Contribuciones a la Economía


"Contribuciones a la Economía" es una revista académica con el
Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas
ISSN 16968360

 

GLOBALIZACIÓN Y MODELOS DE DESARROLLO. TEMAS DE CALIDAD DE VIDA DE MENOR PRIORIDAD SOCIAL APARENTE EN EL MUNDO Y AMÉRICA LATINA

 

José Leopoldo Montesino Jerez (CV)
poloporo@gmail.com

 

En este trabajo me propongo desarrollar una revisión bibliográfica y un debate analítico sobre algunos de los temas determinantes del bienestar de los pueblos latinoamericanos de nuestra era de globalización actual. Adelanto la hipótesis de que en países de América Latina los temas de menor prioridad social aparente han alcanzado un nivel de preocupación creciente en la comunidad en general, pero que no se refleja como discurso ni como acción política prioritaria en diversos líderes latinoamericanos.

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Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Montesino Jerez, J.L.: "Globalización y modelos de desarrollo. Temas de calidad de vida de menor prioridad social aparente en el Mundo y América Latina" en Contribuciones a la Economía, mayo 2008 en http://www.eumed.net/ce/2008a/


Globalización

La palabra globalización parece tener varios sinónimos hoy en día. Conceptos como, mundialización, aldea global o universalismo, aparentemente dan a entender de manera más o menos similar que hoy se vive un proceso de fuertes y múltiples relaciones compartidas. El mundo, como un todo, está unido y relacionado estrechamente a través del comercio internacional, las redes informáticas de Internet, así como por una mayor frecuencia de contacto entre autoridades y personas comunes de distintos lugares del mundo. A continuación revisaré brevemente algunos de los términos utilizados por diversos autores.

Un primer autor a citar es Alain Touraine, quien utiliza la palabra mundialización indistintamente a globalización. La define como un nuevo modo de modernización, sustentado en la libre empresa y el rol central del mercado en la asignación de recursos, que se ha instalado en todas partes. Explica que en el último cuarto de siglo el Estado intervencionista ha sido reemplazado por otro que busca atraer las inversiones extranjeras y facilitar las exportaciones nacionales. En uno de sus libros recientes, en parte del capítulo 2 subtitulado “La Mundialización”, ha señalado que “nuestro propósito no es describir en detalle esta globalización o mundialización de la economía, pero es preciso situarla en términos históricos a fin de comprender sus efectos sobre la disgregación de las sociedades contemporáneas”.

Un concepto que también comenta y discute Touraine en detalle es el de altermundialización, palabra compuesta y reciente en el léxico socioeconómico, que da a entender la posibilidad de un proceso alternativo a la globalización. Está última globalización corresponde más bien a un modo capitalista extremo de modernización, categoría que no debe ser confundida con cierta etapa en la vida de las sociedades, como la feudal o industrial clásica. La altermundialización, por otra parte, es el resultado de un proceso de convergencia que surge alrededor de la idea de antiglobalización, concepto que es más general y en torno al cual se agrupa una gran diversidad de reivindicaciones.

La eventual imposibilidad de mantener un modelo a escala mundial, de estructuras y relaciones económicas que planteaba un uso indiscriminado de recursos, provocó reacciones y respuestas de grupos ecologistas. Lo anterior, sumado a una crisis de tipo bursátil desencadenada por especulaciones sobre valores tecnológicos, impulsó el levantamiento de un importante movimiento de oposición a la globalización. El nombre que recibió esta iniciativa fue el de altermundialización, constituyéndose en un frente ideológico tan importante como el socialismo de las primeras épocas de la era industrial. Ambos, ecologistas y socialistas, luchan en contra de la dirección capitalista de la economía y la sociedad, atacando sí un modo de desarrollo, aunque el pensamiento altermundialista invoca una gestión de tipo democrática de las grandes transformaciones históricas. Aún así, este movimiento presenta una debilidad intrínseca, según Touraine, consistente en no definir con claridad en nombre de quién y de qué intereses es su lucha, de tal manera que da forma a cierta confusión entre derechos adquiridos y reivindicaciones planteadas contra quienes son dominados en forma más directa.

El concepto de aldea global habría sido popularizado en primera instancia, según Martin Hopenhaiyn, por Marshall McLuhan hace más de 30 años. Desde entonces, ha sido retomado para redefinirlo en distintos sentidos. Para McLuhan, habríamos pasado como humanidad desde una etapa acústico-tribal a una visual-letrada, que llamó Galaxia de Gutenberg, y finalmente a otra acústico-visual, caracterizada por un tipo de comunicación a distancia fundamentada en la televisión. Aunque esta concepción no parece aproximarse mucho a lo que actualmente entendemos por globalización, el propio Hopenhayn se refiere a aspectos de la realidad cotidiana que aclaran el concepto de aldea global: el rock presente en las culturas populares de jóvenes en barrios urbanos tanto de Santiago, como de Buenos Aires o Ciudad de México; el impacto de entrada del Movimiento Zapatista en el escenario político mejicano y que es ampliamente difundido en todo el mundo; el narcotráfico y el consumo de droga en las barriadas de Río de Janeiro; el descalabro en la bolsa de Corea que provoca descalabro en los ahorros de familias modestas o en la pérdida de empleo de trabajadores venezolanos. Así, la aldea global se manifiesta en una serie de relaciones, hasta inauditas, que afectan a ricos y poderosos, a gentes de grandes metrópolis y de pequeñas aldeas. Puede existir una conexión causal y hasta instantánea, entre una sequía en China, un escándalo amoroso en la presidencia norteamericana o copas de más bebidas por presidente ruso y la caída de un 3% de la bolsa de valores de Buenos Aires o Lima.

El universalismo, por otra parte, nos revela un significado que se aproxima al de globalización bajo la unificación de símbolos y modos de conducta. Por ejemplo, la presencia de cadenas de servicios de comida Mc Donalds, la extensión y defensa de los derechos humanos o culturas como la islámica, los servicios que ofrece la banca en todas las grandes ciudades y hasta la realización de un carnaval africano en Londres, se representan, en primer término, como derechos universales y, en segundo, como tales dentro de su contexto (o de manera completamente diferente fuera de éste último).

En el ámbito de las empresas y en la primera mitad de los años 90, el concepto de globalización se encontraba totalmente asimilado como estrategia de negocios. El profesor George Yip, por ejemplo, se ha referido al concepto de “estrategia global” como la transformación de una colección de negocios nacionales en un solo negocio mundial con una estrategia global integrada. Explica que muchas fuerzas están obligando a las organizaciones comerciales de todo el mundo a ampliar su participación en mercados extranjeros. Es por ello, continúa, que tales organizaciones necesitan desarrollar una estrategia de publicidad y marketing global, que pueda integrar sucursales instaladas en diversos países. De la lectura de su texto se desprende que el área de los negocios internacionales ha desarrollado todo un lenguaje apropiado a los nuevos tiempos que vivimos.

Las palabras “global” y “globalizar”, según Yip, hasta están siendo abusadas. En lugar de utilizarlas para designar un tipo particular de estrategia se está empleando el término “internacional”, que en Estados Unidos distingue entre lo nacional y no nacional. Por otra parte, Yip ocupa: (a) el término”internacional” para cualquier cosa que tenga que ver con negocios fuera del país de origen; (b) el término “mundial” como una designación neutral; (c) los conceptos “multilocal” y “global” se refieren a tipos de estrategias mundiales; (d) la palabra “multinacional” para referirse a cierto tipo de compañías; (e) el término “regional” como referencia a áreas formadas por múltiples países que abarcan todo un continente; (f) la idea de “negocio mundial” señala un conjunto de operaciones comerciales extensas y significativas en más de un continente. Aún con todas estas aclaraciones, en la discusión técnica que plantea a lo largo de su libro se presentan algunas dificultades que deben ser puntualizadas. Pone de ejemplo el término “país”, que puede ser problemático para los casos de Benelux y Ucrania. Del mismo modo resulta complicado considerar a los países centroamericanos situados entre México y Colombia.

La época de la globalización

El fenómeno actual de la globalización se venía configurando, en mi opinión, desde los años 80 y se efectuó en al menos dos fases. La primera se inició con el despertar de los problemas ambientales a fines del siglo XX, cuando el ahora distante informe “Comisión Brundtland” advertía de los peligros que representaban para el futuro de la humanidad los problemas ambientales que se vivían en toda la extensión del planeta y la falta de conciencia mundial sobre ello. Fue así como la inquietud por el uso indiscriminado de los recursos naturales, por la contaminación hídrica de mares, ríos y lagos, por la desaparición sistemática de animales y plantas, comenzó a tomar fuerza en círculos no sólo de gobierno sino también académicos, políticos y en el ciudadano común. La doctora Gro Harlem Brundtland, quien fuera Primera Ministra de Noruega, había sido electa presidente de la comisión que llevaba su nombre y que estaba conformada por 21 países. Este encuentro había tenido, sin embargo, una reunión similar precedente, el Club de Roma y que también había emitido un informe. El documento de la comisión Brundtland resultó, de hecho, más optimista respecto al estado ambiental del orbe, señalando que se requería reducir la pobreza con el crecimiento económico. En otras palabras, este loable objetivo necesitaba de crecimiento, pero evitando hasta donde fuera posible sacrificar el medio ambiente y las posibilidades futuras de las generaciones venideras.

Con el paso de los años, estos tímidos planteamientos fueron cobrando cada vez mayor relevancia, hasta convertirse en una verdadera revolución a escala planetaria. En la década de los 80, además, el uso de los computadores personales recién comenzaba a marcar presencia generando una serie de transformaciones en el ámbito de la industria y los negocios, pero también en el académico y cultural. Casi nadie sabía entonces que era Internet. La humanidad recién comenzaba a despertar del asombro que le producía el término del bloque soviético, como fenómeno histórico de relevancia. Además se vivieron algunos fenómenos políticos no esperados, como la entrega del poder de Augusto Pinochet en nuestro país, la incorporación de Hong Kong a China, la mayor cercanía de este país comunista con el mundo occidental y el paso hacia la democratización latinoamericana.

El ataque perpetrado a través del secuestro de dos aviones comerciales, contra las torres gemelas de Nueva York, configuraría a partir de entonces un nuevo escenario en el orden mundial. La globalización debería comprenderse en un nuevo escenario, no sólo de negocios, turismo e intercambios de todo tipo, comerciales, culturales, deportivos, sino también en medio de la tensión que significan nuevas guerras y problemas entre el mundo islámico y el mundo occidental. Los hechos acaecidos obligarían a intelectuales y académicos a nuevas reinterpretaciones de esta realidad, en que a lo ambiental se le sumaba aquel evento no esperado. Algunas preguntas posibles a partir de ese momento eran: ¿se trata de una globalización en que los conflictos o diferencias naturales que suelen ocurrir en todo proceso, ya sean de carácter religioso, comercial o ideológico, deberá resolverse por la fuerza de las armas?; ¿y con las injusticias que todo eso acarrea?; ¿es una globalización que apunta a solucionar diferencias bajo la sombra de un enfoque darwinista en que sólo sobrevivirá el más apto?. En fin, ¿es una globalización en que la sin razón triunfará sobre la razón?.

En cuanto al tema de la conciencia ambiental, comenzó a aumentar la cantidad de eventos, conferencias, publicaciones y de una amplia gama de actividades relacionadas. En Chile se sumaban instituciones de todo el espectro político: desde el Instituto Libertad y Desarrollo, pasando por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la Corporación de Investigaciones Económicas para América latina (CIEPLAN), la Sociedad Protectora de Animales y hasta el Centro de Estudios Públicos. Sólo en nuestra sureña ciudad de Concepción, con motivo del Tercer Encuentro Científico sobre el Medio Ambiente en1989, se dieron a conocer las actividades de treinta organizaciones no gubernamentales orientadas al desarrollo sustentable. Entre ellas: ANTULHUE, ADECOOP, CAPIDE; CEAAL; CETAL; CESOC; CIAL; [...], etc. En el ámbito gubernamental se incorporaron temas ambientales en los planes de estudio del Ministerio de Educación y ya en la primera mitad de la década de los 90 se contaba con la publicación, en el Diario Oficial, de la Ley Nº 19.300 sobre Bases Generales del Medio Ambiente.

Con el paso de la década de los años 80 a la de los 90, y muy rápidamente, muchos intelectuales preocupados del acontecer mundial comenzaron a cuestionar la amplia gama de dificultades que se comenzaba a vivir más allá de la cuestión ecológica. Surgía esta vez del explosivo aumento de la conectividad entre países y pueblos, entre personas y empresas, entre grupos afines, etc., producto de un fuerte e irreversible desarrollo tecnológico en el campo de la informática y de las comunicaciones. Al aumento natural de la demanda por transporte aéreo, visto como una tendencia de largo plazo, se incorporaban nuevos desarrollos acompañados de bajas en costos de producción y una mayor competencia en la oferta de viajes. Así, con mejores posibilidades de financiamiento, mucha más gente común comenzó a visitar otros países y conocer otras realidades, a lo que se sumaba la realidad virtual e instantánea que entregaban, prácticamente en todas partes, las cadenas de televisión nacionales e internacionales.

