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"Contribuciones a la Economía" es una revista académica con el
Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas
ISSN 16968360

 

 

LA FE COMO INSTRUMENTO DE COMPULSIÓN ECONÓMICA




Jorge Isauro Rionda Ramírez (CV)
rionda@sicbasa.com
Universidad de Guanajuato


Este texto fue presentado originalmente como ponencia en el Primer Encuentro Internacional sobre Economía y Religión. Aquí puede ver un resumen del Encuentro y la forma de solicitar las actas oficiales.

PRESENTACIÓN.
 

El presente trabajo procura exponer cómo, el credo de los pueblos, más allá de las inspiraciones y aspiraciones espirituales de los Hombres, se presta a ser, finalmente, un medio de control y manipulación de las masas, así como abiertamente, un instrumento de compulsión económica.
 
No se trata de una crítica a ningún tipo de religión, ni a la religión en sí, sino más bien, de una exposición de cómo el pensamiento religioso se envuelve dentro de la ideología que más conviene en su momento a la forma de expoliación económica, donde las iglesias religiosas, ansiosas como toda empresa de corte capitalista de la suculenta ganancia, saben sacar provecho de la explotación y manipulación de la fe.
 
Desde luego, se parte de una perspectiva histórica, referencial a culturas diversas en distintos momentos, dentro de un contexto social que le permite una comparación valorativa de las diferentes formas de compulsión económica que las iglesias de distintas religiones implementan para lograr objetivos políticos y económicos.
 
La deducción del evento dentro de la comprensión de su propia lógica de desarrollo inherente a su dinámica de cambio, los móviles perseguidos, las causas y los efectos identificados durante todo momento de los pueblos, es el marco metodológico que le da validez a la presente exposición. El método sociológico es la directriz que se sienta como base para llegar a las proposiciones que integran este trabajo. Los eventos microsociales, en su nexo histórico, son la corroboración de la dinámica macrosocial, desde su propia lógica reproductiva.
 
Cabe mencionar que, quien esto escribe, rehuye a las posiciones radicales y esta abierto a las consideraciones que se puedan hacer al presente trabajo. Y desde luego, la tolerancia es el ingrediente imprescindible del diálogo enriquecedor, y la polémica constructiva.
 
Este trabajo es perfectible, no procura ser un instrumento normativo, ni indicativo, sino que abre un espacio a la razón crítica sobre la razón dogmática de las creencias religiosas, vistas desde su contexto social, y desde luego, como móvil principal de este trabajo, económico. Rehusa admitir los dogmas religiosos como argumentos de validez para esclarecer y fundamentar la fe religiosa. De hecho, para quien esto escribe, la fe es una necesidad espiritual que fuera de las razones psíquicas y sociales que le puedan explicar, finalmente, es la primera necesidad racional del Hombre en materia cognoscitiva, su primordial preocupación y la base de la comunión con Dios, este último comprendido desde su conceptualización panteísta.


 
INTRODUCCIÓN.


 
Desde tiempos inmemorables, el Hombre ha manifestado de muchas formas su inclinación espiritual ante todas las vicisitudes de la vida. Su formación espiritual es parte íntima de su sentimiento de Ser. La conciencia de sí mismos siempre se ha inspirado a través de la manifestación de tipo espiritual. El sentimiento de existencia, de pertenencia y la propia identidad de sí mismo desde luego que son manifestaciones de inspiración sublime.
 
La magnificencia universal, la omniciencia del saber, el infinito espacio-temporal en que se ve inscrito, en contraste a su ínfima existencia (Estar), se le presentan al ser humano como condiciones que definen su apreciación del Ser y el Estar de manera efímera.
 
La tremenda ignorancia sobre el conocimiento de lo que fue y lo que vendrá; de lo que está aquí, allá y más allá; de lo infinito y lo finito; del macrocosmos y del microcosmos; de las entidades carnal y espiritual; inspiran desde luego una explicación teológica de la Creación.
 
Dios mismo como una categoría omnisapiente, omnipresente, omniexistente, sin límites, infinito, no puede ser definido en sí. En cada Hombre, en cada cultura, en toda etnia, su acepción cambia; e inclusive, de estrato a estrato, de condición a condición, de un momento a otro, muta como un concepto dinámico, informe, coloidoso.
 
La fenomenología de los eventos naturales, la realidad compleja y cambiante, la complicadísima razón de las cosas, le revelan al ser humano la necesaria concepción universal de la Creación, bajo la directriz de una entidad infinitamente superior al Hombre: Dios.
 
En su ignorancia, los humanos, de principio, a toda causa fenomenológica le fueron atribuyendo una razón divina; por lo que, conforme la realidad iba siendo descubierta en sus sinnúmero de manifestaciones, colateralmente las deidades también. El politeísmo proliferó en grado y razón directa a la propia ignorancia de los Hombres.
 
La fe fue y ha sido el principal recurso para sustentar verdades a medias, falacias, engaños y fraudes de todo tipo. La razón sin razón tuvo sus sustento en el dogma, en las creencias folclóricas, en la magia, en la brujería y a superchería, en la superstición de los pueblos.
 
El primer nivel del pensamiento humano fue el pensamiento mágico. Cuando las evidencias ponían en entredicho las componentes mágicos que explicaban la razón de las cosas, emergía el pensamiento lógico, el que seguía su evolución con base a un rigor metodológico, hasta llegar al pensamiento científico que lo desentrañaba y velaba las mentiras sustentadas como verdades. Así también, las religiones han nacido de ese nivel de pensamiento mágico, y primitivo de los Hombres, y conforme la prosapia de los pueblos adquiere matices de mayor rigor por su ascensión lógica y científica, la fe y los dogmas se ven en la necesidad de evolucionar adecuando sus proposiciones religiosas al nuevo nivel del pensamiento de los pueblos. Sustentando nuevas verdades a medias, explicaciones eclécticas, armadas de manera desarticulada para tratar de dar nuevo sustento a las bases dogmáticas de la religión. Pero la verdad velada por el quehacer científico, hace profunda mella en los pilares de los dogmas religiosos, y la religiones pasan finalmente a ser, precisamente parte del pensamiento y sentimiento lírico de los Hombres. Como sostendría Federico Nietzsche en el siglo pasado, con el surgimiento de la verdad científica nos ha tocado ver el “Crepúsculo de los Ídolos”.


 
¿QUE ES UNA RELIGIÓN?
 


Religión es un credo que procura contestar las grandes interrogantes de la humanidad: ¿Qué somos? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Quién o qué nos creó? ¿Porqué estamos aquí? ¿Existe Dios? ¿Quien o qué es Dios? Entre otras muchas más. Brinda respuestas que nos proporcionan “confort” espiritual, porque dan alivio a nuestros grandes temores: a lo inexplicable, a lo adverso, a la muerte, a la vida. Nos protege de los demonios, enfermedades, y maldad de los Hombres. Brinda explicaciones a las grandes cosas, por que tienden a la comprensión del universo mismo; explicaciones profundas por que van hacia la esencia de las cosas.
 
