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"Contribuciones a la Economía" es una revista académica con el
Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas
ISSN 16968360

Sociedad civil y situación actual

Francisco Blanco (CV) y Peniley Ramirez
Universidad Veracruzana, México
unicom_uv@hotmail.com


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Francisco Blancoy Peniley Ramirez: “Sociedad civil y situación actual" en Contribuciones a la Economía, diciembre 2006. Texto completo en http://www.eumed.net/ce/


 

¿QUÉ ES LA SOCIEDAD CIVIL?

 

Sociedad civil, como todo término social, tiene tanta variedad de definiciones como matices para análisis. Etimológicamente, societas civilis es la expresión latina para traducir koinonía politiké (comunidad política), utilizada por Aristóteles y otros pensadores griegos de la vida pública[1].

 

Asimismo, el término ha estado presente en toda la evolución del pensamiento occidental. Aunque desde el renacimiento se ha separado de la sociedad natural, en esa época la preocupación principal fue que el orden racional de la sociedad civil fuera contrastado por el desorden irracional de la sociedad natural.[2] Pensadores como Adam Smith la incluían en el mercado y el Estado, todos ellos encaminados al aprovechamiento de los recursos naturales, en pos de una mejora para los países.

 

La idea de sociedad civil aparece con el liberalismo. Fue pieza clave del discurso liberal desde sus inicios en el siglo XVII, hasta mediados del XIX.[3] Mientras Hobbes, Kant y John Locke emparentaban la sociedad civil con el Estado[4]; ya en el siglo XIX Hegel los distinguió filosóficamente al ubicar a la sociedad civil en el ámbito de las relaciones en el mundo del trabajo y del mercado, como vínculos pre-políticos de solidaridad particular y pública. La sociedad civil asume el sistema humano natural de necesidades e intereses privados y pone en relación unos con otros a través de las instituciones sociales capitalistas de la producción y el mercado y, así, sobre la base de la mediación y de la subsunción de lo particular, pone las bases sobre las que el Estado puede realizar el interés universal de la sociedad en la realización de la Idea ética[5].

 

Con ello la sociedad civil está por debajo del Estado, como producto de éste. El Estado era entonces el espacio de deliberación y decisión políticas.[6] La dialéctica para estudiar al Estado en Hegel es utilizada de la siguiente forma: con la sucesión de triadas se avanza desde la conformación de la familia (Universal Abstracto), que luego dará paso a la Sociedad Civil (Particular), hasta la superación que generará el Estado (Universal Concreto). En esa superación del Universal Concreto se encuentran los componentes de los momentos anteriores incorporados en esta afirmación superadora. El Estado es superior a la Sociedad Civil y a la Familia, es más concreto y superador.

 

Luego, los posthegelianos agregaron que, como mediadoras entre los individuos y el Estado, se configuran para la participación política ciudadana, la investigación, el trabajo y la fe. Ella debía articular corrientes de opinión pública, de actuación y deliberación ciudadana que permitieran hacer valer las voces de los ciudadanos ante el Estado en materia de vindicación de derechos y políticas públicas; para configurar espacios de vigilancia contra la concentración ilegal del poder político[7] y económico.

 

En los postulados de Marx, que luego de haber pertenecido en sus inicios a los “hegelianos de izquierda” se basó en la crítica de Feuerbach para recomponer las ideas de Hegel, era un conjunto de relaciones sociales donde las relaciones económicas condicionaban al resto.

De acuerdo con Marx, al contrario de Hegel, en el Estado se obra según un fin particular que es el de la clase que controla las ideas, y el fin que se propone se llama a sí mismo universal pero en realidad es el fin particular de continuar la dominación Para él, la sociedad civil no está subordinada al Estado sino que el Estado es absorbido por ella. Una clase social utiliza al Estado para asegurar la dominación política y supremacía económica.

 

Después de la muerte de Marx, y de la conformación del bloque socialista en la mayor parte de Europa oriental, la sociedad civil comenzó a considerarse como fenómeno de anticomunismo. El término fue relegado y sólo Antonio Gramsci en sus Cuadernos de la Cárcel lo retomó y lo hizo centro de sus estudios[8]. Para Gramsci, es constituida por las instituciones que reúnen a los individuos y están destinadas a producir un consenso. Abarca las relaciones económicas y está articulada por múltiples organizaciones sociales de carácter cultural, educativo, religioso, pero también político e incluso económico. La sociedad civil la conforman el conjunto de organismos vulgarmente considerados “privados” que posibilitan la dirección intelectual y moral de la sociedad mediante la formación del consentimiento y la adhesión a las masas[9].

 

En base a Gramsci, el filósofo cubano Jorge Luis Acanda aclara que la sociedad civil no es algo homogéneo ni monovalente; y no sólo porque ella se dirime la contraposición entre una ideología dominante y las formas ideológicas de su desafío, sino porque en la sociedad moderna existen distintos grupos sociales, cuyos intereses no coinciden necesariamente en toda su extensión[10].

Michael Hardt[11] pone a dos de los grandes pensadores que se han ocupado de la sociedad civil durante el siglo XX en contraposición. Mientras Gramsci subraya al potencial demócrata de las instituciones de la sociedad civil, Michel Foucault, filósofo francés autor de La microfísica del poder, revela que la sociedad civil está basada en la disciplina y que la educación que ella ofrece es en realidad una trama de normalización[12].

