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"Contribuciones a la Economía" es una revista académica con el
Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas
ISSN 16968360

Las Relaciones de Trabajo en la Globalización: Tres Perspectivas de Análisis

Dhynaida Quintana, UC
dquintana@uc.edu.ve
Armando J Camejo, UNESR
armandocamejo@cantv.net
Leticia Barrios, UC
leticiabarrios@Hotmail.com

Resumen: El presente ensayo pretende abordar las concepciones fundamentales de tres perspectivas analíticas en torno a las relaciones de trabajo que se prefiguran en la era de la globalización o era postcapitalista. Las tres corrientes que interesa analizar son las siguientes: la postmarxista, entendiendo por tal, los desarrollo posteriores a las ideas originales de Karl Marx; las neoclásicas que se desprenden fundamentalmente de la escuela de Von Hayek y Friedman y finalmente, la perspectiva postmoderna, en particular, los aportes que en este sentido brindan Antonio Negri, Hardt y otros de la misma tendencia.

Palabras claves:

Relaciones de trabajo, globalización, teorías

Abstract: The present test tries to approach the fundamental conceptions of three analytical perspectives around the work relations that are preappeared in the era of the globalization or was postcapitalist. The three currents that interest to analyze are the following ones: the post Marxist, understanding by so, later them development to the

original ideas of Karl Marx; the neoclassic ones which they are fundamentally come off the school of Von Hayek and Friedman and finally, the postmodern perspective, in individual, the contributions that in this sense offer Antonio Negri, Hardt and others of the same tendency.

Key words:

Relations of work, globalization, theories


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Quintana, D., Camejo A.J., y Barrios, L.: "Las Relaciones de Trabajo en la Globalización: Tres Perspectivas de Análisis" en Contribuciones a la Economía, agosto 2005. Texto completo en http://www.eumed.net/ce/


 

1- Introducción

El presente ensayo pretende abordar las concepciones fundamentales de tres perspectivas analíticas en torno a las relaciones de trabajo que se prefiguran en la era de la globalización. Las tres corrientes que interesa analizar son las siguientes: la postmarxista, entendiendo por tal, los desarrollo posteriores a las ideas originales de Karl Marx; las neoclásicas que se desprenden fundamentalmente de la escuela de Von Hayek y Milton Friedman y finalmente, la perspectiva postmoderna, en particular, los aportes que en este sentido brindan Antonio Negri, Hardt y otros de la misma tendencia.

Mediante el análisis de estos enfoques se pretende esclarecer las distintas concepciones e interpretaciones que pueden tener los mismos fenómenos pero bajo supuestos teóricos radicalmente diferentes o enfrentados. Todo lo cual conduce a tender a los puntos de partida, que conciben las relaciones de trabajo en la presente era del capitalismo global, con una diversidad de fenómenos y procesos, difíciles de interpretar y generalizar, perfilándose muchos de ellos, como tendencias de dudoso desenvolvimiento. Pero discutidas actualmente en el contexto teórico de la discusión erudita del área en cuestión

Es por tanto, de gran interés el tópico planteado y el análisis de la diversidad de enfoques y teorías en torno a las relaciones de trabajo en el presente, para ir así enriqueciendo la discusión, la investigación y las polémicas en este terreno. Lo cual conlleva a una visión más amplia del abordaje transdisciplinario en el mundo de las relaciones laborales en la era postcapitalista.