La religión inspira al Hombre en la concepción de sí mismo, del universo, le brinda anhelos y razones para su existencia, sana las heridas y le reconforta proporcionándole seguridad ante su enorme sentimiento de ser un ente ínfimo en el universo.
 
La religión nace de un sentimiento de “infimidad”, de inseguridad ante la infinita universalidad. De una carencia de entendimiento, por lo que la religión resulta un refugio a su razón limitada, para entender la existencia misma ante una realidad sumamente compleja, complicada e inescrutable, incomprensible.
 
La religión se presenta como la primera ciencia que procura acercarse a la razón de las cosas. Es la ciencia primitiva, mágica, espiritual. De hecho, se presenta históricamente como el primer ejercicio intelectual del Hombre.
 
Lo no entendible, lo inexplicable, lo incomprensible, que existe sobre nosotros, nos condiciona, determina, subsime; ésa razón superior a la nuestra es Dios. El temor a este ser supremo, quien es omnipotente y omnipresente, se manifiesta en la ritualidad que las religiones hagan de sus deidades. El amor de lo divino, el temor a lo maligno, conjugados en una sola entidad: Dios. El ritual procura conciliar a Dios con los Hombres, y la Religión, como un sistema primario de ideología y creencias, se va complicando hasta desarrollar un complejo sistémico de elucubraciones y superstición, que sirven de base al fundamento de la Iglesia.
 
 
¿QUE ES UNA IGLESIA?
 


Iglesia es la conformación organizacional, gremio, institución de un conjunto de personas que comulgan con la misma ideología, coinciden en las mismas creencias, y manifiestan un mismo culto, un mismo ritual, por lo que están organizadas en un ente social orgánico con una estructura y función bien definida, en respuesta a la reproducción de su creencias y sobrevivencia ante la violencia de otros grupos sociales religiosos o no, que vienen a contraponérseles.
 
Funciona como una empresa que compite y cuya misión es crecer como entidad religiosa, y reproducirse en todo ámbito.
 
Iglesia es entonces la institución que organiza, garantiza y protege los intereses de un grupo, cuyo estandarte de identidad esta determinado por su credo.
 
Sociológicamente es una forma de agrupación que persigue la persistencia, supervivencia, confort, de quienes le conforman, y funciona como una asociación que “atomiza” socialmente a quienes le componen.
 
Primitivamente, las hordas y clanes procuraban mantener la unión del grupo, conscientes de que “la unión les proporcionaría la fuerza”, para defenderse de la agresión de otros grupos. Así, nacieron las ideologías que pasaron a ser parte del componente cultural de los grupos, las que los identificaban, y dentro de ellas, fue la religión la que más logró una sistematización que pudo organizar al grupo en una estructura social funcional, de tal forma que con ello se garantizaba la no desintegración de la comunidad, a esto se refiere el término “atomización social” antes utilizado.
 
Esa función primitiva persistió y evolucionó hasta nuestros días, y aunque ha mutado de piel, la esencia de su existencia es la misma: la atomización social, como respuesta a la violencia existente entre los Hombres y la competencia que existe inherente a esta.
 
El fanatismo es el grado de compenetración ideológica entre los miembros del grupo religioso, instrumentado como arma, como instrumento de violencia.
 
Finalmente la naturaleza se impone, la religión como ideología es utilizada como elemento imprescindible para mantener la unidad y persistencia social del grupo.
 
La Iglesia, en base a las normas religiosas, fue compenetrando y normando la vida socio-económica, estableció leyes, dictaminó juicios, garantizó las formas de reproducción económica en base a un sistema de creencias bien establecido, atómico, y con ello reglamentó las transacciones, las relaciones humanas, y fundamentó el sistema de propiedad, o patrimonio familiar, con base a controlar las relaciones matrimoniales de los individuos. La consanguinidad del grupo pasó a ser un componente importante por la que la Iglesia, de toda religión, rigió vía herencias, la reproducción de las cosas y el acervo patrimonial de los Hombres.
 
Así, la Iglesia, desde su constitución, ha sido y viene siendo, desde un principio y hasta el final de su existencia, un instrumento de compulsión económica.


 
¿QUE SE ENTIENDE POR COMPULSIÓN ECONÓMICA?
 
La adversidad de la vida, el temor a lo desconocido, la falta de contingentes para afrontar dicha adversidad generan en las personas sentimientos de miedo, de malestar, por lo que según sean estos temores, las personas hacen de su vida una serie de rutinas. Rutinas que significan caminos conocidos y que el andarlos les permiten adquirir un sensación de seguridad.
 
Personas altamente inseguras, gracias a estas rutinas que repiten una y otra vez, diariamente, incansablemente, llegan a presentársenos como personas muy seguras de sí mismas.
 
Esto es un engaño, pues, depende su aparente seguridad de las rutinas que les brindan alivio a sus temores. Cuando se rompen éstas, inmediatamente se ven inermes ante la vida, volubles y expuestos a la adversidad, lo que les aterra en grado de sus temores y rompen en violencia contra aquello, o quien es el causante de que su rutina se haya interrumpido. A esto se le llama neurosis.
 
Un neurótico es aquel que dada su sensación de inseguridad, tiende a -obsesivamente-, establecer rutinas, las que se sostienen de manera compulsiva de tal modo que, un neurótico, según sea el grado de su inseguridad, de su temor, así también será la manera en que se haga compulsivo al seguir este tipo de rutinas.
 
La neurosis la padecemos todos, pero en grado distinto. La religión, en cuando a su culto, a su ritualidad, nos proporciona alivio a nuestros temores, desde luego siguiendo las rutinas que inminentemente establecen las religiones. Estas son pues las “curas”, los placebos y paliativos de nuestro malestar en la cultura. Así, la sensación de seguridad, de bienestar, de “confort” con nosotros mismos que nos proporciona una religión, depende precisamente de nuestro grado de neurosis.
 
La religión es una forma de compulsión comprendida bajo esta óptica, brinda al Hombre seguridad, le hace sentirse bien, le sana de sus temores. Pero también lo envuelve en una mecánica de rutinas que van influyéndole hasta en su forma de vida, de sobrevivencia, de trabajo, en sus valores y anhelos, en sus prejuicios y juicios, en su ética y normas de vida, en todo el ámbito de su existencia. Y así, la iglesia, valiéndose de la religión, norma y controla al Hombre, a quien finalmente utiliza en base a sus intereses, los cuales suelen ser ya muy ajenos a los “designios” de Dios y de la espiritualidad de los hombres.
 
Dentro de un contexto económico, Compulsión es el apremio, la urgencia, la prisa de reproducir las cosas, de crear satisfactores más allá de las necesidades humanas, las cosas que dominan al Hombre, las cosas que los enajenan y estupidizan, las cosas que gobiernan su vida: el patrimonio. Ola neurosis compulsiva por las cosas, también llamado hoy día “consumismo”.
 