El público en todas partes poco a poco comenzó a intuir que tales o cuales problemas propios y locales podían ser resueltos o atendidos al igual que en otros lugares, como en países más desarrollados. El ciudadano común se percató, además, de que se abrían nuevas posibilidades de trabajo o supervivencia en países fronterizos. Los empresarios dispusieron de nuevas formas de contacto, de oportunidades de negocios internacionales, de fusiones a gran escala y los acuerdos comerciales de todo tipo se multiplicaron. En esos momentos todos estos hechos evidenciaban la existencia de una nueva realidad y que, necesariamente, se requería una nueva interpretación de la misma: surgía así el paradigma de la globalización. Todo esto, indudablemente, no dejaba de lado las inquietudes que habían comenzado una década antes con respecto a la cuestión ambiental. Más aún, el tema de la sustentabilidad ambiental dio origen a dos Cumbres Mundiales, la de Río de Janeiro, en 1992, y la de Johannesburgo, en el 2003. Lo ambiental, por tanto, mantenía su vigencia como tema relevante al interior de un nuevo proceso que parecía envolverlo y dejarlo en un segundo plano.

La misma idea de globalización, sin embargo, comenzó a ser vista desde otras perspectivas. Intelectuales como Ulrick Beck, por ejemplo, que la asociaba a un nuevo modo de vida y que adquiría dimensiones exclusivamente económicas. El globalismo en Beck es:

“Una concepción según la cual el mercado mundial desaloja o sustituye el quehacer político, es decir la ideología del dominio del mercado mundial o de la ideología del liberalismo. Este procede de manera monocausal y economicista y reduce la pluridimensionalidad de la globalización a una sola dimensión, la económica, dimensión que considera asimismo de manera lineal y pone sobre el tapete (cuando y si es que lo hace) todas las demás dimensiones –las dimensiones ecológicas, cultural, política y social- sólo para destacar el presunto dominio del sistema del mercado mundial.”

En otras palabras, Ulrich Beck y otros cientistas sociales se percataron de que la globalización presentaba al menos dos facetas bien definidas, que se constituía en una moneda de dos caras mostrándonos los aspectos positivos y negativos. No sólo la problemática ambiental seguía vigente, la fauna salvaje seguía en peligro y las chimeneas continuaban contaminando el aire en las ciudades, sino además se evidenciaban aún más injusticias y desigualdades de todo tipo, a lo largo y ancho del planeta, y que antes parecían asuntos lejanos y más propios de expertos locales o a lo más nacionales. En suma, comenzó la preocupación por retomar la idea de desarrollo económico en un nuevo contexto, de repensar las antiguas interpretaciones y modelos de bienestar utilizados hasta entonces a la luz de nuevos antecedentes.

A continuación expondré una revisión de algunos modelos de desarrollo útiles a lo largo de los años y en su momento respectivo, para seguir con nuevas interpretaciones en función de la realidad global que enfrentamos.

Desarrollo Económico y Globalización

La definición de desarrollo económico es relativamente sencilla pero incompleta. Se define como el crecimiento del Producto Nacional Bruto (en adelante PNB) durante un período determinado de tiempo, pero sin especificar el largo de dicho lapso. El PNB es un indicador económico que mide la producción nacional bruta alcanzada en un año y valorada a precios de mercado. Una medida alternativa es el Producto Interno Bruto (PIB) que suele asimilarse al de Producto Geográfico Bruto (PGB) o bien el ingreso per cápita, que es el Ingreso Nacional dividido por el total de la población de un país.

El PNB es reconocidamente el mejor indicador del comportamiento de una economía que se conoce, pero lamentablemente nada dice con relación a temas relevantes y determinantes propios del desarrollo. No se refiere, por ejemplo, al analfabetismo existente, a las viviendas inundadas en cierta época del año, ni tampoco menciona a las personas que se han suicidado por depresión o soledad. Más aún, muchas otras materias relevantes desde el punto de vista de un verdadero desarrollo, no pueden ser estudiadas solamente considerando el carácter agregado del PNB. La cultura o los deportes y recreación, la cobertura de agua potable, los buenos servicios de transporte y un largo etcétera, son cuestiones que sí preocupan a la gente común y forman, hoy en día, parte de sus necesidades cotidianas.

A las dificultades de medición de muchas variables indicativas de desarrollo, se suele agregar el problema de la interpretación correcta de los propios índices utilizados. El profesor Peter Thomas Bauer nos advierte de una verdadera paradoja perversa al respecto. Sucede que los programas de salud, en beneficio de la población, mejoran su bienestar y posibilidades de una mayor esperanza de vida. Un indicador como el ingreso per cápita, al que nos referimos antes, que se obtiene dividiendo el Ingreso nacional por la población, tenderá a disminuir a medida que más crezca la población y mientras más se prolongue la vida de las personas. Es claro ver aquí un posible contrasentido si es que las cifras, conceptos y afirmaciones no se manejan con un mínimo de prudencia.

El profesor Ugo Pipitone, en un libro sobre Asia y América Latina, comienza su obra diciendo que, a fin de cuentas, el desarrollo económico sigue siendo un fenómeno ampliamente incomprensible. Establece que, en el tema del desarrollo, una pregunta conduce, casi siempre, a otras que van conduciendo a otras y otras. La comprensión del estado de desarrollo que ha alcanzado un país, agrega, requiere de incorporar elementos de la historia y la economía. Completa este poco auspicioso terreno de investigación expresando que:

“El desarrollo es un enigma elusivo, un misterio proteico que se encuentra siempre un paso adelante respecto a las teorías que quisieran encerrarlo en alguna explicación definitiva. El desarrollo es el lugar histórico en que energías sociales difícilmente definibles según parámetros universales, entran en circuito creando las condiciones de cambios que rompen equilibrios establecidos y crean nuevas más dinámicas condiciones para el despliegue de necesidades originales y formas inéditas de acción individual y colectiva”.

El nuevo proceso de globalización trae aparejado consigo una serie de interrogantes sobre el proceso de desarrollo que, si bien muchas de ellas ya se vislumbraban o intuían en décadas pasadas, hoy emergen con más fuerza. Si antes sólo la televisión mostraba imágenes a ciudadanos locales de lo que ocurría en otros países, de vez en cuando y pasado un tiempo de ocurridos los hechos, hoy en día el fenómeno es mucho más acentuado. Además, la cantidad de personas que hoy dispone de televisión, Internet, medios más accesibles de transporte aéreo y una mayor variedad de servicios de telefonía, es mucho mayor que en el pasado reciente.

Los procesos tecnológicos globalizadores han acentuado, por otra parte, los efectos tanto positivos como negativos, con relación a cierto grupo de temas relativos al desarrollo. Cabe preguntarse, por ejemplo, cómo han aprovechado las tecnologías de la era de la globalización los contrabandistas de artículos con marcas imitadas, las mafias que trasladan personas indocumentadas de un país a otro o de quienes practican el comercio de estupefacientes. Otras inquietudes tienen que ver con los eventuales efectos negativos de shocks de desempleo provocados por mejores oportunidades de traslado de inversión a otros países, la adopción de costumbres extrañas al ser nacional por determinados grupos disidentes, atentados terroristas o los efectos ambientales negativos que generan determinadas industrias internacionales.

La relación entre globalización y desarrollo, por otra parte, también parece mantener una faceta de carácter polémica que siempre ha estado presente en el debate, pero que ahora también se aprecia con mucha mayor fuerza. Me refiero simplemente al papel que juega uno de los actores más relevantes en dicho proceso globalizador, como es Estados Unidos de América. Es bien conocida la gran presencia de esta nación en los mercados mundiales, de hecho el principal socio comercial de todas las demás naciones, salvo quizás excepciones. Estados Unidos aparece en la actualidad como un gigante tecnológico, comercial, militar y muy influyente, en consecuencia, en cualquier propuesta, acción, decisión o acción que las naciones en conjunto pueden ejercer.

Respecto a lo anterior, el destacado profesor de la Universidad de Columbia y Premio Nobel de Economía Joseph Stliglitz, ha señalado que aún cuando en Estados Unidos frecuentemente se habla del “Estado de derecho”, su pretensión de instaurar medidas unilaterales refleja un rechazo a dicho “Estado de derecho” a escala internacional. Es decir, Estados Unidos está a favor de unas reglas del juego globales, pero se reserva posibilidades de rechazo cuando la Organización Mundial del Comercio o el Tribunal Penal Internacional amenaza transgredir su soberanía. Un ejemplo que cita Stiglitz es que el mundo comparte la misma atmósfera, por lo que las emisiones de un país pueden tener graves consecuencias en otros, como inundaciones en Bangladesh o sumersión de algunos territorios en islas del Océano Pacífico. Con relación a esto, Estados Unidos se ha mostrado desfavorable en acatar decisiones que afectan al mundo entero y que deben ser atendidas en términos democráticos.

Esta quizás tímida reflexión del profesor Stiglitz ha sido ampliada y reforzada por Michael Hardt y Antonio Negri (H&N), en un análisis más crítico respecto del papel de los Estados Unidos en la globalización mundial actual y los efectos que su participación conlleva respecto al desarrollo. Entre muchas otras cuestiones respecto a lo anterior, me permito destacar lo siguiente:

“La guerra fría librada por los Estados Unidos no derrotó al enemigo socialista y tal vez ése nunca fue su objetivo primario. La Unión Soviética se derrumbó bajo el peso de sus propias contradicciones internas. En el mejor de los casos, la guerra fría produjo algunas de las condiciones de aislamiento que, al reverberar en el seno mismo del bloque soviético, multiplicaron aquellas contradicciones explosivas. El efecto más importante de la guerra fría fue reorganizar las líneas de hegemonía dentro del mundo imperialista, acelerar la decadencia de las viejas potencias y dar nuevo impulso a la iniciativa estadounidense de constituir un orden imperial. Los Estados Unidos no habrían salido victoriosos de la guerra fría si no hubiese estado preparado ya un nuevo tipo de iniciativa hegemónica. Este proyecto imperial, de poder en red, define la cuarta fase o el cuarto régimen de la historia constitucional de los Estados Unidos.”

Con el término de la guerra fría y ya en la época de la globalización mundial, Estados Unidos pasó a esta otra etapa que lo muestra en una faceta también conocida pero menos disimulada que antes: el país policía. La responsabilidad de ejercer esta función recayó en la potencia del Norte, a partir de la guerra del Golfo. Según los mismos autores antes citados, en verdad el conflicto bélico tenía un carácter represivo, pero de apenas un leve interés con relación a los objetivos regionales y las ideologías políticas en juego. Lo relevante fue que Estados Unidos, al acusar a Irak de violar la ley internacional, tenía razones para juzgar y castigar a dicho país. Con ello, se alzaba como la única potencia con posibilidades de hacer efectiva una justicia internacional de connotación mundial.

El profesor Atilio Borón, mucho más crítico del rol de Estados Unidos en esta y otras materias, ha hecho ver que el interés de la gran potencia mundial, en el caso de la Guerra del Golfo, ha ido mucho más allá que la necesidad de Washington de asegurar el predominio del “derecho global”. Los intereses económicos y estratégicos explican, según este autor, la conducta seguida en esta nueva era de sociedad en red. Al comentar y analizar este punto de la obra de H&N escribe:

“Por último, ¿cuán realista puede ser un análisis que considera que la Guerra del Golfo, escenificada no por casualidad en la zona donde se hallan las más importantes reservas mundiales de petróleo, fue un asunto de importancia marginal para los Estados Unidos?. ¿Debemos pensar entonces que Washington lanzó sus operaciones militares movido por la imperiosa necesidad de asegurar el predominio del ‘derecho global’ y no con el objeto de reafirmar su indisputable primacía en una región estratégica del globo?. La decisión del Presidente Bush de arrasar Agfanistán, tratando en vano de dar con el paradero de uno de sus antiguos lugartenientes, Osama Bin Laden, ¿habrá sido entonces motivada por la necesidad de hacer lugar a esta demanda de justicia universal? ¿Cómo calificar tamaño desatino?. Esta visión angelical del funcionamiento concreto del imperio, y de algunos acontecimientos desagradables como la Guerra del Golfo, está en línea con otras definiciones sumamente polémicas que hacen nuestros autores. Por ejemplo, que ‘la fuerza policíaca mundial de los Estados Unidos obra, no con un interés imperialista, sino con un interés imperial’. La función de esta afirmación es bien sencilla, y remite a otros pasajes del libro: dado que el imperialismo ha desaparecido, tragado por el remolino que destruyó a los viejos estados nacionales, una intervención del hegemón (sic) sólo tiene sentido como una contribución a la estabilidad del imperio. El pillaje característico de la era del imperialismo ha sido substituido por el derecho global y la justicia internacional”.

La polémica sobre conceptos como imperio e imperialismo, que sostienen H&N parece girar, según nuestra interpretación, en si el dominio mundial de los mercados, y por ende de los habitantes del planeta tierra, se centrará en Estados Unidos como gran potencia explotadora o bien dicho dominio se repartirá a lo largo y ancho del globo terráqueo. Da la impresión que Borón es más optimista, desde el punto de vista de las ideas de Karl Marx, de una especie resurgimiento de la lucha por aquel dominio mundial, en que la disputa entre trabajadores sindicalizados y los empresarios es lo central del asunto. En esta revancha pendiente de los pobres y oprimidos de la actual globalización, la acción revolucionaria deberá esperar un tiempo por la debilidad existente de elementos teórico-prácticos que no permiten por ahora un resultado favorable a la clase trabajadora. De ahí la crítica de Borón a la obra de H&N, en el sentido de que no aporta una contribución sólida para destruir el imperio, dada la gran cantidad de errores teóricos y prácticos detectados en su trabajo intelectual.

