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"Contribuciones a la Economía" es una revista académica con el
Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas
ISSN 16968360

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Economía, Política y Economía Política: Una Nota


Roberto Ferrer (CV)
refp@ula.ve
La Universidad de los Andes

 


Resumen

Se busca descifrar qué es exactamente lo que los economistas queremos significar por Economía Política, Economía y su relación con un concepto antropológico de política al cual se me introdujo y su concepción más común. Se propone definir categóricamente a la Economía Política como aquellas conceptualizaciones que explícitamente dan cuenta de los factores políticos e institucionales que influencian cualquier formulación teórica, diferenciándola así, del enfoque económico ortodoxo.

Abstract

I try to decipher what it is economist want to signify by Political Economy, Politics and Economics and its relation with an anthropological concept of politics to which I was introduced and its more common conception. It is proposed to categorically define Political Economy as those conceptualizations that explicitly give account of political and institutional factors that influence any theorical formulation, differentiating it from the orthodox economic approach.

Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Roberto Ferrer:  "Economía, Política y Economía Política: Una Nota"; en Contribuciones a la Economía, febrero 2006. Texto completo en http://www.eumed.net/ce/


 

“The word 'politics' comes from the Greek 'poly' meaning 'many', and 'tics' of course are bloodsucking parasites”. --- 1992 US Libertarian presidential candidate Andre Marrou 1

Cuando me vi enfrentado con el reto de escribir un ensayo corto sobre Política e Instituciones, me sentí repentinamente sobrecogido (y quiero decir, de una manera temerosa, no por admiración). Sin embargo, por haber sido ligeramente entrenado en el área de economía, pensé en aprovechar esta oportunidad para tratar de descifrar qué es exactamente lo que los economistas queremos significar por Economía Política, Economía y su relación con un concepto antropológico de política al cual se me introdujo y su concepción más común.

La política, diría yo, es un un término que puede causarle escalofríos a algunos. Me incluyo entre aquellos que ven al comportamiento político moderno (hablo de la política relacionada con el gobierno de un estado) como algo útil, pero en mucho, decepcionante (la cita inicial lo expresa suficientemente bien). La semántica atribuida comúnmente a la palabra se relaciona con ese sentido.

Cuando hablamos de política, hacemos referencia casi inmediata a figuras (i.e. Personas) en el mundo de la “política” y a sus acciones; es una asociación que usualmente no desafiamos. En este preciso momento, la única manera que se me ocurre para relacionar este sentido de la política con economía/economía política, tiene que ver con el hecho de que las teorías económicas prevalecientes dan forma a la manera en que las figuras políticas actúan para reestructurar (o al menos intentar) la sociedad en la que estamos insertos. John Maynard Keynes, un economista con una vasta influencia intelectual sobre esferas políticas (mundiales) entre los años 30 y el momento de su muerte, es un claro ejemplo de esto. Por supuesto que aquí ya hablamos de políticas o acciones emprendidas por aquellos en poder para cambiar de alguna manera (se supone que para mejor), las formas en que interactuamos y nos comportamos. Es todo lo que puedo decir sobre ese significado.

La diferencia entre Economía Política y Economía (si existe alguna) puede ser más bien flaca. Muchos autores no hacen ninguna distinción entre los términos. Por ejemplo, Alfred Marshall en su libro “Principles of Economics”2 afirma: “La Economía Política o Economía es el estudio del hombre en el asunto ordinario de la vida...”3, así que para él, la economía política y la economía se refieren exactamente a la misma cosa.

Mi creencia, habiendo leído el libro de Paul Ormerod, “The Death of Economics”4, la primera parte de una áspera crítica al estado presente del campo económico en general, es que si interpretamos a lo político como (entre otras cosas) la condición de las asociaciones humanas, del comportamiento de grupos de interés y los procesos de toma de decisiones, entonces existe el caso para una clara diferenciación entre economía política y economía. Ormerod, explicando el cambio metodológico que sufrió el estudio de la economía cuando Jevons y Walras introdujeron formalmente el uso de las matemáticas al área, hace un punto cuando dice,

“Pero en hacerlo [formalizar matemáticamente teorías previas], mucha de la riqueza y la complejidad del análisis original se perdió. La insistencia de Smith sobre la importancia del marco institucional y el conjunto total de valores morales en los que los mercados libres operan, fue descuidada, en tanto esos conceptos no convierten fácilmente al lenguaje de las matemáticas.”5 6

El punto siendo que mucho estaba quedando por fuera con aquel cambio de enfoque metodológico.