La Iglesia utiliza la religión para enajenar al Hombre arrebatándole su entendimiento y dándole a cambio una “Razón Teológica”, un conocimiento dogmático, una pseudo-consciencia de la existencia, del Ser y del Estar. Así, logra asimilarlo, alinearlo a sus intereses y con ello finalmente, el Hombre religioso queda alienado a un sistema de compulsión económica.
 
El Hombre mismo, en su máxima estupidización, enajenado, alineado y alienado a la razón de la lógica reproductiva del capital.


 
LA FE COMO INSTRUMENTO DE COMPULSIÓN ECONÓMICA
 


Es notorio hoy en día que hablar de la fe como un instrumento de compulsión económica ya no es en sí tema novedoso. De hecho, fue la escuela materialista alemana durante el siglo pasado, quien dio los primeros pasos ideológicos respecto a este tema. Más no obstante, aún despierta cierta polémica. La discusión en muchos casos se vuelve acalorada, y las posturas parten de un sinnúmero de puntos de vista diferentes, y en muchos casos contrapuestos entre sí.
 
Tratar las creencias de las gentes es meterse con sus valores. La moral, los principios, la ética, son elementos de la dignidad humana que forman el componente sustantivo de la misma. Dios mismo es un valor, quizá el principal. Entreverar su concepción involucra en cierto grado hasta una agresión a la integridad humana. Por ello, la fe, como dogma, más que un sustento en una razón ciega, tiene su principal sostén en los sentimientos de los Hombres. No se olvide que es mediante la religión que el grupo adquiere identidad. La fe nos identifica, nos legitima ante el grupo y nos hace copartícipes de la vida social y económica de la comunidad. Es un componente clave en la convivencia humana, en la relaciones entre las personas. La fe sustenta al individuo como ente social, le otorga seguridad ante el grupo, “confort” espiritual, le establece quién es ante los demás, le otorga garantías individuales, derechos, obligaciones, compromisos, aspiraciones, anhelos factibles, legítimos ante su necesidad de Ser. Es la fe un componente imprescindible en la sociabilidad de los Hombres. Por ello, esta resulta de los sentimientos más íntimos de las personas, quienes más que verdades, buscan el refugio de una razón mocha, a medias, relativa. Es por ello que Dios más que una entidad omnisapiente, omnipresente, es más bien un ente social, omnisocial.
 
Pero más allá de Dios, en las creencias de los Hombres están también los intereses de los mismos. Sobrepuesto ante todo, aún ante Dios. Intereses socio-económicos que para evitar ser violentados ante el sistema de creencias del grupo, se disfrazan y buscan justificarse con subterfugios que pretenden tener un contenido religioso, pero en lo sustantivo, establecen contratos sociales a través de los convencionalismos aceptados por el grupo.
 
Las convenciones, finalmente responden a un espectro de conductas pseudo-morales, o de una moral basada en una razón económica, en lógica directa al modo de producción de la sociedad. Así los valores, el sistema de creencias a través de los convencionalismos establece el Contrato Social, el cual reproduce las relaciones económicas de una formación social que tiene un condicionante infraestructural determinado por su economía. Dios se reviste entonces de la gala con que se quiera adornar, o garantizar el contrato social. El patrimonio amparado en el matrimonio, el principal convencionalismo que es aceptado en todas las religiones de mundo, en todos los tiempos: la propiedad privada y el sistema de herencias que le perpetúa y garantiza como contrato social económico. Finalmente, es así como la fe establece los contratos sociales, irremovibles ante la moral de los Hombres, que más que un sistema de valores humanos, se convierte, en lo especial en un sistema capitalista, en un sistema de valores económicos.
 
La consanguinidad, es el primer convencionalismo que la religión tomará como garante de las relaciones patrimoniales. El matrimonio materializa el contrato económico. Lo factibiliza y le da legitimidad.
 
El sistema de herencias establecido y sólo reconocido ante la legitimidad del matrimonio. La monogamia, como unión conyugal es una condición inherente ante la lógica de un esquema reproductivo que procura la acumulación, concentración y centralización de la propiedad privada. Desde luego amparado ante el designio de Dios, según la religión. Las relaciones incestuosos hasta entre “parientes” distantes, se sancionan a bajo la “Sanción moral”: el pecado debe refrendarse con sumisión de algún tipo a la iglesia. Desde los pecados capitales, hasta los veniales establecen el sistema de leyes que garantiza, protege, legitima y sanciona a quienes profesan su fe. Así, el pecado hace resurgir el sentimiento de culpa entre los Hombres, arrebatándoles el “confort” inicial que la religión les había otorgado. Para recuperarlo, hay que enmendar el mal, confesándolo ante el Juez, en este caso el sacerdote, quien impondrá no sólo una carga religiosa para su enmendamiento, sino que también irá adquiriendo un papel, como confidente, que le otorga un peso moral ante los Hombres al grado del chantaje, y la sumisión. Elemento importante en el control que se quiere tener de los feligreses.
 
Toda iglesia, del tipo que sea, trata de fundamentar su credo en el temor a Dios, como elemento coercitivo. Esto permite que los feligreses, devotos de dicha iglesia, teman al castigo. Un castigo no real, ultraterrenal, póstumo. Los sentimientos de culpa son infundidos como doctrina. El pecado, el error, la imperfección de caer en él, y su inminente sanción. El pecado y su propósito de enmienda se traducen en la servidumbre en que los creyentes caen ante toda iglesia. Así, las iglesias construyen un mundo ficticio, irreal, que acaba dominando la vida terrenal de los hombres, bajo el chantaje y las promesas de una mejor vida ultraterrenal.
 
El reino de Dios se erige en el pensamiento humano con fuertes bases dogmáticas. Inicialmente, todas las religiones piensan que “Dios reina, pero no gobierna”. Por ello, siempre aparece un Dios remoto, causa de las causas, quien es creador del universo, de los hombres, de todo ser viviente y a quien se debe todo lo existente; este es indiferente a su propia creación. Quienes la preservan son los dioses menores, más cercanos a l Hombre, así a Jesús le antecede Jehováh, y a los dioses griegos, Zeus.
 
La comprensión dualista del universo se transcribe en la religión como la relación dialéctica entre el bien y el mal. Poderes contrarios que miden sus fuerzas tentando y seduciendo a los Hombres en todo momento; éstos, confundidos entre lo que es y lo que debe ser, en lucha por renunciar al hedonismo pecaminoso.
 
El propio hedonismo en la religión resulta de una norma económica que como afirmaría Carlos Marx: “Nadie debe gozar de lo superfluo mientras haya quien carezca de los estricto”. Así, el Hombre debe renunciar a todo exceso, concediendo sus excedentes a una causa noble a través del óbolo, del donativo-tributo a la iglesia. Así, las religiones establecen una red de relaciones humanas donde la iglesia es la usufructuaria del sistema de donaciones, propiamente unilaterales de las personas a la iglesia pues, por su óbolo, ella sólo corresponde con su bendición.
 
