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"Contribuciones a la Economía" es una revista académica con el
Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas
ISSN 16968360

DISCURSO ECONÓMICO SOBRE PRECIO Y COSTO

Arnold Rubén Simoni (CV)
arnoldsimoni@yahoo.es
Universidad Nacional de Cuyo – Argentina

El origen del fenómeno económico es la necesidad humana.
Antes, el proceso psicofísico que la determina.
Después, el juicio de valor. Después, el precio
Y por último, el costo.

RESUMEN: Se trata de un enfoque del costo económico, que analiza su causa, proceso y utilidad. El discurso deja sin razón, la creencia y cultura universal que los costos determinan los precios. Desde la óptica empresaria se analiza el tema con el propósito de detectar unidades de medida que permitan un conocimiento más útil para la gestión. El enfoque central es el origen del costo, tanto para la economía política como para las unidades productoras de bienes y servicios.
El trabajo está dividido en ocho secciones: I. Discurso del costo; II. Apariencia y realidad; III. El realismo ingenuo; IV. Origen del fenómeno costo; V. La punta visible del iceberg; VI. El plazo económico; VII. El costo empresario; VIII. Costo del transporte automotor de pasajeros.
La primera sección analiza el concepto del término costo. La segunda: que es primero, ¿el huevo o la gallina?, ¿el costo o el precio?. La tercera sección, analiza el origen del valor económico. La cuarta, observa las creencias más comunes en la relación costo-precio. La quinta centra su atención en el dato que exterioriza el hecho económico. La sexta sección, analiza la incidencia de los conceptos corto y largo plazo. La séptima, trata sobre las unidades de medidas del costo empresario. Y la última sección, la octava, es un ejemplo práctico del análisis de costo empresarial en función de la causa de variabilidad del costo.


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Arnold Rubén Simoni  “Discurso económico sobre precio y costo" en Contribuciones a la Economía, septiembre 2006. Texto completo en http://www.eumed.net/ce/



I. DISCURSO DEL COSTO

“Cuando al gran maestro chino Confucio – que vivió seis siglos antes de Cristo- le preguntaron que haría si se le otorgara la administración del país, respondió: “Corregiría el lenguaje”. Ante el pedido de una aclaración, explico: “si el lenguaje no es correcto, lo que se dice no es lo que se quiere decir. Y si lo que se quiere decir no es lo que se dice en realidad, entonces lo que debe hacerse no se hace. Y si no se hace lo que debe hacerse, las artes y la moral sufren menoscabo y la justicia se abandona. Y si la justicia se abandona, la gente es presa de confusión. Por eso el lenguaje no debe ser ambiguo sino perfectamente claro. De ahí que lo primero que yo haría si me encomendasen la administración del país, seria corregir el lenguaje”.

Si el conocimiento del fenómeno costo no es correcto, lo que se dice no es lo que se debe decir. Y si lo que se debe decir no es lo que se dice, entonces lo que debe hacerse no se hace. Y si no se hace lo que debe hacerse, la sociedad sufre, la justicia se abandona y la gente es presa de confusión. Por eso el conocimiento del fenómeno debe ser correcto, claro, simple y preciso. De ahí, que lo primero que debe hacerse, es avanzar en su entendimiento.

El costo económico implica muchísimo más que la simple concepción del esfuerzo que debe realizarse, para conseguir un fin determinado. La opinión prevaleciente sobre su origen, formación y efectos, afecta las relaciones humanas. Si se cree, por ejemplo, que el costo es determinante en la formación del precio, se actúa en tal sentido procurando que este último se modifique en función de aquel. Si por el contrario, se opina que el costo no tiene ninguna relación de causalidad con el precio, se deja de actuar sobre ambos datos, procurando realizar el menor costo posible para conseguir un mayor beneficio o un menor quebranto.

Es fácil observar que el vocablo costo es utilizado, aún por tratadistas, sin precisión; por el contrario, es referido comúnmente, como una palabra que comprende diferentes conceptos.

El costo ha sido una fuente de confusiones y errores, por haberse estudiado desde diversos puntos de vista por diferentes técnicos; pero en los últimos años se ha iniciado un movimiento con el fin de coordinar las ideas de economistas y contadores en relación con este tema.

Para lograr una definición correcta, recurriremos a la explicación etimológica del vocablo, abordada por diferentes diccionarios.

Corresponde señalar que son los propios diccionarios los que a su vez entienden por etimología, "de étymos, verdadero, y logos, dicción, palabra, razón: el origen de las voces y la razón de su existencia". Es decir, el concepto etimológico de un término es el verdadero y por lo tanto correcto.

• "Costo. m. Costa, lo que cuesta una cosa. Trabajo, esfuerzo, sacrificio".

• "Costo. (del Lat. costus, del gr. Kostos), costa, cantidad que se da o se paga por una cosa".

• "Costar. (Lat. constare, existir) intr. Ser adquirido algo por determinado precio".

Cabe destacar, que como se puede apreciar en las citas anteriores el terminó costo y costar significan exclusivamente lo que se da o se paga y no lo que se recibe, que se denomina precio.

"Costo. Trabajo, fatiga o dispendio que cuesta una cosa. Del Lat. costus o gr. Kostos".

El término costo no tiene diferentes sentidos, sino solamente diferentes especificaciones, que le dan individualidad y limitan su concepto general.

El concepto de carpintero es uno solo: "El que por oficio trabaja o labra la madera" y los adjetivos: de obra o ebanista, limitan el concepto esencial de trabajar o labrar la madera en obras de construcción, en ébano, u otras maderas finas y en muebles en general. Cabe señalar en este caso particular que es incorrecta la mención de carpintero metálico, por cuanto dicha actividad no reúne uno de los contenidos esenciales: la madera.

