitativa: todo el crecimiento de Singapur puede ser explicado por incrementos de los inputs mensurables. No hay ningún signo de incremento de la eficiencia. En este sentido es comparable a la Rusia de Stalin, dado que el crecimiento soviético estaba basado en un amplio crecimiento de los inputs[6]. Por supuesto que Singapur hoy es mucho más prospero que aquella Unión Soviética, se encuentra más cerca, aunque aún por debajo de la eficiencia de las economías occidentales. La cuestión es que la economía de Singapur siempre ha sido relativamente eficiente, sólo necesitaba capital y trabajadores con formación.

Teniendo en cuentas las características de la gran competitividad al nivel de comercio internacional por la constante captación de nuevos mercados y por el mantenimiento de los ya logrados, hace necesario que los Nics adopten estrategias de crecimiento a largo plazo, dirigidas a la diversificación de sus mercados, haciendo disminuir su dependencia de los centros industrializados y aumentando su búsqueda por una mayor participación en los mercados no tradicionales. Un ejemplo de esto es que para los casos de Hong Kong, Corea y Taiwán, se están priorizando los mercados de la región y nuevos destinos como los países de Latinoamérica. Los Nics pretenden alcanzar una mayor significación en las exportaciones de las industrias de punta en el actual orden económico mundial. Para Hong Kong, el mercado norteamericano y el chino constituyen los principales destinos de sus exportaciones. A su vez, Hong Kong es el principal reexportador de productos extranjeros hacia China.

Con respecto a China, aunque su población es muy pobre, se observa en este país tasas de crecimiento económico importantes. La razón es que el Gobierno Chino ofrece incentivos reguladores y fiscales a los inversores extranjeros, dotando de un incentivo a los empresarios locales para inventarse socios extranjeros ficticios o trabajar a través de testaferros. El Gobierno Chino no olvida que su economía es un 40% de la del tamaño de la de los EEUU. Estimaciones que comparte el Banco Mundial. Ahora supongamos que la economía de EEUU continua creciendo al 2,5% por cada año. Si China puede continuar creciendo al 10% su economía para el 2010 será similar a la norteamericana. Pero si el crecimiento chino es sólo un realista 7%, su PBI será del 82% de EEUU. Sin duda habrá un desplazamiento en el centro de gravedad de la economía mundial pero no será tan drástico como se cree[7].

Conclusiones

Después de haber tenido la oportunidad de analizar el modelo de desarrollo optado por los países asiáticos y encontrado en ellos ciertas características comunes debemos hacer hincapié en las mismas para poder determinar cuales pueden servir  para nuestro propio modelo de desarrollo, modelo de desarrollo que aún como latinoamericanos en conjunto no hemos vislumbrado.

Plantearemos la lógica de análisis a través de la influencia externa que ha provocado este crecimiento asiático en el nuevo orden económico internacional, y la propia incidencia interna que ha tenido este “milagro económico”.

Desde esta lógica de razonamiento hay que destacar que a partir del punto de vista externo debemos resaltar la importancia de esta industrialización del este asiático que se reflejó en una influencia destacable no sólo en el aspecto político-económico, sino también en el aspecto geopolítico. Influencia geopolítica que no puede separarse del crecimiento económico. 

El éxito logrado por estas economías, según Paul Krugman, demuestra tres proposiciones: En primer lugar, hay una importante difusión de la tecnología mundial que se genera, y las naciones occidentales están perdiendo su ventaja tradicional. En segundo lugar, el centro de gravedad mundial se desplazará inevitablemente  hacía las naciones asiáticas del oeste del Pacífico. En tercer  lugar, en lo que quizás es una visión minoritaria, los éxitos asiáticos demuestran la superioridad de las economías con menos libertades civiles y más planificación de lo que nosotros hemos estado dispuesto a aceptar en el oeste.

La creciente importancia de la producción asiática y su principal destino en el comercio internacional, nos crea la necesidad de comprender su propia idiosincrasia. Y para poder establecer vínculos con el sudeste asiático es necesario comprenderlos y pensar que para ellos el comercio no es la mera coincidencia entre intereses materiales, sino un efecto de las relaciones humanas. La sociedad asiática prefiere buscar confiabilidad antes que el beneficio circunstancial, en cambio parece ser que la sociedad latinoamericana prefiere el beneficio circunstancial antes la confiabilidad y seguridad a largo plazo.

Con respecto al punto de vista interno podemos decir el modelo de desarrollo tomado por estos países asiáticos, focalizado en el comercio internacional, fue un modelo de desarrollo “hacia fuera”, implicó por potro lado una fuerte intervención estatal en la economía, en contrapartida de las sociedades latinoamericanas que optaron por el neoliberalismo recetado por las potencias desarrolladas, que sólo ha servido para someterlas en un mayor grado de subdesarrollo, atraso y dependencia.