La bendición la base de la conformidad de la vida religiosa. El sustento de adquirir y compartir una serie de valores que nos confortan y nos alivian. La conformidad es la promesa, el “ex voto¨ a Dios, de resarcir el pecado con la enmienda del sometimiento a la voluntad de la iglesia. Así, el hedonismo de los hombres, es canalizado como norma económica para poder establecer el “comercio” que logra concentrar y centralizar el excedente económico de las unidades productivas a cambio de bendiciones, de buenos deseos y de un juego de “influencias” que la iglesia promete a los hombres ante Dios, para con ellos aliviar su temor a Dios.
 
Y el temor a Dios es la base moral que permite a la iglesia presionar a los hombres para someterlos a la “legitima” voluntad de la iglesia bastión de expoliación.
 
En la comunidad primitiva la debilidad surge como una explicación mágica de la naturaleza incomprensible. Posteriormente el sacerdote -médico de la comunidad, confidente y consejero, sabio y mago-, hace de las deidades, los elementos que serán posteriormente la base dogmática de la iglesia. La iglesia se constituye como una forma de vida; es hospital, es centro de reunión y ceremonia, es espacio mágico, es área educativa y de dispersión intelectual. Pero sobre todo, es una empresa económica que procura la acumulación, de los excedentes de las existencias en la comunidad.
 
Conciliar la furia de Dios solo es posible a través del sacerdote . Este procura ante El por los hombres. Los males que estos sufren causan el disgusto de los dioses, para ello hay que, ceremoniosamente, brindarle tributo, holocausto que cure, sane y alivie la angustia de las personas y sus afecciones de salud.
 
El excedente es acumulado, atesorado; para ser patrimonio de la comunidad resguardado por ella misma. Estos excedentes son el componente financiero que de principio, financia toda invocación espiritual de los hombres a través del arte. La arquitectura, el canto y la danza, la pintura, la música, todo arte es vivificación teológica de evocación artística y acaba por ser advocasión deísta. Desde ese momento la espiritualidad, queda absorbida por la alucinación subliminal. Dios ante los hombres, sensible, a través de la belleza.
 
El esoterismo individual se traduce en exoteria religiosa, Así, la manifestación masiva de religiosidad es cargada de un excelso arte, que es muestra del fervor con que se cree. Fervor que es inducido como componente subliminal que legitima a la iglesia y le asegura como instancia de comunión.
 
La festividad religiosa siempre procura centrarse en los momentos, más óptimos atendiendo a la necesidad que los hombres tienen en materia ecónomica. No resulta extraño que los “tlacoaliles”[1] de la gran Tenochtitlan, entre los antiguos mexicanos comenzaron sus celebraciones y danzas por los meses de junio - julio, cuando era necesario invocar a Tlaloc para que este enviara las lluvias que regarían sus cultivos. La naturaleza adversa e inclemente finalmente cíclica, podía ser conciliada a través del conocimiento de calendarios astronómicos que a su vez, establecían los calendarios agrícolas. No es extraño tampoco que finalmente por cada mal había una deidad que le remediaba. Pero remediar los ínfimos males de los hombres, aún por terribles que eran para los seres humanos, representaban una actividad calumniosa para Dios, por lo que hubo necesidad de inventar a los dioses menores, que eran placevos que atendían a las debilidades humanas. Así , entre los cristianos surgieron los santos. Politeismo enmascarado. Los santos especializados teológicamente con base a la propia especialización de las vicisitudes que los hombres enfrentaban.
 
Las bases dogmáticas de la religión son los pilares que dan sustento económico a la iglesia. Estas bases, sufre modificaciones según haya que adoptarlas a la formación social imperante. El modo de producción va imprimiendo honda huella en el sistema de creencias religiosas. Por decir, durante el periodo medioeval, la iglesia cristiana condenada la usura, esta era vista como una acción deplorable, anti-cristiana. Nadie debía sacar provecho de otro, menos aún de una transacción comercial, o financiera. Conforme el tránsito del feudalismo al capitalismo se vino dando, este sistema de creencias se volvió obsoleto e infuncional al nuevo esquema reproductivo. Surge así la escuela luterana. El calvinismo hace su aparición como una corriente de pensamiento religioso que abatía muchas creencias y atavismos -en el sentido económico-, de la iglesia católica. La usura, la base de acumulación del sistema capitalista era legítima ante los ojos de este nuevo pensamiento. La misma iglesia católica, para entonces, que condenaba la usura, era la principal empresa de financiamiento de muchas obras, reyes y guerras. Se perseguía a los judíos, por ser quienes crucificaron a Jesús, sino porque les representaban una competencia directa dado que éstos eran también prestamistas, igual que la iglesia católica, y esta última deseaba ostentar el monopolio del préstamo usurero. Asimismo, la iglesia católica fue la principal promotara de las “cruzadas”. Guerras de reconquista de los llamados territorios “santos”, que más que de tratar de recuperar el control de las reliquias religiosas que representaba Jerusalem, más bien promovía guerras de saqueo, -la primer forma de expoliación comercial precapitalista-, así como trataba de reabrir una ruta de acceso comercial a oriente.
 
La iglesia católica también es quien aporta la justificación moral de la conquista de las Américas para los españoles, esto basado en los principios de San Agustín, quien consideraba que el hombre civilizado (civilizado en el sentido que era del evangelio cristiano), estaba obligado a llevar la palabra de Dios a quien la desconocía (para éste un Bárbaro), así al llevarle el evangelio cumplia con una labor cristiana, humanitaria y buena, por lo que el no evangelisado, el bárbaro, debía corresponder con servidumbre -concepción feudal de la gratificación-, a quien le había llevado la palabra de Dios, y a su vez, el cristiano adquiría potestad y tutela sobre el nativo a quien había de civilizar bajo el designio del credo católico. Así, este principio justificó la presencia tanto de España como de Portugal en las tierras americanas, y los terribles genocidios y barbaridades que los ibéricos cometieron en su afán desmedido del hedonismo metalista propio de su periodo, de obtener el preciado bimetálico (oro y plata), que finalmente era la auténtica y original intención de éstos en sus sanguinarias travesías no sólo en nuestro continente, sino en todo suelo que pisaban como fue en Asia, propiamente en las Filipinas ; y en Marruecos, en Africa del Norte.
 
También el pensamiento de Santo Tomás de Aquino tuvo mucha influencia en dar las bases “morales” para tales empresas como la ya citada.
 
