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"Contribuciones a la Economía" es una revista académica con el
Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas
ISSN 16968360

Turismo sostenible: una visión desde el enfoque de oferta

Carlos Santovenia
Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua-León
carlosant@yahoo.com

En relación con este artículo, vea también el libro
Muñoz de Escalona, F. (2004): Autopsia del turismo

 

En la Escuela de Turismo de la UNAN-León, creada en 1996, se oferta la Carrera de Licenciatura en Gestión de Empresas Turísticas. La preparación de estos profesionales del turismo, aunque no obvia el enfoque convencional del turismo (enfoque de demanda), centra la preparación de los mismos en el enfoque alternativo o científico (enfoque de oferta).

El empleo de dicha concepción del turismo en nuestro centro se debe a los contactos establecidos, desde la fundación de la Escuela, con el Dr. Francisco Muñoz de Escalona, ex investigador titular del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) de España y Vice-Director de su Instituto de Economía y Geografía hasta diciembre del 2002.

El enfoque de oferta del turismo es el resultado de trabajos científicos realizados en el CSIC desde 1986, en el marco de una línea de investigación fundada en la crítica de la economía turística convencional.

La adopción del enfoque alternativo (economía científica del turismo), por parte de la Escuela de Turismo de la UNAN-León, se basa en la comprensión, por parte de la mayoría de sus profesores; de los aciertos de la misma, comprobados de forma empírica en contacto con empresarios del sector y al analizar la realidad turística del contexto donde se lleva a cabo el trabajo de la Escuela.


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Carlos Santovenia:  “Turismo sostenible: una visión desde el enfoque de oferta" en Contribuciones a la Economía, noviembre 2006. Texto completo en http://www.eumed.net/ce/


 

Para que se comprenda este enfoque del turismo a continuación hacemos una presentación resumida del mismo por medio de los diez fundamentos del mismo resumidos por el Dr. Muñoz de Escalona en su trabajo “El marco teórico del turismo y sus aplicaciones empresariales” , presentado en la sede del PNUD en Managua, en noviembre del 2000.

 

Decálogo de la teoría científica del turismo.

 

1.       Turista es quien adquiere en el mercado un plan de desplazamiento circular o de ida y vuelta. Consumir turismo es realizar el plan de desplazamiento circular adquirido.

2.       La elaboración de planes de desplazamiento circular es la actividad  productiva de turismo. Proponemos llamar producto turístico exclusivamente a un plan de desplazamiento circular (o, lo que es lo mismo, un programa de estancia temporal o pasajera). El turismo es un producto final puesto que se destina a consumidores finales.

3.       Empresas turísticas son exclusivamente las que elaboran planes de desplazamiento circulares. Se contemplan dos formas de producir turismo: la autoproducción (el productor coincide con el consumidor) y la alteroproducción (el productor es diferente del consumidor). Existen dos tipos de empresas turísticas, mercantiles (touroperadoras) y no mercantiles (sin fines de lucro).

4.       La producción de turismo se rige por criterios y principios tecnológicos propios. A este conjunto de técnicas podemos denominarlo ingeniería turística.

5.       La producción de turismo es una actividad económica productiva que pertenece al sector servicios o sector terciario. La producción de turismo es previa al consumo final de turismo.

6.       El turismo es un servicio que se produce con productos elaborados por empresas auxiliares que también pertenecen al sector servicio. Estos servicios auxiliares son de dos tipos: incentivadores y facilitadores. Ninguno de ellos son productos turísticos.

7.  Los servicios auxiliares incentivadores son básicos en la producción de turismo. Sin    incentivadores  no   es posible producir turismo. Existen diferentes mercados de productos incentivadores orientados tanto a los autoproductores como a los alteroproductores. Los primeros son objeto de demanda final y los segundos de demanda intermedia.

8.       Los servicios auxiliares facilitadores son complementarios pero no básicos de la producción de turismo. Es posible producir turismo sin emplear productos facilitadores. El producto resultante es más apto para ser consumido, y por tanto más vendible, si en su producción se incluyen los servicios facilitadores. Existen diferentes mercados de productos facilitadores orientados tanto a los autoproductores como a los alteroproductores. Los primeros son objetos de demanda final y los segundos de demanda intermedia.

9.       El turismo se distribuye y comercializa a través de empresas intermediarias mayoristas y minoristas (las “agencias de viajes”). Hay mercados mayoristas y minoristas de turismo.