2-La Perspectiva Postmarxista

Dentro de esta corriente nos interesa en particular lo desarrollado por Ricardo Antunes (1996) y Sotelo Valencia (2003)

Antunes, señala que la globalización ha significado transformaciones no solo en la materialidad de los trabajadores, sino también en la subjetividad de los mismos:

“La década de los ochenta presenció, en los países del capitalismo profundas transformaciones en el mundo del trabajo, en su forma de inserción en la estructura productiva, en las formas de representación sindical y política. Han sido tan intensos los cambios, que hasta se puede afirmar que la clase que vive del trabajo ha sufrido la más aguda crisis de este siglo, que ha afectado no solo su materialidad sino que ha tenido repercusiones en su subjetividad y el íntimo interrelacionamiento de estos niveles, ha afectado su forma de ser.” (Antunes, 1996: 13)

Antunes se basa en el análisis de las repercusiones e impactos que ha tenido en el mundo del trabajo las innovaciones tecnológicas de los últimos años, así como las transformaciones del modelo productivo fordista y su desplazamiento por el postfordista cuya experiencia más notable la constituye el “toyotismo” y la “especialización flexible”. Tales conmociones lo lleva a las siguientes interrogantes: ¿Está desapareciendo la clase obrera?, ¿Estamos en las puertas del fin del trabajo?, ¿Se pierde la centralidad de la clase obrera en la sociedad?, y finalmente, ¿Pierde la categoría “trabajo” el estatuto central que hasta ahora ha ocupado en la sociedad?

La respuesta que Antunes da a estas interrogantes son las siguientes:

“Se observa, en el universo del mundo del trabajo en el capitalismo contemporáneo, un múltiple proceso: por un lado se ha verificado una desproletarización del trabajo industrial, fabril, en los países del capitalismo avanzado. En otras palabras, hubo una disminución de la clase obrera industrial tradicional. Pero, paralelamente, se ha efectuado una importante expansión del trabajo asalariado, a partir de la enorme ampliación del asalariamiento en el sector de servicios; se ha verificado una significativa heterogeneización del trabajo, expresada a través de la creciente incorporación del contingente femenino en el mundo obrero, se vive también una subproletarización intensificada. El más brutal de esas transformaciones es la expansión, sin precedentes en la era moderna, del desempleo estructural.” (Antunes, 1996:35)

En suma, para este autor, el trabajo en la era de la globalización se resume en lo siguiente:

a) Disminución del proletariado industrial

b) Expansión del trabajo asalariado

c) Tercerización del trabajo

d) Aumento de la mano de obra femenina e infantil

e) Precarización del trabajo

f) Desempleo estructural

En cuanto a las repercusiones que estas transformaciones del mundo del trabajo han tenido en las subjetividades y en el movimiento sindical, Antunes señala que la clase trabajadora se ha convertido en más heterogénea, fragmentada y compleja y en cuanto a sus movimientos, estos han experimentado una significativa merma, que se aprecia en la reducción de las tasas de sindicalización a nivel mundial, fenómeno este que denomina “desindicalización”. Junto con ello aparece las tendencias hacia el allanamiento sindical o “sindicalismo horizontal” de mayor alcance y que agrupa a las esferas íntergremiales.

Finalmente señala las tendencias en las relaciones de trabajo contemporáneas:

1. La individualización de las relaciones de trabajo

2. La desregulación y la flexibilidad laboral

3. El agotamiento de los sindicales con tres variantes:

3.1- El modelo anglosajón que apunta a la eliminación de los sindicatos

3.2- El modelo alemán basado en las relaciones tripartitas

3.3- El modelo japonés basado en el sindicato de empresa de carácter participacionista.

En otro autor de la corriente marxista, Sotelo Valencia (2003), concibe la actual fase del capitalismo mundial como un proceso de extensión de la ley del valor marxista y, por ende, de la superexplotación del trabajo generalizada. Tal como lo señala este autor:

La superexplotación, en cuanto régimen de explotación del capital en las sociedades dependientes y subdesarrolladas, se está convirtiendo también en un régimen de explotación de la fuerza de trabajo en los países capitalistas desarrollados con el fin de contrarrestar los efectos perniciosos de la larga depresión de la economía mundial en sus declinantes tasas de crecimiento, de rentabilidad y de producción de valor y de plusvalía”. (Sotelo, 2003:2)