Desde cualquier óptica que se observe el costo, su aplicación debe implicar esfuerzo, sacrificio, abstinencia o privación. Y de todos ellos el que mejor define el término, es esfuerzo, por cuanto significa: "Uso enérgico de la fuerza física o del vigor del ánimo para vencer una resistencia o dificultad".

Desde el punto de vista económico, la resistencia o dificultad la ofrecen las satisfacciones de los bienes que dejamos de obtener o utilizar por los que hemos preferido. Y para las disciplinas administrativas, contable y financiera, costo es la suma de los precios de los bienes utilizados para la obtención de otro bien.

II. APARIENCIA Y REALIDAD

Previo al análisis del fenómeno, se ha estimado conveniente destacar la necesidad de distinguir lo aparente de la realidad. Por ejemplo, no es correcta la expresión: "tiene el poder que le otorgó la victoria", por cuanto dicha interpretación confunde el orden de los fenómenos. Sucede todo lo contrario; si no se tiene poder -fuerza, dominio o facultad para hacer algo- no se consigue la victoria. La victoria es una consecuencia del poder y no viceversa.

El orden natural no es siempre claro ni evidente. Por el contrario, durante mucho tiempo creyó la humanidad que la tierra era plana, el centro del universo y que el sol giraba a su alrededor.

¿Aparecen realmente el astro rey, la luna y las estrellas? Pareciera que ellos vienen hacia nosotros, pero sabemos que no es así. Nosotros vamos, rotamos, giramos hacia ellos. Este es el proceso y el orden natural. El otro es aparente, visible.

También en materia de precio y costo se confunde el orden de los fenómenos. Lo aparente con la realidad. Ello dio lugar a la errónea cultura universal que cree que la consideración del costo en la formación del precio, es correcta y justa.

Correcta porque aparentemente el costo antecede al precio. Y justa porque

evita la quiebra o aprovechamiento del productor.

Lo aparente muestra que primero se produce y después se vende. La realidad es que se produce porque se necesita o porque alguien cree que se necesita o se va a necesitar.

Pareciera que el costo antecede al precio, porque este último fenómeno se observa conjuntamente con el producto y para obtenerlo, se requiere costo.

Eso es lo aparente. La realidad es todo lo contrario. En materia económica la necesidad antecede al costo de satisfacerla. Y la consideración del costo en la determinación del precio no es justa, porque beneficia a una de las partes: al productor si su administración es ineficiente y al consumidor en caso contrario.

Afortunadamente, el conocimiento, que es materia de aprendizaje, se puede mejorar o también modificar o cambiar. En cambio no es así con las leyes naturales. El hombre no las puede cambiar o modificar. Puede evitarlas durante un lapso, como mantenerse en el aire a pesar de la ley de la gravedad, pero solo aprovechando otras leyes naturales y a su propio costo.

Los fenómenos económicos son complejos y compuestos. Las relaciones económicas están entrelazadas las unas con las otras. La actividad agro - industrial, por ejemplo, vincula las actividades y a su vez se relacionan con la comercial, de servicios y financiera. Por ello los fenómenos económicos no son simples; todos están relacionados.

Pero ello no impide ni evita que como en el resto del Universo hayan causas y consecuencias. El origen del fenómeno costo es la necesidad, después viene el “sudor de la frente”. La necesidad es la causa del esfuerzo necesario para satisfacerla y no viceversa. No está en la naturaleza humana realizar esfuerzo sin necesidad. Todo lo contrario: la necesidad es la motivación –el origen— para conseguir el bien que la satisface, y su consecuencia, el costo necesario para tal fin.

La necesidad es la motivación económica que origina la apreciación de utilidad del bien que satisface y como consecuencia la ponderación de su valor, que es la variable más importante, del efecto precio.

La faz económica del ser humano comienza con la necesidad y se exterioriza en las transacciones, es decir en los intercambios de bienes y servicios.

He allí, los aspectos más importantes de la actividad económica: se refiere al hombre y por lo tanto parte de su naturaleza: la necesidad y la individualidad humana. La necesidad conduce a su satisfacción que cuando es económica, es decir onerosa, se realiza en forma indirecta por cuanto debemos satisfacer las necesidades de los otros, para satisfacer la de nosotros.

Phillip H. Wicksteed, escribió: “En una sociedad como la nuestra, las personas a las que un hombre sirve son generalmente incapaces de servirles a él de la forma que desea, pero pueden proporcionarle los servicios que necesita aunque ellos mismos no puedan prestárselos. Ello se consigue mediante el instrumento llamado dinero, que es una orden general contra los servicios y mercancías del sistema; pues el dinero es al mismo tiempo un patrón de medida en el que se expresan todos los precios del mercado y una mercancía universal que todo el que desea cambiar lo que tiene por lo que quiere aceptará como medio con el que efectuar la transacción. En la mayoría de las transacciones comerciales, una de las partes cumple un fin determinado de la otra y recibe a cambio una orden de pago –determinada en cantidad, pero no en especie—contra los servicios y mercancías en general.”

Juan Bautista Say (1767/1832) sintetizó dicho concepto, expresando: “los bienes y servicios se cambian por bienes y servicios.”

Contrario a económico es gratuito. Si transfiero algo de mi propiedad o habilidad por lo cual me entregan otro bien o servicio, es una transacción, un hecho económico. Pero si realizo un regalo y por lo tanto sin obligación de contraprestación alguna, es una actitud gratuita, no económica.

El valor antecede al costo, a punto tal que si a la cosa no le asignamos valor, no estaremos dispuestos a realizar esfuerzo alguno. Y el valor asignado al bien, es causa del precio que estamos dispuestos a pagar para obtenerlo y satisfacer nuestra necesidad.