El trabajo de Foucault, como el de Gramsci, están orientados fuertemente hacia la comprensión de la misma formación social (la fase histórica del ascenso de la sociedad civil en Europa) y ello lo hacen sin ninguna historicidad.[13]

A lo largo del siglo XX ha sido entendida según las concepciones políticas que han primado en los distintos países o bloques que conformaron el planeta. Ello significa que, así como en la Unión Soviética el término sociedad civil era entendido como sinónimo de disidencia, capitalismo, anticomunismo y hasta de anarquismo, en los círculos conservaduristas representó en algún momento un peligro a la estabilidad del sistema, y un freno para la lucha contra el bloque socialista. Asimismo, con el resurgimiento teórico del término en la década del setenta del siglo XX, fue usado como soporte teórico para el neoliberalismo.

 

El mexicano Jorge Castañeda[14] escribía en 1976 que términos como la sociedad civil, movimientos populares, organizaciones sociales o de base, y ONG “se volvieron sinónimos”.

 

Luego de la caída del campo socialista soviético, y con la instauración de los Estados Unidos como potencia mundial sin enemigo aparentemente fuerte en el campo político, la desmistificación del término sociedad civil como malo o peligroso dio lugar a una aceptación del fenómeno a favor de la llamada democracia moderna. Esta democracia, que involucra al mercado como uno de sus componentes esenciales, llamó sociedad civil a todo aquello que no tuviera relación directa con el Estado.

 

Hasta ahora hemos visto que la sociedad civil no es el Estado; tampoco es el mercado. Ella maneja actividades monetarias, puede pertenecer a un parlamento, dar criterios en decisiones que se tomen por el gobierno. Generan espacios ordinarios de participación directa del ciudadano común en los debates públicos y en el diseño de programas sociales y políticos.[15]

 

Así, si se reúnen los aportes de estos estudiosos, la sociedad civil surge como un conjunto de instituciones no lucrativas, diferentes al estado y al mercado, que crean espacios de debate y deliberación públicas y pueden influir, desde afuera, en las decisiones del gobierno y el curso de la vida en una región determinada. Aunque requieren de un capital, que dos o más personas reúnen para dedicarlas a un objeto lícito, es indispensable que no persigan un fin comercial[16] y el lucro debe ser común y divisible entre ellos conforme a las reglas estipuladas.[17]

 

En la actualidad el término, así como los espacios sociales en que interviene, ha variado. Por ello es preciso analizar algunos autores que definen hoy la sociedad civil. Las deficiencias en definir la sociedad civil, según Jorge Luis Acanda, radican que hoy (2001) existe una interpretación de la realidad con una dicotomía positivista [18], en la que todo se separa en “blanco o negro”. Ello, sumado a la variedad de definiciones que históricamente han existido, a la no determinación si es espacio o sujeto y al hecho de haberla usado como expresión utópica de la “sociedad ideal” han llevado a usos del concepto en el mundo de hoy en tres grandes grupos: como slogan político (tanto de la derecha como de la izquierda), como concepto sociológico analítico y concepto filosófico.

 

Por ello, expondremos varias visiones de filósofos, políticos y escritores contemporáneos agrupados en estos tres grupos. Como slogan político: la escritora española Ruiz-Giménez la considera como un nuevo concepto de ciudadanía, base de la convivencia en cualquier país y como conjunto de organizaciones y asociaciones independientes de los gobiernos y que no tienen fines económicos exclusivamente. [19] Acá los fines económicos ya aparecen como posibles, aunque no exclusivos.

 

Para autores de la derecha, como José Fernández Santillán[20] del TEC de Monterrey, en México, es una salida fácil que una buena parte de la izquierda que sostiene el multiculturalismo se refugie bajo el membrete de sociedad civil, que “finalmente es una posición liberal”. Afirma que “cuando la izquierda no entiende las cosas, entonces trata de imponer su voluntad de manera autoritaria”. Entonces, según él, hoy el concepto de sociedad civil está vinculado a la defensa de la democracia liberal.

 

Para el PNUD es el conjunto de organizaciones privadas que reclaman para sí una representación social y cultural frente a los gobiernos nacionales y organizaciones privadas.[21]

 

El Banco Mundial, por su parte, la tiene como una amplia gama de organizaciones no gubernamentales y sin fines de lucro que están presentes en la vida pública. Expresan intereses y valores de sus miembros y de otros, según consideraciones éticas, culturales, políticas, científicas, religiosas o filantrópicas. [22]

 

Como concepto sociológico analítico: según observa Larry Diamond, la sociedad civil está organizada voluntariamente, es autogeneradora, apoyada por sí misma, autónoma del Estado, cohesionada por un orden legal o un conjunto de reglas compartidas. Involucra ciudadanos que actúan colectivamente en la esfera pública para expresar sus intereses, pasiones e ideas, intercambiar información, alcanzar metas comunes, realizar demandas al Estado, responsabilizar a los empleados oficiales. No puede ser segregada del sector privado porque incluirá asociaciones con intereses comerciales y de negocios. Tampoco es un sector independiente, dado que ésta puede tener un carácter partidario[23].

