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Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas
ISSN 16968360

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Hambre o laberinto..?

Roberto F. Bertossi (CV)
Universidad Nacional de Córdoba
bertossirf@yahoo.com.ar


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Bertossi, R.F.  “Hambre o laberinto..?" en Contribuciones a la Economía, julio 2006. Texto completo en http://www.eumed.net/ce/



En un mundo en el que se estiman alimentos posibles al menos, para el doble de su población actual y en el que hay una abundante y diversificada producción alimentaria es inaceptable que más de 840 millones de personas sufran las consecuencias del hambre. Son demasiados los niños que mueren, demasiados los adultos que no consiguen vivir una vida sana y saludable, y demasiados los países excluidos del proceso de desarrollo.

Por su parte, los avances en la reducción del número de personas hambrientas en el mundo para el año 2015, tal y como fueron acordados por los gobiernos de todo el mundo en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996, son demasiados lentos.

Por el contrario, la realidad revela efectos adversos -directos e indirectos- de políticas macroeconómicas especialmente sobre alimentos, frutos y productos de primera necesidad donde se neutralizaron combinaciones y contrapuntos sobre políticas de precios específicos, impuestos, aranceles, retenciones o protecciones Vg., a `los commodities´ agrícolas; controles de precios, disociación entre precios en frontera y precios al productor producida por un desempeño monopsónico de organizaciones y reguladores –en ocasiones- funcionales al sector público o grupos de poder; intervenciones estatales polifacéticas según cada estado y según cada alimento, cuyas consecuencias deberían ser atemperadas hasta la reversión definitiva resolviendo deseconomías y externalidades `productoras´ de derivaciones negativas, singularmente para los que están en inferioridad de condiciones puestos a competir con países más desarrollados o con naturales ventajas comparativas.

La actividad agrícola debe ser promovida, fomentada, asegurada y, sólo moderada cuando se trate de intereses humanos superiores como la salud y el crecimiento natural y armonioso de las personas, el ambiente o los recursos naturales.

Si bien la globalización ha planteado nuevas exigencias ambientales, más concretamente a la producción agrícola y a la agroindrustria entre otras, por ahora, los costos ambientales -carísimos gastos sociales futuros-, injusta e inequitativamente aún no son internalizados, absorbidos ni revertidos por sus causantes, `cosecheros-usufructuarios´ particulares, singulares.

Efectivamente, Vg., para el caso del sector agrario un notable uso abusivo de tierras por parte de propietarios particulares viene generando deterioro, daños ambientales y climatológicos tan inadvertidos como inconmensurables e inadmisibles con concretas limitaciones y agotamiento de posibilidades vitales.

Entonces, el conjunto de la sociedad mediante sus defensores oficiales deberían impetrar en términos de `acción de clase´ un amparo rápido y expedito para los derechos ambientales y aquellos de incidencia colectiva contra todos los actos y omisiones cometidos por `explotadores rurales´ que, de forma geográficamente progresiva vienen lesionando, restringiendo, alterando y amenazando con arbitrariedad, ilegalidad e insaciabilidad manifiestas, derechos y garantías humanas reconocidas global y constitucionalmente como son Vg., los atingentes a un ambiente sano, a la calidad de los alimentos para la vida, al consumo, al paisaje y a un desarrollo duradero para nosotros y las generaciones por venir.

A su vez la expansión irracional e irresponsable de la agricultura ha concitado voces de denuncia e indignación respecto a la perdida de masas boscosas autóctonas, de biodiversidad, de ecosistemas naturales únicos; en conjunto, bienes comunes superiores que es necesario preservar y recuperar, irrenunciablemente, mediante la instauración estratégica de áreas naturales protegidas e incentivadas –regiones verdes, parques nacionales, provinciales, municipales, rurales; reservas naturales, de conservación faunística y de usos múltiples-, autorizando proyectos y desarrollos productivos sólo en tanto se asegure la conservación y armonía del ecosistema, bajo apercibimientos del apotegma de `infames traidores a la patria y la humanidad´ para quienes eludan sus propias y especificas responsabilidades, recordando la máxima de Juan Pablo II respecto que, `sobre toda propiedad privada, late una hipoteca social´.

