Contribuciones a la Economía


"Contribuciones a la Economía" es una revista académica con el
Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas
ISSN 1696-8360

 

PRODUCTIVIDAD Y MODELO ECONÓMICO EN ANDALUCÍA



Mauricio A. Matus López (CV)
Universidad Pablo de Olavide, España
mmatlop@upo.es 



 

Resumen

En el presente artículo se analiza la evolución de la economía andaluza por sectores de actividad. Se analizan los cambios estructurales y sus impactos en productividad como factores explicativos de la pérdida de creación de riqueza en el tejido andaluz. Los resultados muestran un incremento de la brecha en productividad regional con el total nacional, éste con el europeo y el continental con EE.UU.
 

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Matus López, M.A.: Productividad y modelo económico en Andalucía, en Contribuciones a la Economía, junio 2011, en http://www.eumed.net/ce/2011a/


1. INTRODUCCIÓN

El siglo XX comenzó para Andalucía con señales de un crecimiento económico modesto. En los primeros treinta años el PIB creció a una tasa media del 1,8% anual, pero la guerra civil le haría retroceder un 12,1% hasta fin de la segunda guerra mundial (Lizárraga 2009 (1)).

Una vez acabado el conflicto bélico y en medio del escenario de la guerra fría, la validación occidental de la dictadura franquista dio un nuevo impulso al crecimiento. A partir de 1959 el producto andaluz despega y con la recuperación de la democracia, se acelera. Entre 1959 y 1975, el PIB regional creció a una media el 5,4% anual. Sin embargo, el fin de la edad dorada del capitalismo también llegó a Andalucía y las crisis de los años setenta y ochenta redujeron el ritmo de crecimiento a una tercera parte: 1,5% anual entre 1975 y 1985.

La segunda recuperación, con tasas cercanas al 3% anual se vio interrumpida a comienzos de los años noventa por una de las peores crisis nacionales. En 1993 el PIB español cayó un 1,2% y el andaluz, un 2,0% y las tasas de paro se elevaron al 24% y 34%, respectivamente (INE 1994 (2)).

No obstante, a partir de 1995 se inició el periodo más largo de crecimiento registrado en la economía española. El fin del siglo XX registró para Andalucía una tasa de crecimiento medio del 2,8% y los primeros años del XXI no hicieron otra cosa que continuar esta tendencia elevando el crecimiento a una media del 4,0% anual (IEA (3)).

Pero una vez más el ciclo se rompió de forma abrupta en 2008. Ese año, el producto regional apenas creció un 0,6% y los dos siguientes decreció: -3,6% y -0,6% en 2010 y 2011 respectivamente.

De esta forma, la crisis despertó a la economía española y particularmente a la andaluza de una autocomplacencia que perduraba casi 15 años y que se basaba en los buenos resultados del PIB y en la creación de empleo, pero que descansaba en una evolución histórica marcada por los altibajos.

2. LA ESTRUCTURA PRODUCTIVA Y LA PRODUCTIVIDAD

Hasta bien entrados los años sesenta, la agricultura representó el 27,3% del producto regional y la industria otro 20,9%. Así, el sector servicios alcanzaba al 44,4% y el restante era construcción (7,4%). Al finalizar el siglo XX el peso de la agricultura había caído al 7,3% y la industria al 12,5%. En su lugar se habían desarrollado las ramas de servicios, que representaban el 62,9% del producto regional y comenzaba el acelerado despegue de la construcción, que entonces aportaba el restante 8,5%.

El inicio de la crisis encuentra un sector agrícola que apenas aporta el 4,2% del valor de la producción y el industrial el 10,4%. En cambio, la construcción se había elevado al 12,9% y servicios al 62,2% (INE 2007 (4)).

En las transformaciones estructurales de este periodo se encuentra parte importante de las causas de la crisis actual. La evolución de la economía en favor de la construcción y determinados servicios implicó incentivos en la asignación de los recursos, principalmente humanos, hacia actividades poco sostenibles, basadas en los beneficios de corto plazo.

Como señala Krugman (5), la productividad es una de las tres problemáticas que son verdaderamente importantes en la economía y que afectan el bienestar de la mayoría de la población (las otras son la distribución de la renta y el desempleo).