Los planteamientos centrales de este autor se pueden resumir de la siguiente manera:

a) El aumento de la explotación del trabajo es una ofensiva del capital para contrarrestar la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, agudizada en los últimos años.

b) Para el aumento de la plusvalía el capital se vale de la eliminación de los sistemas de seguridad social, la desregulación y flexibilización del trabajo, así como, la eliminación de los derechos laborales.

c) La globalización implica una agudización del proceso de transnacionalización de la economía capitalista y una mayor concentración de capital, cobrando vigencia en este escenario la ley marxista del valor.

d) La superexplotación del trabajo es una tendencia generalizada en todo el sistema mundo capitalista y no limitada a los países periféricos.

e) La etapa actual de la economía mundial muestra que la mayoría de las categorías de obreros estará sometida a regímenes de precarización laboral y a crecientes deterioros en sus condiciones de vida y de trabajo.

f) Debido a un debilitamiento de la estructura sindical mundial y de las luchas obreras, el curso ulterior que han asumido las políticas reestructuradoras del capital se concentra en tres dimensiones: tendencias muy fuertes a la rebaja de los salarios; aumento de la explotación y superexplotación en todas sus facetas y, extensión de la precarización del trabajo como un fiel reflejo de la imposición de la flexibilidad laboral.

Los planteamientos de estos autores marxistas resultan muy similares, coinciden en reivindicar la visión marxista del trabajo en los tiempos de la globalización, cumpliéndose en buena medida las premisas de la ley del valor trabajo: explotación, desempleo, disminución de los salarios y deterioro de la calidad de vida y de los derechos de los trabajadores. Así mismo, reconocen la debilidad del movimiento sindical y que esta decadencia de la resistencia de los trabajadores ha favorecido los procesos de desregulación flexibilización del trabajo.

3.- La Perspectiva Neoliberal

Las tendencias del trabajo contemporáneo vistas como nefastas y pesimistas bajo la óptica marxista adquieren otro carácter en la perspectiva neoliberal. Así se puede entender en Milton Friedman (1980):

“La obsesiva preocupación por el mercado económico ha dado lugar a una angosta interpretación del concepto de interés personal como egoísmo miope, como el exclusivo interés por las ganancias materiales inmediatas. Se ha censurado la economía, porque según se afirma, llega a conclusiones trascendentales a partir de un hombre económico imaginario, que es poco más que una máquina calculadora, sensible a los menos estímulos monetarios. Esto es gran error. El interés personal no equivale al egoísmo miope, sino que engloba todo cuanto interesa a los participantes en la vida económica, todo lo que valoran, los objetivos que persiguen”. (Friedman, 1980: 48)

Esta concepción del individualismo será el punto de partida para configurar escenarios positivos en la era de la globalización, las bases en la que se sustenta este optimismo no son otras que el desmoronamiento del Estado regulacionista, el fin de la rigidez del mercado de trabajo y el imperio del mercado.

Para Hayek (1978) por ejemplo, el Estado regulacionista es una fuente de problemas, y su lugar debe ser tomado por el mercado:

“Sólo el mercado puede realizar de manera adecuada la asignación de recursos, pues ninguna persona o conjunto de personas podría lograr el conocimiento perfecto de todas las circunstancias que están actuando en el mercado a cada momento” (Hayek, 1978: 204)

Tal como señala Ulrich Beck (2000), a partir de las transformaciones que implica la globalización, los neoliberales pueden construir un escenario optimista que se puede resumir en lo siguiente:

“Como solución mágica para la recuperación del pleno empleo se desplaza hasta allí un drástico medicamento político que combina una elevada estabilidad monetaria, unas subidas salariales moderadas y un reducido margen de huelga dentro de un estado mínimo que se limita a la creación de condiciones marco competitivas y sociales junto con un elevado grado de responsabilidad por parte de los ciudadanos y los empresarios. En cambio, las políticas laborales del Estado asistencial (programas de empleo, reforzamiento de las prestaciones estatales, etc.) aparecen como obra del diablo, tras un breve lapso de mejoras, empeoraría a buen seguro el problema del paro. En el ámbito del mercado laboral, países como EEUU, Noruega, Nueva Zelanda, Portugal o los recientemente enlazados Países Bajos presentan en general una participación estatal netamente inferior; una clara reducción de cargas fiscales e impuestos, un nivel de inversión elevado, unos salarios bajos, una conflictividad laboral mínima y un fuerte crecimiento de la fuerza de trabajo a tiempo parcial.” (Beck, 2000:53)

Beck resume el “paraíso neoliberal” de la globalización, las recetas para llegar a ello se aplican desde la década de los ochenta en las naciones anglosajonas y en América latina. Sus postulados suscitan diversas polémicas en virtud de que la aplicación de las políticas neoliberales agudiza el desempleo y la precariedad del empleo.

4-La Perspectiva Postmoderna

Aunque la perspectiva postmoderna se nutre de varios enfoques, abordaremos lo planteado por Negri, Hart (2000) y Lazzarato (1991), en torno a la nueva sociología del trabajo en la era de la globalización.

Negri y Hardt, establecen diferencias fundamentales entre la “economía fordista” y la “economía postmoderna”. La primera la consideran como un modelo de producción en el que la información y la comunicación entre productores y consumidores era escasa y relativamente lenta. Mientras que la economía postmoderna se caracteriza por ser altamente comunicacional e informacional.

La idea fundamental de estos autores gira en torno al predominio en la sociedad contemporánea del “trabajo inmaterial y afectivo”:

“Puesto que la producción de servicios no resulta en bienes materiales ni durables, definimos al trabajo implicado en esta producción como trabajo inmaterial es decir, trabajo que produce un bien inmaterial, tal como un servicio, un producto cultural, conocimiento o comunicación. La otra cara del trabajo inmaterial es el trabajo afectivo de la interacción y el contacto humano. Los servicios de salud, por ejemplo, descansan centralmente sobre el trabajo afectivo y de cuidado, y la industria del entretenimiento está también enfocada en la creación y manipulación del afecto. Este trabajo es inmaterial, aún cuando sea corporal y afectivo, en cuanto que su producto es intangible, un sentimiento de comodidad, bienestar, satisfacción, excitación o pasión. Categorías tales como "servicios personales" o servicios de proximidad son utilizadas a menudo para identificar esta clase de trabajos, pero lo realmente esencial para ellos es la creación y manipulación de afectos. Esa producción, intercambio y comunicación afectiva se asocia generalmente con el contacto humano, pero dicho contacto puede ser real o virtual, como en la industria del entretenimiento.” (Negri, 2000: 75)

Otro elemento importante es el tránsito de la producción fordista basada en la jerarquía y la organización corporativa a la producción en red y a formas rizomáticas:

“En el pasaje a la economía informacional, la línea de montaje ha sido reemplazada por la red como modelo organizacional de la producción, transformando las formas de cooperación y comunicación dentro de cada lugar productivo y entre distintos lugares productivos. Los trabajadores involucrados en un único proceso pueden comunicarse y cooperarar efectivamente desde localidades remotas, sin importar la proximidad. En efecto, la red de cooperación laboral no requiere de un centro territorial o físico.” (Negri, 2000: 80)

La economía fordista implicaba relaciones de competencia entre los trabajadores, la postmoderna supone cooperación y mayor interacción social, sin embargo, esta no tiene un territorio único, se encuentra descentralizada y desterritorializada.