Y en cuanto se refiere a precio justo, entendemos que es aquel que ambas partes, por voluntad propia y sin presión alguna, así lo consideran. El concepto del término justo es sinónimo de exacto, es decir, en materia física, cuando no sobra ni falta, cuando no hay exceso ni defecto. Y en materia económica cuando no beneficia ni perjudica a ninguna de las partes. Ello sucede cuando las partes se ponen de acuerdo. Cuando se concreta la transacción libremente. El precio es efecto del equilibrio de las fuerzas contractuales. En consecuencia, precio justo es aquel que las partes, por propia voluntad, así lo consideran.

Previo al proceso de equilibrio, el consumidor (comprador) ha elaborado mentalmente su juicio de valor y cuanto está dispuesto a entregar para conseguir el bien. Esa será la “cota” máxima que debe tratar de conseguir la otra parte, para maximizar su beneficio o minimizar su quebranto.

III. EL REALISMO INGENUO

El realismo ingenuo cree que las cosas son bienes por si mismas, a pesar que la física ha observado que las cosas se consideran por el efecto que producen en el sujeto.

Sucede que lo esencial no lo captan nuestros sentidos; es obra y resultado de la razón.

En la introducción a su libro “An Inquiry Into Meaning and Truth” (investigación sobre el significado y la verdad), escribió Bertrand Russell: “Todos partimos del realismo ingenuo, es decir la doctrina de que las cosas son lo que parecen. Creemos que la hierba es verde, las piedras duras y la nieve fría. Pero la física nos asegura que el verdor de la hierba, la dureza de las piedras y la frialdad de la nieve no son el verdor, la dureza y la frialdad que conocemos por nuestras propias experiencias sino algo muy distinto. El observador, cuando piensa que está observando una piedra, está observando en realidad, si hemos de creer a la física, los efectos de la piedra sobre él”.

Si la piedra nos dio en la cabeza y nos hizo daño, seguramente la apreciamos perjudicial; en cambio, en otra oportunidad, nos puede parecer, la misma piedra, útil.

A veces apreciamos la nieve muy fría. A veces esquiamos con poca ropa.

También en materia económica, el realismo ingenuo cree que las cosas tienen la propiedad implícita de ser bienes, pero las cosas por sí misma no tienen valor.

Cuando a una cosa la consideramos bien, estamos apreciando en realidad – si hemos de creer en la ciencia- el efecto de la cosa sobre nosotros. Los bienes no son tales por sí mismo. El valor de las cosas es una apreciación subjetiva del grado de utilidad o capacidad de proporcionar bienestar.

Además, el valor económico de los bienes, depende de otra condición, también apreciada y considerada por los individuos, cual es la abundancia o escasez del bien. En la abundancia se siente menos la necesidad porque no se teme a la escasez. Por dichas razones y no por otras, las cosas no valen lo mismo para todas las personas, ni en todos los tiempos ni en cualquier lugar. Infinidad de casos- que cada uno podemos recordar- ratifica esta opinión.

Para el Rey Midas, por ejemplo, cuando todo lo que tocaba se convertía en oro y no podía comer ni beber, dicho metal, tan preciado para todo el mundo, lejos de ser un bien era un mal. Las cosas dejan de ser males o neutras cuando sirven, cuando son útiles.

Y si hemos de creer a la ciencia que nos enseña, que el valor económico es el efecto de la cosa sobre el sujeto, tanto el valor económico como su magnitud son hechos subjetivos.

Y Si el valor es subjetivo no está en la cosa, pertenece al sujeto. Por lo tanto los cambios de estado de la cosa (de contenido, de forma, de lugar, de tiempo) y sus respectivos costos, no significan agregar valor o valor agregado y como consecuencia, no sirven para fijar el precio de producto alguno.

Los costos económicos – también los hay políticos, espirituales, religiosos- sirven para conocer datos relevantes y se utilizan para comparar. Para comparar con los precios y conocer la conveniencia o no del esfuerzo; para comparar con otros costos y conocer por ejemplo la eficacia de nuestra gestión; para comparar con los costos pre-calculados y para comparar con los ingresos y conocer resultados. Nada más y nada menos. Pero no sirven para valuar y menos aún para fijar –asegurar, establecer, imponer, precisar- ni calcular precios porque al consumidor no le interesa el costo, sino su valor.

Las cosas, cuanto se consideran más útiles y más escasas, se consideran más bienes.

Las cosas cuestan porque valen y no valen, porque cuestan.

Esa simple expresión enseña el orden de los fenómenos económicos: cuando las cosas se consideran necesarias y escasas, se convierten en bienes, porque para el sujeto son útiles y por lo tanto tienen valor y desde su punto de vista estará dispuesto a incurrir hasta un costo igual.

En consecuencia, si hemos de creer a la ciencia que nos dice que el valor económico es el efecto del bien sobre el sujeto, tanto el valor económico como su magnitud, son hechos subjetivos.

Tampoco es correcto creer que pueden haber dos valores: uno de cambio y otro de uso. Los bienes pueden destinarse para uso o para cambio, pero ello no implica que su valor económico dependa del destino de la cosa, porque depende de la apreciación del sujeto, es decir, depende del sujeto y no de la cosa ni de su destino, que es una determinación del sujeto.

Toda cosa que se usa es útil para el sujeto que la usa y como consecuencia para dicho sujeto tiene valor.

Otra consecuencia del análisis precedente es la ausencia del valor intrínseco (interno, íntimo) de las cosas, que se les asigna especialmente a las monedas y a los metales en general.

IV. ORIGEN DEL FENÓMENO COSTO

Para muchos, costo, es determinante del efecto precio, inclusive para la teoría marginal.

Para otros, precio y costo están interrelacionados, se afectan y determinan mutuamente.

Y para algunos, precio y costo son las dos caras de una misma moneda; es decir, la misma cosa.

El costo por ser tal, no puede ser otra cosa y por lo tanto no puede ser bien ni valor; además es así porque no produce utilidad sino esfuerzo, sacrificio, costo; en consecuencia no es un bien, es un mal.

