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"Contribuciones a la Economía" es una revista académica con el
Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas
ISSN 16968360

 

Empresas multinacionales: de impactos reales y ficticios
 

Nahuel Oddone[1]
Leonardo Granato[2]

 

Las empresas multinacionales (EM) son un fenómeno por demás reseñado en el estadio actual de la globalización. Las mismas plantean importantes incógnitas a los procesos de acumulación nacional, lo que se ve reflejado en distintos debates acerca de la capacidad soberana de los Estados en la toma de decisiones.

El inmenso poder que ejercen este tipo de empresas, en principio es poder económico; pero también es poder político, desde un enfoque de estructura – superestructura. La aparente indefensión de los Estados frente a EM aumenta la preocupación por el alto grado de poder que han alcanzado a razón de la falta de regulación de sus actividades y funcionamiento.

La globalización conlleva un proceso que va restando soberanía a los Estados, e implica una necesidad de inserción constante en el movimiento del cambio tecnológico y en la nueva forma de concentración de capitales de la economía, comenzando así un tiempo de desnacionalización en donde “no hay fronteras” para los autores denominados hiperglobalizadores como Ohmae, Wriston, Guéhnno, entre otros.

 

Una definición por diferenciación

 

Un grupo de autores define EM como aquellas que “por medio de una inversión extranjera directa (IED), controla y administra subsidiarias en varios países fuera de su base doméstica”[3]. Robinson, define EM como "un sistema de producción o prestación de servicios, integrado por unidades localizadas en distintos países, que responden a estrategias centralmente planificadas en una casa matriz cuyo control se basa preeminentemente aunque no exclusivamente en la propiedad de todo o parte del capital de las subsidiarias, y que a su vez es poseída y gerencia da por ciudadanos del país donde tal matriz tiene su domicilio"[4]. Las EM “han provocado la aparición de un sistema de producción global, en el cual la capacidad de producción está dispersa hacia un número sin precedentes de países en vías de desarrollo, así como industrializados”[5].

Las EM han estado a la vanguardia de las corporaciones que explotan las nuevas infraestructuras globales con el fin de organizar la producción internacional dentro de la empresa misma. Dunning ha calificado como capitalismo de alianza, el fenómeno por el cual las empresas de la misma industria están cooperando cada vez más en una multiplicidad de negocios[6]. Este capitalismo de alianzas ha sido identificado con el factor de concentración. Como se sostuvo: “las colosales sumas que las EM destinan a la inversión sirven en una proporción aplastante para las fusiones y las absorciones, es decir, para la concentración, no para inversiones productivas nuevas”[7].

La mayoría de las EM y de los flujos de IED se originan en los países de la OCDE y se mueven dentro de ellos[8]. Se estima que cerca de 500 corporaciones controlan el 70% del comercio del mundo y que cerca de la mitad del valor  de transacciones se realiza entre empresas filiales[9]. “La concentración económica no es receta de eficiencia y lleva, al contrario, a la creación de oligopolios, al capitalismo de alianza y a rentas de situación”[10]. La forma en que se toman las decisiones son muchas veces indicativas de la concentración, son numerosos los casos de EM cuyas operaciones en el extranjero igualan a las operaciones nacionales, pero cuyas decisiones permanecen sometidas a influencias nacionales[11].  También es verdad que las EM con frecuencia han sido utilizadas como instrumentos de los Estados sede para el desarrollo de su política exterior[12].

Se presenta como necesario diferenciar, antes de continuar con el trabajo, el término multinacional de transnacional, tomando a la vez como sinónimos los términos de empresa y corporación. La  caracterización de multinacional hace referencia a aquellas empresas constituidas con aportes de capital de diferentes países y que participan en diferentes mercados internacionales. En tanto que con transnacional se indica aquellas empresas que están constituidas con capital nacional y logran rebasar sus fronteras ampliando así sus mercados; muchas veces homogeneizando las pautas de consumo locales a partir de la orientaciones del país sede[13], generando los denominados “mercados culturales globales” y provocando así la pérdida de características nacionales y regionales.

A priori, éstas últimas parecerían ser las que causan mayores efectos negativos sobre Estados y procesos de integración, se ha dado incluso una identificación entre la actividad que realizan estas empresas y lo que se ha denominado “neoimperialismo” de las EM (Escuela de la Dependencia). Otras denominaciones comunes han sido “imperios invisibles” (L. Turner), “corporaciones sin Estado” (R. Reich),“nuevas soberanías” (Said and Simmons) o “soberanías a raya” (R. Vernon), “orden de las multinacionales”, etc.