Ahora bien, la diferencia de estos autores con los teóricos marxista radica en la distinta visión que poseen acerca de la teoría valor trabajo en tiempos de globalización. Consideran que es imposible el cálculo de la explotación en economías informatizadas y en redes y tan profundamente transnacionalizadas; en su lugar proponen la teoría del valor- afecto:

Hay que partir de lo que la economía política ignora para definir "el valor-afecto". Y debemos definirlo a partir de una aparente paradoja que querríamos expresar como sigue: el valor de la fuerza de trabajo es tanto más determinante para la producción cuanto más ineficaz se hace la medida del valor; cuanto más calla la economía política sobre el valor de la fuerza de trabajo, más se extiende e interviene la fuerza de trabajo en el terreno global, biopolítico. En esta dinámica paradójica, el trabajo deviene afecto, o más aún, el trabajo encuentra su valor en el afecto, si éste se define como "potencia de actuar". La paradoja puede ser por tanto retomada en estos términos: cuanto más pierde la teoría del valor su referencia al sujeto (la medida era esta referencia, en tanto que base de la mediación y del mando), más reside el valor en el afecto, en el trabajo vivo que se autonomiza de la relación de capital, y expresa, por todos los poros del cuerpo -singular o colectivo-, su potencia de autovalorización.” (Negri, 2000: 90)

A continuación, se puede apreciar la comparación de los dos modelos en el siguiente cuadro:


5- Conclusiones

La visión que se tiene de las relaciones de trabajo en la globalización luce bastante compleja y disímil a la luz de los tres enfoques anteriores. Para el enfoque marxista, las relaciones de trabajo se presentan totalmente desfavorables para los trabajadores, marcada por un incremento de la explotación y un retroceso de sus organismos sindicales. Uno de los aspectos más graves de la situación es la transformación experimentada en la subjetividad de los trabajadores, quedando prácticamente víctimas de un proceso de implicación e involucramiento con el capital. Tal como lo ha expresado Robert Castel (1999):

“La clase obrera ya no aparece como la clase portadora de una alternativa global a la organización social actual. Esto no quiere decir que la clase obrera haya dejado de existir, ni tampoco de que carezca de importancia social y política. Sería preciso discutir su tipo de existencia y los papeles que la clase obrera desempeña hoy. Esta comprobación significa únicamente que la clase obrera ha sufrido un retroceso social y político decisivo que ha desactivado la potencialidad subversiva que parecía encarnar” (Castel, 1999:38)

Los postmarxistas parecen coincidir con los planteamientos originales de Marx, salvo en lo concerniente a la teoría del derrumbe capitalista, expuesta por Marx y Engels (1985) en varias de sus obras, en particular, en el Manifiesto del partido comunista, basada en el supuesto de que las contradicciones del capitalismo aceleraría la lucha de clases y los trabajadores pasarían a una ofensiva final, que tendría como objetivo y meta la revolución proletaria y el fin del capitalismo. Para la etapa actual este escenario no se plantea

A propósito de las consecuencias que las transformaciones del trabajo han tenido en la subjetividad de los trabajadores, Antunes se expresa del siguiente modo:

“La flexibilización de la unidad fabril, la desconcentración de la producción, la abrumadora desreglamentación de los derechos del trabajo, los nuevos patrones de gestión y “involucramiento” de la fuerza de trabajo, esta llevando a la enajenación del trabajo (en el sentido marxista) a su límite – todo ello hecho bajo un incuestionable dominio de la productividad y de la modernidad socia - terminó afectando a la forma de ser del proletariado fabril, tradicional. La clase que vive del trabajo se ha metamorfoseado. Como si ya no bastaran estas transformaciones, la crisis afectó también directamente a la subjetividad del trabajo, su conciencia de clase, afectando a sus organismos de representación, de los cuales los sindicatos y los partidos son expresión. Los primeros, los sindicatos, fueron obligados a asumir una acción cada vez más defensiva, cada vez más atada a lo inmediato, a la contingencia, retrocediendo su ya limitada acción de defensa de clase en el universo del capital” (Antunes, 1996: 134)

Para Antunes al igual que para otros autores marxistas, como Mandel (1986) y Meszáros (1987), coinciden en señalar que del sindicalismo de clase ya no queda rastro alguno, pues ha sido sustituido por el sindicalismo de participación , el cual conduce a los trabajadores al abandono de las tareas de la emancipación y a sustituirlas por la adecuación al sistema. Esto explica el porqué se dan todas las condiciones para que el capital aumente su ofensiva en contra de los trabajadores, ya que frente a la ausencia de respuestas y resistencias sindicales, los empleadores recrudecen la explotación de la mano de obra y el sistema en general intenta recuperar su tasa de ganancia sacrificando al factor trabajo.