Por otra parte, el enfoque abordado por H&N y también Borón, en mi opinión nos aleja y muy lejos de un asunto clave para determinar el verdadero bienestar de las personas. El pueblo norteamericano merece respeto como cualquier otro y la estilización que se hace de Estados Unidos como país dominante se termina por transformar en una caricatura absurda y hasta poco seria. No basta con intentar explicar una nueva realidad mundial que es más compleja de lo que se intenta esquematizar con conceptos nuevos como imperio e imperialismo u otros términos interesantes como contraimperio, producción biopolítica, funciones hobbesianas, estado-nación, multitud, etc., pero que son propios y adecuados quizás para un enfoque de dominio como el que hemos discutido.

Una cuestión relevante que olvidan recurrentemente quienes continúan proponiendo enfoques disruptivos por un eventual dominio olvidan algo elemental no menor: los costos de la confrontación. El concepto de Imperio anotado por H&N, descansa parte de su fundamento en planteamientos como los de Maquiavelo y Polibio sobre un sistema de poder y contrapoder asegura un mecanismo de anticorrupción deseable para el progreso.

Pero un Imperio como el de Roma sabemos que se impuso en general por la fuerza y no siempre por acuerdos. Roma debió luchar contra vecinos hostiles, etruscos, samnitas, galos y hasta griegos del Sur para consolidar su dominio en la propia Italia. Luego participó en las guerras púnicas, por apoyar a un grupo de sicilianos en una disputa de carácter civil y en que Cartago apoyó a la otra parte. Además, a los conflictos internos por las desigualdades sociales existentes se sumaría su expansión territorial a Galia, Grecia, Britania, Egipto y hasta los límites con el río Eufrates. El costo humano y social de las batallas que todo ello significó debió ser incalculable. Finalmente el Imperio se derrumbó, producto de algo que ahora es fácil comprender: la resistencia al dominador, al invasor no invitado, a quien sojuzga a miles y miles de víctimas que van in creciendo, también crece. Es inevitable, el imperio se desmorona, no se puede vivir eternamente contra la voluntad de la gente.

En otras palabras, el costo de mantener un statu quo en términos de “dominador-dominado” tiende a ser infinito y no es posible mantenerlo. Por lo tanto los imperios establecidos bajo esta óptica, lo demuestra la Historia, se derrumban. Esta perspectiva de entender el mundo no es nueva y ha sido planteada por autores como el profesor Jack Hirshleifer, cuando explica algunas teorías que explican el rol del Estado en una economía. En este caso se trata de una teoría denominada “Poder simple y llano”, en que el objetivo principal del Estado es apoderarse del poder y hacer que los demás obedezcan. Evidentemente, esta concepción está muy alejada de las funciones modernas que le corresponden, y sobre las cuales existe bastante consenso entre los economistas profesionales, como muestran Samuelson y Nordhaus al referirse a eficiencia, equidad y estabilidad de la economía.

Pero ¿qué sucede con los que no están interesados en el dominio sino en aportar al desarrollo energías propias y disfrutar, sufrir o vivir con los demás de una manera sana y menos conflictiva?.

Con relación a lo anterior, muchos de nosotros realizamos actividades de tipo social y de carácter ajeno al mundo de los ingresos y gastos. No sólo los más ricos pueden, o tienen a veces, un espíritu colaborador para desarrollar proyectos que van en ayuda de los demás, ya sea en fundaciones, clubes sociales o deportivos y culturales. También los pobres y gentes de clase media tienen valores éticos ajenos a un mundo de lucha interminable e insoportable. Los autores H&N también perciben este mundo de naturaleza distinta y alejada a las cuestiones del poder. Si bien se refieren sólo a las Organizaciones no Gubernamentales (ONG), no parecen dejar claro el papel que tendrán en el futuro, intuyen que “coinciden con las labores del imperio ‘más allá de la política’, en el terreno del biopoder, satisfaciendo las necesidades de la vida misma”.

Quienes hemos participado en torneos de ajedrez, coros de voces o en campeonatos deportivos por equipos sabemos del bienestar que produce al cuerpo, al alma y a la mente el hecho de practicar estas actividades. Por supuesto, las agradables sensaciones o emociones vividas no tienen nada que ver con el dominio. Los conceptos de “Areté” y “Sofrosine” de los antiguos griegos siguen vivos en mucha gente. La virtud aristotélica, la valentía y astucia de Ulyses, la prudencia de Sócrates respecto de la sabiduría y hasta el ideal de las olimpíadas, que desde entonces consideraba la necesidad de una época de tregua y paz para alcanzar un objetivo espiritual aún mayor, también forman parte de la globalización.

Lo anterior, y mucho más, explica desde hace varios años el surgimiento de un fenómeno masivo conocido como las instituciones de la sociedad civil. Este conjunto de organizaciones, que no son nuevas en estricto rigor, representa una prueba palpable de que el verdadero desarrollo humano va mucho más allá del problema del dominio y las disputas entre clases, personas o líderes. Existen muchas de estas instituciones, en lo personal participo como socio en una de ellas: la Colectividad Helénica de Santiago, cuyo objetivo central es promover la amistad social y cultural entre los pueblos de Grecia y Chile. Algo muy alejado de un esquema “dominador-dominado”.

Con relación a lo anterior y otros aspectos que reviste el proceso globalizador, quien merece al menos una referencia es el profesor Lesther Thurow. En un libro publicado en el año 1996 nos anticipa sobre el futuro del capitalismo, el cual se ha de sostener en cinco “placas tectónicas” que conforman “la superficie económica de la tierra”: (a) el fin del comunismo; (b) un cambio tecnológico hacia una era dominada por las industrias basadas en la capacidad intelectual del hombre; (c) una demografía nunca antes vista; (d) una economía global y (e) una era donde no existe un poder económico, político o militar dominante. Cada uno de estos puntos representa (o representará) una serie de transformaciones y situaciones totalmente diferentes al pasado incluso reciente. Tendremos a aquellos que vivían bajo el comunismo viviendo en un mundo con criterios distintos sobre sus anteriores conceptos de éxito y fracaso, mucha más gente trabajará en sus hogares al crecer el tipo de industrias intensivas en habilidades intelectuales, una población que sigue aumentando en forma desigual entre países pobres y ricos pero con una gran tendencia al envejecimiento en estos últimos, una economía global en que los transportes y las comunicaciones se abaratan y perfeccionan cada vez más tecnológicamente y un siglo XXI en que los ya viejos imperios modernos, por llamar de alguna manera a la gran influencia de Inglaterra y Estados Unidos en el mundo simplemente ha quedado atrás.

A mucha gente no le interesa que Estados Unidos, China o hasta los propios explotados dominen el mundo en una eventual revancha, ni menos que alguien tenga deseos de explotar al resto del mundo. La misma globalización ha llevado a no pocos a percatarse de que sí es posible la superación de los problemas de alimentación, vestido y vivienda con el esfuerzo personal, sin echar la culpa a los demás. Más aún, una vez traspasado el umbral de satisfacción de este tipo de requerimientos básicos, aspiran a otro tipo de necesidades relacionadas con cuestiones de tipo espiritual, intelectual, cultural o de realización personal y que van más mucho más allá de lo material.

Con la globalización en plena marcha, en mi opinión, esto representa una arista relevante en la discusión que atañe a los beneficios y costos de este proceso mundial. Es necesaria una nueva orientación que contenga la problemática antes referida pero que no descuide otras facetas fundamentales desde el punto de vista del bienestar humano. Hablamos de modelos de desarrollo, bajo cierta perspectiva histórica y de calidad de vida, pensando más en lo que ocurre hoy.

Teorías del desarrollo en el mundo y en América Latina

Las teorías o más bien modelos del desarrollo en las últimas décadas se han referido principalmente a temas de alto contenido social y económico en países más atrasados, especialmente de Africa, Asia y América Latina. Como Sir John Hicks señala para el caso de la “una teoría de la historia económica”, en estricto rigor no es posible hablar de “teorías del desarrollo”, debido a que como materia de estudio no cuenta con un suficiente cuerpo de hipótesis comprobadas con relación a determinados aspectos del bienestar. No ha sido posible aún establecer leyes teóricas de validez universal en estos campos. Por lo tanto sólo se cuenta con modelos de desarrollo y comentaré brevemente a continuación sólo algunos de ellos.

En primer lugar, en el histórico modelo de Ragnar Nurkse llamado El Círculo Vicioso, las causas principales del subdesarrollo están estrechamente relacionadas en una lógica imperturbable: el ingreso bajo genera un ahorro bajo; los ahorros obtenidos, fuente de toda inversión, serán destinados consecuentemente a un bajo nivel de inversión, lo que representa una a su vez baja productividad; si la economía mantiene una baja productividad, el resultado será, inevitablemente a lo largo del período, un bajo ingreso. Así, el ciclo se repite y los países pobres no pueden escapar de la pobreza. Esta tesis, sostenida incluso por analistas de la Comisión Económica para América Latina, ha sido refutada entre otros por el profesor P. T. Bauer. Este señala que, aún aceptando la tesis como válida, no explica como innumerables individuos, grupos y comunidades han pasado de ser pobres a ser ricos, o de países ya desarrollados y que comenzaron siendo pobres. El modelo de El Círculo Vicioso no es consistente, además, con el hecho de que numerosos pueblos del pasado y el presente han construido grandes monumentos, templos, catedrales, etc. que no representan otra cosa que un ahorro de recursos, extraídos de actividades de consumo y destinados a fines no productivos.

Otros modelo de desarrollo es el Economías Dualistas, es decir aquellas en que un pequeño sector moderno y eficiente, con frecuencia en manos de los extranjeros, coexiste junto a un sector atrasado y sin comunicación, o con pocos nexos con el primero. Esta forma de entender el desarrollo y subdesarrollo interno de un país se sustenta, además, en planteamientos como los de Ellsworth Huntington, quien aseveró que la gente de tierras tropicales es inferior a la de zonas templadas en cultura y asuntos económicos. Otro autor, J. H. Boeke, ha escrito que las personas de países menos desarrollados (en adelante PMD) no está económicamente motivada al trabajo y no responde a los incentivos económicos típicos. Hla Myint, por otra parte, ha expresado que el dualismo económico y la falta de desarrollo se deben a la interferencia y explotación extranjera y no a la inhabilidad nativa.

La cantidad de teorías del desarrollo que anota la literatura es bastante amplia. La Teoría Clásica sostiene que en la (una adecuada) división del trabajo se encuentra el comienzo del proceso de desarrollo, pero que encontraba sus límites en las limitaciones de tierra disponible (Ricardo) y en el rápido crecimiento de la población (Malthus). El Gran Capital y Salida de Excedentes es un aporte de Charles Klindeberger que ha visto en lo reducido del tamaño del mercado una de las principales causas del subdesarrollo, sugiriendo de paso la utilización de enormes sumas de dinero en infraestructura antes de que pueda ser alcanzado el desarrollo. La idea es que una estructura sólida en obras públicas puede le otorga al país una mejor integración y permite la creación de mercado de tamaño regional y nacional donde puedan operar las economías de escala y se estimule la competencia.

El modelo de Crecimiento Equilibrado versus Desequilibrado por otra parte es una extensión del modelo anterior. El mencionado economista Ragnar Nurske por ejemplo ha expresado que la inversión debe efectuarse en todas partes de la economía simultáneamente para superar lo pequeño del mercado, mientras que Paul Rosenstein-Rodan afirmaba que la inversión sincronizada era necesaria para estimular el ingreso y así la demanda. Por otra parte el modelo de las Etapas del Crecimiento se debe a Walt Whitman Rostow, que se acepta como una versión más moderna de otros atribuidos a Friedrich List y Bruno Hildreband y consistente en explicar el desarrollo económico de los países por etapas. En este caso W. W. Rostow se refiere a cinco: (a) la sociedad tradicional, en que los clientes más viejos determinan la organización y la gente no siente una necesidad de cambios; (b) las condiciones previas para el cambio, en que hay un cambio gradual de actitudes, tasas más altas de ahorro e incorporación de tecnología; (c) el despegue, en que la inversión se dobla y pasa al 10% (del PNB) e industrias líderes se inician; (d) la marcha hacia la madurez, con tecnología extendida al resto de la sociedad y mayor variedad en la producción y (e) la era del consumo masivo, en que las necesidades básicas ya no son un problema y aumenta el consumo popular de bienes durables.

El Modelo de Lewis del Excedente de la Fuerza laboral plantea la relevancia de que los capitalistas efectúen sus ganancias, pues es la clase con mayor propensión a ahorrar e invertir. En un PMD con más inversión la economía crece y con ello el empleo. Un requisito de fondo en este esquema es que la clase capitalista reciba un porcentaje de ganancia mayor que la clase trabajadora, pues es la que invierte. El modelo ha sido criticado pues no explicaría bien la presencia de desempleo ante una eventual alza en los salarios.