El costo no tiene fuerza, facultad ni poder para conseguir la victoria, mover la rueda, tirar el carro, iniciar el proceso, motivar valores.

El tetra etilo de plomo, es un producto químico que se agrega a las naftas para mejorarlas y evitar la detonancia en los motores.

Pero el plomo es tóxico y el tetra etilo de plomo, que lo contiene, también.

Por dicha razón no es aconsejable su uso. Sin embargo algunas sociedades no lo prohíben, otras si y algunas lo permiten si se agrega al sistema algún procedimiento que elimine el gas tóxico.

También se puede evitar ambos inconvenientes (gas tóxico y procedimiento de eliminación) utilizando en vez de tetra etilo de plomo, MTBE (Methyl-Ter-Butil-Ether).

Como se puede observar, ambos productos químicos se interrelacionan y a su vez lo hacen con los combustibles, fuentes de energía, isobutileno, metanol, motores de combustión interna y de los otros, mecanismos para eliminar gases tóxicos, importación, exportación, etcétera.

¿Y de qué depende el precio de cada uno de estos bienes?, ¿De sus respectivos costos?

No. El origen, la intensidad y la fuerza de las distintas acciones posibles radican en el sujeto; en sus apreciaciones de utilidad y escasez del bien. A su vez, la utilidad está determinada por sus necesidades, cultura, hábitos, educación y conocimientos.

Y con respecto a que precio y costo son las dos caras de una misma moneda, es cierto, pero para dos sujetos distintos. Ambos necesitan a su vez el otro dato para conocer resultados.

V. LA PUNTA VISIBLE DEL ICEBERG

Precio es la punta visible de la madeja económica. Antes estuvo el proceso psíquico que elaboró en la mente de los individuos el juicio de valor económico de las cosas consideradas útiles y escasas.

A partir del precio es posible la cuantificación del costo, mediante la sumatoria de los correspondientes elementos, factores, insumos o recursos requeridos para obtener el bien, o a través del valor de lo que dejamos de tener para conseguir lo que queremos.

Precio es el efecto del valor económico asignado a las cosas y la resultante de la comparación de valores.

La teoría económica define el precio de un bien, como la relación que existe con otro bien y por lo general, con la moneda. Comúnmente se entiende por precio, la cantidad de dinero que se requiere por un bien determinado.

La moneda es un medio que relaciona todos los bienes y servicios con dicha unidad de medida. Sin embargo, cuando hablamos de precio, realmente estamos pensado que bienes estamos dispuestos a sacrificar (costo) para obtener lo que creemos necesario en ese momento y que no necesariamente debe ser para ese momento.

Necesidad, valor, precio, costo, es el orden de los fenómenos económicos y la razón por la cual es posible cuantificar los costos de los bienes y servicios y no viceversa. No se pueden medir valores a través de los costos, simplemente porque no son su causa, sino su consecuencia.

Contrario a lo expresado, la creencia más generalizadora considera que el costo del producto es factor importante en la determinación del precio.

Se cree, por ejemplo, que a diferentes calidades de productos agrícolas, obtenidas de un mismo proceso, tales como frutas pequeñas, medianas y grandes, verdes, maduras y muy maduras, sanas y dañadas, les corresponden diferentes costos, porque tienen diferentes precios (método contable de distribución del costo total en la producción conjunta).

No obstante, cada una de las plantas y por lo tanto cada una de las frutas, recibieron la misma cantidad de riego, poda y desinfección, entre otros esfuerzos requeridos por el proceso, sin que afecten los precios de los productos, que serán distintos según las distintas utilidades apreciadas por los consumidores finales.

Que los precios sean diferentes no implica que los costos sean diferentes. Pueden ser iguales, e incluso inversos.

Para el comprador al bulto del monte frutal, todos los productos han tenido un solo costo total y la clasificación a posteriori en pequeños, medianos y grandes, verdes, maduros, sanos y dañados, no modifica el monto transado; en cambio su separación provoca distintos precios para cada clasificación, debido a que para los consumidores, cada grupo, tiene distinta utilidad.

A pesar de ello, una mirada retrospectiva de las teorías económicas muestran como se ha insistido hasta la actualidad inclusive, sobre la incidencia del costo en la formación del precio.

Por ejemplo, dos autores modernos de prestigio, Stonier y Hague en su libro “Manual de la teoría económica” han escrito: “El principal factor que determina los precios de oferta de las diversas cantidades de productos fabricados o de productos agrícolas es el costo de producirlo”.

Fue opinión de la doctrina escolástica, que en materia económica era posible fijar precios “justos” para todas las actividades.

Para los economistas que siguieron existía una estrecha relación entre el precio justo, el precio normal competitivo y el costo de producción.

Sobre el precio justo, ya hemos opinado precedentemente, que es aquel que no beneficia ni perjudica a ninguna de las partes. Aquel que desde ambas ópticas (comprador y vendedor) se considera conveniente para realizar la operación. Es decir, precio justo para nuestro criterio, es aquel que permite realizar la transacción. Cierto economista lo denomina precio verdadero.

También los economistas conocidos como clásicos, entre ellos Smith y especialmente Ricardo, opinaron que el valor económico se determina en función de la cantidad de trabajo necesario para obtener el bien.

Es en Alfred Marshall donde se encuentra el nuevo enfoque acerca de los costos, que más interesa a la empresa.

La organización de la producción para obtener los bienes y servicios que satisfacen las necesidades elegidas, se realiza mediante unidades económicas, denominadas empresa.

El concepto de empresa involucra a toda unidad económica que toma decisiones relacionadas con los volúmenes de producción.