La capacidad de un país para aumentar sus niveles de vida depende casi en exclusividad de la capacidad que tenga de incrementar la producción por trabajador en el marco de una distribución del ingreso justa. Sólo así las generaciones van haciéndose más ricas que las anteriores.

Una revisión de la evolución de la productividad europea muestra un convergencia con la de Estados Unidos a partir de la segunda guerra mundial, primero, por la recuperación europea y luego por el estancamiento de la americana. Este proceso finaliza en los años noventa, cuando la brecha comienza nuevamente a ampliarse: entre 1984 y 1990 el diferencial de crecimiento de la productividad del trabajo entre EE.UU. y Europa se redujo un 0,4%, pero entre 1991 y 2000 se volvió a incrementar un 0,41% y entre 2001 y 2005, un 1,64%.

En el caso de España, la evolución de la productividad es similar, con el agravante de que a partir de los años noventa, el descuelgue se produce también con Europa. Entre 1980 y 1994 el crecimiento de la productividad del trabajo en España fue de 2,18%, superando a Alemania (1,87%) y cercana a la de Francia (2,29%), pero entre 1995-2002 apenas los avances se perdieron: la productividad española creció un 0,68%, la alemana un 2,24% y la francesa un 2,06%.

En el ámbito internacional, Andalucía se circunscribe a la evolución española, pero en el ámbito nacional, se registra además un retroceso relativo con las comunidades autónomas punteras (Jordi, Jodar & Posino 2006 (6)). Entre 1986 y 1991 la productividad total de los factores (PTF) en Andalucía era del 77,2% de la de Comunidad Autónoma de Madrid (7). En el periodo siguiente, 1991-1995, la brecha se redujo 5,7 puntos (82,9%), pero a partir de entonces volvió a ampliarse: entre 1995 y 2000 cae al 81,4% (-1,5 puntos).

Existen numerosos estudios que tratan de explicar esta desaceleración de la creación de riqueza productiva de España y Andalucía. Los resultados concluyen que la causa descansa en factores estructurales como tecnología o formación del factor trabajo, que afectan a todos los sectores de actividad y los cambios estructurales de los sectores de producción de la estructura económica (8).

Los problemas vienen referidos a las consecuencias de la especialización regional española y andaluza en ramas de actividad con escaso potencial de crecimiento de la productividad, como son algunos servicios y la construcción. Como señala la denominada “enfermedad de Bauomol” (9), existen determinadas actividades, como las artes, en la que los avances en productividad son escasos: hace doscientos años como ahora se necesita el mismo número de músicos para interpretar una obra de Beethoven y salvo algunos avances en la puesta en escena, la productividad de los músicos es más o menos la misma.

Algo similar ocurre con algunos servicios y con la construcción. Son procesos productivos en los que la incorporación tecnológica es menos importante que otros, como la industria. Así, una economía como la andaluza, donde comercio, hostelería y construcción concentraba el 37,5% del empleo en 2007, está sometida a serios límites de crecimiento de largo plazo.

Dos de los principales investigadores en este tema, Escribá y Murgui (2007) (10) confirman la importancia de los factores estructurales como calidad del capital humano, infraestructura y capital tecnológico, pero constatan además que las mayores contribuciones porcentuales a la caída de la productividad se producen en las ramas de servicios hacia las que se han dirigido los recursos con este cambio estructural hacia los servicios. El problema subyacente, por tanto no es regional sino que es global, con efectos regionales derivados de la especialización en determinados sectores productivos, lo que deja a la economía española y andaluza sin más opción que modificar su modelo productivo e intervenir en la reasignación de los recursos (11).