Inclusive, antes del periodo feudal, aún en la época del propio Jesús, los reyes eran considerados descendientes directos de Dios. Así, bajo el sistema de creencias religiosas de ese tiempo, el origen divino de los reyes, era la base que garantizaba su dominio y servidumbre del pueblo, gracias al “Temor a Dios”. Caso concreto, Jesús de Nazareth, revisando su genealogía en el Evangelio de San Mateo, capítulo 1, del versículo 1 al 17 -en el Nuevo Testamento de la Biblia-, vemos y comprendemos porqué Jesus era concebido como hijo del Hombre, Hijo de Dios, dado que si revisamos la ascendencia José, este era descendiente de David, hijo de Jacob, de la tribu de Judá,. “Muy posiblemente María, no pertenecía a dicha tribu, sino que era, como su prima Isabel, de una familia de Sacerdotes (Lucas 1,5); o sea, de la tribu de Leví”[2]. Así, el Rey de los Judíos sólo podía nacer de su vientre, aunque se desacredite a José, imputándole al Espíritu Santo la paternidad del Niño. Esto obedeciendo a los antiguos tabúes y prejuicios de los judíos respecto a la pureza de las mujeres y la “virginidad”. El Mesías, el “libertador” ansiosamente esperado como Rey de los Judíos, debía provenir de María, hija de Ana y Joaquín; y especialmente de José, hijo de Jacob, descendiente de David. Por ello, Jesús nace estigmatizado de antemano como hijo de Dios, por la costumbre de los Reyes de ser considerados descendientes divinos. Por eso mismo, Jesús resulta legítimo ante el pueblo judío como su Dios, y por ello, de antemano, por herencia, en contra de Roma. Serán los fariseos quienes lo entregarán a los romanos, atribuyéndole, por su origen, ser el Rey de los Judíos, para que lo condenara Roma al proclamar -según éstos-, su reino. La entrevista con Pilatos nos revela que de lo que se le acuso es de proclamarse Rey de los Judíos, según los fariseos. Pero en fin, no se trata de buscar una reinterpretación histórica de la vida de Jesús. Retomando el tema, vemos entonces como en aquel periodo, uno de los principales fundamentos de dominio que blandía un Rey, era precisamente, ser considerado hijo de Dios, por lo que el pueblo le respetaba y seguía, precisamente temiendo el castigo divino que podía provenir de no hacerlo.
 
Citas como éstas, en todos los pueblos y religiones del mundo, en todo momento histórico, encontraremos un sinnúmero de ejemplificaciones que nos revelan cómo, finalmente las iglesias, en base a la fe religiosa de los pueblos, manipulan las creencias para legitimar acciones que en lo económico les convienen, y les garantizan su perpetuación.
 
Los valores religiosos, por decir, la pureza basada en la castidad y en la abstención de los religiosos al sexo (celibato), procura un fin de tipo patrimonial que preserva una formación socio-económica predeterminada. Por decir, la castidad o virginidad de las mujeres era importante para garantizar que la herencia de los patrimonios podía ser preservada familiarmente a través de las relaciones de consanguinidad, evitando así beneficiar a los hijos de incógnitos. El matrimonio como ya se dijo, viene siendo la red de perpetuación de la propiedad privada. El matrimonio monogámico, dice Federico Engels, se constituye como efecto inmediato de la constitución de la propiedad privada.
 
Por otra parte, el celibato entre los religiosos es una condición que exigen muchas iglesias para garantizar con ello la administración del flujo de los óbolos obtenidos de sus feligreses, evitando que al no tener familia los clérigos, éstos no distrajeran los recursos de la iglesia en el bienestar de los suyos, ni procuraran patrimonio alguno.
 
Dentro de la Iglesia Católica, otro valor religioso, el de la humildad, como el pecado capital de la soberbio, precisamente tocan el aspecto del desinterés por la posesión material, lo que garantiza una servidumbre administrativa de los sacerdotes con base a la administración de los bienes eclesiásticos. En fin, existen muchos ejemplos que revelan cómo, finalmente las iglesias religiosas se constituyen como verdaderas empresas económicas, más allá de la devoción divina.
 
Asimismo, la creación de nuevas religiones desde el siglo pasado a la fecha, la proliferación de sectas de todo tipo tiene orígenes y fines muy diversos, pero finalmente, atados a un fin económico primordial.
 
En la actualidad, la fe religiosa es identificada como una raíz muy fuerte que mantiene la unidad de las naciones. Por decir, el caso nuestro. México es en un 95% un pueblo católico. Su identidad nacional mucho tiene que ver con las creencias religiosas. Componentes culturales como el “guadalupanismo” nuestro, son valores que nos identifican y unen. La propia religión es un componente de unidad.
 
Como patrimonio cultural, la religión es parte de la constitución de nuestra mexicanidad. En un país como el nuestro significa mucho que la gran mayoría de los mexicanos comulguen con el mismo sistema de creencias religiosas pues preserva la nacionalidad, y evita los divisionismos. Y es esto último de especial interés. Muchas sectas religiosas, especialmente aquellas de reciente creación y de origen anglosajón, se prestan como elementos de descomposición de las nacionalidades. Penetran las sociedades y van cambiando el sistema de creencias religiosas, crean divisionismo y debilitan la identidad nacional. Pueblos unidos anteriormente ante un mismo esquema de fe, conforme son penetradas por nuevas religiones, rompen la sinergia que una sola comunión les otorgaba, comienzan las contradicciones y los enfrentamientos entre grupos y terminan, las comunidades divididas y enfrentadas, propiciando así la violencia.
 
A últimas fechas, estas nuevas sectas han ido penetrando a todos los países de América Latina, muy en lo especial para el caso de México, de 1993 en adelante. Sectas religiosas que buscan dividir una unidad nacional, y persiguen fines que favorecen intereses extranjeros en el país, especialmente económicos. Una nueva cultura de creencias religiosas que debilita las anteriores, pero ante todo, promueve el debilitamiento de la identidad nacional, y genera violencia y divisionismo ante una sociedad homogénea en el sentido de sus creencias. Max Weber, consideraba que era precisamente esta uniformidad, homogeneidad del sistema de creencias, la que otorgaba a una sociedad la estabilidad comunitaria necesaria para garantizar el desenvolvimiento armonioso de la misma, sin violencia de ningún tipo. Es precisamente la razón del desarrollo agigantado de los países de oriente, especialmente del Japón y de los llamados “Tigres de Oriente”, países de reciente industrialización como Corea, Taiwán y Singapur, principalmente, quienes su cultura nacional les favorece para poder fraguar un programa económico factible en el sentido social del termino, gracias a la uniformidad de un sistema de creencias, entre ellas las religiosas, que se prestan para evitar la entropía que engendra un sistema de creencias heterogéneas, o culturas enfrentadas en sus valores más íntimos; aquellos inspirados en los sentimientos espirituales de los seres humanos: los teológicos.


 
EL CONFUSIONISMO COMO BASE PARA EXPLICAR LOS MILAGROS ECONÓMICOS DEL PACÍFICO DE ASIA
 
Una de las consecuencias de la naturaleza conservadora de Oriente, es la imposibilidad de adaptarse a una economía capitalista característica de Occidente en la época moderna.
 
Max Weber hace un análisis del caso de China, señala que la estructura socioeconómica de China, que se caracterizaba por un sistema monetario complicado, la falta de autonomía de las ciudades, la permanencia del sistema de guildas y una burocracia asfixiante, fueron un impedimento para el desarrollo de una economía moderna. Como la cultura china tiene una enorme influencia en todos los países que la rodeaban, y el confucianismo es adoptado en Japón, Corea y Vietnam y llevado a casi todo el Sudeste Asiático por las grandes migraciones de chinos, el atraso de toda la región podía achacarse al confucianismo.
 