10.   Las empresas turísticas se localizan, en general, en los lugares donde residen los consumidores. Nada se opone, sin embargo, a que las empresas turísticas se localicen en los lugares en donde radican los servicios incentivadores. Si se emplea esta estrategia empresarial, la que se basa en la producción de turismo en el mismo lugar de la incentivación se obtienen más beneficios económicos, culturales, sociales y medioambientales que si se eligen estrategias limitadas a producir sólo servicios facilitadores y, o, abandonando la oferta incentivadora a la espontaneidad de la Naturaleza o la generosidad de las generaciones pasadas.

 

Estos diez aspectos conforman el, “Decálogo de la economía científica del turismo caracterizado por estar elaborado de acuerdo con el enfoque de oferta o económico, el habitual en el análisis microeconómico de cualquier actividad productiva”. (Muñoz de Escalona, Francisco).

 

Nuestro análisis del turismo sostenible se fundamenta en este enfoque de oferta del turismo.

 

Aunque todos los elementos del decálogo son importantes para comprender el valor del enfoque de oferta en el desarrollo de un turismo sostenible, el presente análisis se basa principalmente en los aspectos siete, ocho y diez.

 

Desde el enfoque tradicional (de demanda), no se comprende totalmente el hecho de que los servicios auxiliares incentivadores son básicos en la producción de turismo (aspecto siete del decálogo). Esto deforma la estrategia de desarrollo turístico pues concentra la atención y las inversiones en la facilitación, lo cual genera desbalances entre ambos servicios auxiliares. Ya que en muchos casos la oferta de facilitación no es respaldada por la correspondiente oferta de incentivación, provocando que los hoteles y restaurantes funcionen con unos niveles de ocupación que afectan la rentabilidad de los mismos, y por tanto su sostenibilidad económica. Un ejemplo es el caso de España, donde 2002 marcó una reducción de la rentabilidad del sector. Según un estudio de Belén Cebrián (El País, 9 de marzo del 2003); “Las playas se llenaron a base de rebajar precios, una política de parcheo que no ataca las raíces del problema: la pérdida de competitividad de un sector que a base de sol y bajos precios se ha vendido solo”.

Desde el enfoque de oferta se piensa que la solución, para el desarrollo del turismo en un lugar con una playa, o con otros incentivadores naturales o culturales, es la construcción de unos hoteles y algunos restaurantes. Y olvidan que esto es algo secundario (aspecto ocho del decálogo), en relación con la preparación de unos productos que integren actividades; observación de la naturaleza, caminatas, reuniones científicas o de otro tipo, excursiones a caballo, escalada, competencias en botes, natación u otras,  que ocupen el tiempo de los visitantes y los hagan demandar el uso de alojamiento y servicios de alimentos y bebidas.

 

Esto se debe a que no se valora a los incentivadores como el núcleo duro de la oferta, y se les abandona “a la espontaneidad de la Naturaleza o la generosidad de las generaciones pasadas” (Muñoz de Escalona, 2000). Lo cual genera la existencia de incentivadores sin guías adecuados, sin folletos informativos, sin recorridos establecidos, carentes de una interpretación adecuada, desprovistos de una promoción correcta, sin programas de gestión del visitante, deteriorados. Este abandono impide elevar el nivel de atracción de los sitios y crea decepción en los visitantes, reduciendo su estancia y los gastos que realizan en el lugar (impacto económico).

 

Dicha situación, además, limita el aprovechamiento del potencial para la creación de empleo que poseen los incentivadores; cuyo manejo adecuado requiere de especialistas en conservación del patrimonio, divulgadores o comunicadores, y con especial necesidad de gestores turísticos, especialistas que deben encargarse de elaborar un adecuado sistema de “gestión del visitante”; que abarca desde la selección de los segmentos de mercado meta, las formas adecuadas de hacer llegar a estos la información correspondiente, así como la atención correcta de los clientes durante la visita al incentivador, todo lo cual debe permitir generar unos recursos monetarios que ayuden al sostenimiento económico del incentivador y a la vez realizar un uso del mismo  que esté acorde con su conservación.

 

Todo esto se refleja, incluso, en el mismo proceso de formación de mano de obra para el turismo; la mayoría de los centros de formación de profesionales del turismo ofrecen una carrera de “Turismo y Administración Hotelera” o de “Administración de Empresas Turísticas y Hoteleras”, donde se insiste en la preparación para el manejo de hoteles, restaurantes, y agencias de viajes, pero no se incluye ninguna clase o programa destinado a la preparación de los estudiantes en la gestión de centros de servicios auxiliares de incentivación, ya  que estos no son considerados elementos importantes de la oferta, aunque paradójicamente se les denomina recursos o atractivos turísticos.