La literatura sobre el tema mantiene como un clásico el llamado “Modelo de Harrod-Domar”, en honor a dos economistas de habla inglesa: sir Roy Harrod de Inglaterra y el profesor Evesey Domar de Estados Unidos, quienes a principios de los años cincuenta diseñaron una relación entre ahorro de la economía (S), Ingreso Nacional (Y), capital (K) e inversión (I). La estrategia de desarrollo que sugiere este modelo para el despegue económico se fundamenta en generar suficiente inversión para acelerar el crecimiento económico. Desde un punto de vista macroeconómico toda economía debe ahorrar (no consumir) y canalizar estos recursos aunque sea a reponer bienes de capital desgastados (depreciados en el lenguaje contable), tales como edificios, equipo, materiales. Sin embargo, para crecer se requiere de nueva inversión, adiciones al acervo de capital existente. Si existe una relación entre la magnitud de capital, y el PNB total (medida alternativa al ingreso Y), se sigue que todo el capital añadido generarán aumentos correspondientes al producto nacional.

El modelo sigue con relaciones matemáticas como S = s.Y donde s es un porcentaje (por ejemplo s= 20% ó 0,20), luego el ahorro (S) se supone una fracción del Ingreso Nacional (Y). la inversión (I) se define como el cambio (símbolo ) del acervo de capital (K), luego I = K. El razonamiento sigue con el hecho de que también el capital guarda una relación de proporcionalidad constante = k con la producción nacional total (PNB ó Y), por lo que se tiene que K/Y = k, o bien (del cálculo diferencial) K/ Y = k, que permite escribir K = kY. Finalmente, como el ahorro nacional total S debe ser igual a la inversión total I, es decir S = I, reemplazando debidamente se llega a que S = s.Y = kY = K = I, o bien Y/Y = s/k. Esta ecuación, de cierta fama en el campo del desarrollo económico, enuncia solamente que la tasa de crecimiento del PNB (Y/Y) se determina conjuntamente con la razón de porcentaje de ahorro nacional (s) y la razón capital-producto nacional (k). Se concluye que para crecer, las economías deben ahorrar e invertir cierta proporción de su PNB. Entre tanto más ahorren, y por lo tanto inviertan, crecerán más rápido.

Entre los modelos de desarrollo económico más tradicionales aplicables a América Latina se incluyen el denominado “Modelo Neomarxista” y el “Modelo del Paradigma Falso”. Ocupo la palabra “tradicional” por tratarse de una concepción que ha permanecido y probablemente permanecerá en el tiempo bajo distintas formas pero de igual fondo. El primero de los mencionados también se conoce como “Modelo de dependencia neocolonial” y atribuye a la evolución histórica del sistema capitalista internacional de relaciones muy desiguales entre países ricos y pobres la existencia y mantenimiento del subdesarrollo en el tercer mundo. El argumento señala que, ya sea consciente o inconscientemente negligente, la explotación de los países de la “periferia” por parte de los del “centro” se da tal manera que hace imposible a los primeros alcanzar la autonomía y el progreso deseados. Más claramente este modelo señala que:

“Ciertos grupos de los países en desarrollo (por ejemplo, los terratenientes, los empresarios, los comerciantes, los funcionarios públicos y los líderes sindicales), disfrutan de ingresos elevados, posición social y poder político, constituyen una pequeña clase gobernante elitista cuyo principal interés, ya sea deliberado o no, reside en la perpetuación del sistema capitalista mundial de desigualdad que los beneficia. En forma directa e indirecta, estos grupos sirven a otros grupos especiales de poder de los países ricos (están dominados por ellos) y son recompensados por ellos (dependen de ellos), o sea por las corporaciones multinacionales, las agencias nacionales de ayuda bilateral y los organismos multilaterales de asistencia como el Banco Mundial y otras agencias especializadas de Naciones Unidas. Sus actividades y puntos de vista sirven constantemente para inhibir todos los esfuerzos genuinos de reforma que podrían beneficiar al grueso de la población. En suma, la concepción neomarxista, neocolonial, estructural del subdesarrollo, atribuye gran parte de la pobreza permanente del Tercer Mundo a la existencia y las políticas de los países capitalistas industriales del hemisferio norte, y a sus extensiones en forma de grupos pequeños, pero poderosos, elitistas o ‘compradores’, en los países menos desarrollados”.

El “Modelo del Paradigma Falso”, por otra parte, también representa un punto de vista asociado a la corriente estructuralista-internacional de desarrollo. En concreto, atribuye el subdesarrollo del Tercer Mundo a los consejos errados e inadecuados, aunque bien intencionados, de asesores expertos pero a menudo mal informados y que provienen de agencias de asistencia de países desarrollados. Estos profesionales, que provienen de instituciones como el Banco Mundial, la UNESCO, la OIT, el PNUD y el Fondo Monetario Internacional, utilizan modelos elegantes y técnicas complejas de la economía y otras ciencias sociales, pero que en la práctica terminan por favorecer sólo a los intereses creados de las estructuras de poder existentes, tanto nacionales como internacionales.

Un aspecto en la comprensión del desarrollo y que no puede ser desestimado en su estudio es, indudablemente, la revisión de los hechos del pasado. Ugo Pipitone es un autor que se ha aventurado en una línea de análisis que podríamos denominar el “Modelo histórico comparativo”, pues nos presenta los elementos más relevantes del desarrollo del capitalismo en un conjunto de países atrasados y adelantados. En una obra publicada en español a mediados de la década de los años 90, explica como las profundas transformaciones en el comercio, la agricultura y la organización estatal hicieron posible que algunos países de Europa alcanzaran posiciones de privilegio en materia de desarrollo. Además, su trabajo incluye una atención especial a las experiencias históricas de Dinamarca, Suecia, Italia y Japón, que contrasta con la de países más atrasados relativamente como Brasil, México, Nigeria e India .

Calidad de Vida y Menor Prioridad Social Aparente

La discusión y revisión de los modelos anteriores nos permite comprender de mejor manera un nuevo enfoque de análisis de los problemas del desarrollo en países como los de nuestra América Latina. Este nuevo paradigma es conocido como el de “Calidad de Vida”, y se entiende como aquel nivel de desarrollo avanzado de una sociedad en que se han resuelto eficientemente todos los problemas básicos urgentes (alimentación, vestido, vivienda, seguridad y transporte) y también aquellos aparentemente menos prioritarios pero que determinan distintos aspectos del bienestar social (cultura, recreación, deportes, medio ambiente adecuado, convivencia social, etc.).

La calidad de vida es una idea con ciertos componentes relativos, no es posible una definición absoluta por tratarse de un concepto multidimensional. Es así pues obliga incluir elementos costumbristas de distintos grupos o sociedades que a veces resultan contrapuestos. Por ejemplo las corridas de toro en España o las peleas organizadas de osos contra perros en algunos pueblos de Oriente. El boxeo mismo como deporte violento divierte a muchísima gente, que no parece importarle para nada el daño mental que sufren los participantes. En los rodeos en Chile suelen fracturar al novillo que es acosado por los huasos a caballo. Estas actividades quizás causan mucha satisfacción a amplios grupos de población de esos lugares, si bien no a todos. Sin embargo, para otras sociedades todo esto corresponde simplemente a un tipo de barbarie que nos retrae a los tiempos en que aún funcionaban los anfiteatros de la época del imperio romano.

El concepto se complica al tratar de interrelacionar componentes causa-efecto de determinadas situaciones que involucran, por ejemplo, calidad de vida obtenida a través de una sana diversión combinada con una desgracia. Esto ocurre por ejemplo si una persona va a la montaña a esquiar y sufre un accidente mientras efectúa alguna maniobra. La idea que aquí presento no es nueva y la adelantaba hace un par de milenios un diálogo entre Sócrates y Critóbulo sobre el concepto de bien:

“Critóbulo – [...] entiéndase siempre todo lo que él posee de bien; pues, por Zeus, si alguien tiene alguna desgracia, no pondría yo esto entre sus bienes.

Sócrates – Tú reputas, pues, deberse llamar bienes de alguien sólo aquellas cosas que le traen ventaja.

Critóbulo – Así precisamente.

Sócrates – Y por tanto, si alguien, comprado que haya un caballo [...] cayendo de él se hiciera daño, ¿no incluirías tú entre sus riquezas también aquel caballo?

Critóbulo – Ya no, porque dijimos ser riqueza sólo lo que beneficia”.

Sócrates – [...] demuestras estar de acuerdo conmigo en considerar como riqueza sólo aquellas cosas de las cuales alguien sabe extraer beneficio”.

La dificultad de establecer una definición más precisa ya había sido advertida por otros autores, entre ellos el profesor y economista Jorge Rodríguez Grossi, quien ha establecido una relación entre los conceptos de “calidad de vida” y “desarrollo económico”. Según Rodríguez Gross el Producto nacional Bruto (PNB) presenta limitaciones por lo demás bien conocidas desde el punto de vista del bienestar social, lo que plantea la posibilidad de alcanzar una especie de meta del desarrollo satisfaciendo las aspiraciones de “individuos promedio” en el consumo de “bienes posicionales” como cuadros, obras de arte, títulos honoríficos, etc. Así, bajo esta perspectiva, el desarrollo económico puede ir acompañado de una reciente frustración en la medida que dichas aspiraciones no pueden ser alcanzadas por todos y la idea de “calidad de vida” se complica. Citando a Kurt Baier, quien también ha efectuado intentos por definirla, aclara que la “calidad de vida” contiene elementos “comparativos” y “evaluativos” con relación a patrones de medida asociados a muchos criterios, a diferencia por ejemplo de la temperatura y la longitud que son de una sola dimensión. Por esta razón el concepto mismo de “calidad de vida” está expuesto a indeterminación:

“En suma, y pese a las evidentes dificultades para lograr una definición totalmente apropiada, el camino a seguir consistiría en la construcción de indicadores complejos de calidad de vida para incorporar criterios múltiples, a sabiendas del riesgo de la indeterminación y de la posible carencia de unanimidad sobre los criterios y a su importancia relativa”.

En cualquier sociedad, en particular la chilena, las personas de los distintos estratos sociales buscan de forma natural orientar sus vidas a innumerables actividades que les procuran medios de subsistencia así como posibilidades de distracción y socialización. Desde el simple trayecto en microbús, desde sus casas al trabajo, la vista de muros rayados, el robo de alambres del teléfono y hasta un pequeño dolor de cabeza forman parte de un conjunto de actividades diversas que determinan, en definitiva, un buen pasar cotidiano.

He utilizado en otro lugar la idea de “calidad de vida en dimensiones humanas de menor prioridad social aparente” para enfatizar una condición natural que existe para determinar cómo asignar los recursos disponibles para resolver materias que afectan al individuo común. Economía es el estudio de cómo asignar recursos escasos para satisfacer necesidades múltiples, crecientes y jerarquizadas, es decir, resolver el problema económico atendiendo prioridades. Esto es importante pues la asignación óptima considera el efectuar una buena determinación de prioridades. Un ejemplo claro es el uso del agua en una casa: si lamentablemente se produce un principio de incendio, las personas presentes asignarán en primera prioridad el uso del agua a apagar el incendio y no a prepararse un jugo de naranja o un té para compartir con el vecino. Ciertamente, lo primero es simplemente apagar el incendio y resolver esa necesidad de manera prioritaria.

La idea respecto a temas de “menor prioridad social aparente” que incluyo en mi lenguaje se refiere básicamente a necesidades sociales por atender que no han sido priorizadas por razones estratégicas –falta de recursos- pero cuya atención no debe ser descuidada bajo ningún punto de vista. Cuando se otorga una prioridad de parte de los gobiernos, para establecer una adecuada asignación de recursos, se establece una lista que es el resultado de criterios diversos. Esto, naturalmente, no es infalible. En ocasiones suelen dejarse de atender asuntos que sí importan a ciertas comunidades. Con esto he querido justificar la palabra “aparente”, puesto que no es posible afirmar categóricamente, en estricto rigor, que determinados grupos de necesidades y contextos sociales requieran una atención más prioritaria en uno u otro sentido de la acción estatal.

Al plantear y tratar de responder a la pregunta: ¿qué ha estado ocurriendo en materia de atención a los temas de menor prioridad aparente en la sociedad latinoamericana?, nos encontramos con diversas manifestaciones que parecen apuntar a un discurso político latinoamericano bastante alejado de este tipo de temas. Más adelante espero probar que, en cuanto a prensa escrita se refiere, las manifestaciones de intencionalidad de acción de algunos presidentes o funcionarios de alto nivel para los casos de Venezuela, Brasil, Argentina y Bolivia, se orientan principalmente a temas de carácter estratégico o político a nivel nacional, o a lo más a temas de carácter más prioritario.

En otras palabras, temas referentes a adultos mayores, cultura, violencia intrafamiliar, inmigrantes, etc. parecen no tomarse en cuenta a la luz de lo que recibe la opinión pública. Los temas que hemos clasificado de menor prioridad social aparente no suelen aparecer en el discurso y voluntad políticos. Esta situación se da aunque resulta evidente que el trabajo cotidiano y de ayuda en temas menos prioritarios de la gente que trabaja en los respectivos aparatos estatales de esos países siguen su curso normal.

