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"Contribuciones a la Economía" es una revista académica con el
Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas
ISSN 16968360

 

Arqueología, patrimonio cultural y… ¡Turismo!
 

Francisco Muñoz de Escalona
Ex – Científico Titular del CSIC
mescalona@iservicesmail.com

Resumen

Del 16 al 18 de junio tuvo lugar en Salas (Asturias) la cuarta convocatoria del congreso que desde 1997 se dedica a Rehabilitación Sostenible del Patrimonio Cultural, en esta ocasión referido a Arqueología y Mecenazgo, promovido una vez más por el Ilmo. Ayuntamiento de Salas, bajo la presidencia de su alcalde y la dirección científica de la prof. Carmen Fernández Ochoa, catedrática de arqueología de la UAM. La organización corrió a cargo del CEMAS (Centro de Estudios Municipales del Ayuntamiento de Salas) coordinado por el eficiente empleado municipal Javier Fernández Granda, a quien debo haber sido propuesto a recibir una invitación del señor alcalde. Fueron veinte los ponentes que desarrollaron sus proyectos de rehabilitación del patrimonio cultural de varias comunidades autónomas y de Portugal, unos en calidad de profesores universitarios, otros como representantes de fundaciones y empresas patrocinadoras de proyectos culturales o como funcionarios de organismos de la administración con competencias en la conservación del patrimonio cultural. En general el nivel del congreso fue alto y la participación de los selectos asistentes intensa y a veces interesante.

El artículo propone una reflexión sobre la temática del congreso desde la política de desarrollo de regiones desfavorecidas y del turismo como instrumento utilizado cada vez más en el marco de dicha política, con extensiones al término sostenible, que se puso de moda hace años y por ello frecuentemente usado por este motivo, aunque no siempre bien entendido por unos y otros. Hay quien lo emplea junto con calidad, competitividad y rentabilidad, configurando una tetralogía tan ambiciosa que no es extraño que sus componentes se queden a menudo en pura y simple retórica biensonante.

Primero se describe el congreso, sus fines y sus propuestas y posteriormente se lleva a cabo un análisis crítico del mismo habida cuenta de que ofrece un ejemplo perfectamente generalizable a los numerosos eventos de este tipo que tienen lugar en España y en otros países, con alusiones al desarrollo, a la llamada puesta en valor del patrimonio y al turismo.

Palabras clave: Patrimonio cultural, arqueología, puesta en valor, desarrollo, turismo.

Análisis del congreso

A) Descripción

Fines declarados

De acuerdo con la declaración del tríptico – programa, la arqueología es el primer eslabón de nuestra identidad cultural, consideración que huele a autopromoción de la comunidad de investigadores y profesionales de la disciplina encargados de las ponencias más técnicas. La arqueología se viene definiendo como la ciencia que estudia los restos de las civilizaciones primitivas y de todo lo que a ellas se refiere con el fin de reconstruir su historia, la vida de los pueblos y las costumbres antiguas, en definitiva las culturas que fueron. Como es sabido, la arqueología hunde sus raíces en la afición al coleccionismo de objetos antiguos que surgió en Europa al socaire del movimiento romántico entre fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX y como consecuencia del surgimiento de las clases burguesas ilustradas y enriquecidas por la revolución industrial. Las excavaciones de Pompeya y la intervención de Napoleón en la guerra de Egipto, en cuya expedición participaron sabios franceses de gran prestigio, configuran los fundamentos de lo que más tarde sería esta disciplina auxiliar de la historiografía que ha terminado por adquirir cierta independencia de ella no siempre justificada. La investigación arqueológica han tenido que recurrir a un conjunto de técnicas y métodos que integra las humanidades y la física en una simbiosis ciertamente intrincada.

El nacimiento de la arqueología se debe a la existencia de una sociedad rica en la que abundaban los mecenas y su desarrollo ha sido espectacular desde que el progreso tecnológico puso en marcha el proceso de desarrollo sostenido (continuado) que viene experimentado Occidente desde el siglo XIX. Los gastos del trabajo arqueológico son no solo altos sino en muchas ocasiones espectaculares. Ya no es posible depender de la afición de aquellos investigadores pioneros que ponían su fortuna personal al servicio de las excavaciones de viejas ruinas de la antigüedad. Desde hace muchos años la arqueología avanza gracias a una pléyade de investigadores profesionales que lleva a cabo cuantiosos proyectos arqueológicos financiados por el Estado y los grandes fortunas de magnates de la industria, fundaciones y empresas multinacionales que prestan su apoyo buscando mejorar el prestigio de sus marcas comerciales. De aquí que este congreso no solo trate de enaltecer la ciencia y la profesión de la arqueología sino también avanzar en el conocimiento de la práctica social del mecenazgo con el fin de promoverla y ponerla a disposición de nuevos proyectos en el futuro en beneficio de la memoria histórica y de la profesión que los lleva a cabo.