 

Impacto de las empresas multinacionales

 

La definición de impacto hace referencia a la acción y efecto de impactar. Lo cual implica un cambio en el estado ex ante de la cuestión; éste cambio puede tener connotaciones tanto negativas cuanto positivas. El estudio que aquí realizamos se dividirá en lo que hemos dado en considerar como “impacto real” y como “impacto ficticio”, y dentro de cada una de éstas estructuras analíticas, identificaremos connotaciones positivas o negativas. Este análisis se realizará en el contexto de los Estados-nación, los procesos de integración que los mismos encaran, sobre el escenario estructural (como proceso) y superestructural (como ideología) de la mundialización/globalización.

Quizás el factor de mayor importancia de las EM sobre las distintas economías esté dado a partir del proceso de Inversión que las mismas realizan. Como sostienen Pearson y Rochester: “aún cuando el comienzo de las operaciones de las EM puede rastrearse muchos años atrás, este fenómeno no comenzó seriamente sino hasta después de la Segunda Guerra Mundial cuando una serie de factores estimularon un crecimiento espectacular de la IED”[14].

 Inmediatamente después del segundo enfrentamiento mundial, la IED se concentraba en el sector productos primarios, situación que fue cambiando paulatinamente hasta llegar a la situación actual, en la cual las EM retienen la mayor parte de las exportaciones de productos manufacturados y continua extendiéndose sobre el sector servicios. A su vez, éstas empresas tienen la oportunidad de reunir el capital para le inversión que realizan a partir de una variedad de fuentes mayor, según lo indica el Informe de la UNCTAD de 1997. Cuestión que se ha visto altamente beneficiada por el proceso de descentralización.

Los gobiernos han cambiado en su relación con la IED debido a las presiones tanto multilaterales[15] como regionales[16], hoy no se pueden permitir el prescindir de los beneficios que acarrea la entrada de la misma en el territorio nacional o, incluso, regional debido a los efectos derrame[17] que la misma tiene. Como efecto negativo, tenemos el resquebrajamiento regional dado a partir de la misma competencia intraregional por la captación de la IED. La creciente importancia de la IED de producción significa que la nacionalización privaría a una economía de los flujos de entrada vitales de la nueva tecnología (Held et all, 2000). Por otro lado, esta competencia por ser receptor de IED, al servicio de las EM, genera los distintos procesos de privatización nacional.

Susan Strange nos aclara que: “se da por supuesto que la inversión que aportan las EM contribuyen al crecimiento y al empleo de los países que tienen la suerte de atraerla. Puede que sea así, de manera parcial y puntual. Pero si se comparan las cifras de las 100 primeras compañías correspondientes a 1993 y a 1997 (...), se comprueba que estas empresas han aumentado su cifra de negocios en casi un  20%, al tiempo que disminuye el número de empleados”[18].

Las EM proporcionan trabajo, directa e indirectamente, a no más del 10% de la mano de obra mundial potencialmente disponible. En los países en desarrollo, no emplean más del 2% de las personas que tienen trabajo. También debe considerarse el empleo destruido por las EM[19].

Asistimos, hoy en día, a la construcción de un nuevo esquema de relaciones laborales que trasciende el marco nacional. En numerosas declaraciones se habla de las relaciones laborales a escala regional[20]. Son múltiples las modificaciones en las relaciones laborales a partir de la reducción y pérdida de la actuación estatal en la regulación de las mismas. Se produce una deslocalización de la producción y movilidad de las industrias que llevan a una desnacionalización de los sistemas jurídico laborales.

Entre los efectos de dichas modificaciones se reconocen como: favorables, la recuperación de los niveles de actividad gracias a la producción integrada, que “teóricamente” a mediano plazo acarrea un mejoramiento generalizado de la economía nacional y la “supuesta” libre circulación de trabajadores al interior de los procesos de integración. Entre los desfavorables encontramos la crisis, desaparición o reconversión de pymes y el empeoramiento de las condiciones de trabajo. También se observa un deterioro de la seguridad social y se detecta alteración en las relaciones de poder entre los interlocutores sociales considerando el riesgo de perturbación colectiva.