Se puede entender la situación de los movimientos laborales como un proceso de “desagregación”, el cual supone un conjunto de fenómenos tales como la disminución de la afiliación sindical en diferentes partes del mundo; el repliegue de las figuras solidarias, la división del sindicalismo; el auge del individualismo, entre otros. Richard Hyman (1996) describe la desagregación de los trabajadores del siguiente modo:

“1. Un viraje del colectivismo hacia el individualismo, reflejado en el descenso de las tasas de afiliación a los sindicatos, en una mera receptividad a las políticas y disciplinas determinadas colectivamente, o en la presencia de ambos factores;

2. Una polarización dentro de la clase obrera que muchos autores caracterizan desde el punto de vista de las relaciones entre centro periferia, o entre los de adentro y los de afuera;

3. Un creciente particularismo de las identidades y proyectos colectivos desde el punto de vista del empleador, la ocupación y el sector económico o industria.

4. La fragmentación dentro de la clase obrera organizada expresada en conflictos infra e intersindicales y un debilitamiento de la autoridad de los liderazgos nacionales y las confederaciones centrales” (Hyman, 1996:10)

En suma, siguiendo el estudio de Hyman, son diversas las corrientes (no necesariamente marxistas) que coinciden en que las organizaciones laborales atraviesan una fuerte crisis en la era de la globalización, crisis que afecta su poder de negociación y compromete las conquistas logradas hasta ahora por los trabajadores.

En cuanto a la segunda perspectiva analizada por los neoliberales, estos consideran que las relaciones de trabajo transitan favorablemente hacia un proceso de racionalización determinado por el mercado, gracias al paulatino desmoronamiento del Estado regulacionista e intervencionista. Por otra parte, el debilitamiento de los sindicatos es visto de modo positivo, ya que los sindicatos y su poder negociador formaban parte de esas fuerzas oscuras que impedían el libre juego de la oferta y la demanda en el campo laboral, y que generan además, un conjunto de distorsiones en los salarios.

“Cuando los sindicatos consiguen salarios mayores para sus afiliados, restringiendo la entrada en una profesión o en un oficio, esos salarios más altos se obtienen a expensas de otros trabajadores que ven sus oportunidades reducidas. Pero cuando los trabajadores consiguen salarios y condiciones de trabajo mejores a través del mercado esos salarios mayores no se perciben a expensas de nadie. Todo el pastel es mayor: hay más para el trabajador, pero también para el empresario, el inversor, el consumidor, e incluso el recaudador de impuestos” (Friedman, 1980: 341)

Desde este punto de vista lo que acontece a los movimientos sindicales en la presente fase de globalización no debe preocupar a los trabajadores, ya que es mediante la productividad, el rendimiento, la competencia y la calificación que se pueden mejorar los salarios y el nivel de vida.

La desregulación y la flexibilidad laboral son parte de esta lógica neoliberal, tal como lo plantea Lucena (1990):

“En el terreno laboral, el enfoque neoliberal plantea la flexibilización de las relaciones de trabajo, es decir, la supresión de los vínculos rígidos entre el trabajador y un determinado centro y puesto de trabajo, con la finalidad de facilitar los procesos de renovación tecnológica y de descentralización productiva” (Lucena, 1990: 154)

En suma, las relaciones de trabajo en la etapa actual de la globalización, para la perspectiva neoliberal, se evidencia con menos problemas que durante el periodo del Estado de bienestar, en la que se manifestaron un conjunto de distorsiones en los mercados laborales.