Antes de efectuar esta revisión documental debo aclarar que, de acuerdo a estudios realizados para el caso chileno y según determinados tipos de metodologías aplicados a información de prensa (para dos diarios populares de entonces, La Cuarta y El Metropolitano), la clasificación de temas prioritarios y menos prioritarios nos ha entregado una serie de cuadros estadísticos para los años indicados y como los siguientes:

Por otra parte se ha procedido al cálculo del puntaje representativo del grado de prioridad alcanzado por cada noticia sobre calidad de vida incluida en la base de datos. Para ello se ha incluido una variable denominada “Puntaje” que pondera los distintos elementos incluidos en las fichas de acuerdo a la siguiente fórmula general:

PUNTAJE = (PAGINAS FORMULA) + (TAMAÑO TEXTO) + (FOTO COLOR) x 2 + (FOTO B/N) + (PAGINA PRINCIPAL) x 3

El significado de las variables es el siguiente: PUNTAJE = indicador de prioridad e importancia del tema de calidad de vida; PAGINAS FORMULA = número de páginas en las que aparece la noticia; TAMAÑO TEXTO = tamaño relativo de la noticia en relación al tamaño de la página del periódico; FOTO COLOR = número de fotos en colores que incluye la noticia; FOTO B/N = número de fotos en blanco y negro que incluye la noticia y PAGINA PRINCIPAL = variable dicotómica que señala la presencia o ausencia de la noticia en la página de portada del periódico. La fórmula aplicada ha buscado asignar puntajes que reflejen la relevancia de la noticia en función de los parámetros indicados, de acuerdo a un criterio particular de entre muchos alternativos.

En esta ocasión me ha parecido más relevante el hecho de que la noticia incluya una foto en color que una en blanco y negro, puesto que la probabilidad de llamar más la atención del lector es más alta; por esta razón se le ha asignado un coeficiente de ponderación igual a dos (“2”). Del mismo modo, noticias que ocupaban dos, tres o más páginas como las de anegamientos en épocas lluviosas, es evidente que marcan un punto de interés mayor que las demás, cobrando importancia la variable “Tamaño de la noticia”. Una noticia aparecida en la primera página ha sido ponderada por un coeficiente igual a tres (“3”), pues de alguna manera refleja un alto interés tanto para los representantes del medio informativo como para el público en general, el cual tiene la posibilidad de conocer el hecho en forma sintética incluso sin adquirir el diario, pues puede leer las portadas en los quioscos de venta.

El cuadro Nº 2 fue elaborado a partir de una selección mensual de informaciones relacionadas con calidad de vida en la Región Metropolitana de Santiago, a las cuales se les aplicó una metodología orientada a establecer niveles de prioridad según el impacto probable de los hechos noticiosos en la opinión pública. De un total de 9 categorías principales de noticias sobre temas de calidad de vida, entre ellas Adultos Mayores, Cultura, Educación, Legislación-Justicia, Medio Ambiente, Salud, Transporte, Vivienda-Urbanismo y Otros Temas, se obtuvo que las relacionadas con “Legislación y Justicia” resultaron en primer lugar y lejos, en una proporción aproximada de puntaje de tres a uno.

Sin entrar en detalle respecto a la distribución del número de noticias detectado y el puntaje obtenido según las categorías secundarias incorporadas en el estudio, el cuadro Nº 2. nos revela además que la categoría principal de “Cultura” (incluía deportes y recreación) obtuvo importantes lugares de prioridad en al menos tres de los cuatro meses elegidos de modo aleatorio para el cálculo. Si bien este tema de calidad de vida aparenta incluso hoy presentar un bajo perfil y poco significado, la realidad es muy diferente. Además, dos importantes grupos de temas como “Medio Ambiente”, “Adultos Mayores” simplemente quedaron en posiciones de menor interés prioritario. Cabe hacer notar que en la categoría “Otros Temas” se anotarían sólo aquellas noticias que no pudieran agruparse en las señaladas en la lista principal, pero en la práctica quedó aproximadamente el 98% ó 99% dentro de esta última.

El resultado que se obtuvo de la importancia prioritaria que le ha dado la prensa al tema cultural y su creciente relevancia lo confirman distinguidos autores, en un trabajo sobre cultura y desarrollo en Chile sobre su pasado histórico así como del presente. Es oportuna la distinción del profesor M. A. Garretón sobre la diferencia entre crecimiento y desarrollo, con miras a una política verdaderamente adecuada y pensando en una sociedad que “busca evitar quedar pegada” en lo que denomina un cemento desintegrador del verdadero sentido desarrollo.

Por otra parte, todo lo relacionado con temas como discriminación, inmigrantes, maltrato en el hogar y discapacitados se incluyó como categoría secundaria al interior de algunas categorías principales, en especial “Salud” (discapacitados por sordera, ceguera, habla o problemas mentales por ejemplo) y “Legislación-Justicia” (agresión a la mujer, maltrato a niños, discriminación, inmigrantes). De este modo, debido a la superposición de temas, muchos problemas de calidad de vida que soporta estoicamente la población se incorporaron a categorías que resultaron demasiado amplias, en particular “Legislación y Justicia”. De allí que en una evaluación más fina, más prolija respecto a las prioridades, es posible que algunas categorías que habíamos definido de carácter secundario tengan en realidad una importancia social tal vez mucho mayor de la “menor prioridad social aparente” según los datos que se muestran en forma tan agregada.

De todos modos, y esto es una opinión personal, ya sea que se trate de noticias prioritarias o no, para una sociedad que aspira a la verdadera modernidad resulta imprescindible enfrentar, analizar, discutir y en definitiva resolver las dificultades que conllevan aquellas materias un tanto olvidadas por la prensa capitalina, pero que no sólo afectan directamente la calidad de vida de un enorme número de personas, sino que además producen una serie de secuelas sociales negativas que recaen tarde o temprano sobre el resto de la población.

Los resultados estadísticos que se muestran en seguida se refieren a resúmenes de volúmenes mensuales correspondientes a una base de datos de noticias sobre calidad de vida en la Región Metropolitana de Santiago, aparecidas entre los meses de julio de 1999 y junio del 2000. Debido a la gran cantidad de información recopilada, se incluyen aquí sólo cálculos para los meses de agosto de 1999 y abril del 2000 del diario “El Metropolitano”, que muestran los Cuadros Nos. 3 y 4.

En el Cuadro Nº 4 vemos el mismo ejercicio del Cuadro Nº 3 anterior pero efectuado para el mes de abril del año siguiente. Se han separado con más detalles categorías que antes se incluían en otras más amplias, revela que los renglones referentes a abandono de menores, adultos mayores, discapacitados, discriminación, etnias e inmigrantes, medio ambiente, recreación y violencia intrafamiliar tuvieron un comportamiento noticioso mucho menos relevante.

Las estadísticas elaboradas antes anotadas (y en otros cuadros de las mismas fuentes citadas correspondientes a otros meses) confirman, del mismo modo que en el ejemplo anterior, que los temas de menor prioridad social aparente, como los hemos llamado, se refieren a asuntos relacionados con abandono de menores, violencia intrafamiliar, etnias e inmigrantes, discapacitados y medio ambiente.

El caso de la cultura y por los altos puntajes obtenidos cabe, en nuestra opinión, en una categoría de alta prioridad social. Aún así, no aparece con frecuencia en el discurso de los líderes latinoamericanos, lo que evidentemente requiere revisar no sólo las políticas de comunicación al público, sino también desarrollar estrategias específicas de impulso a la cultura. En principio, una reformulación de las políticas tributarias que permitan la rebaja de impuestos a cambios de aportes directos a programas culturales aparece como lo más urgente en el corto y mediano plazo. El Estado no puede seguir actuando como el perro del hortelano, apropiándose de importantes recursos a través de los consabidos aumentos de impuestos, que en la práctica se diluyen en un interminable gasto burocrático estatal (papeleo, oficinas, funcionarios, materiales) y que finalmente no llegan a quienes tienen ideas novedosas en materia cultural.

Este aparatado que finalizamos aquí, ha tenido la intención básica de aclarar el lenguaje que estamos utilizando. En seguida revisaré algunas ideas sobre el concepto de calidad de vida establecidos por el Premio Nobel de Economía Amartya Sen y, por último, contrastaré algunos discursos latinoamericanos típicos aparecidos en la prensa reciente, demostrando que los temas de menor prioridad social aparente prácticamente aparecen olvidados en el discurso político.

Amartya Sen y su Modelo de Calidad de Vida

La persona del profesor Sen pasó casi desapercibida en su paso por Chile, según se comenta en un artículo aparecido en el diario El Mercurio del día domingo 25 de octubre de 1998. Al margen de su rostro moreno y nombre de difícil pronunciación, su trabajo no había dejado conforme al editorialista del Wall Street Journal, que informó al público del otorgamiento del Premio Nobel de Economía con el título “Ganó el economista equivocado”. De paso, en la columna periodística se informaba que este reconocimiento daba voz a las organizaciones y académicos de izquierda, alegrando de paso a quienes habían efectuado trabajos sobre “desarrollo humano” en la Organización de Naciones Unidas. El mismo artículo aclaraba que Amrtya Sen fue uno de los inspiradores del llamado “Índice de Desarrollo Humano” (IDH), el cual incorporaba además del ingreso de la población un conjunto de factores como educación, salud, seguridad, descentralización y discriminación por género.

Las ideas fundamentales del “Modelo de Calidad de Vida” de Amartya Sen aparecen explicadas en un artículo del capítulo II de un libro sobre calidad de vida escrito por varios especialistas de diversos campos y compilado por Sen y la filósofo Martha Nusbaum. Para Sen es fundamental la palabra capacidad, que utiliza en su propuesta teórica sobre el bienestar, para designar la ventaja que tiene una persona para efectuar actos valiosos. Su idea dista de otras acepciones respecto del bienestar que centran su atención es cuestiones como utilidad personal, placeres, opulencia, riqueza real e incluso a la tendencia en la comparación con una base de igualdad justa. Otros conceptos establecidos son funcionamientos, para coordinar actividades que definen aquella capacidad, como estar bien nutrido, poseer buena salud, etc. y que pueden ser ponderados otorgándoseles valores numéricos.

Otras ideas que Sen incluye son los objetos-valor, aquellos que tienen ponderaciones positivas y que generan una jerarquía de dominio, es decir un parámetro para poder comparar si la acción “x” es a lo menos tan alta como la acción “y”. En su lenguaje incorpora los llamados espacios evaluativos, una serie de actos que amplían la idea de una pura evaluación de tipo utilitarista, posibilitando el estudio de diversos tipos de libertades en términos de capacidades. Debido a que justamente las comparaciones de libertad provocan problemas de evaluación, es que considera un rango de elecciones independientes que una persona común puede ejecutar. Sen aclara que se puede hacer comparaciones en términos de inclusión de conjuntos, e incluso afirmar que reducir un menú de opciones a elegir no aumentará necesariamente la libertad del individuo. Según esto, resulta extraño concluir que la libertad de una persona no disminuye cuando tiene que elegir entre las opciones “mala, horrorosa y espantosa”, que cuando debe seleccionar tres opciones opuestas a la lista anterior: “buena, excelente y soberbia”.

En el mismo trabajo de Sen explica que aún cuando la identificación de los objetos-valor y el hecho de especificar un espacio evaluativo requiere normas, la naturaleza de estas va a depender del cuál es el propósito de la medición a efectuar. Si se desea evaluar el bienestar, el resultado puede ser diferente al de juzgar otros logros en términos más bien generales y para un individuo. Esto es así pues, según el autor, una persona puede tener objetivos totalmente distintos a los de alcanzar su propio bienestar. De allí su aseveración, en consecuencia, de que la libertad alcanzable puede ser aún mayor, pero con el sorprendente resultado de haber logrado menos. Desde el punto de vista del interés evaluativo aparecen cuatro nociones con relación a la idea de ventaja humana: (a) logro de bienestar; (b) logro de agencia; (c) libertad de bienestar y (d) libertad de agencia. Al establecer estos conceptos, en mi opinión, Sen quiebra el enfoque tradicional basado exclusivamente en el supuesto de la racionalidad humana que propone la teoría económica del bienestar. Con el ejemplo siguiente Sen lo aclara aún más:

“Por ejemplo, al determinar si una persona sufre privaciones de una manera que requiere asistencia de otros o del Estado, puede argumentarse que el bienestar de ésta posiblemente sea más importante que su éxito como agente (pongamos este por caso: el Estado podría tener una mejor base al ofrecer apoyo a una persona para superar el hambre o las enfermedades, que para ayudarla a construir un monumento a un héroe, aunque dicha persona de más importancia al monumento que a la eliminación del hambre o enfermedad). Además, para los ciudadanos adultos, la libertad de bienestar puede ser, en este contexto, más importante para la política del Estado que el logro de bienestar (por ejemplo el Estado podría tener razón al ofrecer a una persona oportunidades adecuadas para superar el hambre, pero no para insistir en que debe aceptar esa oferta y dejar de tener hambre)”.