En numerosas declaraciones regionales se han introducido las “cláusulas sociales”, que consisten en la incorporación de determinada normativa que asegure el cumplimiento de condiciones mínimas laborales, que eviten el denominado dumping social. Ya no existe solo un compromiso social del Estado con el bienestar de sus ciudadanos[21], sino también a partir de las estructuras intergubernamentales o supranacionales de los procesos de integración. Estructuras nacionales o regionales que reclaman por una “responsabilidad social de las empresas”. El orden social depende fundamentalmente del grado de equidad en la distribución de la riqueza.

Por medio de la IED, al localizar sus sucursales e instalaciones de investigación por todo el mundo, las EM contribuyen al desarrollo de la capacidad innovadora de los países donde actúan[22], a pesar que la actividad de investigación y desarrollo (IyD) ejecutada fuera de sus países de origen representa un pequeño porcentaje del que realizan internamente.

Existen cuatro tipos de IyD que realizan las EM fuera de su país sede. En primer lugar, adaptaciones o mejoras en los productos, el único tipo de IyD realizado en los países en vías de desarrollo, cuyo objetivo es desarrollar productos adaptados a las necesidades locales. En segundo lugar, la investigación de insumos o nuevos productos, donde la materia prima es “inmóvil” y exclusiva del país recibidor. Este último ejerce una mayor demanda sobre la infraestructura de investigación del país anfitrión. Economías de escala y de propósito constituyen el tercer tipo, concentrando investigaciones específicas en ciertos países. El cuarto lleva a conocer las actividades de innovación en curso en el país extranjero, mediante la instalación de centros de IyD[23].

Comúnmente la fuente considerada clave de la ventaja competitiva de las EM ha sido la innovación tecnológica gracias a lo que ha dado en llamarse “revolución informática”. Dentro de la innovación encontramos el concepto de brecha tecnológica, la que se produce cuando el país o la empresa que detenta una ventaja tecnológica podrá explotarla colocando en el extranjero el o los productos fabricados por ellas, pero esa diferencia tecnológica sólo durara el tiempo que demoren los competidores en copiar o adquirir la tecnología que les permita fabricar el producto. Por eso una de las formas de mantener la ventaja tecnológica es la de instalar una fabrica propia en el exterior con lo cual se evita el transferir la licencia, patente o procedimiento a un nuevo socio y eventual competidor. Por ello la empresa que dispone de una ventaja tecnológica se ve impulsada a multinacionalizarse, no sólo para explotar su ventaja sino también para evitar la aparición de imitadores de menor costo.

En el área de la política industrial, la capacidad para transferir la producción al exterior debilita una posible estrategia industrial que se base en la creación de “representantes nacionales”. Las estrategias industriales más eficaces requieren la creación de compañías nacionales o, regionales, refiriéndonos a la necesidad que las casas matrices se encuentren en territorio nacional o regional. En este contexto, la globalización de la producción influye en los costos y beneficios de las diferentes opciones políticas dentro del ámbito general de la estrategia industrial nacional, o regional, en un sentido ampliado.

 

Impacto ficticio, ¿un gobierno de las empresas multinacionales?

 

A pesar del poder económico que en la actualidad detentan, y quizás debido al mismo, no tienen voluntad alguna de ejercer directamente un gobierno político. Tan sólo bastan los lobbies para presionar sobre determinados gobiernos y así lograr sus fines.

Como ejemplo, entre los lobbies creados por EM en Europa, se encuentra la European Roundtable of Industrialists (ERT) compuesta por los 25 presidentes de las EM y transnacionales europeas más importantes. La ERT tiene sede en Bruselas para disponer acceso directo a la Comisión Europea, en cuyas decisiones han influido con gran frecuencia.

Resulta más fácil la actuación como lobbistas[24] que como titulares del poder, pues ésta implicaría dar respuesta al denominado “caos desde abajo” que muchas veces ellas mismas generan. Si bien con la formulación de la Teoría de la Interdependencia Compleja, se puso en discusión al Estado como actor central de las relaciones internacionales, al incorporar a otras instituciones –corporaciones transnacionales, instituciones intergubernamentales, organizaciones no gubernamentales, etc.- que influyen sobre las acciones y toma de decisiones estatales, sigue siendo el Estado el principal actor dentro del sistema internacional.