 

Estas circunstancias hacen que el aprovechamiento de estos incentivadores sea muy lejano a su potencial, limitando así el aporte que deben hacer a la economía de las poblaciones en que están enclavados y propiciando la destrucción de sus valores naturales o culturales.

 

Tomando en cuenta esta problemática, nuestra Escuela incluye en la formación de gestores del turismo la administración de incentivadores, que prepara a estos profesionales en la planificación, administración y promoción de los elementos que componen el “núcleo duro de la oferta turística”.

 

Ø      Un problema que tanto afecta al turismo como la estacionalidad, la cual crea problemas de saturación en unos períodos y niveles de ocupación muy bajos en otros, dando lugar a situaciones de abuso del espacio físico y de la infraestructura, así como a insatisfacción de los visitantes en temporada alta, y a dificultades con la rentabilidad en temporada baja; es en gran medida resultado del enfoque de demanda.  Debido a este enfoque se le da más importancia al mercado emisor que a las condiciones con que cuenta el destino para elaborar productos a ofertar a los turistas. Esta concepción lleva a que la producción turística sea dependiente de lo que desean los turistas sin tomar en cuenta adecuadamente las potencialidades del territorio en cuestión.

 

Existen muchos sitios, (“destinos”), que poseen condiciones naturales para recibir turistas todo el año; estabilidad climática, accesibilidad permanente, invariabilidad en las condiciones de los atractivos, pero sin embargo tienen una marcada estacionalidad. Que se debe a la falta de una visión de oferta que llevaría a diversificar las actividades y crear productos que atraerían a los turistas todo el año. Un ejemplo de esto es el balneario de Poneloya en las costas del Pacífico de Nicaragua. En el mismo las playas no son de gran calidad, pero cuenta con amplios esteros y una isla que constituyen una reserva natural por la riqueza de su flora y por la abundante, variada e interesante fauna, especialmente aves autóctonas y migratorias, lagartos y las tortugas que llegan a desovar. Sin embargo, por el momento, casi lo único que se aprovechan son las playas, en períodos muy específicos del año; Semana Santa, fin e inicio de año y  vacaciones de julio-agosto, el resto del año pasa casi desolado.

 

O sea, que durante un mes y medio aproximadamente, la demanda sobresatura el balneario. Durante estos días es muy difícil alquilar una habitación, encontrar donde aparcar un vehículo, tomar agua u otra bebida en los locales existentes y los instalados especialmente para la ocasión, así como disfrutar del baño de mar. El resto del año, diez meses y medio, los centros de servicios de alojamiento y de alimentos y bebidas, cuentan con una pequeña demanda los fines de semana y el resto del tiempo pasan rezando por contar con algún huésped.

 

Esta situación tiene un claro efecto negativo sobre el desarrollo sostenible del turismo en el balneario, tanto en lo económico-social como en lo medioambiental. Impacto que podría reducirse por medio de la diversificación de la oferta, con la creación de programas de visitas a los esteros y a la isla para la observación y estudio de la flora y la fauna,  el establecimiento de cursos cortos de ecología tropical, eventos deportivos y otros como ferias gastronómicas, creación de zoocriaderos; lo que reduciría la estacionalidad y justificaría la ampliación de la infraestructura básica y específica en el área, posibilitando así la reducción de los impactos negativos, la mejora en la experiencia de los visitantes y el incremento de la rentabilidad de los establecimientos dedicados a la atención de los visitantes.

 

Ø      Otro hecho que pone de manifiesto las debilidades de la construcción de un turismo sostenible desde el enfoque de oferta es el caso del ecoturismo. En muchos lugares se desarrolla un “ecoturismo” que es más una marca para vender, para responder a la demanda, que el ecoturismo propugnado en los conceptos.

 

Según el concepto de ecoturismo más divulgado; el de Héctor Cevallos Lascurain, este tipo de turismo se realiza; “a través  de un proceso que promueve la conservación, tiene bajo impacto ambiental y cultural y propicia un involucramiento activo y socioeconómico benéfico de las poblaciones locales”. Sin embargo, la posición de responder a los criterios que impone la demanda, sobre todo por medio de los grandes operadores y grandes cadenas hoteleras internacionales, ha llevado a la construcción de grandes infraestructuras de alojamiento en medio de espacios naturales protegidos; como algunos casos en la selva maya mexicana o áreas  similares del sudeste asiático, cayendo en todo lo contrario a lo postulado por el concepto.

 

Construir un gran hotel de lujo de doscientas o más habitaciones no es ecoturismo porque este esté ubicado en medio del bosque tropical, ni porque, supuestamente, los visitantes del mismo vayan a observar la naturaleza. Esas capacidades jamás permitirán un bajo impacto ambiental y cultural. Porque el número de visitantes y de personal y recursos necesarios para su atención en semejante instalación, son de por sí un serio problema por el ruido que generan, la demanda que le imponen a los recursos del medio y los desechos que producen.