Aunque la empresa esté compuesta por cientos de personas y las decisiones sean tomadas por un directorio (cuerpo colegiado), se contempla la empresa, en economía de mercado, como una unidad. La teoría económica supone que la empresa decide procurando que sus beneficios sean máximos y por lo tanto que minimiza sus costos.

VI. EL PLAZO ECONÓMICO

Uno de los fundamentos de la teoría económica, reside en la división del futuro en dos conceptos denominados corto y largo plazo.

El vocablo plazo no es muy afortunado en su aplicación, por cuanto etimológicamente implica término o tiempo. En cambio el plazo económico no significa término, tiempo ni lapso, sino diferentes posibilidades de ajustes y decisiones empresarias.

El corto plazo económico se define como la posibilidad de tomar decisiones de producción en el marco de factores dados (fijos, inmovilizados) que determinan ciertos costos, denominados constantes, por cuanto permanecen inalterables para cualquier nivel de producción.

Por el contrario, sustenta la teoría, que a medida que el futuro es más lejano, la empresa dispone de más tiempo para tomar decisiones y por lo tanto existe mayor posibilidad de cambiar los denominados factores fijos.

Alfred Marshall, analiza cómo repercute el factor tiempo en las estructuras de costo y opina que en el “corto plazo” priman los costos fijos. En toda empresa existe algún factor fijo que determina inmovilizaciones.

Mientras que los costos propios –directos, específicos- del producto cambian en función directa con los cambios en los niveles de actividad. Por ejemplo, si un producto requiere $3 –en materia prima, dos productos requerirán $6- y tres productos $9. En consecuencia, desde la óptica de la empresa, los costos se pueden clasificar en fijos y variables, teniendo en cuenta cómo responden ante cambios en los volúmenes de actividad.

En éste aspecto corresponde señalar y destacar, que es la existencia y permanencia de los costos fijos lo que ocasiona diferentes costos adicionales (marginales) para cada nueva unidad producida.

Por ejemplo: costos fijos $20.- Costo variable por unidad $2. –

 

C O S T O

Unidad

Fijo

Variable

Total

Medio

Marginal

1

20

2

22

22.00

22.00

2

20

4

24

12.00

10.00

3

20

6

26

8.66

3.34

4

20

8

28

7.00

1.66

5

20

10

30

6.00

1.00

6

20

12

32

5.33

0.67

7

20

14

34

4.86

0.47

8

20

16

36

4.50

0.36

9

20

18

38

4.22

0.28

10

20

20

40

4.00

0.22

 

Cabe hacer notar, que por estructura de la empresa, no sólo debe entenderse sus condiciones físicas, sino también organizativas y humanas, por cuanto también éstas últimas, como la ubicación geográfica, son condiciones que si cambian, modifican los costos.

El criterio (Norma, pauta, regla, para conocer la verdad) de la existencia y clasificación de los costos en fijos y variables, es correcto para toda empresa en actividad y no implicaría ninguna trascendencia ni error conceptual, si no avanzara la teoría marginal, más allá de la unidad económica.

Pero deriva de dicha situación empresaria un hecho social de mucha trascendencia: que los costos marginales determinan la oferta del producto y que éstos, en el punto de intersección con los ingresos marginales, determinan el precio de equilibrio.

Es decir, una vez más, que el precio justo, verdadero o de equilibrio, es una consecuencia del costo. Ya hemos opinado en varias oportunidades que el costo del producto no tiene ninguna relación de causalidad con su precio.

No obstante, el análisis económico, parte de dicha premisa, a punto tal, que también para el largo plazo, no obstante definirlo como la posibilidad de cambio de todos los factores de producción, considera la existencia de costos fijos, ya que, en caso contrario, no hay costos marginales.

Ejemplo: costo unitario –variable- $22

 

COSTO

Unidad

Variable

Total

Medio

Marginal

1

22

22

22

---

2

22

44

22

00

3

22

66

22

00

4

22

88

22

00

5

22

110

22

00

6

22

132

22

00

7

22

154

22

00

 

La ausencia de costo marginal obedece a que dicho concepto implica la diferencia de costo medio entre dos unidades consecutivas. Pero cuando todos los costos son variables, no existe el costo marginal.

Para el largo plazo conceptual económico, no existen empresas, sino posibilidades de combinaciones de factores.

En la realidad, en todo momento (plazo) existen diferentes empresas, de diferentes tamaños, ubicadas en distintos lugares geográficos, que utilizan tecnologías diferentes, con distintas organizaciones societarias, administrativas, laborales; con diferentes actitudes y aptitudes empresariales, entre otras condiciones, que determinan costos diferentes y por lo tanto cambiantes o variables para cada situación.

Todo ello implica que existen al mismo tiempo, hoy, mañana y siempre, sin necesidad de consideración alguna de plazo conceptual económico, diferentes estructuras humanas, físicas, organizativas, aptitudes, etcétera.

En consecuencia, para la sociedad como un todo, es decir para la economía política (polis, social) todos los costos son variables. Y si todos los costos son variables, no existen costos marginales.

La realidad nos muestra que las necesidades humanas son satisfechas mediante múltiples unidades productoras. Sucede que salvo los casos de monopolio, existen varias empresas, en algunos casos y muchísimas en otros, que ofrecen similares productos.

Inclusive la tecnología, que también integra la función de producción, es variable en todo momento. Por ejemplo, se ara al mismo tiempo (en distinto lugar) con animal (burro, mula, caballo) tractor de diferentes marcas, modelos, potencia y otras condiciones.

Se ajustan las tuercas en forma manual o con elementos impulsados por motores eléctricos.

Se observan al mismo tiempo prensas hidráulicas y de las otras.

Se utilizan sistemas de anotaciones manuales y electrónicas.

Se construye con adobe, ladrillo y ladrillo refractario. Enteros y huecos. Provenientes de hornos continuos y discontinuos.