 

Benjamín Barber concluye: con el sector privado comparte el legado de la libertad; pero, a diferencia del sector privado, busca un espacio común y un activismo consensual, integrativo y colaboracional. Su posición sita entre la anarquía del mercado y el paternalismo de los gobiernos. Entre el palenque donde lo único relevante es el consumo y el universo donde el ciudadano es apenas una hormiga con derecho al voto.[24]

 

En el caso de los conceptos filosóficos proponemos en primer lugar a Habermas[25], quien sostiene que la sociedad civil es la trama asociativa no estatal y no económica, en la que se anclan las estructuras comunicativas del espacio de opinión político que intenta colonizar al mundo de la vida.

 

Javier Colón Morera, sociólogo español, dice que la sociedad civil es un cuerpo de ciudadanos que deliberan y actúan en el espacio público con el fin de afectar, en mayor o menor grado, el curso de los acontecimientos que impacta y determina la vida económica, política y social de un país, sociedad o comunidad local en particular.[26] Kees Biekart ubica a la sociedad civil en medio de la familia -como célula primaria de asociación- y el Estado. La componen miembros voluntarios de la sociedad que buscan proteger o difundir sus valores e intereses.[27]

 

Proponemos agregar a los tres grupos propuestos por Acanda, un cuarto aspecto: el marco jurídico, en el cual citaremos sólo a un autor, ya que hemos encontrado bastante empatía en todas las fuentes consultadas para ello.

Para O'Callaghan, caracteriza la sociedad civil lo siguiente:[28] nace del acuerdo de voluntades de los sujetos, es un contrato que no se agota con la transmisión o entrega sino que es de tracto continuo caracterizado por su duración o perdurabilidad, los contratantes buscan la colaboración en sus intereses y no existe contraposición de los mismos. Está destinado a un fin común.

El contrato de la sociedad civil debe constar en escritura pública y estar registrado en el Registro de Sociedades Civiles para que produzca efectos contra terceros.[29] Existen dos tipos de socios:[30] los socios capitalistas (aportan capital) y los socios industriales (aportan trabajo).

Con estas definiciones quizá se podrán contestar varias preguntas. ¿Es la sociedad civil una parte del Estado? ¿Es parte del mercado? ¿Qué posición tiene en el curso de la vida política en un país? ¿Quiénes la integran?

Santo Tomás afirmaba que la sociedad civil es una parte de la Iglesia, como el Estado liberal que el Estado es parte de la sociedad civil[31].

Para Raúl Castillo[32], sin embargo, las organizaciones, grupos, etc. de carácter laical, sí forman parte de la sociedad civil porque se rigen por normas establecidas por ellos, pero la Iglesia como institución no, ya que su estructura de gobierno difiere de la secular. Se ha aclarado lo que la sociedad civil no es. Pero, ¿es claro ya lo que si es, lo que si hace? Son miembros de la sociedad civil los ciudadanos que no tienen relación con el Estado o sus dependencias. Militares, miembros de partidos políticos y cargos similares están excluidos de la sociedad civil. Pero, ¿qué tienen en común el Movimiento de Mujeres Católicas, un sindicato de ferrocarrileros y Greenpeace?

Las tres son agrupaciones voluntarias, integran ciudadanos con creencias o intereses comunes, que aportan a ellas - como organizaciones - su dinero o su trabajo y permiten que los representen para lograr metas sociales que los relacionen, como sector, con el sector privado (mercado) o estatal (gobierno).

Pueden tener objetos y formas de organización muy disímiles, pero si cumplen con los requisitos de no pertenecer al mercado o al estado y tener un objeto social sin fin de lucro; entonces forman el conglomerado de la sociedad civil. En algunas constituciones, como la Española, se llama sociedad civil a cada una de las agrupaciones, pero en este texto y para los fines de este proyecto, se conocerá como sociedad civil al conjunto de las agrupaciones, como fuerza común, según sea el caso en cada región o país.

También hay una tendencia a considerar la sociedad civil como una categoría universal, existente en todos los tiempos y en todos los lugares; pero el análisis no puede hacerse igual, por todas las circunstancias que rodean a cada sociedad civil en particular, tanto de forma histórica, como económica, de idiosincracia, etc.

Una anotación muy importante es la de que la sociedad civil es plural. Eso, porque se nos quiere presentar como una agrupación homogénea, casi monolítica, y por ello se afirma muchas veces sin bases: la sociedad civil quiere esto, o exige aquello. Pero ella también alberga diferencias.

Salvando estas diferencias específicas, el profesor Angel Israel Rivera valora los sectores o conjuntos que no deberían ser catalogados como parte de la sociedad civil. Estos son: los militares, por no ser parte de los civiles; los terroristas; los ciudadanos "pasivos", porque no deliberan ni actúan para promover sus ideas en torno a asuntos públicos; los funcionarios gubernamentales y dirigentes de partidos políticos, porque su función está vinculada directamente a los procesos decisorios del Estado; los ciudadanos que se preocupan por los asuntos públicos, pero no actúan ni canalizan sus ideas hacia las instancias del gobierno, por los que sus ideas no tienen espacio público. [33]

No es sólo necesario formar parte de la sociedad que “no interviene directamente con el Estado”, sino ser un ciudadano activo que tome posición y promueva cambios. Abarca grupos comunitarios, organizaciones no gubernamentales, sindicatos, grupos indígenas, organizaciones de caridad, organizaciones religiosas, asociaciones profesionales y fundaciones.[34]

De la misma forma que ha evolucionado el concepto de sociedad civil a lo largo de la historia, lo ha hecho su injerencia en los asuntos de la vida social y, con ello, las funciones que le son atribuidas. Es así que funge como actividad propia de la sociedad civil buscar o abrir espacios donde la voz social sea escuchada y tomada en cuenta para las acciones estatales; y, si no fuera así, crear mecanismos para lograrlo.