El confucianismo es formulado en China como una enseñanza filosófica basada en un sistema moral, más tarde, se le declara 'culto del Estado', lo que significa que oficialmente se le sanciona como la base ideológica de todo un sistema político y social que prevalece en China, tiene una gran influencia sobre sus países vecinos.
 
El confucianismo no es una religión en cuanto no es un conjunto de creencias con una teleología demarcada, ni tampoco un sistema que culmina con el reconocimiento de entidades sobrenaturales. No habla de una vida después de la muerte salvo la que se logra como recuerdo en el culto a los antepasados, ni promete una recompensa a la buena conducta, salvo el estar en paz consigo mismo. Al paso del tiempo el confucianismo se mezcla con elementos de carácter más metafísico y con viejas creencias como lo son el ying y el yang, fuerzas contradictorias motrices del universo y de los cinco elementos que constituyen la realidad física. En la vida cotidiana de los chinos, su sanción de un código moral que impone reglas de conducta. No es una religión limitada a una cultura, raza o nacionalidad particular. Es una fuerza dinámica que fluye, tiene diferentes corrientes y puede interactuar con diferentes.
 
El sistema tradicional se rompe, la anarquía impera en la vida política y el desorden se refleja en un relajamiento de la conducta moral de toda la sociedad. Confucio aparece con ideas que tiene menos aceptación durante su vida que después de su muerte. Confucio quiere encontrar un remedio para el desorden político y moral de la época en la cual vive.
 
El neoconfucianismo reconoce un sistema en el cual todo sobre este mundo esta sujeto a leyes dictadas por el Cielo (no como un Dios personal, sino como una fuerza moral universal). Mientras todo este en armonía con las leyes del Cielo, se alcanzara la justicia, la felicidad y el buen gobierno. El papel del gobierno se limitaba a velar que se observan dentro del ámbito humano las obligaciones que estas relaciones implican y es el gobernante el que debe dar el ejemplo para todos los demás.
 
El tema principal de la ideología política confuciana, no es el poder sino la ética. Por esa razón el gobierno puede ejercer el poder de una manera más autoritaria, puesto que es el mecanismo por el cual se ejerce un control social y se mantiene el orden basado en una moral universal.
 
Confucio dijo: 'El cultivo personal comienza con la poesía, se afirma con las leyes de la conducta decorosa y se perfecciona con la música. Por lo que toma cuatro materias para su enseñanza: literatura, comportamiento correcto, lealtad Y sinceridad'. Esta educación moral producie a un individuo que merece la apelación de caballero, porque éste posee varias virtudes indispensables.
 
La educación es una preocupación central para los neo confucianos (el camino del auto perfeccionamiento y el conocimiento señalaba el camino de la virtud). Existen dos planos de la realidad: las formas metafísicas, las de arriba, y las formas físicas, las de abajo.
 
El papel esencial de la familia dentro de la ideología confuciana en la que se pone el énfasis en una ética de base familiar. En ella “el deber primordial del individuo se dirige hacia su familia y su responsabilidad hacia otros grupos sociales. En las relaciones familiares, se establecen jerarquías basadas en generación, edad y sexo, características de la sociedad confuciana. Las reglas que regen la vida familiar son las mismas que el Estado considera la guía para la conducta pública y para la misma ley. Otro aspecto importante de la relación familia - Estado, y de la coincidencia de sus roles, se ve en el sistema legal chino.
 
La importancia que tiene el daoísmo cuyos planteamientos son contrarios pero complementarios al confucianismo, el confucianismo cubre el aspecto social y político de las inquietudes humanas, el daoísmo se dirige al individuo y toma en cuenta sus necesidades de expresión, su deseo de felicidad y su esfuerzo por liberarse de lo establecido. El daoísmo satisface su anhelo por lo trascendental, acepta y alienta el no conformismo, pone en duda el sistema moral y opone la naturaleza a la sociedad.
 
El tradicionalismo confuciano que tuvo como consecuencia la oposición constante del confucianismo a aceptar reformas y cambios. El sistema educativo de China reposa exclusivamente sobre el estudio acrítico de los clásicos confucianos y los aspirantes a puestos públicos deben pasar toda una vida en un estudio estéril que no les da ninguna habilidad especial para el puesto que luego ocupan. Tampoco puedo desarrollarse el comercio en China porque el confucianismo tiene poca estima por los comerciantes a quienes consideraba parásitos. Coincidencia con el cristianismo católico respecto a su juicio contra la usura.
 
Se sufre el cambio por las instituciones sociales y políticas en las cuales estaba anclado el confucianismo, éste va perdiendo poco a poco su importancia. La desintegración gradual del sistema familiar tradicional, el surgimiento del individualismo, la emancipación de la mujer y la creación de nuevas ocupaciones y profesiones tan respetables corno las de ser burócrata o terrateniente-letrado, fueron golpes para el confucianismo.
 
El culto a los antepasados se vuelve a practicar sobre todo en áreas rurales y regresan las complicadas y costosas ceremonias de matrimonios y entierros. Además, las jerarquías reaparecen desafiando el gran esfuerzo maoísta por plasmar una sociedad igualitaria.
 
En cuanto al Sudeste de Asia, la tradición confuciana es central, para darle una coherencia a la abundante migración china que hoy constituye una parte importante del núcleo empresarial de esa región del mundo pero, la lejanía de la metrópolis, le permite obviar algunos aspectos del confucianismo que impiden la modernidad y el desarrollo.
 
Es necesario resaltar que dentro de los valores del taoismo y el confusionismo, Dios, la perfección, son alcansables en vida a través de la disciplina y el trabajo, en la continua superación y perfección de las cosas para alcanzar su plenitud. Entonces es a través del trabajo que se logra la perfección de las cosas, los pueblos que por fanatismo religioso están bajo la disciplina confusionista tienen por característica ser trabajadores, disciplinados y perfeccionistas. Causa importante para explicar el milagro de sus economías.
 
El problema económico desde la perspectiva cristiana
 
La desigualdad social es un problema muy antiguo en la humanidad, la desigualdad existe incluso en el llamado estadio de la historia que se nombra comunismo primitivo.
 
Es posible que la condición natural haya sido el primer criterio de discriminación y diferenciación entre los humanos: edad, género, minusvalía, entre otros pueden ser los criterios que sellaron las diferencias.
 
En las distintas formaciones sociales donde se articulan diversos modos de producción las diferencias entre los hombres han pasado de modalidades tales como esclavos y amos, siervos y señores, empleados y empresarios, la explotación del Hombre por el Hombre observa cierta sutilidad en la forma en que se dan las relaciones sociales de producción, pero paralelo a la sutileza con que se establecen, la explotación se intensifica. Si bien en el esclavismo se trabaja con pico y pala por una ración modesta de comida, en el capitalismo avanzado se trabajo sobre un tractor por una cuota salarial que cubre las necesidades históricamente creadas dentro de la sociedad burguesa, pero finalmente esta cuota queda muy por debajo de la productividad del trabajo. El paulatino distanciamiento entre la cuota salarial y la productividad marginal del trabajo se amplia según aumenta la composición técnica del capital (relaciones entre las cosas, o medios de producción y las personas, dentro de la esfera de la producción).
 