Resulta que cuando se observan los costos económicos desde “arriba” de la empresa, para el conjunto de empresas, sucede como si aquella se alejara del observador y permite integrar el momento de la observación y el concepto económico de largo plazo.

En consecuencia, el análisis marginal es correcto, en cuanto a costo se refiere, para una empresa pero no para la economía en su conjunto.

La clasificación constante y variable, valida para una empresa en marcha, no lo es para la sociedad en su conjunto, porque la existencia de múltiples estructuras, implica también múltiples costos económicos de estructura. Ello significa que desde el punto de vista social, también los costos de estructura son variables.

Derivar el valor de los bienes, de su costo de producción, es desconocer la naturaleza humana; creer que no existen las individualidades ni las necesidades, o por lo menos que no son motivos de nuestros actos. Además, con ese criterio, corremos el riesgo de invertir en producciones inútiles y exigir altos precios por cosas que no tienen valor.

Desde el interior de toda empresa, a veces el costo se relaciona con su tamaño, tanto de producción como de ventas, otras con su ubicación, a veces con los volúmenes de actividad, tanto de producción como de ventas. Y se comparan con los precios para conocer el grado de beneficio. Se comparan con otros costos para conocer la eficacia con que opera la empresa.

En síntesis, el costo sirve para comparar. Sirve como medida de conveniencia y eficacia. Sirve para comparar con los precios. Se utiliza también para comparar con otros costos. Sirve para conocer la eficacia de los resultados. Pero no sirve para valuar, porque el valor de las cosas no está en su costo, es una apreciación subjetiva de nosotros y no de los otros.

El costo del individuo o de los individuos (social) tiene una sola variable: el valor asignado a las cosas, y que para ésta oportunidad (valor) comprende la escasez o abundancia del bien.

Los efectos de la aplicación de medidas económicas consistentes con las leyes naturales, con su causa y el orden de los fenómenos, aseguran la obtención del máximo bienestar social posible.

Se minimizan los esfuerzos cuando se aprovechan las pendientes de los terrenos, la caída de las aguas, la fuerza de las mareas, la energía solar, los incentivos naturales.

Se maximizan los costos cuando no se utilizan las condiciones naturales y peor aún, cuando se hace todo lo contrario.

VII. EL COSTO EMPRESARIO

¿Cuánto cuesta estudiar?

Para contestar esta pregunta, en primer lugar corresponde tener en cuenta que hay dos criterios para medir el esfuerzo requerido para lograr un fin determinado: mediante la sumatoria de los precios de los elementos, factores, insumos o recursos, o a través del mayor valor alternativo posible.

El primero de los procedimientos es utilizado normalmente en las empresas, para conocer la medida del esfuerzo individual (de la empresa) que debe realizar, y el segundo, especialmente para comparar emprendimientos alternativos.

Diferentes costos para un mismo producto o resultado, demuestran que existen diferentes medios y aptitudes para lograr un mismo fin. En nuestro caso particular los alumnos discrepan porque algunos se movilizan en vehículos particulares, otros en colectivos, y otros, cuando la distancia se lo permite, caminando; y hay quienes se trasladan en bicicleta o moto. También los elementos utilizados para estudiar, pueden ser diferentes: libros nuevos, usados, prestados, apuntes, papel borrador, cuadernos, etcétera. Amén de las diferentes condiciones, dedicación y eficacia para el estudio.

Y cuando la medición se realiza a través de los denominados costos de oportunidad, alternativos o de sustitución, también pueden ser diferentes para cada caso específico, dado las múltiples alternativas posibles y las diferentes apreciaciones de valor.

Lo sustituido, no necesariamente debe ser un bien de cambio, sino que puede tratarse, por ejemplo, de ocio, contemplación o esparcimiento, por cuya razón se ha mencionado valor y no precio, porque éste último dato puede no existir en el mercado. En estos casos, más que ningún otro, el costo del fin propuesto puede ser muy distinto, dada las diferentes apreciaciones subjetivas de valor.

De todas maneras, aunque ningún alumno universitario calcule y menos aún registre, el costo de estudiar, todos aprecian que su utilidad es superior a su esfuerzo, por cuanto siguen estudiando; en caso contrario dejarían de hacerlo.

Si la pregunta hubiera sido dirigida a la facultad, en vez de a los alumnos, también sería diferente la respuesta concreta y posiblemente distinta al de otras facultades.

Y seguramente que para la universidad el costo será mayor aún. Pero que el costo total sea mayor no significa que también el costo unitario o medio, será mayor, porque en éste último caso actúan dos variables de sentido contrario: el importe total y la cantidad, en este caso, de alumnos.

Los empresarios que toman la decisión de producir, tienen como parámetro o indicador de la conveniencia de la actividad, los precios: del producto y de los medios para obtenerlos. La diferencia entre ambos puede ser positiva, nula o negativa. Si es positiva determina ganancias; si es nula el resultado será cero y si es negativa, la empresa tendrá quebrantos.

En los casos precedentes de medición de costo nos hemos referido exclusivamente al del producto; pero hay otras mediciones como por ejemplo, el costo del período. También podríamos distinguir los costos pasados, de los presentes y futuros; los directos del producto de los indirectos; los de hacer de los de no hacer, los de producir, administrar, comercializar y financieros.

A veces es necesario el costo total de un producto para conocer las posibilidades de su adquisición; en otras circunstancia conviene conocer el costo estándar para comparar con el real y medir la eficiencia operativa; algunas decisiones requieren el conocimiento del costo operativo; otras solamente los denominados costos directos, variables o marginales; y a veces el costo fijo, denominado también constante, para conocer los requerimientos de estar en el negocio.

En cuanto a los costos pasados cabe señalar que no necesariamente sirven para decisiones presentes y futuras, porque para que ello ocurra, no deben haber cambios en la empresa ni externos que la afecten. El costo histórico es verdadero, solamente para la empresa de que se trata y el período en que se produjeron.