La sociedad civil se define por su función en el sistema político. Está constituida por todos los ciudadanos que se preocupan de los asuntos públicos y buscan conscientemente el bien común.[35] Opera en el sistema político desde el exterior respecto a las estructuras formales del estado pero en relación con ellas.

 

 

¿QUÉ SITUACIÓN TIENE HOY LA SOCIEDAD CIVIL?

 

Según el doctor en Semiología e Historia de la cultura Ignacio Ramonet, el mundo de hoy se mueve alrededor de dos paradigmas: el de la comunicación (que ha sustituido al ideal de progreso) y el del mercado. Es así que la “mano invisible del mercado” es capaz de gobernar a nivel mundial el curso de las naciones, cuyas soberanías se vuelven cada vez más débiles con los procesos de integración regional.

 

¿Dónde queda la sociedad civil en este proceso? Si entendemos, otra vez, la sociedad civil, como los ciudadanos que actúan en las determinaciones del país sin tener puestos en el gobierno o nexos fuertes con el Estado, todo que se privatice es civil, por tanto, todo ello llevará a una mejora social, es decir, de la gente que vive en esa sociedad. Es aquí donde el mercado, nuevamente, tiene un papel fundamental, y véase como cada vez esta concepción va quedando mejor dentro del sistema neoliberal.

 

Pongamos un caso hipotético: Periquito Pérez es socio mayoritario de la cadena televisiva La Luciérnaga. Ella produce noticieros, telenovelas, programas de variedades, de participación, un reality show, un periódico, dos revistas y una cadena de radio (cada uno, claro, con sitios en Internet). Por el volumen de sus ventas, La Luciérnaga tiene también una Fundación, que además de evadir impuestos se dedica a hacer obras sociales, como guarderías para madres que no puedan pagarlas, hogares para niños huérfanos o de la calle, escuelas de bajo costo, etc. Para pagar los gastos de esta fundación, La Luciérnaga en sus espacios públicos pide “ayuda” a los ciudadanos, quienes además de representarle dinero por consumir sus ofertas comunes, le aportan otro tanto en efectivo sólo para contribuir a esta causa. Ello, además, hace al “público” sentirse identificado y activo con el progreso de su país de una forma más práctica que ir a votar por algún candidato a la presidencia cada cierto periodo.

 

De esta forma, los métodos actuales de “participación” en los medios masivos de comunicación, son otra forma de la relación cada vez más estrecha del mercado con la supuesta sociedad civil, (entiéndanse aquí los medios como industria independiente y generadora de grandes cantidades de dinero, no como voceros de la sociedad).

 

Volvemos al ejemplo de La Luciérnaga. El socio mayoritario comparte el poder con otra serie de accionistas, quienes a su vez tienen familiares o incluso ellos mismos, con cargos en la municipalidad, el gobierno, el parlamento... Es claro que la sociedad capitalista fomenta en todos sus niveles el individualismo como forma de vida. Si esto es así, ¿qué interés puede tener el diputado-socio de la Luciérnaga en defender los intereses sociales? Sólo el que emane de la presión de esa misma sociedad para obligarlo a ello.

 

Sin embargo, como apunta Fernández Santillán, el desmoronamiento del orden estatal y la pugna entre los partidos políticos muchas veces atrae toda la atención de la opinión pública, dejando de lado los progresos de otras organizaciones de la sociedad civil, con fines muy específicos, que si han tenido grandes avances.

 

En una entrevista reciente a Gillian Sorensen, actual consejera principal y abogada defensora nacional en la Fundación de Naciones Unidas, calificó la sociedad civil como “muy importante”. En las primeras reuniones de la Organización de Naciones Unidas (ONU), los representantes de la sociedad civil se sentaban en los bordes de la sala y observaban sin participar ni criticar. Con los años su impacto se ha incrementado hasta el punto en que éstas puedan hablar con una sola voz, y “eso hace mucho más fácil trabajar con ellos”, al ser una asociación de ciudadanos libres, independientes y voluntarios que hablan por sí mismos.