Ahora, desde una modesta prospectiva social y conforme el informe `Agricultura hacia el año 2010´, qué significa y a qué sirve la creciente presión sobre los recursos naturales y el medio ambiente sino a producir un mayor deterioro sobre los mismos..?

Adicional y demográficamente hablando, la necesidad de producir alimentos para una población en crecimiento, no puede sustentarse en más pobreza, abandono rural, preurbano ni en más pauperización de las áreas metropolitanas sin amenazar toda sustentabilidad y toda paz ya que, cada día, más personas trataran de conseguir su sustento vital de unos recursos en constante disminución.

Cuando este proceso ocurre en algún país de recursos escasos o de baja lozanía y, las condiciones para introducir tecnológicas y prácticas apropiadas no son propicias ni posibles, crecerá el riesgo de que se produzca o incrementen no solo círculos viciosos de indigencia social y degradación de los recursos naturales sino el agravamiento provocado por sofisticadas metodologías agrícolas e industriales contraambientales; categorías de consumo y políticas impuestas absoluta y definitivamente por países y estratos sociales tan ricos como absurdos desatinados `salivando hacia su arriba´ sus propios caprichos y abusos; excesos calificados gravemente por un irresponsable dispendio satelital del recurso tecnológico que se han apropiado, sujetando climas y mercados a `tesoros personales´.

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La Organización de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación (FAO) viene bregando para que cada país fije sus propias metas nacionales a través de sus órganos legislativos y determine las bases para avanzar en la ejecución de programas destinados a quienes padecen hambre.

Mas aún, todos los países, especialmente los mas `dotados naturalmente´, deben acreditar su voluntad política activa, permanente y proactiva de “combate contra el hambre” mediante estrategias de gestión socio-ambiental adecuadas, responsables, objetivas y neutrales.

Apuntando a este objetivo, la comunidad internacional ha decidido unir esfuerzos mediante una Alianza Internacional contra el Hambre porque hace falta un pacto global para reducir la pobreza y garantizar el más fundamental de los derechos humanos: “el derecho a la alimentación".

Como señala la FAO, una Alianza Internacional contra el hambre es un instrumento que puede superar la apatía y la indiferencia, promoviendo e incentivando una nueva era de cooperación y acción que permita reducir e incluso eliminar el flagelo del hambre en el mundo.

Esta alianza ya ha conseguido poner juntos a trabajar a sectores muy diferentes como productores y consumidores de productos alimentarios; organizaciones internacionales; gobiernos; agroindustrias; la comunidad académica y científica; ciudadanos interesados; responsables políticos; grupos religiosos y organizaciones no gubernamentales.

Como miembro de la comunidad académica y científica , antes que nada, propongo firme e inclaudicablemente, como objetivo global irrenunciable, impostergable, “lograr una seguridad alimentaria cuantitativa y cualitativa para el 2010”, ante el escándalo de la desnutrición, la morbilidad y la muerte particularmente, en las fecundas regiones `del pan´ y en los repotenciados graneros del mundo del `agroboom´.

Para concluir, deberemos salvar la dificultad de establecer fronteras y espacios propios y delimitados entre las autoridades políticas, el funcionarato regional y los expertos por lo cual se debe trabajar con denuedo `sud-sud´ para integrar la tecnociencia a la democracia y a una cultura de la integración (integrarse no es acaso crecer para resolver cooperativa y complementariamente problemas compartidos..?); educando para el consumo pero también para la producción y para la industrialización; priorizando siempre, siempre, el bienestar general aún a costo del alcance de los desarrollos tecnológicos, sobre todo cuando estos devienen incontrolables e inhumanos impactando nefastamente en los derechos humanos alimentarios y en sus escenarios naturalmente asequibles; aspiraciones sociales comunitarias que han de conservar la `garantía de supremacía´ para desarrollos confiables, naturales e inclusivos, ya no sólo para algunos sino para que la propia especie humana se conserve naturalmente y resuelva enriquecida, sobria y dignamente todo laberinto, ni más, ni menos.


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