El detalle precedente nos indica que existen diferentes costos para diferentes fines. Es decir, no todas las decisiones requieren los mismos conocimientos, datos, o en estos casos, mediciones.

Observemos un ejemplo: las compañías de seguro automotor, cuando sucede un siniestro del vehículo, considerado total, ofrecen al asegurado la siguiente alternativa: a) la compañía se queda con el automóvil y paga el 100% del seguro; b) el asegurado se queda con el vehículo y la compañía se hace cargo del 80% del seguro. Desde el punto de vista del asegurado: ¿Qué dato es relevante para conocer la alternativa más conveniente?

Para esta situación no son datos útiles el costo de reparación, ni el de un nuevo vehículo, ni el de otro del mismo modelo en buen estado. La información relevante es el precio que se puede obtener por la venta del vehículo en el estado que se encuentra, para comparar con el 20% del monto del seguro, que es la diferencia entre una y otra alternativa.

Luego, si se opta por la alternativa b), el dato importante es otro: el costo de reparación del vehículo siniestrado, para compararlo con el precio de uno en buen estado, de la misma marca y modelo, y conocer la conveniencia o no de su arreglo.

La existencia de diferentes costos, inclusive para un mismo hecho, no implica que el término tenga varios significados, ni múltiples matices o acepciones. Simplemente, se trata de un término de concepto amplio, por cuya razón requiere para cada caso aplicable, su especificación, mediante el adjetivo correspondiente que limite su significado.

Costo implica cambio de estado –físico, químico, de lugar, de tiempo, de conocimientos- de una cosa. Si cambia la apreciación humana del bien, por cambios en los gustos, moda, costumbre, nuevos descubrimientos o conocimientos, se modifica el precio del bien. Si cambia el valor de la moneda cambian todas las magnitudes de precios y costos expresadas en dicho elemento; y si cambia el estado de la cosa, hay costo.

Tampoco la medición del costo hace a su concepto, como el hábito no hace al monje. La unidad de medida, el hábito y la óptica desde la que se mire el costo, es lo aparente, la exteriorización del hecho, que no deja de ocurrir ni de ser tal.

Las unidades de medida conocidas para las distintas situaciones de costos son: producto, tiempo, distancia, volumen, superficie, cantidad y particularidades del bien, tal como pulso telefónico.

Las diferentes unidades de medidas, dan lugar a diferentes apreciaciones de la conveniencia del bien, a punto tal que hay una máxima popular que lo confirma: “lo barato sale caro” que quiere decir, que si al bien lo medimos a través de su costo por unidad de producto es “barato” pero si lo hacemos en función de utilidades o aprovechamiento, o veces de uso, resulta “caro”.

Es bastante común escuchar de las amas de casa: ese producto parece más barato, pero no es así, porque rinde mucho menos.

Y en la práctica, quienes más utilizan costo son los empresarios, por cuanto dicha información es vital para la empresa a los fines de conocer el resultado económico de la actividad y su consecuencia, la permanencia o no en el mercado.

Y en el sector empresario quien más necesita dicha información es la industria, por el desconocimiento absoluto del dato previo a su cálculo o ejecución; mientras que en el comercio, el costo de adquisición de la mercadería, está dado. Dicha ventaja implica no sólo el conocimiento de uno de los datos imprescindibles para conocer, en principio, la conveniencia o no de la actividad, sino que además reporta una información muy importante: el costo variable.

La importancia del costo variable reside en el hecho de permitir determinar por diferencia con el precio del producto el margen de contribución, es decir, la utilidad bruta del negocio que permitirá cubrir los costos fijos (alquileres, amortización e intereses de inversión, sueldos, etc.) y obtener beneficios. Dicho dato no le viene dado al sector industrial por cuyo motivo debe obtenerlo de sus propias actividades, experiencia y conocimiento.

El costo unitario del producto de una empresa industrial, no sirve para una similar, por cuanto difieren en tamaño, capacidades operativas, utilizaciones de la planta, estructuras de venta y administrativa, actitudes y aptitudes gerenciales, que determinan diferentes costos. Ni siquiera es necesariamente correcto para otros tiempos de la empresa misma, por cuanto el cómputo de aquel costo respondió a las condiciones internas y externas del momento.

Esto es así, porque no todos los costos responden a la unidad de producción. Muchos tienen otras causas determinantes. Es decir, no en todos los casos existe relación de causalidad entre el costo empresario y el producto. Por ejemplo, en materia vitícola, la medición del costo del año agrícola se determina por el peso unitario del producto (Kg., Quintal, Tonelada), a pesar de esta unidad de medida sólo incide en el costo de cosecha por su forma de pago. Mientras que el costo de explotación de un viñedo, en su gran mayoría depende del tamaño de la explotación: tales como abonos, fertilizantes, insecticidas, fungicidas, combustibles y lubricantes para el tractor, reposición de maderas, alambres, derecho de riego, etcétera.

Lo mismo sucede en todas las explotaciones agrícolas y cuando la remuneración de la mano de obra es por tiempo, la totalidad del costo agrario depende de causas ajenas a la unidad de producto.

En la industria conservera el costo en materia prima, envases, glucosa, etiquetas, cajas, depende de los volúmenes de producción. El costo en mantenimiento y amortización de edificios y maquinarias e impuesto a los capitales, son variables del tamaño de la empresa. El costo en mano de obra depende de la tecnología utilizada y del grado de eficiencia con que opera la empresa. El costo en fletes depende de los volúmenes de ventas y la ubicación de la fábrica.

En conclusión, el costo por unidad de producto sólo es válido para una empresa dada y en cierto momento (año, ejercicio). No necesariamente es correcto para otros tiempos y mucho menos para otras empresas.