Como declara la exposición de intenciones que se lee en el programa,

 

el congreso se articula sobre la convocatoria de ponentes representantes de la exposición, la acción pública y la práctica del mecenazgo como agentes imprescindibles de la puesta en valor del Patrimonio Arqueológico como recurso sociocultural con la intervención de equipos multidisciplinares en la redacción de Planes Directores de Ordenación de los Recursos Arqueológicos y en los instrumentos e instalaciones culturales, soporte de las actividades para su investigación y divulgación.

Resulta necesaria la reflexión sobre la corresponsabilidad de los agentes vinculados a las esferas política, empresarial, científica, técnica y social, así como la oportunidad de determinar líneas generales de programación y actuación en la especificidad del recurso arqueológico. Europa se encuentra en un momento histórico y social especialmente receptivo a la adopción de criterios de actuación sobre la sostenibilidad de cada una de nuestras realidades históricas y culturales, en la complementariedad de la diversidad de dicha herencia cultural de las regiones.

Las iniciativas de recuperación de nuestra herencia cultural –en la actividad arqueológica- deberán intervenir como estimuladoras de las actuaciones públicas y privadas, bajo programas de actuación justificados en su propia sostenibilidad, vinculada a las expectativas generadas por esta actividad investigadora con tan amplia proyección y aceptación cultural actual.

 

El texto, con un evidente estilo oscuro y desmañado y con escasa claridad desarrolla la tesis de la directora del congreso, consistente en que sin mecenazgo no hay investigación, sin investigación no hay arqueología y sin arqueología no hay divulgación ni, por supuesto, puesta en valor, una expresión esta última muy repetida entre los arqueólogos y que más adelante someteremos a reflexión para ver si es posible saber con qué significado se usa por ellos.

 

Contenido

Los dos primeros días el congreso se articuló a base de cuatro ponencias en la sesión de mañana y otras dos o tres en la de tarde, la cual culminó en sendas mesas redondas destinadas a la presentación de posibles comunicaciones libres y en preguntas a los ponentes por parte de los cada vez más escasos asistentes. El último día,  en el que solo hubo sesión de mañana, se dedicó a la exposición de tres ponencias y terminó con una mesa redonda que finalmente quedó transformada en mesa de conclusiones y de clausura. Las conclusiones consistieron en la lectura de la declaración de intenciones del tríptico – programa que ya ha sido transcrita aquí, y en la reiterada insistencia en el cuadrinomio mecenazgo - investigación – difusión – puesta en valor, alrededor del cual giraron todas las ponencias y que fue elevado a verdadero lei motiv del congreso.

He aquí el contenido del congreso esquemáticamente expuesto:

I) Proyectos de investigación:

  • ·        Proyecto Carteia, San Roque, Cádiz, financiación Cepsa

  • ·        Parque Cultural del Camín Real de la Mesa, Asturias, financiación  pública

  • ·        La Red Gallega del Partrimonio Arqueológico, financiación pública

  • ·        Parque Arqueológico do Vale do Côa, Portugal, financiación pública

  • ·        Plan del Museo Abierto de la Prehistoria de Asturias, financiación pública

  • ·        Parque Histórico del Navia, Asturias, financiación pública

  • ·        Plan de Rehabilitación del Patrimonio Cultural de Gijón, Asturias, financiación pública

  • ·        Los Planes Arqueológicos de Castilla – La Mancha, financiación pública

II) Entidades dedicadas al mecenazgo

  • ·        Instituto del Patrimonio Histórico Español, M. de Cultura

  • ·        Fundación Pedro Barrié de la Maza

  • ·        Dirección General del Patrimonio, Generalitat de Cataluyna

  • ·        Fundación Cepsa

III) Fundaciones que financian sus propios proyectos:

  • ·        Fundación Atapuerca

  • ·        Fundación Santa María la Real- Centro de Estudios del Románico

  • ·        Fundación Las Médulas

Debe destacarse la intervención de José María Ballester, miembro del Consejo de Europa, en la mesa redonda del último día, no tanto por su ponencia como por el concepto de sostenibilidad que defendió en un congreso relacionado con esta tan prestigiosa como variadamente entendida estrategia de desarrollo.