Klindleberger sostuvo que: “Las EM ya no tienen un país hacia el cual sean más leales, y en ningún país se sienten realmente en su casa”[25]. Se habla de corporaciones sin Estado, sin sede, nociones que nos crean una imagen de anarquía en el sistema y de grandes contradicciones. Gilpin concluye que: “el enfrentamiento entre fuerzas integracionistas de la economía mundial y las fuerzas centrífugas de los Estados ha llegado a constituirse en uno de los aspectos más críticos de las relaciones internacionales contemporáneas”[26].

Como han sostenido muchos autores de relaciones internacionales, probablemente estemos en un mundo de jerarquías de autoridad superpuestas, con sistemas de lealtades altamente contradictorios, y con una imagen que subyace de neomedievalismo y oscurantismo. El reto actual es encontrar nuevas formas de gobernanza global y crear nuevos sistemas de regulación. Sin regulación no hay orden y sin orden no hay progreso generalizado. 


NOTA: La bibliografía utilizada para el trabajo se encuentra citada como nota al pie.


[1] Lic. en Relaciones Internacionales (UNCPBA). Master en Derecho de la Integración Económica (EPOCA – Universidad del Salvador – Université Paris I Panthéon-Sorbonne). Maestrando en Integración Económica Global y Regional, Universidad Internacional de Andalucía, sede Tecnológica de Málaga.

[2] Abogado (UB). Maestrando en Derecho de la Integración Económica (EPOCA – Universidad del Salvador – Université Paris I Panthéon-Sorbonne).

[3] Cfr. Held, D. et all. Transformaciones globales”. México, Oxford University Press, 2002. p. 276.

[4] Cfr. Duque Bohórquez, K. E. Origen y causas de la evolución de las empresas multinacionales. www.monografias.com/trabajos13/multi/multi.shtmil. (26/08/2004).

[5] Cfr. Gereffi, G. y Korzeniewwicz, M. Commodity Chains and Global Capitalism. Westport, Prager, 1994. p. 25.

[6] Cfr. Dunning, J. Alliance Capitalism and Global Business. Londres, Routledge, 1997.

[7] Cfr. Oddone, C. N. y Granato, L. “La Globalización como procesos e Ideología: las desigualdades se acrecientan” en II Encuentro Internacional sobre  Globalización y Desigualdad Económica. Grupo EUMED, Universidad de Málaga, 1 al 20 de diciembre de 2003. p. 15.

[8] Cfr. Held, D. et all, op. cit., p. 292.

[9] Cfr. Korten, D. When Corporation Rule the World, West Hartford, Kumarian Press, 1995. p. 124. Otros valores nos indican que al menos un tercio del comercio internacional consiste en intercambios entre filiales y/o casa matriz de una misma EM, y que otro tercio de ese comercio consiste en intercambios entre distintas EM. Todo esto ha redundado en una Nueva División Internacional del Trabajo.

[10] Cfr. Stange, S. “Las consecuencias políticas de la Globalización” en Jarauta, F. (ed.) Foro de la Mundialización: después del 11 septiembre, Murcia, Fundación Cajamurcia, 2001. p. 78.

[11] Cfr. Duque Bohórquez, K. E., op. cit.

[12] Cfr. Pearson, F. y Rochester, M. Relaciones Internacionales, situación global en el siglo XXI. Bogotá, McGraw-Hill, 2000. p. 457.

[13] El término país sede, hace referencia al Estado donde se encuentra la casa matriz de dicha corporación, debiéndose estudiar las relaciones entre las corporaciones transnacionales y los gobiernos nacionales. El término país anfitrión, nos indica el país donde se establece una subsidiaria de la matriz de la corporación. Debiéndose investigar las relaciones entre la corporación y el país anfitrión a partir de las ventajas que éste último otorga a la filial que se instala. Existe una particular preocupación por las subsidiarias que se controlan desde el exterior, en el sentido que estas pueden convertirse en una especie de “caballo de Troya” y ser utilizadas para servir los intereses del país sede donde está la casa matriz más que al país anfitrión.

[14] Ibid... p. 450.