Otro aspecto interesante del enfoque de Sen es que plantea la posibilidad de que el bienestar sea evaluado en función de cómo la persona se siente ella misma (su propia felicidad), o bien desde el punto de vista que esta persona puede hacer al resto de la sociedad, coincidiendo incluso con las metas generales que pueda tener la agencia. De acuerdo a esto, el bienestar de un sujeto puede comprender entonces su “preocupación por otros”, ya que hacer el bien posibilita que un individuo se sienta contento o realizado y que esto, además, constituya logros importantes para su funcionamiento.

En este punto es interesante la referencia que hace este autor al pensador clásico Adam Smith cuando explica determinados funcionamientos relevantes para el bienestar, que varían desde los elementales de alimentación hasta más complejos como conseguir autorrespeto, participar en la vida de comunidad y hablar en público sin timidez.

En otro ámbito Sen se pregunta ¿porqué las capacidades y no sólo los logros?. En este punto se centra en explicar su proposición alternativa de evaluar la calidad de vida a través de un conjunto de funcionamientos representados por n-tuples (vectores) que combinan quehaceres y seres de cada persona. El nuevo enfoque resulta mucho más general y apropiado –a pesar de varias complejidades que Sen menciona y discute en el texto- por cuanto permite evaluaciones parciales o particulares en las cuales, por ejemplo, ninguna noción del tipo de libertad influye en un logro que se relacione con una capacidad determinada. El modelo de Sen permite además que una persona reflexione sobre el actuar libremente, ser capaz de elegir ante un mayor número de opciones y no sólo enfrentar elecciones viables que consideren los mejores elementos disponibles, como ocurriría en la teoría tradicional del consumidor. Creo interpretar que las posibilidades prácticas y de contraste empírico de su teoría, con relación a la evaluación de la calidad de vida, alcanzan hasta casos de funcionamientos rebuscados. Es el caso de una persona que decide ayunar y por ello pasar hambre, pero esta última situación sucede porque ella rechaza la opción de comer voluntariamente. Por tanto, en determinados contextos sociales, puede ser útil la distinción entre eliminar el hambre involuntaria sin prohibir el deseo de ayuno, que hacerlo con prohibición.

Al referirse a la relación entre capacidades básicas y pobreza el autor sostiene que, para algunos ejercicios evaluativos, identificar un subconjunto de capacidades crucialmente importantes denominado necesidades básicas puede ser muy útil. Explica que en diversos estudios se tiende a definir necesidades básicas como necesidad de productos primarios (relacionados con alimentos, vivienda, vestido, cuidados de salud), y que esto puede distraer la atención (con relación a su lenguaje teórico) por el hecho de que estos bienes no son más que medios para obtener fines reales (insumos valiosos para funcionamientos y capacidades). Al considerar el análisis de la pobreza, la identificación de la combinación mínima de capacidades básicas puede constituir una manera correcta de establecer el diagnóstico y medición de la pobreza, así como llevar a resultados muy diferentes de los obtenidos al considerar sólo el ingreso como variable seleccionada. Sen señala que esta última variable puede ser transformada en términos de capacidades básicas, lo que puede variar entre individuos y sociedades. Refuta la concepción de que la pobreza es en cierto sentido sólo un asunto de ingreso inadecuado, más que una falla en las capacidades. Enfatiza que la caracterización de la pobreza, desde el punto de vista del motivo (que la causa) puede hacerse también desde el formato tradicional del ingreso inadecuado. Aunque la diferencia de formulación no tendría importancia, las variaciones interpersonales e intersociales de la relación entre ingresos y capacidades si son relevantes.

Al margen de su aporte teórico que sustentan el “Modelo de Calidad de Vida”, el profesor Amartya Sen ha escrito un artículo sobre teorías del desarrollo a principios del siglo XXI. En este último resalta las experiencias y enseñanzas obtenidas, notables y variadas para destacar propias palabras, entre las cuales cabe destacar las siguientes: (a) la acelerada reconstrucción de Alemania y Japón, que emergieron como nuevos líderes de la economía mundial; (b) el crecimiento económico sin precedentes de Europa y Norteamérica, que fue seguido por una desaceleración que se tradujo, en especial en el caso europeo, en altas tasas de desempleo; (c) la creación del “Estado de Bienestar” que, iniciado en Europa, ha repercutido tanto en la calidad de vida como en la carga financiera que debe soportar ; (d) la irrupción de Asia Oriental como una zona de alto crecimiento económico acompañado de un más que aceptable desarrollo social y equidad comparativa; (e) la rápida expansión económica alcanzada en algunas partes de América Latina, sin que se produjera una disminución significativa de la pobreza; (f) las crisis económicas padecidas en la Unión Soviética y Europa Oriental, cuyas reformas acentuaron la declinación existente; (g) la veloz transformación de la economía china a través del comercio y los mercados aún sin establecer reformas relevantes a gran escala; (h) la eliminación de la dependencia alimenticia de muchos países del tercer mundo incluyendo el sur de Asia; (i) la profundización del hambre en Africa al Sur del Sahara, a la vez que se reducía en otros lugares como India o China después de 1962; (j) el aumento gigantesco del comercio internacional y el flujo de capitales a escala mundial y (k) la expansión sostenida de la longevidad en muchos lugares del planeta, tanto en países de alto crecimiento económico (Corea del Sur, Taiwán y Hong Kong) como de bajo crecimiento (Costa Rica, Sri Lanka, la China anterior a la reforma y el estado indio de Kerala).

Un punto central en la discusión que establece Amartya Sen a lo largo de este trabajo es cuál es la caracterización relativamente predominante de los esfuerzos necesarios para alcanzar el desarrollo. Por un lado están las teorías que denomina BLAST, sigla del inglés que proviene de la expresión que hiciera famosa Winston Churchill “blood, sweat and tears”, traducida como “sangre, sudor y lágrimas”. En esta concepción el desarrollo es visto como un proceso inherentemente cruel, de grandes sacrificios como altos niveles previos de acumulación y abstención de consumo presente que, en ningún caso, pueden soslayar el problema de la pobreza presente. Por otro lado está la concepción que Sen denomina GALA, siglas también del inglés (“getting by, with little assistance”) que entiende el desarrollo como un proceso esencialmente amigable, donde se destaca la cooperación entre los individuos y uno mismo. En esta visión Sen ve una cooperación, una ayuda entre personas que participan en el mercado y en interacción positiva con el Estado. Agrega que ambas concepciones BLAST y GALA no constituyen una división, pues algunos aspectos del desarrollo no pertenecen a ninguna de las dos y, por otra parte, existen ciertos rasgos propios del bienestar que comparten ambas.

El aporte de Amartya Sen se ha concretado en la aplicación del enfoque conocido como de “Desarrollo Humano”, que en el fondo es una manera alternativa de presentar su modelo de “Calidad de Vida” y enfoque de las capacidades. La definición de “Desarrollo Humano” que entrega el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), es: “proceso de ampliación de las opciones de la gente, aumentando las funciones de la capacidad humana”. El llamado Índice de Desarrollo Humano (IDH), por otra parte, mide el logro medio de un país en cuanto a tres dimensiones básicas de la calidad de vida: una vida larga y saludable, los conocimientos y un nivel decente de vida. Así, el IDH considera tres variables relevantes como: la esperanza de vida al nacer; el logro educacional medido a través de la tasa de alfabetización de adultos, junto a las tasas brutas de de matrícula primaria, secundaria y terciaria combinadas, y el PIB per cápita (PPA en dólares, es decir en poder de compra medido en dólares comparable). El ingreso se considera en el IDH como una variable que representa un nivel decente de vida y en reemplazo de todas las dimensiones humanas que no se reflejen en las otras dos mencionadas.

Finalmente, en la misma línea de Amartya Sen y en la propia sobre calidad de vida que aquí hemos presentado, quisiera destacar el aporte de Luis Razeto como analista de las teorías del desarrollo y el planteamiento de nuevas ideas que apuntan a mejorar la calidad de vida de la población mundial. El profesor Razeto se ha preocupado de examinar aspectos nuevos y relevantes del desarrollo sobre los cuales varios de los modelos aquí examinados no aventuran ninguna explicación o alcance mínimo.

Algunos temas con los que he coincidido y nos ha preocupado a ambos, como aumento de la pobreza, desocupación creciente, desarticulación del orden social, deterioro del medio ambiente, desequilibrios ecológicos, deterioro progresivo de la calidad de vida, violencia e inseguridad ciudadana, irracionalidad demográfica, etc., son tratados en su obra. Pero también ha visto el otro rostro del progreso humano y que es necesario estimular. En su propuesta surgen fuerzas optimistas que también buscan aumentar el bienestar, a través de lo que denomina “Factor C” (cooperación, comunidad, colaboración, compañerismo, comunión, compartir), en un acertado intento de mostrar otra faceta del problema del desarrollo. Respecto de su obra, por cierto, recomiendo su lectura.

Calidad de Vida y Discurso Latinoamericano

En esta última parte de este trabajo mi intención es contrastar por medio de una muestra ilustrativa, que permita encauzar futuras investigaciones mucho más acuciosas, algunos discursos típicos de líderes latinoamericanos o bien hechos noticiosos referentes a temas cotidianos en que se destaque la posición o intencionalidad de dichos líderes. En seguida veremos lo que ha dicho la prensa chilena más representativa, que atiende a una gran parte de la población, en algunos meses recientes del presente año 2006 y con relación a cuatro naciones de América Latina.

Argentina

En el caso de Argentina consideramos una muestra de noticias a partir de del mes Julio. En general adelantamos y confirmamos aquí nuestra hipótesis pues los temas tratados se ubican en un plano muy distante de los asuntos que hemos denominado de menor prioridad social aparente. Siguiendo un orden cronológico, el Presidente Kirchner nos sorprendía con una medida absolutamente discriminatoria de elevar el precio del gas mediante un impuesto a los envíos a nuestro país. Las conversaciones que Kirchner tuvo con su homólogo de la Paz, Evo Morales, lo llevaron a tomar una decisión absolutamente contraria al espíritu bolivariano de integración americana, priorizando su popularidad política a través de mantener estabilizado el pecio del gas interno y traspasando el mayor valor exigido por Bolivia a los consumidores chilenos. La noticia causó molestia en el empresariado chileno, que hizo ver sur posición en la persona de Hernán Somerville, entonces presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), quien manifestó sus descontento con los argentinos por la medida y por la falta de cordialidad en relación a la alianza hasta ese momento mantenida.

En otro asunto relacionado, el canciller de Chile Alejandro Foxley arremetió contra lo que denominó “el doble discurso” de Argentina en la crisis energética, y que no podía darse esa situación en un marco de integración. En este caso el ministro se refería al problema del gas y, además, al alza de los combustibles (en el país trasandino) para los vehículos con patente extranjera. La molestia, quizás menor en el tema de la discriminación por patentes, se centraba en el tema del gas. En sus palabras: “Hay que recordar que hace ya un buen número de años empresas chilenas pensaron que invertir en una sola fuente de energía, que era el gas de un país vecino, era un buen negocio; se invirtió fuertemente en ese sector sin tomar las precauciones de que teniendo mayor diversificación energética podrían estar mejor protegidas hoy día”. La oposición política, en tanto, acusaba de una “debilidad creciente del gobierno chileno” frente a la seguidilla de conflictos con Argentina, planteando de paso la posibilidad de revisar la permanencia de Chile en el Mercosur.

Pero el Presidente Kirchner enfrentaba otro problema y que fue anunciado por la prensa el mismo día que informaba lo del gas. Se trataba del rechazo de la Corte de la Haya, en contra de Argentina, de sus pretensiones de impedir la construcción de plantas de celulosa en Uruguay. La jueza británica Rosalyn Higgins, presidenta del tribunal, explicó que no había suficientes argumentos para decretar una suspensión provisional de las obras, agregando que la votación fue de 14 a 1 a favor de la demanda uruguaya. El conflicto se centra en una cuestión ambiental que afectaría aguas abajo a Argentina, los residuos industriales líquidos (riles), mientras que para Uruguay las plantas significan trabajo y progreso económico.

Otras tres noticias que destacó la prensa nacional con relación a la hermana república de Argentina, fueron: (a) una encuesta que demostraba el gran apoyo político que mantenía Kirchner con vistas a una eventual reelección; (b) la propuesta de un canje de armas para Argentina por alimentos para Rusia y (c) el anuncio de una plan nuclear argentino con el objeto de obtener energía eléctrica. Con relación a lo primero, un sondeo realizado por la empresa consultora OPSM señaló que el 61,3% de los argentinos apoyaba la reelección de Kirchner, superando ampliamente a su más cercano rival, el ex ministro de Economía Roberto Lavagna. La encuesta fue realizada entre el 27 de junio y el 7 de junio (sic) (julio (¿?)), para una muestra de 1.100 personas en todo el país. Respecto a lo segundo, el diario argentino “La Nación” informó que Rusia propuso un canje de armas por alimentos anunciado por el embajador ruso Yuri Korchagin, quien dio a conocer la voluntad del Presidente Vladimir Putin en tal sentido. En cuanto al anuncio de generar energía hidroeléctrica por medio de un ambicioso plan nuclear, la idea consiste en agregar 3.600 megavatios e implementar un tendido de alta tensión de casi 6.000 kilómetros. El artículo agrega que Argentina cuenta con dos plantas nucleares activas (Atucha I y Embalse), las cuales generan 1.105 megavatios que atienden el 8,2% del consumo argentino.