La clausura corrió a cargo del alcalde quien volvió a congratularse por la nueva convocatoria de un congreso relacionado nada menos que con la cultura y la arqueología en el concejo cuyo ayuntamiento preside y con la asistencia de tan distinguidas “Personalidades, Profesionales e Instituciones Culturales, Administrativas y Políticas”, en expresión tomada del tríptico – programa. Poco antes de la clausura se expusieron estas tres opiniones sobre la sostenibilidad:

  • ·        El jurista Gerardo Turiel, catedrático de Derecho Romano de la U. de Oviedo, afirmó que hay que tener cuidado con las exageraciones que tan a menudo se practican con relación a la conservación del medio ambiente, el paisaje y la sostenibilidad. Para él, el paisaje, por ejemplo, no es más que la consecuencia de las continuas actuaciones del hombre para ganar su sustento y que, por tanto, tan paisaje asturiano es el que ofrecen las instalaciones de la siderurgia de Avilés como la masa forestal del Aramo.

  • ·        Margarita Fernández Mier, historiadora y directora del proyecto del Camin Real de la Mesa, corroboró la opinión anterior sosteniendo a renglón seguido que “sin paisanaje no hay paisaje”, aludiendo a que hay que promover el desarrollo que crea puestos de trabajo si queremos que haya paisaje.

  • ·        Finalmente, José María Ballester, desde la mesa, reafirmó las dos opiniones anteriores manifestando que la sostenibilidad es un concepto variable pues mientras los residentes en las grandes ciudades pueden querer una Asturias forestal los residentes en las zonas rurales lo que quieren es que haya oportunidades de empleo.

 

El alcalde tomó la palabra para proceder a la clausura y en primer lugar aprovechó la ocasión para manifestarse plenamente a favor de las tres opiniones citadas y añorando aquellos tiempos en los que uno podía abrir una cantera o coger una vara de avellano sin que nadie le recriminara que estaba atentando contra el paisaje y el medio ambiente. Solo los residentes en Salas que estaban en la sala pudieron entender las razones que llevaron al primer edil a manifestar una opinión como esta, hecha en el contexto de la oposición que ciertas medidas de política local, favorables a la apertura de nuevas canteras de sílice y caolín en el concejo, están encontrando en algunas entidades vecinales. No solo no era el momento más adecuado para hacer referencia a cuestiones localistas sino, lo que es más singular, tampoco era un congreso dedicado a la rehabilitación sostenible el marco más adecuado para expresar tal cascada de opiniones favorables al desarrollo no sostenible. A pesar de ello, ni siquiera la directora del congreso se atrevió a poner las cosas en su sitio y el congreso fue clausurado con la exposición de opiniones contrarias a sus intenciones formales a favor de la sostenibilidad. Más adelante volveré sobre este asunto.

 

Valoración

Los fines de este congreso, como el de tantos que se organizan con financiación de algún ente público, o incluso con el de alguna empresa privada, no se suelen agotar en los que se declaran explícitamente. Entre los fines implícitos se encuentran, entre otros, la construcción de una imagen positiva de la entidad financiadora, en este caso el Ayuntamiento de Salas, y la exhibición pública de los méritos científicos de los equipos de investigación del profesional encargado de la dirección del congreso y de otros bien relacionados con él. Los dos se cumplieron en el congreso de Salas, lo cual es perfectamente legítimo y respetable. Para el concejo y la villa de Salas, la celebración desde 1997 de cuatro congresos dedicados a la rehabilitación sostenible del patrimonio cultural es un activo que lo enaltece de un modo muy singular ya que le lleva a ocupar un puesto destacado entre los núcleos que figuran en el ranking de las sedes de eventos  científicos internacionales. Es cierto que no es la primera vez que en Salas se celebra un congreso internacional. El primero tuvo lugar en 1992 y estuvo dedicado a la explotación de los bosques de castaño como forma de implantar un proceso de desarrollo sostenible en el concejo y su entorno, con financiación de la Consejería de Medio Rural del Principado de Asturias, Plácido Arango, ALSA y Danone. No obstante, mientras aquel primer intento no tuvo continuación el dedicado a la rehabilitación del patrimonio cultural se está convirtiendo en un acontecimiento bienal, lo que sin duda le confiere un relieve tan destacado que de seguir así Salas subirá muchos enteros en el ranking.