Esta intervención estatal fue complementada por medidas proteccionistas, estas medidas tuvieron las características mencionadas siglos antes por Frederich Liszt, eran selectivas y temporales. Supieron determinar a que productos aplicar estas medidas y por cuanto tiempo. Además al realizar la apertura de sus economías lo hicieron de manera gradual, de esta manera supieron proteger y abrir al mismo tiempo. Como buscaban un desarrollo confiable y duradero, sostenible y eficaz, no dejaron la posibilidad de lograr el desarrollo sólo bajo las fuerzas del mercado. Trataron de controlar estas fuerzas mediante el rol del estado. Capacitación y formación no pueden estar libradas a las fuerzas del mercado.

Con la formación de su capital humano lograron orientar su crecimiento. Al concentrar interés en el capital humano, esta capacitación provoco una movilización laboral destinada al desarrollo. Al disminuir la desigualdad social se logra un equilibrio interno, que bajo la guía de una buena voluntad política puede llevar hacía el desarrollo.

Será cuestión de aprender de los triunfos ajenos y relacionarlos directamente con nuestras características endógenas.

Bibliografía

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-Bouzas, Roberto y Russell, Roberto (org.); “Globalización y Regionalismo en las relaciones internacionales de Estados Unidos”. ISEN- Ed. Nueva Hacer- Grupo Editor Latinoamericano 1996.

-Brzezinski, Zbigniew;  “El gran tablero mundial- La supremacía estadounidense y sus imperativos geopolíticos”. Ed. Piados 1997.

-Ferrer, Aldo; “Economía Internacional Contemporánea- Textos para latinoamericanos” FCE 1976.

-Kennedy, Paul; “Auge y caída de las grandes potencias”. Ed. Plaza & Janes 1987.

-Krugman, Paul y Obstfeld, Maurice; “Economía Internacional-Teoría y Política”.Ed. McGraw-Hill, segunda edición, 1994.

-Krugman, Paul; “El Internacionalismo Moderno- La economía internacional y las mentiras de la competitividad”. Ed. Crítica- Grijalbo- Mondadori  1997.

-Moneta, Carlos J.; Artículo: “Corea del Sur y los países asiáticos de reciente industrialización (PARI) en el contexto de los cambios del sistema económico mundial. Reflexiones para América Latina”. Revista Estudios Internacionales Nro. 81, enero-marzo 1988.

-Sukup, Víctor; “América Latina , Año 2000 ¿Unida y Dominada?- Políticas Económicas, Desarrollo e Integración Regional”. Centro de Estudios Alexender von Humboldt- Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Nacional del Centro 1999.

-Villareal, René (Selección de); “Lecturas, Economía Internacional-II. Teorías del Imperialismo, la dependencia y su evidencia histórica”. FCE 1979.


* Lic. en Relaciones Internacionales. Universidad nacional del Centro de la provincia de Buenos Aires.

** Lic. en Derecho. Universidad de Belgrano.

*** Lic. en Relaciones Internacionales. Universidad nacional del Centro de la provincia de Buenos Aires.

[1] Paul Krugman “El Internacionalismo Moderno”- La economía internacional y las mentiras de la competitividad- Crítica- Grijalbo-Mondadori- Barcelona. Capítulo 9: “El mito del milagro asiático” pp.121 

[2] Recordemos que  para 1868 ya había llegado a Japón el Comodoro Perry con sus “barcos negros” en 1853, y ante este hecho poco pudo hacer el espantado gobierno japonés a parte de satisfacer la demanda norteamericana. El paso de tiempo generaría dentro de la sociedad japonesa los elementos necesarios para resistir la invasión occidental. 

[3] Según Aldo Ferrer, en su libro “Economía Internacional Contemporánea” CFE, Japón es el país que más ha mantenido políticas más autónomas en relación al resto de los miembros del bloque del “Centro” dentro del nuevo subsistema hoy imperante caracterizado por el comercio “Centro-Centro”. Esto se advierte en su política de tratamiento al capital extranjero y en el estrechamiento  de sus vínculos comerciales con la “Periferia”, en particular con los países subdesarrollados de Asia. Esta orientación de la política japonesa puede explicarse en gran medida por  su decisiva dependencia del abastecimiento de alimentos y materias primas importados. Pero igual, por otro lado,  Ferrer ve a Japón como un elemento esencial en la constitución de un macrocapitalismo atlántico. 

[4] “La política económica internacional de Estados Unidos hacia América Latina y el Este de Asia”. Stephan Haggard en “Globalización y Regionalismo en las Relaciones Internacionales de Estados Unidos”- Roberto J. Bouzas y Roberto Russell (org) Nuevo Hacer, Grupo Editor Latinoamericano 1996.

[5]Tenemos los inputs que son crecimiento en empleo, en nivel de educación de los trabajadores y en el stock de capital físico (maquinas, edificios, carreteras, etc.). Por otro lado están los incrementos del output por unidad de input; tales incrementos pueden ser el resultado de una mejor gestión  o de una mejor política económica, pero a largo plazo se deben sobre todo a incrementos en el conocimientos. Paul Krugman, ibid, pp. 124.

[6] Recordemos la conclusion crucial acerca de los procesos de crecimiento económico: el crecimiento sostenido en la renta per cápita de una nación sólo puede ocurrir si hay una aumento en el output por unidad de input.

[7] Krugman Paul, íbid. Pp 132


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