3. EL CAMINO DE SALIDA

Aunque las políticas de intervención son múltiples e interrelacionadas, cabe enumerar en este artículo al menos tres que se consideran de particular relevancia para construir un modelo productivo basado en la tecnología y con crear riqueza en el largo plazo. En primer lugar es urgente solucionar los problemas en la calidad y asignación de capital humano (12). Es imposible conseguir modificar un modelo en el que el abandono temprano del sistema educativo alcanza al 31,2% en España, frente a un 14,4% de UE-27 (13). En Andalucía la situación es aún peor: el abandono llega al 37,5% y en los varones se alza hasta el 44,2% (30,2% en las mujeres) (14). Si los incentivos de un modelo productivo basado en la construcción favorecen el abandono escolar, hay que intervenir en esos incentivos perversos. Tampoco es posible mejorar la calidad y cantidad de capital humano si el actual modelo discrimina a las personas, principalmente mujeres, por razones que nada tienen que ver con su potencial creador y productivo. La legislación y las medidas implementadas recientemente son un buen antecedente en este sentido.

En segundo lugar, es necesario asegurar una mejor distribución de la renta de manera que los frutos de la inversión en capital humano recaigan sobre el mismo capital humano, generando los incentivos justos para una retroalimentación de este proceso. Así lo corroboran diversos estudios; el crecimiento del producto por si sólo no asegura este objetivo (15).

Por último, se debe consolidar un modelo productivo medioambientalmente sostenible, que se fundamente en fuentes de energía renovables y que sea capaz de generar producción reciclable.

Aunque estos desafíos parecen complejos y difíciles de alcanzar, lo cierto es que la economía andaluza, al igual que la mundial, han agotado sus opciones de elección y sólo les queda, en distinto grado, comenzar a construir un modelo de largo plazo. La historia se repite, quién más tarde comience, más retrazo cargará consigo en la historia de la economía.

NOTAS

1. Las cifras históricas se refieren al Valor Añadido Bruto de Andalucía. LIZÁRRAGA, C. (2009): El progreso económico de Andalucía en el siglo XX, Instituto de Estadística de Andalucía, Sevilla.

2. Contabilidad Regional de España 1992 y Encuesta de Población Activa 1993.

3. Contabilidad Anual Regional de Andalucía, promedio 2000-2007.

4. Contabilidad Regional de España.

5. Krugman, P. (1998): La era de las expectativas limitadas, Ariel Sociedad Económica, Barcelona.

6. Jordi, G., Jodar, S. & Ruiz, A. (2006): El problema de la productividad en España: ¿Cuál es el papel de la regulación?, La Caixa, Servicio de Estudios, Barcelona.

7. Considerada como líder en el estudio para ambos periodos de análisis.

8. Una revisión de la bibliografía acerca de las causas de la disminución de la productividad española se puede encontrar en ESCRIBA, F. J & MURGUI, M. J. (2007): Análisis sectorial de la productividad total de los factores en la economía Española 1980-2003, Documentos de Trabajo, D-2007-01, Ministerio de Economía y Hacienda.

9. Baumol, W. & Bowen, W. (1966): Performing arts: The economic dilemma, Twentieth Century Fund, New York.

10. Escriba, F. J & Murgui, M. J. (2007): Análisis sectorial de la productividad total de los factores en la economía Española 1980-2003, Documentos de Trabajo, D-2007-01, Ministerio de Economía y Hacienda.

11. Escriba, F. J & Murgui, M. J. (2009): Regional aspects of the productivity slowdown: an análisis os spanish sectorial data from 1980 to 2003, Documentos de Trabajo, D-2009-03, Ministerio de Economía y Hacienda.

12. Pastor, J. M. & Serrano, L. (2005): La geografía del Capital Humano en España: niveles educativos de los municipios, provincias y comunidades autónomas, Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas.

13. Muy lejos de Alemania (11,1%) o Francia (12,3%). Definición de abandono escolar: porcentaje de jóvenes de 18 a 24 años que no han completado el nivel de educación secundaria de segunda etapa y no sigue ningún tipo de educación – formación.

14. Las cifras de la Educación en España. Estadísticas e Indicadores. Edición 2011. Ministerio de Educación.

15. En 1998, 10% más rico de la población percibía el 26% de la renta monetaria disponible, es decir, más o menos lo mismo que la mitad de la población con menos ingresos (28% de la renta monetaria) y en 2005, después de un largo periodo de crecimiento, la proporción se mantuvo prácticamente igual; 25% y 29% respectivamente. Ochando, C. (2010): La distribución de la renta en España en el periodo de crecimiento económico: 1998-2005, Estudios de Economía Aplicada, Vol. 28-3, pags. 1-22.


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