Lo importante de éste análisis es la conclusión de que todos los costos son variables, con relación a determinadas causas.

Atento a ello, se considera de mayor utilidad y permanencia, el conocimiento del costo originado por cada causa distinta, e integrar el costo unitario total, por la sumatoria de cada causa. Esta metodología permite a la empresa un mayor y mejor control de las variables que originan costos y permite la comparación con otras empresas.

En caso contrario, el costo unitario que resulta de dividir su totalidad por los volúmenes obtenidos, suma, mezcla y confunden todos los importes y las respectivas causas que los originan

VIII. COSTO DEL TRANSPORTE AUTOMOTOR DE PASAJEROS

Nuestro primer objetivo, después de observar, analizar y conocer la actividad empresaria de que se trata, será concretar todos y cada uno de los factores, recursos o insumos necesarios, en este caso, para la prestación del servicio.

Conocidos todos y cada uno de los elementos que requiere la producción, analizaremos y determinaremos la causa de variabilidad de sus respectivos costos.

Luego agruparemos todos los costos que respondan a una misma causa de variabilidad y finalmente, por sumatoria de los costos totales de cada causa determinaremos el resultado (costo) total del sector o de la empresa, según sea el caso. Cabe señalar, que el análisis supone una tecnología dada, en este caso automotor, y que por lo tanto, dicha circunstancia es un dato.

Las causas de variabilidad detectadas en este caso, son: kilómetro recorrido, volumen de ventas y tamaño de la empresa; y sus respectivas unidades de medida: kilómetro, pasajero y vehículo.

Las dos primeras causas de variabilidad y sus respectivas unidades de medida, son conocidas y generalmente utilizadas. No así, la causa "tamaño de la empresa" y su unidad de medida de este caso: vehículo.

Resulta que hemos detectado, que los costos totales de: amortización del material rodante, seguros de los vehículos, patente, interés del capital invertido, personal de conducción: de tráfico, de mantenimiento y de administración; seguros del personal y otros, cambian en relación directa al "tamaño de la empresa"; entendiendo por tal, la dimensión o capacidad económica de la empresa, es decir, su poder económico o posibilidades de producción, en este caso, de prestaciones de servicio.

Y la unidad de medida de su capacidad económica - tamaño de la empresa- en el servicio de transporte automotor de pasajeros de corta distancia, seria vehículo, por cuanto cada unidad agregada a la empresa, le implica mayor inversión y mayores costos de amortización del material rodante, intereses del capital invertido, en personal, etcétera.

A partir de estas sencillas y sintéticas explicaciones del caso, analizaremos sucintamente los factores de producción del servicio, buscando las causas que modifiquen sus respectivos costos.

Planilla resumen análisis de costo

 

 

INSUMO

CAUSAL DE VARIABILIDAD

UNIDAD DE MEDIDA

1

Combustibles

Kilómetros recorridos
Kilómetro

2

Lubricantes

“                “

3

Neumáticos

“                “

4

Conservación neumáticos

“                “

5

Engrase y lavado

“                “

6

Reparación del material rodante

“                “

7

Seguro vehículos

Tamaño de la empresa

Vehículo

8

Amortizaciones

“         “   “        “

9

Patentes y tasas

“         “   “        “

10

Interés del capital invertido

“         “   “        “

11

Personal

“         “   “        “

12

Conservación

“         “   “        “

13

Impuestos patrimoniales

“         “   “        “

14

Impuesto sobre los ingresos

Volumen de ventas
Pasajero

15

Pasaje

“                “

 

CONCLUSIONES

Tres son las variables útiles detectadas, en la formación de los costos del transporte automotor de pasajeros.

Cabe señalar que el objetivo principal es la determinación de la función total de costos de la cual, se pueden derivar todas las otras funciones y respuestas.

Las causales son: kilómetros recorridos; tamaño de la empresa; pasajeros transportados.

El tamaño de la empresa, de transporte automotor de pasajeros, es medida por el número de vehículos.

La significación de la incidencia del costo causado por los pasajeros, es insignificante con respecto al costo total y está determinado por solamente dos factores: el impuesto sobre los ingresos y la emisión, impresión y venta en su caso, del pasaje del costo total.

La traducción matemática del análisis precedente, seria:

CT= f ( Kr , te , pt )

Es decir, el Costo Total, es una función (depende) de los Kilómetros recorridos, el tamaño de la empresa y los pasajeros transportados.

Si se determinan los costos unitarios normales o ideales (estándares), de cada variable, obtendríamos las siguientes ventajas:

• Conocimiento previo de los costos normales o ideales de cualquier servicio.

• Posibilidades de control eficiente de la gestión empresaria, por cuanto:

• Si el costo total que depende de los kilómetros recorridos es mayor que el normal, se está realizando un excesivo consumo de lubricantes, neumáticos o las unidades no responden a lo más conveniente.

• No hay ninguna razón lógica para que el costo por pasajero transportado, no coincida con lo que debe ser.

• Este modelo de análisis permite conocer automáticamente las causas que motivan diferencias de costos.

• Si la causal del costo es una sola, la razón de cambio, es también, una sola.

• En cambio, cuando se determina el costo en función de pasajero – kilómetro, en esa única unidad de medida, se mezclan todos los conceptos distintos y se confunde el análisis.

• Por el contrario, mediante esta metodología denominada causal se puede invertir el razonamiento y por ejemplo, dada una cierta tarifa, conocer: el tamaño de la empresa, el recorrido y la densidad de población necesaria, para que la empresa sea rentable; o viceversa.

• Mientras que la determinación del costo por pasajero- kilómetro transmite sensación de inflexibilidad cuya única solución es el cambio del precio del pasaje. Cuando por el contrario, es sabido, que la sola modificación de la frecuencia, que incide directamente en el costo por kilómetro recorrido, cambia la situación económica de la empresa.


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