Con base a lo anterior, en las sociedades modernas basadas en economías excedentarias, que sustentan su regulación en las fuerzas del mercado y la condicionalidad de la propiedad privada, conllevan fuertes contradicciones que son la causa de las marcadas asimetrías en el nivel de vida entre los seres humanos.
 
El carácter social que tiene la razón de producir respecto a la apropiación privada de los medios de trabajo es la contradicción que Carlos Marx cita del esquema capitalista. Contradicción que da pie a otras más secundarias que expresan la desigualdad entre los Hombres.
 
El concepto moderno más aceptado de la ciencia económica la define como una disciplina que procura resolver necesidades crecientes con satisfactores escasos, donde la emergencia radica en la resolución de cuatro interrogantes fundamentales: qué producir, cuánto producir, cómo producirlo y para quién producirlo.
 
En el capitalismo moderno esta acepción de la economía como ciencia se ve entrecomillada. La demanda efectiva deja de tener interés en el marketing, la cuestión radica en que una producción en masa requiere una mercadotecnia agresiva que logre la realización de la producción en el consumo del mercado.
 
Esquemas productivos ampliados y en masa requieren la absorción rápida y cabal de su monto de producción. La estrategia radica en estrechar el ciclo de vida de los productos y en la no “reciclabilidad” del valor de uso de las mercancías. La demanda efectiva se suple por el nuevo concepto de la demanda recurrente.
 
La compulsión por la consunción es la estrategia que sigue el capital para la realización y obtención de la plusvalía enajenada desde el circuito de la producción en la forma mercantil que adquiere el producto.
 
La producción a gran escala de productos efímeros implica necesariamente que las mercancías sean ex profeso desechadas prematuramente. Es entonces que la economía logra sustentar su crecimiento sostenido en el derroche de factores que sean o no renovables, bajo la racionalidad de un capitalismo predatorio, el uso eficiente de los mismo queda en entredicho por su sustentabilidad. Los neomalthusianos definen esto como que no se puede aspirar a crecer ilimitadamente con recursos limitados.
 
La economía del desecho, del derroche, es entonces la antieconomía donde, con base a la definición anterior de esta como ciencia, ahora se trata de reproducir necesidades que parecen limitadas ante la generación de satisfactores que ahora son abundantes.
 
La producción en masa implica el consumo en masa. La base es la mercadotecnia que formula como estrategia la compulsión por la consunción. Un consumidor compulsivo obsesionado por el marketing agresivo y enajenante. El afán patrimonialista es un valor inculcado por el mercado en el individuo como parte de su realización y fundamento de su seguridad y felicidad.
 
El mercado inculca nuevos valores donde destaca “el amor a las cosas”: “el patrimonio mejora al hombre”. El hombre ve su felicidad en razón al número de cosas que le pertenecen y su capacidad de adquirirlas. La abundancia se persigue más allá de la limitación natural.
 
Los individuos productores ven en otros competencia al generar sustitutos cercanos al bien que producen. La competencia inicial, primero es ligera en cuanto el nivel de concurrencia en el mercado de productores es alto. Los precios los establece el mercado donde el productor toma el precio pues es un “don nadie”. La contradicción reside en que esta misma competencia que es causa de que los productores establezcan precios admisibles en el sentido social del satisfactor que ofrecen, es que esta misma elimina a los menos eficientes, sobreviviendo los mejores quienes en número son menos, lo que significa que al bajar la concurrencia aumenta el grado de competencia e influencia del productor en el mercado del bien que produce.
 
La competencia que es la razón por la cual los productores se vuelven eficientes y ofrecen precios competitivos y admisibles socialmente, conlleva de forma inminente a la generación de monopolios. La racionalidad del monopolio no es en si atender la demanda efectiva del mercado, valiéndose de su control del mercado lo desabastece para enconar las necesidades sociales lo que infla el precio del satisfactor que ofrecen.
 
El desabasto que causan los monopolios en necesariamente la razón por la cual, conforme evoluciona el esquema capitalista, genera riqueza concentrada en unas cuantas manos, al parejo que pobreza generalizada en las mayorías.
 
El problema económico es entonces este: la contradicción en que se expresa el carácter social de la producción respecto al carácter privado de los medios de subsistencia: la polarización del ingreso en toda economía capitalista donde cada vez hay menos ricos más ricos, a su vez que más pobre más pobres. Una situación inadmisible en un momento histórico donde como nunca se genera más valor per cápita.
 
El calambur malthusiano da por explicación de la proliferación de la pobreza la supuesta sobrepoblación mundial, presentando a casi 7 mil millones de personas en el mundo con recursos limitados como la razón que explica lo anterior. De hecho hay más hormigas en un vivero que personas en el mundo. Una simple muestra de que el problema no es que seamos muchos, es dividir el valor de la producción mundial anual expresado en una moneda común y dividirla entre los habitantes del planeta. Como el producto es per capita, debe multiplicarse por el promedio de miembros por familia en el mundo. El resultado revela que en la actualidad las familias pueden vivir con un ingreso promedio anual de nada menos que medio millón de dólares. Entonces ¿de dónde tanta pobreza? (80% de la población mundial vive entre la pobreza y la pobreza extrema).
 
El problema económico no tiene una razón demográfica, el tópico de interés es el reparto económico, en economías modernas demasiado acaparadas por monopolios que concentran la riqueza en unas cuantas manos dejando a la gran mayoría de la población mundial en la pobreza o extrema pobreza.
 
En la doctrina cristiana la expresión del mal es la muerte. Las cosas inanimadas son la forma que adquiere el Diablo como materialización del mal. En contraparte, es la vida la forma en que se revela Dios, el bien. En una relación dialéctica, la vida se nutre de la muerte para crear más vida, pero es la muerte el fin de la vida. En esta dialéctica la vida que emerge de la muerte, la vida que vuelve a la muerte, la muerte que sustenta la vida, la muerte que mata la vida. Es la expresión de la perpetua lucha entre el bien y el mal: entre Dios y el Diablo.
 
Las cosas son la expresión del mal, de la Tanathos. La vida es la expresión del bien, de la libido.
 
En la doctrina cristiana el problema de la humanidad radica en el amor mal canalizado. El amor a las cosas, al patrimonio. El amor al Diablo. Quien ama a las cosas descuida al hombre y condena al hermano a la mendicidad en su avaricia de poseer más y más cosas. El egoísmo humano es la forma en que se expresa el amor a las cosas. El afán de acaparar, de no compartir, es la causa de que exista y crezca la pobreza en el mundo. Más aún si la compulsión económica radica en la promoción obsesiva del consumo de las cosas por la mercadotecnia que se sustenta en la demanda recurrente. El mercado es la única manera de obtener la plusvalía que se extrajo en la esfera de la producción a través de la enajenación del trabajo por el capital. Esto es, de la alienación de los Hombres por las cosas. La explotación del Hombre por el Hombre en su afán de acaparar cosas, patrimonio.
 