Un último grupo de noticias aparecido en la prensa chilena sobre temas de interés, se refieren a la aparición de mapas argentinos con una zona territorial aún en disputa con nuestro país, pero ya asignadas como propias. Se trataba de mapas que circulan en ese país asignando a Argentina un sector de Campo de Hielo aún no delimitado y que está a la espera de lo dispuesto por un tratado entre ambos países que data del año 1998. El canciller chileno, Alejandro Foxley, una vez más buscó desdramatizar la situación. El Ministerio de Relaciones Exteriores chileno se comprometió a acelerar los trabajos para establecer cartografía de la zona, según señaló el presidente de la comisión de Relaciones Exteriores Roberto Muñoz Barra ( del Partido por la Democracia). El hecho en sí se convirtió en un nuevo motivo de molestia de los senadores de oposición Juan Antonio Coloma (Unión Demócrata Independiente) y Sergio Romero (Renovación Nacional), quienes se informaron por la prensa de una situación de reclamo de Argentina respecto de este tema. Al momento de escribir estas líneas, se anunciaba una eventual cita entre los presidentes de ambas naciones, Argentina y Chile, como una manera de resolver temas bilaterales y bajar las tensiones acumuladas a lo largo del año 2006.

Bolivia

El discurso político-económico de las autoridades bolivianas durante el año 2006 se centró, al igual que en el caso argentino, en cuestiones bastante alejadas del bienestar que afecta a la gente y, menos aún con relación a temas de menor prioridad social aparente. En el caso boliviano, la prensa chilena básicamente reporteó dos grandes grupos de temas: (a) las relaciones bilaterales entre Bolivia y Chile y (b) los asuntos y problemas político-económicos internos de Bolivia.

Con respecto al primer grupo de noticias, los documentos periodísticos seleccionados muestran una tendencia que parece oscilante, hacia arriba y hacia abajo, en las relaciones diplomáticas entre Chile y Bolivia. Lo anterior es válido a pesar del corto período considerado en la muestra, que va desde abril a septiembre del presente año 2006. Un tema de trasfondo, o más bien de fondo, que marca las dificultades entre ambas naciones es indudablemente el acceso al mar por parte de los bolivianos.

La parte central del asunto es difícil de resolver y tiene una serie de implicaciones desde el punto de vista del bienestar. Por un lado, es bien sabido que países como Austria y Suiza son considerados desarrollados, con un alto estándar en la mayoría de los parámetros a través de los cuales se mida su nivel de vida. Estos países no tienen acceso directo al mar, pero pertenecen a la Unión Europea, institución que en la práctica funciona como un único país en muchos ámbitos. En otras palabras, no parece tan claro que el acceso al mar sea la condición o el prerrequisito fundamental para alcanzar el desarrollo.

Por otro lado, y desde el mismo concepto de calidad de vida a que hemos referido, es innegable que la sensación de bienestar de los bolivianos con salida al mar no puede ser la misma que sin salida al mar. Este tipo de efecto psicológico es necesario que sea considerado y resuelto de algún modo en el futuro. Un elemento que complica la solución de este tema es que, por acuerdos firmados, Perú también tiene algo que decir, ya que perdería la condición de vecino si es que Chile acepta un corredor en la zona fronteriza. Otras materias no menores son los derechos de propiedad existentes en un corredor cualquiera, peor si es en medio del territorio chileno. Esto pues, obviando otro elemento inherente al tema como es el efecto psicológico del nacionalismo presente en buena parte de nuestros compatriotas, está la cuestión de los derechos de propiedad. Un corredor, por angosto que sea, es muy probable que tenga que pasar por zonas pertenecientes a empresas o personas con derecho privado. En resumen, la cuestión es más delicada de lo que parece.

Las noticias revisadas comienzan con la expectativa que generaba la visita del Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, a territorio boliviano el 18 de abril. El Cónsul General de Bolivia en Santiago. Roberto Finot, señaló que la OEA podía ser un factor coadyuvante e inclusive desarrollar una labor de asistencia técnica para las negociaciones y proyectos de interés regional, en torno a la salida al mar.

A las optimistas declaraciones anteriores siguió otra información positiva al término de la primera semana de julio, cuando el canciller Alejandro Foxley aseguraba que Chile y Bolivia habían concretado una nueva iniciativa, consistente en una comisión binacional, encabezada por los vicecancilleres de ambos países. El trabajo de este organismo se centraría en asuntos relativos a una mayor integración, a la espera de establecer una agenda con materias especificas. Sin embargo, también en la primera mitad del mes de julio, otras dos informaciones parecían invertir este ambiente de buena predisposición. Una de ellas hacía referencia a las dificultades de los industriales de la Región Metropolitana de Santiago, que manifestaban problemas de abastecimiento en el suministro de gas. Las principales empresas afectadas eran aquellas de tipo no dual, es decir, las que no pueden funcionar indistintamente con gas o petróleo. La otra noticia que sorprendía al mundo empresarial chileno, era el inicio del proceso de conformación de una comisión boliviana que evaluaría la posibilidad de nacionalizar los ferrocarriles de Bolivia, entre los cuales se encontraba el Ferrocarril Andino y cuyo dueño, en un 50% de las acciones, era el grupo chileno Luksic.

A pesar de las dificultades inherentes a toda relación que existe entre dos países vecinos, la prensa continuó informando en un sentido favorable desde el punto de vista del diálogo y las conversaciones. En días previos a una nueva cumbre del Mercosur celebrada en Córdoba, Argentina, el día viernes 21 de julio, las cancillerías de Chile y Bolivia tanteaban la posibilidad un mayor acercamiento por medio de una agenda que fue considerada “sin exclusiones”. En principio los principales temas a tratar decían relación con un Acuerdo de Complementación Económica (ACE 22) y el contrabando binacional y las aguas del Silala. El canciller boliviano, David Choquehuanca, esperaba con optimismo que en las reuniones se incluyera la opción de vender gas natural a Chile a cambio de reintegrar territorio a Bolivia con acceso al mar. Una semana después, el ex candidato presidencial Joaquín Lavín visitó Bolivia junto a unos 50 alumnos de la Universidad del Desarrollo deseosos de conocer la realidad del país del altiplano. Respecto al tema marítimo un alumno le preguntó: “Profesor, si usted fuera el Presidente de Chile, ¿qué haría con el tema mar?”. La respuesta de Lavín fue: “Primero, iniciaría una campaña para sensibilizar a la opinión pública chilena. Sin eso no hay arreglo posible”. A pesar de que Lavín no representaba una misión política ni menos gubernamental, su visita en general fue interpretada como un gesto y acercamiento entre Santiago y La Paz.

En la ciudad argentina de Córdoba, en tanto, la Presidenta Michelle Bachelet informaba con franqueza a su colega Evo Morales que su gobierno no estaba dispuesto a modificar tratados ni ceder territorios. Morales, por otra parte, insistió en que Bolivia no renunciaría a sus demandas en el tema marítimo. Si bien ambos gobernantes coincidieron en respetar las posturas de ambos, pero evitando declaraciones destempladas y que complicaran otras posibilidades de acuerdos. Paradójicamente el Partido Socialista de Chile (PS) pedía la llamada solución de Charaña: su presidente, Camilo Escalona, recordó que Pinochet -“mentor de la UDI”- fue quien más cerca estuvo de una solución en 1975 cuando casi llega a un acuerdo con el entonces Presidente Hugo Banzer, que finalmente abortó por oposición de Perú.

Evo Morales, entre tanto, sorprendió a la opinión pública semanas después cuando dio a entender que Bolivia estaría dispuesta a reanudar las relaciones diplomáticas con Chile sin supeditarlas a la solución definitiva del tema marítimo. Este verdadero desafío fue acogido con bastante cautela por parte de las autoridades nacionales y a pesar de un nuevo acercamiento chileno-boliviano, debido a la invitación efectuada por el Comandante en Jefe del Ejército de Chile, Ricardo Izurieta, a su par boliviano general Freddy Bersatti, con motivo del natalicio de Bernardo O’Higgins el día 20 de agosto.

Con relación al segundo grupo de noticias recientes sobre Bolivia, aparecido en medios de prensa escritos, básicamente de asuntos políticos y económicos internos, tampoco se aprecia con claridad una preocupación expresa por los temas de menor prioridad social aparente.

La figura del Presidente Evo Morales, central en prácticamente toda la información que comento a continuación, representa el discurso y acción detrás del acontecer boliviano reciente. Un primer artículo a citar destaca la oposición de productores agrícolas de Pando, Beni, Santa Cruz de la Sierra y el Chaco, a los anuncios del Presidente Evo Morales de una reforma a la (tenencia de la) tierra. A pesar de ello, meses después seguiría con su propuesta de efectuar tal reforma agraria, sostenida curiosamente por un argumento propio de otra época: la presencia de latifundios improductivos frente a la necesidad de luchar contra la pobreza campesina.

Una gran parte de los hechos destacados sobre el acontecer boliviano reciente se refieren a su democracia interna. Un desafío planteado por Evo Morales ha sido la reforma de la Constitución de Bolivia, redactar un nuevo documento que, entre otras medidas, permita la producción e industrialización de la hoja de coca. Durante años el actual mandatario ha luchado por modificar la polémica Ley 1008 que sanciona el cultivo de la planta, estableciendo un máximo de 12 mil hectáreas para uso tradicional. En la llamada Asamblea Constituyente, que inauguraba sus actividades a comienzos del mes de agosto del 2006, se deseaba reparar la exclusión de mayorías indígenas respecto de este y otros temas a que habrían sido postergados históricamente. A pesar de todo el despliegue informativo, al momento de constituirse no se conocía con claridad la pauta de actividades de dicha Asamblea, si bien los medios bolivianos especulaban en que centraría su labor en aquellas materias propias del sistema económico, las demandas de tierras, el reconocimiento de los pueblos originarios y las autonomías regionales.

La evolución de los acontecimientos posteriores no parece mostrar un caminar fluido y por un sendero tranquilo como tal vez quisiera Evo Morales. Desde que Bolivia inauguró la Asamblea Constituyente la oposición ha temido que su poder aumente de manera inapropiada. El partido Poder Democrático y Social denunció que el partido Movimiento al Socialismo (MAS) busca que la Asamblea se declare “originaria”, un posible primer paso para provocar un golpe de Estado solapado. A lo anterior se suma el hecho de que, en una violenta discusión y durante una sesión que duró 12 horas, fue aprobado el reglamento de debates de la Asamblea Constituyente de Bolivia y pese al retiro de la oposición. El gobierno de Morales, que a comienzos de septiembre aún mantenía la tranquilidad evitando paros y huelgas típicos en Bolivia, corría un serio riesgo de trastocar esa situación al insistir en aprobar artículos de la Constitución con mayorías simples y no con dos tercios como había sido acordado previamente. Más aún, en momentos de escribir estas líneas ya se producía la noticia de un paro encabezado por el Comité Cívico de Santa Cruz, al que se sumaron los departamentos de Tarija, Pando y Beni.

Brasil

Las informaciones más recientes que nos han llegado desde Brasil y a través de la prensa muestran al Presidente Lula da Silva más preocupado de las encuestas y su eventual reelección política que de los problemas de calidad de vida de menor prioridad social aparente.

Sin embargo, cito aquí en primer lugar una noticia de carácter social que ha llamado la atención de la opinión pública de Latino América y el mundo, consistente en una quema de buses en distintos puntos de la ciudad de Sao Paulo. La inusitada violencia se prolongaba por dos días y se debía a la acción de grupos de presos organizados, una mafia denominada por las autoridades como Primer Comando de la Capital (PCC), que en mayo del presente año ya había causado133 muertos entre civiles y delincuentes según los propios datos oficiales. Entre la noche del martes 11 y el jueves 13 de julio del 2006 más de 50 autobuses fueron incendiados, además de ataques a cuatro oficinas bancarias, una estación de gasolina, un vehículo de policía y una sede de la Guardia Policial. La ausencia de autobuses provocó enormes aglomeraciones en las estaciones del metro y en los trenes metropolitanos.

En el siguiente mes de agosto una noticia más bien humana y anecdótica, si bien de carácter político, sorprendía a los brasileños. A pesar de que el Presidente Lula da Silva es considerado un actor experimentado en asuntos oficiales, y de marchar con bastante ventaja en las encuestas rumbo a la reelección, terminó siendo traicionado por los nervios. Durante una entrevista en vivo de una de las principales cadenas brasileñas de televisión, se pudo observar a Lula con el ceño fruncido cometiendo varios lapsus y errores. En cierto momento dijo que su gobierno es uno de los que “más ha dado combate a la ética” (¡!), que “Brasil tiene 17.000 Km. de frontera” (en realidad son 23.000 Km.) (¡!) y, al defender los éxitos económicos de su gestión, expresó que “en Brasil la única cosa que cae es el salario” (¡!) .