 

Según informes de la Organización, a comienzos de 1945, cuando se redactó la Carta, había alrededor de 50 ONGs. Hoy existen 4,200 ONGs (que son sólo una fracción del universo de la sociedad civil) acreditadas. Ellas educan, movilizan, divulgan, dramatizan, recolectan fondos, elevan la conciencia, pueden ejercer presión. Algunas se esfuerzan en la línea del frente, especialmente aquellas que están involucradas en los asuntos de los refugiados, y en los temas del hambre y la alimentación. Otras están más involucradas en la actividad política, o educando, tratando de inspirar a los representantes políticos a actuar y votar en apoyo de los temas de la ONU.[36] Las organizaciones de la sociedad civil (OSC) también han ganado protagonismo como actores de la asistencia para el desarrollo mundial: la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) informó que hacia fines del decenio de los noventa las OSC contribuyeron anualmente entre 11.000 y 12.000 millones de dólares de sus propios recursos. [37]Para algunas tendencias actuales, como es el caso de Puerto Rico en su status de colonia, el concepto de sociedad civil del discurso independentista puertorriqueño [38] tiene el aspecto de encubrir la lucha de clases, de minimizar el rol de la clase trabajadora en la construcción de una alternativa superior al capitalismo colonial y al de crear la impresión de que puede haber un proyecto multiclasista y heterogéneo basado en ideales del liberalismo tradicional.

 

Asimismo, Javier Colón plantea, desde España, que es necesario que la sociedad civil cumpla su función de permitir encuentros, dinámicas y procesos donde prevalezca menos retórica y más una preocupación por adelantar simultáneamente los objetivos de una mayor autonomía ciudadana.

Según un artículo publicado en Le Monde de Paris en 1992, el economista André Gorz divide la situación entre las personas con capacidad cultural que exigen la creación de espacios de solidaridades autogestionadas contra los poderes del Estado y el dinero, y las que desearían volver a un orden jerarquizado e integrador (en el caso de los países exsoviéticos) que les garantizara un sitio asegurado y asignado.[39]

 

En Francia los ciudadanos aspiran confusamente a un papel diferente, más activo, más inmediato, más directamente ligado a su marco de vida. Pero, al mismo tiempo, votan menos, desconfían de los partidos y del poder, desertan de los sindicatos, se burlan de la justicia, critican a los medios de comunicación.[40]

 

En el caso de América Latina, durante la década de los setenta y ochenta, la sociedad civil fue lo opuesto a las arbitrariedades del régimen militar, y la reconstrucción de lazos de asociación con vista al restablecimiento de la acción política.[41]

 

Sin embargo, muchas de las sociedades civiles de los países de América Latina hoy no se encuentran acostumbradas o preparadas para la participación, no cuentan con los mecanismos adecuados para hacerlo o simplemente no se encuentran interesadas en participar ni siquiera en la elecciones políticas internas del propio país. Ello porque se han encontrado durante décadas sumidas en períodos de dictadura, conflictos guerrilleros, crisis políticas y económicas, problemas étnicos, carencia de procesos democráticos adecuados, etc.[42].

 

En las últimas décadas se ha visto una escasa participación ciudadana, expresada particularmente en la baja incidencia de la sociedad civil en las políticas ambientales y sociales[43]. Sin embargo, tenemos el caso de las manifestaciones recientes contra la guerra en Afganistán, en Iraq, contra la globalización, ello a nivel mundial. En cada país del continente americano nos encontraremos con una sociedad civil marcada por distintas características, grado de desarrollo en cuanto a su participación, dotada y acostumbrada con distintos mecanismos de participación al interior del Estado.”

 

La apertura de los mercados, la extrema privatización y el desembarazo del Estado con respecto a los problemas económicos de los países (que no puede mejorar puesto que no controla el poder económico), hace que la sociedad civil esté obligatoriamente formando parte de esa economía, de ese mercado. Las acciones que la sociedad necesita requieren dinero, y si el Estado no puede proporcionarlo, es el mercado quien se debe encargar ese suministro. Pero resulta que en muchas ocasiones los amos del mercado son también los amos del otro paradigma: el de la comunicación. “Muchas de estas organizaciones y asociaciones, en la actualidad, obtienen financiamiento para sus actividades desde las entidades estatales, en muchos casos casi en su totalidad” (Ruiz Giomenez [44] ). Por eso urge la tarea de convertir a la sociedad civil en un "Tercer Dominio" que rompa el binomio de hierro Gobierno/Sector Privado a favor del fortalecimiento de organizaciones educativas, voluntarias, religiosas, indigenistas, culturales, científicas, regionales, feministas, populares, etc.

 

Benjamin Barber[45] afirma el propio concepto de sociedad civil sugiere un dominio independiente de vida social libre en la que ni los gobiernos ni los mercados privados son soberanos, un ámbito que nosotros mismo creamos a través de la acción asociada común. La sociedad civil es un tercer sector (los otros son el Estado y el mercado) que ejerce una función mediadora.

 

¿Cómo funciona ese “binomio de hierro”? Jairo Sandoval Franky, como representante del sector universitario colombiano, clasifica los “problemas de la sociedad civil” de la actualidad[46]: tendencia por parte de la ciudadanía a la pasividad, y a cierta fatiga psicológica por parte del universo asociacional en cuanto a sus deberes públicos; flagrante desconocimiento, por parte de la burocracia estatal, de las leyes éticas que la rigen y por parte de los grupos subversivos que operan en el país, así como de los derechos civiles del individuo y, por último, existe también una cultura nacional de corrupción y violencia generalizada que entorpece el trabajo social del tercer sector.