 

Otro de los preceptos de estos “turismos de naturaleza”, es el contacto de los turistas con la misma, la vida en condiciones alejadas del medio urbano y otros detalles idílicos, que son los que harían de este turismo algo realmente diferente, alternativo; sin embargo todo queda relegado en aras de complacer a la demanda, la cual muchas veces no ha sido consultada al respecto. Por lo que la decisión la toman los oferentes sin pensar en el daño que hacen al territorio, a los habitantes locales e incluso a los propios turistas.

 

En cuanto a esto valga una experiencia personal. En el año 2000, las instituciones locales relacionadas con el turismo en León, segunda ciudad de Nicaragua, trabajaban en un proyecto para el aprovechamiento “ecoturístico” de la Reserva Natural Isla Juan Venado, en el litoral del Pacífico. En el marco de esas acciones visitamos el área un grupo de especialistas para evaluar las propuestas del proyecto. Y allí se planteó, por parte de los responsables; la idea de construir, en la mayor parte del recorrido por la isla, una plataforma de madera para que los visitantes no se embarraran de lodo durante la caminata. Entonces no estaban pensando en “el bajo impacto”, ni en “el contacto con la naturaleza”. Iban a destruir parte de la vegetación y a devaluar un paisaje protegido pensando en la demanda. Demanda errónea, porque los verdaderos turistas que buscan este tipo de actividad consideran el enlodarse una de las cualidades del turismo que quieren practicar. Situación que se podía solucionar creando unos horarios de visita que tomaran en cuenta las tablas de marea para la isla.

 

Dicha búsqueda de “satisfacer a la demanda”, limita el “involucramiento activo y socioeconómico benéfico de las poblaciones locales”, pues las grandes instalaciones ya mencionadas trabajan con unos niveles de calidad y unos enfoques que impiden a la población local participar en la mano de obra, pues los conocimientos requeridos para trabajar en estas empresas son muy superiores a los que dicha población posee. Además realizan la mayoría de sus compras en mercados nacionales o en el exterior sin tomar en cuenta las posibilidades de abastecimiento en el mercado local y sin estimular las que serían posibles.

 

Además generan la expulsión de la población local al comprar o apoderarse por otras vías de los terrenos de los residentes locales.

 

 

El aspecto diez del decálogo señala que “las empresas turísticas se localizan, en general, en los lugares donde residen los consumidores”. Pero también precisa que; “nada se opone,..., a que las empresas turísticas se localicen en los lugares en donde radican los servicios incentivadores”. Y especifica que; “si se emplea esta estrategia empresarial, la que se basa en la producción de turismo en el mismo lugar de la incentivación se obtienen más beneficios económicos, culturales, sociales y medioambientales que si se eligen estrategias limitadas a producir sólo servicios facilitadores y, o, abandonando la oferta incentivadora a la espontaneidad de la Naturaleza o la generosidad de las generaciones pasadas”.

 

La mayor sostenibilidad de la propuesta basada en la producción de turismo en el lugar donde se encuentra la incentivación, o sea, la creación de tour operadoras locales es confirmada también por el análisis  desde el concepto de “estrategias territoriales proactivas”  (Fontela, 1997).

 

Según Fontela; “enfrentados al doble reto de la acumulación de capital y de la apropiación de excedentes de productividad en una economía globalizada, los territorios institucionales, las regiones, y los municipios pueden adoptar estrategias reactivas o proactivas”

 

Estrategias reactivas son, siempre de acuerdo con Fontela; “aquellas en las que el territorio actúa con respuestas tácticas a los problemas que plantea el entorno; este territorio se sitúa conceptualmente en un <<mercado de las localizaciones>> en el que se trata de ofrecer a los <<inversores clientes>> condiciones como mínimo comparables a las que ofrecen otros <<territorios competidores>>; las instituciones territoriales se esfuerzan en el plano de las infraestructuras o en el  de la fiscalidad, para que los costes de producción en las empresas les permitan competir en la economía global”.

 

Esto es lo que hacen nuestros territorios; países, municipios y localidades en el marco del enfoque de demanda del turismo; desarrollar las infraestructuras que funcionan como facilitadores del turismo, carreteras, aeropuertos; llegando como máximo al establecimiento de hoteles y restaurantes. Y crear, en el área de la fiscalidad, leyes de incentivos a la inversión, fundamentalmente extranjera.