[15] A modo de ejemplo, el Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI) debía asegurar la libertad de las empresas multinacionales en lo relativo a las inversiones en todo el  mundo. Y pretendía instituir un proceso de arreglo de diferencias que permitiera a las empresas llevar directamente a los Estados a los Tribunales. Ésta cuestión continúa esperando para ser introducida en el marco de la OMC. No obstante, un tratamiento similar al buscado en el AMI, ha logrado concretarse en el proceso del NAFTA-TLCAN,  y existe la firme pretensión de introducirlo en el ALCA de concretarse éste último.

[16] Cfr. los programas de la UE, TLCAN, APEC, MERCOSUR, etc. También ver los programas de la OCDE.

[17] Uno de los efectos mas reseñados se refiere a la estipulación de un número creciente de contratos de negocios externos con pymes. Otra cuestión es la denominada “transmisión institucional”, consistente en la copia de determinados modelos institucionales de los países desarrollados.

[18] Cfr. Stange, S., op. cit., p. 75.

[19] Cfr. los datos del World Investiment Report 1999. La presencia de EM, denominadas “de bolsillo profundo”, capaces de vender por debajo de los precios de mercado (dumping) en espera de la desaparición de la competencia y de suministrar productos “vistos en la TV”, conduce a menudo a la pérdida de empleos en el ámbito local. (p.84 y ss). A modo de ejemplo, desde la puesta en marche del NAFTA con la llegada masiva de capitales estadounidenses han desaparecido en México 28.000 pymes, con mano de obra desocupado que tampoco ha sido asimilada a la industria maquiladora. El empobrecimiento de los más pobres va acompañado del vaciamiento (hollowing out, bajo terminología de UNCTAD) de las clases medias. La UNCTAD concluye que el crecimiento de las desigualdades está sincronizado mundialmente, vinculado en todas partes con “políticas que conceden un papel mucho más importante a las fuerzas del mercado”. Cfr. Strange, S., op. cit., p. 90. Para más información véase Oddone, C. N. y Granato, L., op. cit., p. 23.

[20] A modo de ejemplo, véase La Declaración Sociolaboral del Mercosur de 1998. Cfr. Mansuetti, H. “Circulación de trabajadores en el Mercosur” en Forum Internacional sobre Derechos Humanos y Derechos Sociales, Organización Internacional del Trabajo, Tribunal Superior del Trabajo y Academia Nacional del Derecho del Trabajo de Brasil. Brasilia, marzo de 2004. Los derechos laborales han sido vistos como parte de los derechos fundamentales. Obsérvese, por ejemplo, la actuación del Parlamento Europeo, a través de un proyecto de la Comisión de Industria, Comercio Exterior, Investigación y Energía para la Comisión de Empleo y Asuntos Sociales sobre la comunicación de la Comisión titulada "Promover las normas fundamentales del trabajo y mejorar la gobernanza social en el contexto de la mundialización".

[21] Autores llaman la atención acerca de la creciente divergencia entre las prioridades corporativas y las de los gobiernos nacionales y sus ciudadanos, se consideran que las EM pueden distorsionar las prioridades de desarrollo y restringir el crecimiento de la base económica doméstica. Cfr. Held et all., op. cit., p. 330.

[22] Cfr. Dunning, J. “Multinational Enterprises and the Globalization of Innovatory Capacity”, Research Policy, Vol. 23,  1994, p. 67-88.

[23] Cfr. Stal, E. Empresas transnacionales en Brasil y la descentralización de las actividades de investigación y desarrollo. www.revistaespacios.com/a02v23n02/02230241.html  (26/08/2004)

[24] La situación del gobierno canadiense nos puede ser útil como ejemplo de esta actuación. Éste gobierno se ha visto enfrentado a una creciente presión política interna para disminuir el control que ejercen los extranjeros en su territorio nacional, pero al mismo tiempo con el TLCAN, Washington y las EM norteamericanas presionan a Canadá para abrir su economía aún más,  a cambio del supuesto fácil acceso que tienen las empresas canadienses en el mercado de EEUU. Nótese la doble presión de fuerzas centrípetas y centrífugas sobre el gobierno.

[25] Citado en Pearson, F. y Rochester, M., op. cit., p. 460.

[26] Cfr. Gilpin, R. The Political Economy of International Relations. Princeton, Princeton University Press, 1987. p. 397.


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Oddone, N. y Granato, L.  "Empresas multinacionales: de impactos reales y ficticios"  en Contribuciones a la Economía, julio 2005. Texto completo en http://www.eumed.net/ce/