He dejado para el final la mención de uno de los fines no declarados de todo evento desde que se comprobó que estos se comportan como lo que los turisperitos llaman “oferta turística complementaria”. El sustantivo hace referencia a una especie de producto, en este caso un servicio, que solo en contadas ocasiones se presta a cambio de un precio. El primer adjetivo tendría sentido si aludiera a servicios prestados solo a vacacionistas pero lo cierto es que se usa con el significado más amplio de servicios prestados a viajeros, mientras que el segundo se refiere a la calidad que se atribuye al sustantivo oferta por comportarse como servicios que están al servicio de la “oferta turística básica”, que no es otra que la industria alojadora y hospitalaria en general y a la hotelera en particular. Pues bien, el congreso de Salas buscaba no solo hacer promoción de “destino turístico Salas” sino, también, favorecer de forma inmediata y mediata las ventas de los establecimientos dedicados a la prestación de servicios de alojamiento y restauración, es decir, de las empresas de hostelería (bares y cafeterías) y hotelería (hoteles sobre todo) provocando la estancia durante unos días de visitantes no muy numerosos pero sí destacados en algún campo de la actividad, en este caso de la investigación y la enseñanza universitarias en arqueología y en historia. De aquí que casi todos los congresos de profesionales incluyan en sus programas visitas a algún elemento incentivador del lugar, una antigua iglesia o ermita, un castillo medieval o un paraje natural considerados como especialmente interesantes o con  algún poder de captación de visitantes foráneos.

 

Desarrollo: sostenido, sostenible

Desde la creación del Club de Roma en 1963 se viene imponiendo la convicción de que las transformaciones provocadas por el hombre sobre el medio pueden provocar daños en el medio ambiente que podrían ser irreversibles. Unos diez años más tarde, Dennis Meadows entregó al Club su informe expresivamente titulado “Los límites del crecimiento”. Las ideas conservacionistas expuestas por Meadows tuvieron amplia difusión y lograron la adhesión de científicos de la naturaleza y de numerosas organizaciones que las hicieron suyas en su lucha por la conservación del medio y la adopción de medidas encaminadas a su recuperación. Obviamente, la progresiva implantación de las medidas conservacionistas que muchos gobiernos se vieron obligados a poner en vigor suscitaron la fuerte oposición de los países que aun no habían conseguido poner en marcha su desarrollo económico y de algunos partidos políticos convencidos de que había que continuar las actividades económicas sin cortapisas. Eran y son los defensores del desarrollo que en décadas anteriores se denominó sostenido en alusión a que tenía que ser permanente año tras año para erradicar la pobreza. Los convencidos de que la Tierra es limitada y de que el desarrollo tiene que tener en cuenta sus limitaciones acuñaron el término desarrollo sostenible, sustentable o durable con el que se desmarcaban del desarrollo continuado o sostenido. Desde las tres últimas décadas del siglo XX la confrontación de ambos grupos no ha dejado de mostrar un profundo desacuerdo y hasta una evidente virulencia de palabra y hasta de acción.

En este sentido hay que reconocer que, sostenido o sostenible, el desarrollo económico es una cuestión sobre la que la ciencia no puede pronunciarse de un modo contundente e irrebatible. Esta es la causa de que el tipo de desarrollo económico sea una cuestión de estricta naturaleza política y, como tal, son los mismos ciudadanos organizados en partidos los que han de elegir una u otra estrategia, es decir, un desarrollo sostenido o un desarrollo sostenible, y atenerse a las consecuencias derivadas de su opción en materia de empleo, de riqueza y de conservación del patrimonio natural y cultural. La vieja disyuntiva entre “cañones o mantequilla” ha quedado sustituida desde hace algunas décadas por la de “empleo o conservación”, o dicho de un modo más claro: Aumento a ultranza del nivel material de vida para las generaciones presentes a costa de graves dificultades para las futuras

En el caso de Salas y de algunos concejos de su entorno se da la circunstancia de que mientras en Salas es minoritario el número de vecinos que se opone a la concesión de permisos para la apertura de nuevas canteras y de explotaciones mineras como las de Río Narcea Gold Mines dedicadas al oro, en Tapia de Casariego El Franco y Vegadeo acontece justo lo contrario, hasta el punto de que los vecinos han creado una plataforma, “Oro No”, cuyo nombre es toda una declaración de principios, que se opone a que el gobierno del Principado de Asturias conceda a la empresa citada permiso para explotar a cielo abierto la riqueza aurífera que al parecer hay en Salave. La plataforma, pues, ha optado por el desarrollo sostenible con todas sus consecuencias, los vecinos prefieren conservar el estuario del Porcía, declarado Sitio de Interés Comunitario, y las cercanas lagunas de Silva frente a la creación de puestos de empleo que promete la empresa para que se decanten por el desarrollo sostenido.