 

Siguiendo los planteamientos del profesor Fontela; “se entiende por estrategias proactivas aquellas en las que el territorio apuesta por una capacidad de  anticipación competitiva de los agentes locales de producción; las instituciones territoriales se esfuerzan en el plano de la capacidad de innovación y de la consolidación de factores productivos que permiten competir en la economía global”.

 

Estas estrategias proactivas comprenden:

ü      “Estímulo de la inversión empresarial (Centros tecnológicos, políticas de I+D, formación avanzada)

ü      Desarrollo endógeno (empresarios locales)

ü      Competencia empresarial por calidad

 

Algo semejante es lo propuesto por el enfoque de oferta del turismo; el desarrollo creativo de productos turísticos innovadores que contengan elementos realmente nuevos, obtenidos fundamentalmente de los estudios y el desarrollo tecnológico llevado a cabo por universidades y centros de investigación locales, en vez de dedicarse a la simple copia de productos existentes en el mercado. Proceso de desarrollo creativo realizado por tour operadoras locales que emplean los factores incentivadores y facilitadores del territorio para producir turismo de calidad. Generando así “un mayor grado de participación para los agentes locales” “en el plano de la distribución de excedentes de productividad” (Fontela, 1997).

 

Esto es contrario a lo que ocurre cuando, las tour operadoras que producen turismo, aprovechando los factores locales, son externas. Pues en este caso los niveles de remuneración para los factores locales son mínimos, debido a que estas tour operadoras externas se aprovechan de la competencia  entre territorios basada en la tendencia a la baja de los precios de los servicios auxiliares del turismo. A la vez que transfieren al exterior las ganancias derivadas de los excedentes de productividad.

 

El predominio de un turismo en el que nuestros países producen la materia prima (incentivadores y facilitadores), pero la producción final se localiza en los países emisores de los turistas, tiene para nuestras economías las mismas consecuencias que la fractura de la producción industrial, en la que se genera un ciclo incompleto del producto. Un ejemplo de ello es la producción de café; los países tropicales producen el grano que es vendido en el mercado mundial a unos precios que están arruinando la agricultura cafetalera mientras que los productores de café en polvo y otras presentaciones industriales mantienen e incrementan sus ingresos. Nuestros hoteles mantienen ingresos al punto de equilibrio en muchos casos, mientras que las grandes operadoras que dominan el mercado de los viajes obtienen grandes ingresos a partir de que su control sobre la producción final de turismo le permite determinar los precios de las habitaciones que compran en diferentes “destinos”.  Esta situación en el caso del turismo es más triste, pues la solución de la misma no requiere de la creación de las instalaciones que exige el proceso industrial de otras materias primas.

 

Las tour operadoras locales, cuyos niveles de competitividad en el mercado y de rentabilidad, dependen directamente de la calidad de los input locales (servicios  auxiliares incentivadores y facilitadores), son las primeras interesadas en impulsar procesos de “competencia empresarial por calidad” entre los agentes locales proveedores de facilitación e incentivación, los que a su vez trasladan ese patrón  de desempeño a los suministradores situados en el siguiente eslabón de la cadena. Generando unos efectos multiplicadores de mucho mayor impacto.

 

Así nos encontramos que el enfoque de oferta del turismo coincide en alcanzar los objetivos que se propone la estrategia local proactiva:

1.      Optimizar la utilización de los factores productivos locales (turísticos)

2.      Maximizar la generación de excedentes de productividad total de estos factores;

3.      Maximizar la distribución de estos excedentes de productividad a los agentes económicos y sociales locales.

 

Condiciones que realizan una alta contribución al desarrollo sostenible del turismo.

 

 

Bibliografía.

 

  • Fontela, Emilio. “Globalización y desarrollo local”. En: Aula Julio Caro Baroja “Cultura y Progreso II”. (Cultura y Desarrollo). Coordinador Germán Valcárcel-Resalt. Fundación Navapalos. Universidad de Valladolid. Madrid. 1997).
  • Muñoz de Escalona, Francisco. “Turismo rural integrado: una fórmula innovadora  basada en un desarrollo científico”. Estudios Turísticos N° 121, pp 5-25.
  • Muñoz de Escalona, Francisco. “El marco teórico del turismo y sus aplicaciones empresariales”. Managua, Nov. 2000. (Conferencia dictada en la sede del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo).

 

 

Notas:

*   El Dr. Francisco Muñoz de Escalona fue Científico Titular en el Instituto de Economía y Geografía del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) de España, hasta el año 2002, cuando se jubiló.

*   Emilio Fontela al escribir al artículo aquí citado era Profesor Ordinario de la Universidad de Ginebra y Profesor Asociado de la Universidad Autónoma de Madrid.


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