 

Según Gilles Deleuze.[47], los lugares de encierro se encuentran en crisis: prisión, hospital, fábrica, escuela, familia. Las sociedades de control están reemplazando a las sociedades disciplinarias.¿Qué son entonces estas sociedades de control? La fábrica constituía a los individuos en cuerpos, por la doble ventaja del patrón que vigilaba a cada elemento en la masa, y de los sindicatos que movilizaban una masa de resistencia; pero la empresa no cesa de introducir una rivalidad inexplicable como sana emulación, excelente motivación que opone a los individuos entre ellos y atraviesa a cada uno, dividiéndolo en sí mismo. Controles complejos sobre los flujos informativos, empleo extensivo de los sondeos y técnicas de monitorización y empleo social innovativo de los medios de comunicación, todo ello conquista la posición dominante en el ejercicio del poder. El control funciona sobre el plan de las imágenes de la sociedad. El anonimato de las sociedades de control es precisamente lo que señala su superficie plana.

Los aparatos de control y el nuevo régimen social logran, antes que disciplinar a los ciudadanos como una identidad social fija, controlarlos como una identidad cualquiera, o mejor como un subrogado de identidad infinitamente flexible.

 

Los individuos se han convertido en “dividuos”, y las masas, en muestras, datos, mercados o bancos. El capitalismo ya no se basa en la producción, que relega frecuentemente a la periferia del tercer mundo, incluso bajo las formas complejas del textil, la metalurgia o el petróleo. Es un capitalismo de superproducción. Ya no compra materias primas y vende productos terminados: compra productos terminados o monta piezas. Lo que quiere vender son servicios, y lo que quiere comprar son acciones. Ya no es un capitalismo para la producción, sino para el producto, es decir para la venta y para el mercado. El hombre ya no es el hombre encerrado, sino el hombre endeudado.

 

A ello se refirió Marx desde el siglo XIX. El mercado capitalista no crea objetos para el sujeto, sino crea sujetos para el objeto[48]. Es decir, los hombres van siendo moldeados de acuerdo al mercado y al consumo. En ello cada vez el dominio del mercado financiero es más real y el del Estado más aparente. Como dijo Foucault: el diagrama disciplinal corre por las diferentes instituciones definiendo las condiciones de posibilidad, las condiciones de lo que puede ser visto, dicho, sabido, las condiciones del ejercicio del poder. Más allá de los intereses monetarios, que ya se han tratado de ejemplificar, los medios pueden llegar a ser la vía para la comunicación de abajo hacia arriba, es decir, de la sociedad civil con el Estado. Para ello lo primero que se necesita es una sociedad civil con sectores más críticos, que pueda orientar y mover al resto, no manipularlo como ha sucedido con los medios de comunicación.

Para Edgar Morin[49], está claro que las concepciones dominantes que ignoran al sujeto, la consciencia, la creatividad son incapaces de percibir autonomía y libertad. El sujeto está en el corazón de la autonomía humana: en él, la consciencia, la reflexividad, la existencialidad.

El individualismo, que es una de las grandes conquistas de la civilización occidental, genera hoy cada vez más fenómenos de atomización, de soledad, de egocentrismo o de degradación de la solidaridad.[50]

 

Sin embargo, otras posturas más optimistas creen que la sociedad civil tiene capacidad para intelectualizar una estrategia de lucha política desde dentro, utilizando las posibilidades que brinda, sus contradicciones, sus espacios vacíos, sus inconsecuencias.

 

La economía capitalista más que una economía de mercado, es una economía para el mercado, y la sociedad civil no sólo forma parte de ese mercado, sino que es cuantitativamente vital para él. A pesar del carácter enajenante no sólo de esa formación estatal, sino del Estado burgués y de todo el Estado en general que propuso tanto Marx como los existencialistas en el siglo XX, el sujeto social de hoy sabe seleccionar y ya no busca sólo productos, sino calidad de vida, y la compraventa es un espacio de lucha muy común entre las fuerzas sociales y del mercado.

 

Retomemos a Marx, en su “construcción de la ecuación política del Estado moderno”: cuanto más universal es su interés, tanto más particulares son los intereses de la sociedad civil. Las libertades garantizadas por el Estado moderno (la emancipación política) son las libertades individuales de perseguir los intereses particulares propios, sin preocuparse de otros ni de la comunidad[51].

 

¿Quiénes garantizan estas libertades individuales? Los productos del mercado. Más bien, los servicios del mercado. En ese “mundo” empresarial, las megatendencias de hoy son enfocadas a la globalización de los mercados, más competidores y más agresivos, mayor diversidad de productos y éstos con ciclos de vida de productos más cortos, consumidores más exigentes y complejos, rápida tasa de cambio tecnológico, rebrotes puntuales de proteccionismo y regulación[52].

 

Es por ello que los mercados necesitan estar en correspondencia con lo que el sujeto social quiere, para poder crear, volviendo a Marx, “un sujeto para el objeto”. Hoy en día la gente quiere maximizar su calidad de vida. Ello no sólo entraña la cantidad, calidad, disponibilidad y precio de los bienes o servicios sino la calidad del ambiente físico y cultural que rodea al consumidor, es decir, el ambiente de esa sociedad.

 

En una conferencia reciente para el foro de CARICOM, Fidel Castro explicó los dos grandes movimientos en que están situados los públicos de hoy, como fuentes de la sociedad que pueden empujar a que esta sea mejor. Estos son el consumerismo y el ambientalismo. Los explicaremos brevemente.