En definitiva, se trata de dos comunidades diferentes que optan por estrategias de desarrollo diametralmente opuestas, la de Sala, que se inclina por la explotación de minas y canteras sin importarle que transformen negativamente el paisaje, y la de Tapia y concejos vecinos, que prefiere la protección del paisaje a la creación de puestos de trabajo. Ambas opciones son respetables y legítimas en tanto sean el reflejo de los deseos libremente expresados de cada comunidad. Lo que no tiene sentido es que las autoridades locales critiquen a sus oponentes y promover la celebración de congresos dedicados a la rehabilitación sostenible y emitir opiniones contradictorias con la sostenibilidad, apostando por un turismo basado en el patrimonio natural y cultural. El concejo de Salas forma parte de lo que se ha dado en llamar “Comarca Vaqueira”, un territorio constituido junto con los concejos de Cudillero, Valdés, Tineo y Allande, que pretende “poner en valor”, como diría un antropólogo, las costumbres hoy olvidadas y antaño rechazadas de los ganaderos trashumantes que se conocen como vaqueiros de alzada, elevadas a la categoría de señas de identidad como señuelo para captar visitantes a base de semitetralizarlas y celebrando todos los años en los altos de Aristébano una boda real siguiendo el ritual vaqueiro. 

Y ya que se cita esta comarca podemos referirnos a la continua creación de comarcas en Asturias como base de lo que los turisperitos llaman  “destinos turísticos”. Además de la citada, existen en Asturias algunas más entre las que pueden citarse la del Parque Histórico del Navia, la Comarca del Camin Real, la Comarca Oriental, la Comarca del Alto Nalón, Ciudad Astur y algunas más, nombres que se dan a la conjunción de varios municipios mancomunados para hacer gastos de promoción del turismo, subvencionar el crecimiento de la oferta de alojamiento y restauración y organizar eventos de diferentes sectores profesionales para promocionar el crecimiento del flujo de visitantes, con cuyos gastos se espera crear las condiciones para mejorar el nivel de vida de los residentes sin conseguirlo. De estos ingenuos planteamientos no logra despegar la llamada política turística local, entre otras cosas porque sigue empeñada en solicitar el asesoramiento de las empresas consultoras al uso, cuyos expertos son en su casi totalidad geógrafos y expertos en marketing, los cuales se limitan a la fijación de un marco territorial más o menos “lógico”, a la señalización de vías de comunicación, a la recomendación de visitas a los “recursos turísticos” y a la edición de folletos multicolor.

 

De la puesta en valor al turismo

Como ya he dicho, la expresión “puesta en valor” fue muy utilizada los ponentes del congreso de Salas. Su uso causome harta extrañeza, he de confesarlo, y así lo hice saber en una de mis intervenciones, por tratarse de un galicismo empleado en lugar de explotación, término que tal vez parezca descarnado y duro para un antropólogo. La expresión francesa “mise en valeur”, del verbo “miser”, apostar en un garito, y el sustantivo “valeur”, puede traducirse por apostar a que una cosa aun no estimada sea por fin debidamente estimada creando para ello las condiciones necesarias. Una frase que es, sin duda, muy larga pero también más precisa y clara en nuestro idioma que la de poner en valor. Acontece que es posible que no se busque tanta claridad sino más bien cierta dosis de calculada ambigüedad.