El egoísmo humano patenta la racionalidad capitalista, en la búsqueda hedonista de satisfactores de necesidades creadas por el mercado. En ese individualismo que expresa el principio de Paretto donde todos buscamos la máxima satisfacción con el mínimo de sacrificio, y donde la Ley de Leon Walras garantiza que precisamente, el egoísmo humano es el garante del bienestar general puesto que al procurar cada individuo su propio beneficio, colateralmente se causa el beneficio de los demás. Más esto no es así. El egoísmo humano en la búsqueda del enriquecimiento personal es la causa de que haya pobres en el hemisferio capitalista.
 
La solución según la doctrina cristiana es la recanalización del amor: pasar del amor a las cosas, al amor a los Hombres. Cuando las personas abandonen el amor al enriquecimiento, al patrimonio, a la posesión de las cosas, será entonces que amando al Hombre, se desprenderán de las cosas para beneficiar a la humanidad y erradicar a la pobreza. Es cuando amamos al hermano cuando nos desprendemos de las cosas en la búsqueda de la felicidad de todos. Es entonces que la doctrina cristiana sostiene que el amor es la base a la solución de los problemas de la humanidad, los cuales finalmente son una expresión del egoísmo humano, del amor al Diablo.
 
Los economistas realizan grandes y complejos modelos macroeconómicos para procurar la solución del principal problema que vivimos los seres humanos: la pobreza que produce el enriquecimiento egoísta. No obstante, el problema nace a nivel individual y tiene que ver con los valores. La moral, la ética, los principios, son la clave para erradicar la pobreza. Y la solución radica también a un nivel individual: promover el amor entre nosotros mismos para erradicar al egoísmo y los males que le acompañan.
 
Según la doctrina cristiana, los males de la humanidad son expresiones de un único y original problema: el egoísmo que se patenta en el amor a las cosas. La solución radica en la promoción del amor a los Hombres. El amor erradica al egoísmo, los Hombres se desprenden de las cosas a cambio de beneficiar al hermano y darle felicidad. La felicidad no consiste en el hedonismo material de poseer cosas, sino en la cualidad de amar. Solo así será erradicada la pobreza como un espectro de muerte y malignidad.
 
CONCLUSIÓN
 
El teman en Dios es muy importante en la ciencia económica. De la creencia de Dios deriva el pensamiento liberal como de la no creencia en Dios se tiene el marxismo. Con el pensamiento keynesiano se abre la teoría económica laica, así como l sistema económico feudal se explica por un orden cristiano basado en las tesis de San Agustín y Santo Tomás de Aquino, y el movimiento luterano calvinista es parte del espíritu del capitalismo.
 
La ética de los regímenes de regulación o el papel económico del Estado necesariamente se inscribe en una cosmovisión teológica, así como la mentalidad emprendedora o conservadora se inscribe en un sistema de creencias teológicas y ontológicas.
 
Los coáqueros con su pensamiento que legitima la usura son parte de un capitalismo financiero que es el apalancamiento de la revolución industrial en Inglaterra.
 
Actualmente en América Latina el pensamietno demócrata cristiano conservador pugna por los estados transnacionalistas y se enfrenta a la social democracia, populista y tendiente desarrollo endogenista. Las sectas protestante penetran la iberoamérica desde la América del Norte debilitando el catolicismo que es una raíz muy importante de la identidad de estos pueblos. Divide y vencerás.
 
El marianismo de los pueblos indígenas tan patente en la adoración de la virgen guadalupana en México es parte de una identidad mestiza que fortalece el nacionalismo y da unión a los mexicanos, elemento de comunión, da cohesión a la sociedad mexicana.
 
La guerra en medio oriente entre judíos y árabes disfraza en fundamentalismos las diferencias cuando el móvil real es la hegemonía de una región que alberga los principales yacimientos petrolígeros del mundo. Una aparten guerra entre moros y cristianos es el subterfugio del que se vale la administración de los Bush (padre e hijos) desde 1991 para justificar la intervención norteamericana en Irak, Kuwait y otras regiones árabes, donde no es oculto en nada que el móvil es el petróleo.
 
La religión como afirma Marx es el opio de los pueblos que incrementan su fervor y devoción ante un a realidad crítica, caótica, desordenada e injusta. Es la catarsis a la represión y la frustración de los oprimidos que como lo consideraba Federico Nietzsche en el Anticristo es el alivio de los débiles y veleidosos.
 
El movimiento sandinista en Nicaragua tuvo mucho de su inspiración en la teológía de la liberación, los jesuitas ideólogos de las revoluciones centroamericanas como la de El Salvador. Ahora bien las logias masonas como otras novedosas como los yunques en el centro occidente de México, explican y dominan mucho de la vida política del país desde su periodo independiente, situaciones similares se viven hoy en toda iberoamérica.
 
El año del jubileo en el 2000 denotado así por la Iglesia católica en la búsqueda de un respiro financiero de los pueblos del tercer mundo ante su agobiante carga financiera que represanta tan onerosa deuda externa debida al primer mundo, es otra patente de la relevancia que ´de la religión en la economía mundial.
 
La intervención de Francia (potencia católica), en México a mediados del siglo XIX por presión del Papa de aquel entonces a Napoleón III ante el temor de que la América protestante se fuera sobre la América Católica es otro ejemplo más de la historia donde la religión es base de una hecho histórico económico, la misma conquista de América donde los ibéricos justificaron su presencia y conquista en estas tierras sopretexto de evangelizar, así como la importancia que tiene en este hecho el papel de los misioneros en la conquista espiritual de los pueblos indígenas, la cual no ser posible no le hubiera dado a España y Portugal el dominio que tuvieron por tres siglos en la región.
 
Tantos organismos no gubernamentales con vínculos eclesiásticos como Vamos México, o Provida, donde no es oculta la intención de evangelizar las instituciones del país (México). Actualmente el 80% de la matrícula de estudios superiores se realiza en planteles religiosos, y las universidades de órdenes religiosas cunden por todo el país atendiendo la desatención en este servicio que ha dejado el Estado de atender desde 1989. Cada vez la laicidad en la educación es más cuestionada, quien educa domina las conciencias y las ideologías de un país, el marxismo es tema satanizado y está vetada la verdad ante el dogma religioso.
 
Con tantos hechos y considerandos se puede seguir tratando el tema de la religión y la fe como fórmula de compulsión económica, este trabajo cierra un ligero esbozo de un tema que da una enorme pléyade de posibilidades de investigación y tratados que invitan a la reflexión y a la necesidad de estudiar la historia económica desde un punto de vista que considere las mentalidades y el sistema de creencias como parte importante en la compresión de la realidad económica mundial de todos los tiempos.




BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA.
 
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Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Rionda Ramírez, J.I. "La fe como instrumento de compulsión económica”  en Contribuciones a la Economía, agosto 2005. Texto completo en http://www.eumed.net/ce/


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