 

El consumerismo es un movimiento organizado por ciudadanos y gobierno, preocupados por dar fuerza a los derechos y poder a los compradores, en relación con los vendedores. Este movimiento obliga al gerente de producto a considerar aún más las cosas desde el punto de vista del consumidor, sin aprovechar las necesidades no sustanciales y tratará de buscar aquellas necesidades reales que han pasado desapercibidas por otras industrias y que el mundo actual posibilita. Aquí se agregan a los derechos tradicionales de los consumidores, otros nuevos: a ser adecuadamente informado de los aspectos más importantes del producto, ser protegido contra productos y prácticas dudosas de mercadotecnia, así como a influenciar productos y prácticas de mercadotecnia en direcciones que mejoren la calidad de vida.

El consumerismo exige verificar los ingredientes, aspectos, seguridad de sus productos, preparar un empaque duradero y seguro, desarrollar etiquetas informativas, sustanciar sus aseveraciones en los anuncios, formular claras y adecuadas garantías para el artículo, revisar constantemente la promoción de ventas, revisar todas las decisiones con sus abogados que estén acorde con lo establecido gubernamentalmente para su producto.

Por otra parte, el ambientalismo es un movimiento organizado por ciudadanos y gobierno , preocupados por proteger y mejorar el medio ambiente y la calidad de vida del hombre. Le preocupa el agotamiento de las minas, la extinción de los bosques y de especies animales, el humo de las fábricas, la diseminación de desperdicios, la contaminación del agua, el ruido a que están sometidos los seres humanos.

 

Ha logrado que en las empresas se hayan nombrado comités a nivel de planta para revisar sus métodos de producción con la mira de localizar procedimientos de desperdicio e identificar fuentes de contaminación. Las empresas están introduciendo criterios ambientales en su toma de decisiones respecto a ingredientes de productos diseño y empaque. Tratan de crear productos ecológicamente superiores y utilizan esto como argumento importante de venta.

 

“Las decisiones de mercadotecnia de una compañía se ven cada vez más afectadas por asociaciones de consumidores, grupos ambientales, organizaciones minoristas , asociaciones de vecinos y otros grupos de interés públicos. Estas acciones cada vez son mayores y su repercusión de hacer caso omiso puede ser fatal para la empresa. Por ello, las empresas progresistas han adiestrado a sus encargados para tomar decisiones de introducir criterios sociales en sus resoluciones y buscar un mejor equilibrio entre las necesidades de los consumidores ciudadanos y accionistas. También han creado departamentos de asuntos públicos para mantenerse en contacto con estos grupos y sus líderes.”[53] Es este el panorama actual en que los públicos (en lenguaje de mercado) y la sociedad civil, para terminología de este texto, se comportan. Especificamos, ya que si el lector percibe, aunque se separen por roles entre “consumidores” y “ciudadanos” finalmente los integrantes de una comunidad son los mismos. Las sociedades de control han sustituido a las disciplinarias, y la relación con el mercado, con los medios de comunicación como mediadores, se va haciendo cada vez más general en la sociedad civil. La exigencia al gobierno es, de todas formas, primordial.

 

Concordamos con Kees Biekart cuando afirma que el fortalecimiento de la sociedad civil consiste en una combinación entre una participación más amplia de ella con una mayor transparencia y rendición de cuentas por parte del Estado. Pero esa rendición de cuentas exige primero una relación más transparente con los medios de comunicación, que son los mediadores actuales por excelencia. Recordemos que “democracia hoy rima con desmantelamiento del sector estatal, con privatizaciones, donde todo se sacrifica a los imperativos de la economía financiera”[54].

 

No obstante; la información avasallante, los productos y la propaganda con que convive día a día el sujeto de hoy, han hecho aún sin quererlo al hombre más conocedor, más crítico, y esa misma actitud es la que la sociedad civil debe extrapolar desde la compraventa a todos los sectores de la vida social, en especial si ello sirve para exigir una mejor calidad de vida y un mundo más sano y mejor.

 

BIBLIOGRAFÍA

 

 

Acanda, Jorge Luis (2002), Sociedad civil y hegemonía, La Habana, Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello.

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[1] Hardt, Michael, La desaparición de la sociedad civil, http://www.espaimarx.org/3_24.htm

[2] Ibídem.

[3] Acanda, Jorge Luis, Sociedad civil y hegemonía, Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, La Habana, 2002. p. 65

[4] Ibídem.

[5] Hardt, Michael. ob. cit.

[6] Hegel, Friedrich (1972), Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas, Principios de Filosofía del Derecho, Moscú, Editorial Progreso, p.164.

[7] Gamio Gonzalo, ¿Qué es la sociedad civil?, http://palestra.pucp.edu.pe/index.php?id=31, Perú.

[8] Véase que desde Marx en 1844 hasta Gramsci en la década de 1930 es casi un siglo en que el término estuvo “olvidado”. Cfr. Acanda, Jorge Luis, ob. cit.

[9] Acanda, Jorge Luis, ob. cit., p. 248

[10] Ibídem., p. 257.

[11] Cfr: Hardt, Michael, ob. cit

[12] Estos dos aspectos están también en la filosofía de Hegel.

[13]. Ob. cit.