En este sentido, Lucena (1990) refiriéndose a los argumentos neoliberales a favor de las privatizaciones señala lo siguiente:

“Las administraciones estatales son ineficientes; la superioridad de la gestión privada y el incentivo de lucro sobre la gestión pública; se exalta el papel de los inversores privados; necesidad de reducir regulaciones y trabas a los negocios; necesidad de reducir la presión tributaria; relaciones de trabajo mal orientadas y especialmente sindicatos muy fuertes que poco contribuyen al funcionamiento de la gerencia” (Lucena, 1990: 154)

Finalmente, el enfoque postmoderno destaca las transformaciones profundas que ha experimentado el trabajo en lo que denominan “la era de la economía postmoderna”; estos cambios se centran en el impacto que tienen las tecnologías informacionales y comunicacionales en las relaciones de trabajo. A la luz de esta perspectiva, las organizaciones sindicales pierden significado, ya que la tendencia global es hacia la desterritorialización y desconcentración del trabajo. Igualmente, se generan una serie de fenómenos nuevos entre el trabajador y su “labor”, que generalmente se cumple en el sector servicios, vinculado a redes comunicacionales y estableciendo relaciones de cooperación e interacción social entre otros trabajadores.

Vista así, las relaciones entre el capital y el trabajo se desdibujan y pasan a otra dimensión, en la que el cálculo de plusvalía y el valor trabajo pierden sentido. Surgiendo además, una serie de trabajos como el “cuentapropismo”, la temporalidad y la precariedad, que adquieren una relevancia sobre el trabajo estable característico del modelo fordista.

El seguimiento de estas tres perspectivas de análisis conduce a conclusiones altamente incompatibles entre sí. Lo que es importante señalar, es que las relaciones de trabajo no pueden concebirse homogénea ni universalmente, ya que aparece una diversidad de procesos diversos y específicos en cada nivel de análisis, por tanto es un terreno en el que las generalizaciones no resultan convenientes.


6.- Referencias Bibliografía

ANTUNES, Ricardo. (1996)¿Adiós al trabajo? Ensayo sobre las metamorfosis y el rol central del mundo del trabajo. Valencia. Piedra azul.

BERK, Ulrich. (2000). Un nuevo mundo feliz. La precariedad del trabajo en la era de la globalización. Barcelona. Paidós.

CASTEL, Robert. (1999). “¿Por qué la clase obrera ha perdido la partida?”. Actuel Marx N° 26.

FRIEDMAN, Milton y Rose Friedman (1980). Libertad de elegir. Hacia un nuevo liberalismo económico. Barcelona. Grijalbo.

HAYEK, Frederick.(1978) Nuevos estudios. Eudeba. Buenos Aires. Argentina

HYMAN, Richard. (1996). “Los sindicatos y la desarticulación de la clase obrera” en Revista latinoamericana de estudios del trabajo. Año 2. Número 4.

LAZZARATO, Mauricio y Tony Negri. (1991). “Trabajo inmaterial y subjetividad” en Futuro Anterior. N° 7.

LUCENA, Héctor. (1990). “La flexibilidad neoliberal en Venezuela” en Nueva Sociedad. 110. Noviembre - Diciembre. Caracas, Venezuela

MARX, Karl y F. Engels (1986). El Manifiesto del Partido comunista. En Obras Escogidas. Moscú. Progreso.

NEGRI, Antonio y Michel Hart. (2000). Imperio. Disponible en http://www.chilevive.cl/especial/imperio/

SOTELO VALENCIA, Adrián. (2003) La reestructuración del mundo del trabajo, superexplotación y nuevos paradigmas de la organización del trabajo disponible en http://www.eumed.net/cursecon/libreria/index.htm