Otro aspecto interesante de esta historia es el hecho de que en el periodo entre 1888 y la década de los 20 en el siglo XX, un grupo de economistas ondeaban exitosamente en los EE.UU., la bandera de lo que llegó a denominarse la Escuela Institucionalista de Economía. Los institucionalistas predicaban la importancia de factores históricos, sociales e institucionales, que hacen a las llamadas “leyes” económicas contingentes a los mismos. Mucho del mundo económico, argüían, no es inmutable, sino más bien condicionado por la influencia de una historia siempre cambiante – actuando sobre el individuo directamente, o indirectamente a través de las instituciones y la sociedad que lo rodea. Esta corriente económica fue rápidamente opacada por la popularidad creciente de la Revolución Marginalista.

Habiendo dicho eso, mi propuesta consistiría en definir categóricamente a la Economía Política, o a un punto de vista de economía política, como aquellas conceptualizaciones que explícitamente dan cuenta de los factores políticos e institucionales que influencian cualquier formulación teórica. Lo que Ormerod define como Economía Ortodoxa, no cumple con este requisito, y por lo tanto, de acuerdo a mi proposición, no puede ser catalogado como economía política. La Economía Institucional sufre del mismo problema, sólo que al revés; haciendo un gran énfasis en las instituciones y la historia, la parte de “economía” puede lucir como una etiqueta demasiado grande para algunos estudiosos.

Schumpeter7 afirma que como economía política significa diferentes cosas para diferentes autores, todo lo que debe hacerse es asegurar el significado correcto que el autor particular quiere transmitir, de modo que no se malinterprete lo que se quiere decir. Esto claro, parece un procedimiento razonable para las ideas ya escritas, pero, la clarificación y unificación de términos parece el próximo paso lógico.

Un constructo de un concepto general de Economía, puede hacerse basado en la riqueza, el bienestar y la escasez. Derivado de él, tenemos el asunto de si se están incluyendo o no factores políticos/institucionales. Este curso de acción (la inclusión), es en la actualidad, uno que gana popularidad. Avances en la tecnología de la computación, especialmente en el área de la simulación computacional, ha permitido la introducción de estos factores en modelos formales no verbales (distintos por ejemplo, a los modelos puramente verbales de Smith), reconciliando las formas rigurosas de las matemáticas con la complejidad impuesta por la naturaleza humana. Al final, si fuésemos a retomar el concepto amplio de economía que los “fundadores” nos heredaron, economía y economía política harían referencia a la misma cosa. Por los momentos, mientras nos acercamos a ese objetivo, no nos permitamos utilizar intercambiablemente los términos economía y economía política. Yo más bien diría que el segundo es una forma completa de teoría organizada, mientras que el primero es el símbolo (como en sintaxis) utilizado para hacer referencia a la escuela particular (i.e. ortodoxa) en boga.

La Ambigüedad del Lenguaje

Esta parte constituye un comentario muy breve sobre las ambigüedades del lenguaje. En un sentido estricto, está constituido por dos ejemplos específicos del por qué los lógicos hacen esfuerzos enormes en su búsqueda por un lenguaje universal. Mi motivación para hacer mención de esto, no es otra que proveer una luz mínima sobre el proceso de sintaxis y semántica del lenguaje; algo con lo que se lidió implícitamente en la sección anterior.


Ejemplo No. 1. Puede decirse que 2 siempre es mayor que 1?

Habiendo terminado un curso de pregrado en matemáticas, repetidamente (y con mucha confianza) contesté: <claro que se puede. Está matemáticamente comprobado>. Y para mi sorpresa, fui perturbado y convencido por el comentario de un compañero estudiante: <qué tal si “1” y “2” son los nombres de dos personas!>.

Ejemplo No. 2. La palabra deber, en su traducción española (deber), significa oficialmente8 una obligación. Hoy día, la semántica del término admite la posibilidad de que signifique más bien una recomendación.


1 http://www.mega.nu:8080/batf/www.boogieonline.com/revolution/politics/humor/words.html  

2 Alfred Marshall, Principles of Economics, 8th edition, Macmillan and Co., Ltd. 1920. (Primera edición publicada en 1890.)

3 Traducción del autor (TDA)

4 Paul Ormerod, The Death of Economics, 2nd edition, John Wiley and Sons Inc., 1997. (Primera edición publicada en 1994.)

5 Idem. pp. 43-44.

6 TDA

7 Joseph A. Schumpeter, Historia del Análisis Económico, 1era edición en español de la 6ta en inglés, Fondo de Cultura Económica, 1971.

8 Por la Real Academia Española.  

 



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