[14] Castañeda, Jorge, La utopía desarmada, Barcelona, Ariel, 1995, en: Acanda, Jorge Luis, Sociedad civil y hegemonía, Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, La Habana, 2002, p. 22. Aclárese que en ese año el autor pertenecía a la llamada “izquierda” en México.

[15] Gamio, Gonzalo, ob. cit.

[16] Constitución Española, Enciclopedia Encarta 2005.

[17] Gran Diccionario Enciclopédico (1997), Barcelona, Grijalbo.

[18] Acanda, Jorge Luis, ob. cit., p. 52.

[19] ALCA.org, La participación de la sociedad civil en el ALCA, http://www.ftaa-lca.org/spcomm/soc/Contributions/Quito/cscv13_s.asp, Ecuador.

[20] Ruiz Mondragón, Ariel, Democracia y sociedad civil. Entrevista con José Fernández Santillán, México, La Insignia, http://www.lainsignia.org/2004/julio/cul_008.htm, julio del 2004.

[21] Ibídem.

[22] Diamond, Larry, Toward Democratic Consolidation, Journal of Democracy, vol.5, no. 3, p.5, julio de 1994.

[22] Banco Mundial, http://web.worldbank.org/WBSITE/EXTERNAL/BANCOMUNDIAL/EXTTE AS/EXTCSOSPANISH/0,,contentMDK:20621524~menuPK:1613473~page K:220503~piPK:220476~theSitePK:1490924,00.html

[23] Diamond, Larry, ob. cit.

[24] Barber, Benjamin, (2000), Un lugar para todos, Barcelona, Paidós.

[25] Habermas, Jürguen (1998), Facticidad y validez, Madrid, Trotta, , en: Acanda, Jorge Luis, Sociedad civil y hegemonía, Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, La Habana, 2002, p.24.

[26] Colón, Morera (2002), Diálogo, febrero y marzo, en: Pesquera, Héctor L., Partidos Políticos y Sociedad Civil, Taller sobre Partidos Políticos y Movimientos Sociales efectuado en el Foro de Sao Paulo.

[27] Ibídem.

[28] Sanjuán y Muñoz, Enrique, Artículos de sociedad civil, http://noticias.juridicas.com/areas/45- Derecho%20Civil/10-Art%EDculos/200310-125692910342741.html, Octubre 2003.

[29] Constitución Española

[31]Bueno, Gustavo (1995), ¿Existe la sociedad civil? (conferencia), Universidad de Oviedo, en: Neira, Javier, La Nueva España, 9 de junio de 1995.

[32] Castillo, Raúl, La sociedad civil, Pinar del Río, Revista Vitral, no. 69, septiembre-octubre 2005, p.37-40.

[33] Rivera, Ángel Israel, Poder Social versus Poder Electoral: La Sociedad Civil y los Partidos Políticos en la Democracia Participativa del Nuevo Siglo.

[34] Banco Mundial, ob. cit.

[35] Rivera, Angel Israel (2005), La función de la sociedad civil, Sociedad Civil en Marcha,Colombia, 24 de mayo de 2005.

[36] Sorensen Gillian, La ONU y la sociedad civil,

[37] Definición de sociedad civil, http://www.who.int/civilsociety/documents/en/ConocerSociedadCivil2001-DP2-sp.pdf

[38] Pesquera, Héctor L., Partidos Políticos y Sociedad Civil, Taller sobre Partidos Políticos y Movimientos Sociales efectuado en el Foro de Sao Paulo.

[39] Cfr. Ramonet, Ignacio,(1999), Un mundo sin rumbo. Crisis de fin de siglo, Madrid, Editorial Debate, p.30.

[40] Ibídem. p. 42.

[41] Acanda, Jorge Luis, ob. cit., p. 21

[42] ALCA.org, ob. cit.

[43] Diario de la sociedad civil (2005), ¿Qué es el diario de la sociedad civil?, Chile, http://www.wolton.cnrs.fr/glossaire/esp_sociedad_civil.htm

[44]Ïbídem.

[45] Barber, Benjamin, ob. cit. p. 13.

[46] Sandoval, Jairo (2003),Sociedad civil, Colombia, http://www.aceproject.org/main/espanol/ve/vea03a03.htm.

[47] Deleuze, Gilles (1991), Posdata sobre las sociedades de control, en: Ferrer, Christian, (comp.) El lenguaje literario, Tº 2, Ed. Nordan, Montevideo.

[48] Marx, Carlos (1970), Fundamentos de la crítica de la economía política, La Habana, Editorial Ciencias Sociales, p. 31, en: Acanda, Jorge Luis, ob. cit., p. 75.

[49] Morin, Edgar, Antropología de la libertad, CNRS, París, Groupe de Recherche sur l'Adaptation, la Systémique et la Complexité Économique (ed.), Entre systémique et complexité, chemin faisant... Mélanges en hommage à Jean-Louis Le Moigne, PUF, París, 1999: 157-170. Traducción de José Luis Solana Ruiz.

[50] France, Label, Entrevista a Edgar Morin, Revista Ciencias Humanas, no. 28, julio de

1997.

[51] Acanda, Jorge Luis, ob. cit., p. 206.

[52] Fernández, Delia, Ambiente de la mercadotecnia, texto inédito.

[53] Fernández, Delia, ob. cit.

[54] Acanda, Jorge Luis, ob. cit., p. 85.


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