A pesar de las sorprendentes declaraciones anteriores, la popularidad de Luiz Inácio Lula da Silva y su ventaja como favorito para ganar las elecciones en octubre del 2006 crecieron relativamente según una encuesta del Instituto Datafolha y difundida por el diario Folha de Sao Paulo. La medición, conocida una semana después del inicio de la propaganda electoral por radio y televisión, señala que Lula tiene una intención de voto de un 49%, lo que se estima como el 56% de los votos válidos. El principal rival del actual gobernante es el social demócrata Geraldo Alckmini, con un 25% de las preferencias. Después de ser conocidos los resultados de esta última encuesta, Alckmin alzó el tono de sus ataques contra Lula, expresando que su mandato ha sido un desastre en el tema ético. Lo que explicaría el alto apoyo de Lula, según el politólogo Carlos Lopes, es que el pueblo brasileño no está con deseos de cambiar el estado de cosas existente. Otro cientista político, Rafael Duarte Villa, ha señalado además que a favor de Lula está el impacto de las políticas sociales, el buen funcionamiento de los indicadores macroeconómicos y la poca habilidad de la oposición para aprovechar los puntos débiles del gobierno.

En otro ámbito, la prensa nacional destacó un ejercicio militar aéreo entre las Fuerzas Armadas de Brasil y Chile, efectuado en la Base Aérea de Anápolis, en Brasil. A este evento concurrieron representantes de las fuerzas aéreas de Argentina, Brasil, Chile, Francia, Uruguay y Venezuela. El propósito del encuentro fue el desarrollo de una guerra aérea ficticia, en que se enfrentaron fuerzas de coalición de una “País Azul” contra las de un “País Rojo”, abarcando los estados de Goiás, Mato Grosso, Minas Gerais y el Distrito Federal. Las actividades también permitirían estrechar vínculos entre las fuerzas aéreas que participan en el evento, entrenar a tripulaciones e intercambiar experiencias y desarrollar metodologías y procedimientos comunes.

En momentos de finalizar esta parte, una última referencia noticiosa del mes de septiembre 2006 confirmaba la gran ventaja política que mantenía Lula da Silva con vistas a la reelección. A pesar de los múltiples escándalos asociados a personeros del Partido de los Trabajadores (PT), la asimilación del pueblo brasileño de que la corrupción es un mal endémico del sistema, más que algo personal de un Presidente, sumado a cifras y logros económicos y sociales, explican esta ventaja de más de un 20 % sobre su más cercano rival. El gobierno de Lula: ha creado más de 4.800.000 empleos (en su período); el salario mínimo creció en un 60% real; la inflación ha bajado a un 8% (anual) contra un 30% (anual) que obtuvo Cardoso; la deuda pública bajó en un 6% (respecto a la medición anterior) y la economía ha crecido un promedio anual de 2,9%, un 0,6% más que Cardoso. Su principal activo, en todo caso, sería su programa distributivo, denominado Bolsa Familiar, que reemplazó a otro llamado Hambre Cero, porque era impracticable. Este último programa distributivo entrega a 11,1 millones de familias muy pobres y con al menos dos hijos (unas 35 millones de personas), un total de 35 reales mensuales (unos US $ 44.-) para alimentación familiar. Así, en Brasil se dice que la Bolsa Familiar es el programa social cuantitativamente “mais grande do mundo”.

Venezuela

En el caso de Venezuela tenemos un líder reconocidamente como carismático y populista a nivel mundial, como es Hugo Chávez, y cuyo discurso político, al igual que en los casos anteriores, sigue estando está muy alejado de los temas de menor prioridad social aparente. Por ejemplo en el mes de abril del presente año, Chávez amenazaba con expulsar al embajador de Estados Unidos, William Brownfield, si insistía en provocar situaciones irregulares que involucraran al pueblo venezolano. Unos vecinos de un barrio céntrico de Caracas lanzaron frutas contra el vehículo del embajador y motociclistas siguieron su caravana. Debido a este hecho, Washington llamó al embajador venezolano y le advirtió de consecuencias diplomáticas severas si la situación se volvía a repetir. Para Chávez, el diplomático estadounidense estaba buscando provocar un nuevo incidente para desestabilizar a su gobierno. A pesar de este desencuentro, días después el propio Chávez aceptaba la visita de subsecretario de Estado norteamericano para América Latina, Thomas Shannon, no sin dejar de criticar al embajador Brownfield y acusándolo de que se trata de un provocador, que busca un desencuentro artificial para justificar una invasión militar de Estados Unidos.

Otro tema relacionado con Hugo Chávez ha sido la pretensión venezolana de ocupar un escaño no permanente ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Según el vicecanciller para América Latina y El Caribe, Pavel Rondón, Venezuela no se encontraría aislada en su afán de lograr el objetivo antes mencionado, pues además del apoyo de 15 países del Caricom, contaba con el respaldo de 53 países de la Unión Africana, los cuatro del Mercosur más Bolivia, Irán y Sudán. Curiosamente las palabras de Rondón fueron expresadas en momentos que Hugo Chávez había efectuado un acercamiento con los Presidentes de Colombia y Panamá, Alvaro Uribe y Martín Torrijos respectivamente. Las relaciones con otros líderes de la región, ciertamente, no eran del todo buenas. Según José Vicente Rangel, Vicepresidente de Venezuela, al referirse a las diferencias con Vicente Fox, Alejandro Toledo y Alan García, el punto era que cada vez que Hugo Chávez fue agredido, simplemente había respondido en términos similares.

Un par de semanas después la prensa chilena informaría de la adquisición de poderosos aviones de combate, por parte del gobierno venezolano, que movió a inquietud y suspicacias de expertos y militares tanto de Colombia como de Brasil. El Presidente Chávez justificó un gasto de unos US $ mil millones en la adquisición de 24 aviones Sukhoi 30, con un alcance por misil de 200 kilómetros, argumentando la negativa de Estados Unidos para renovación y mantenimiento de equipos antiguos. Sin embargo Chávez acusó, además, al gobierno de Washington de estar preparando una invasión a Venezuela. La adquisición, por tanto, formaba parte de un plan para preparar la defensa de la tierra venezolana ante las continuas agresiones estadounidenses.

Un par de últimas informaciones sobre Hugo Chávez que me permito incorporar son las referentes ala llamada “Misión Milagro”, una invitación a que unos mil chilenos visiten Venezuela para tratarse problemas a la vista y el reclamo de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), por la falta de libertad de expresión en el país del Orinoco. Si bien la primera de las noticias anotadas se relaciona con un tema evidentemente de calidad de vida (salud, discapacitados), el contexto en que se da es atípico. En primer lugar, se trata de una ayuda unilateral y no acordada entre ambos gobiernos, el chileno y el venezolano. En segundo lugar, no ha estado exenta de críticas, por cuanto el director de la Fundación Oftalmológica Los Andes, José Miguel Reid, explicó que las experiencias del miso plan en Brasil, Bolivia y Jamaica, demostrarían que las consecuencias podían ser extremadamente negativas. En este último país, por ejemplo, tres personas quedaron ciegas y 14 con graves daños oculares. En Bolivia, en tanto, su sociedad oftalmológica reaccionó contra la misión ocular organizando una protesta nacional. En cuanto al reclamo de la SIP, ya en el año 2002 en su informe estableció que Chávez “ha transitado desde una fase de incitación sistemática al odio e instigación directa a la violencia contra los periodistas”, lo que se repitió en años siguientes. La autoridad venezolana se negó a recibir tal misión, acusando a la organización periodística de intervenir en asuntos internos de Venezuela.

Conclusiones

Al finalizar esta monografía sólo resta reafirmar lo planteado en la hipótesis central establecida al comienzo de este trabajo: en los países de América Latina de hoy los temas de menor prioridad social aparente han alcanzado un nivel de preocupación creciente en la comunidad en general, pero que no se refleja como discurso ni acción política prioritaria en diversos líderes latinoamericanos. Aunque hemos probado esta hipótesis con una muestra aleatoria a través de documentos de prensa, y para algunos países relevantes en el contexto actual, como Argentina, Bolivia, Brasil y Venezuela, la verdad es que un rápido vistazo a otros países de la región confirmaría, en mi opinión, la misma realidad.

Siguiendo un orden alfabético, tenemos mayoritariamente noticias de Colombia centradas en asuntos de tipo político relativos a su Presidente Alvaro Uribe, mientras que informaciones de prensa referentes a Cuba que la muestran enredada en la eventual sucesión de Fidel Castro, dada la enfermedad que ha sufrido y de la cual se tienen pocos antecedentes. Por otra parte, la mayor parte de las noticias procedentes de México se han referido a la estrecha lucha política de dos candidatos por la sucesión presidencial, mientras que de Perú las noticias tratan preferentemente cuestiones políticas internas y algunas declaraciones del nuevo mandatario Alan García respecto a las buenas relaciones diplomáticas existentes y de gran proyección con nuestro país.

En consecuencia tenemos una clara situación en que el discurso político no parece acompañado de una intencionalidad seria respecto de problemas de calidad de vida en general, sean de alta prioridad social o de menor prioridad social aparente. Tampoco se aprecia la voluntad política de establecer un proceso de reformas legales, ni diseñar proyectos o iniciativas serias en tal sentido. A lo más, y en un terreno propiamente económico, se ha mencionado la reforma agraria de Evo Morales, que numerosas experiencias económicas que se conocen en tal sentido le auguran o predestinan un fracaso.

El proceso globalizador que hemos estudiado, por otra parte, parece gritar a gobernantes y gobernados de toda nuestra América morena que el tiempo de hacer populismo es de una época de un pasado muy lejano. Los autores examinados nos presentan un amplio y variado conjunto de explicaciones sobre el retraso relativo de nuestros pueblos, lo que incluso hace un tanto difícil y hasta tedioso argumentar y contra argumentar cada pequeño tema no resuelto. En general, y esta conclusión es mía, tal vez cada uno de los modelos de desarrollo examinados tengan una parte de razón en lo que ha estado sucediendo y su proyección hacia el futuro global. No es posible desechar la tesis neo marxista, por ejemplo, en el sentido de que ciertos grupos se ven favorecidos con determinados programas de ayuda o con ciertos estilos de políticas sociales aplicadas al mundo en desarrollo. No se puede dejar de reconocer que la acumulación de capital en distintos sectores o áreas económicas de cualquier país es un requisito para dinamizar la economía y apuntar al crecimiento y desarrollo. Y de ninguna manera podemos dejar de lado las ingeniosas propuestas de Amartya Sen sobre un desarrollo que requiere un poco de sangre, sudor y lágrimas, pero también mejorar las capacidades humanas y posibilitar un mayor sentido de cooperación entre Estado y mercado.

El proceso globalizador se transforma a veces en un gigantesco bosque que no deja ver los árboles. Muchas de las dificultades, fracasos y hasta falta de entendimiento entre los distintos grupos de intelectuales de todo el mundo, preocupados por estos temas, parecen derivar de la complejidad del fenómeno mismo, por un lado, y de los enfoques establecidos, por otro. En mi modesta opinión, la mejor alternativa es tratar de utilizar el enfoque más general posible, a partir del cual los estudios puedan comprender casos particulares de países o regiones. Me da la impresión que muy al futuro la humanidad marcha hacia distintos tipos de mundos, pero todos válidos y con mejores niveles de calidad de vida.

Las tendencias en costumbres, necesidades y filosofía de la vida no tienden a una convergencia con un modo único de vida. Los ascetas y estoicos del siglo XXI deberán aprender a convivir con los fundamentalistas islámicos y los play-boys norteamericanos, los toreros de España y hasta los neonazis de poblaciones marginales de Santiago. La educación, la convivencia social, la cultura, el deporte, el mejor uso del tiempo libre por parte de las grandes mayorías de ciudadanos serán, indudablemente, los mecanismos que amortigüen las tensiones entre grupos tan diversos y con ello se consiga que nuestro planeta sea más amigable.

La realidad social y política latinoamericana está hoy, lamentablemente, muy lejanos de aquel ideal planteado hace tanto tiempo por los atenienses de la Grecia clásica: el areté y la sofrosine. Hoy nos preocupan problemas concretos: de hambre, como lo demuestra la ayuda en tal sentido otorgada por el gobierno de Lula en Brasil; de falta de gas, como ocurre con nuestras cocinas y en mayor medida en sectores industriales; de violencia mórbida escondida o reprimida, como lo demuestran los hechos acontecidos el pasado 11 de septiembre en distintos barrios de nuestra capital o las crisis permanentes en Bolivia.

Es tiempo de pensar en un nuevo paradigma, que transforme las energías negativas y conflictivas existentes en el mundo y en nuestro continente, en flujos de acercamiento y enriquecimiento del cuerpo y la mente ciudadanos. Los conflictos y luchas se asocian a costos, que con el tiempo se hacen insostenibles y terminan por provocar desgracias sociales a escala mayor, si es que dichos costos pasan de su sentido monetario al que representa el drama humano de la tragedia.

Nuestro principal esfuerzo, como cientistas sociales, es el de proponer soluciones inteligentes a las diferencias conflictivas existentes, que minimicen los costos y maximicen los beneficios sociales en los procesos de transformación. Y en el campo de la calidad de vida, entendido como sinónimo de desarrollo económico, la labor a efectuar es de enorme magnitud como para seguir perdiendo el tiempo en cumbres necesarias, es verdad, pero de no vibrantes discursos políticos ciegos a las verdaderas necesidades materiales y espirituales, tanto de ricos como de pobres. Es en este punto donde cientistas políticos, académicos y los asesores del poder legítimo tienen no sólo la palabra, sino una gran responsabilidad.

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