En el congreso que aquí se comenta se hizo uso de la expresión puesta en valor en contextos cuyo sentido puede ser el de elaboración de un plan de uso público de, por ejemplo, un monumento megalítico, una pintura rupestre, una mina o calzada romana o un castro céltico. He consultado ex profeso diversas obras de varios antropólogos, entre ellas las de Jordi Juan Tresserras, y he podido constatar que, en efecto, en todas se hace un uso cumplido de la expresión poner en valor con el innegable sentido de ofrecer una muestra de las culturas antiguas a la contemplación de la población del entorno y, si es posible, también de la población residente a cuantos más kilómetros a la redonda mejor. En definitiva, la investigación, la divulgación y la puesta en valor que los arqueólogos pretenden que financien los mecenas públicos o privados se incardina en lo que llamo oferta de servicios incentivadores de visitantes a la que los turisperitos consideran “turísticamente complementaria” ya que la “turísticamente básica” es pasa ellos la que ofrecen los hoteles, los restaurantes y las empresas de transporte. No cabe duda de que, de momento, solo los tres servicios citados se ofrecen a cambio de un precio mientras que los restos de las culturas antiguas que se descubren gracias al trabajo de los arqueólogos no producen ingresos, o son tan bajos que no resultan rentables las inversiones que en su investigación, difusión y puesta en valor se efectúan a menudo. De aquí que este trabajo tenga que ser financiado con fondos públicos o privados al margen de los criterios de rentabilidad financiera. Los entes públicos justifican sus gastos en la convicción de que apoyan la recuperación de la memoria histórica y los entes privados en el prestigio que aportan a las marcas de sus productos y, en definitiva, al fondo de comercio de empresas, industrias y fundaciones.

Mientras estaba teniendo lugar el congreso de Salas el Consejo de Ministros celebraba una sesión monográfica dedicada al turismo gracias a la enésima, reincidente y socorrida crisis de la llamada primera industria nacional en el que se tomaron acuerdos orientados a sustituir las continuas subvenciones a la industria hotelera y a los llamados destinos turísticos por créditos blandos, es decir, tendentes a seguir protegiendo a la “primera industria” pero de un modo menos evidente. Entre las medidas adoptadas se encuentran las destinadas a complementar el llamado “turismo de sol y playa”, en crisis por la competencia de países con menores precios, con el desarrollo del llamado “turismo cultural”. Combatir la crisis del turismo equivale a recuperar la tasa de crecimiento de las llegadas de turistas extranjeros y aumentar la estancia y o el gasto medio por turista, indicadores con tendencia a seguir la tendencia decreciente de los últimos años. Dicho de otro modo: sostener y si es posible aumentar los ingresos por turismo con el fin de aumentar la compensación del déficit creciente de la balanza de pagos por cuenta corriente. Lo que también se puede expresar diciendo que se aspira a seguir dependiendo de los ingresos por turismo como forma de financiación del desarrollo de la economía española en su conjunto pero sobre todo de las regiones más desfavorecidas.

Una de las regiones con menor tasa de desarrollo es, como se sabe, Asturias, la región estrambótica, como la ha llamado recientemente el economista asturiano, salense por más señas, Juan Velarde Fuertes, basándose en las conclusiones del estudio realizado por Julio Alcalde, según las cuales hay una estrecha correlación negativa entre la tasa de crecimiento del PIB regional y el PIB per cápita, o dicho de otra forma, cuanto más baja ha sido la tasa de crecimiento del PIB de una región durante los últimos años más alto es el PIB per cápita de la misma. La ley se cumple en todas las comunidades excepto en Asturias, cuya economía es una de las que menos crece y cuyo PIB per cápita es uno de los más bajos de España. Un indicador entre tantos de la crítica situación económica y social de Asturias a la que no se ve una salida ni fácil ni rápida sino todo lo contrario. En tan comprometida situación tanto el gobierno asturiano como los partidos, los sindicatos y los intelectuales regionales coinciden en creer que una de las soluciones la aportará el turismo. La misma postura es mantenida a nivel local y comarcal.

El concejo de Salas se encuentra en una situación más comprometida aun que la región como un todo. Si en 1900 tenía 17.147 habitantes en 2001 solo tiene 6.812, es decir poco más de la tercera parte. El siglo XX ha sido un periodo de decrecimiento sostenido de la población salense sin que hoy exista ya la solución “milagrosa” de la emigración al continente americano mantenida durante más de medio siglo. Ni siquiera es una solución la emigración a las regiones más desarrolladas de España o a los países europeos que significó un lenitivo durante los años sesenta y setenta. La crisis de la ganadería de leche ha venido a introducir un elemento más, totalmente inesperado y repentino, a una situación que cada año es más insostenible. Por esta razón se entiende que tanto el partido que sostiene al gobierno local como la opinión pública mayoritaria, haya apostado en Salas por el desarrollo sostenido, en franco detrimento del desarrollo sostenible. Pero comprenderlo no significa justificar que se ignoren las posturas contrarias a esta opción mantenidas por algunas asociaciones vecinales, las cuales cumplen con una función de utilidad pública que debería ser no solo reconocida sino respetada por las autoridades locales, lo que no es desgraciadamente el caso.

Adicionalmente debe decirse que, como ya demostré en “La verdad del turismo rural” (ver el mes de febrero de 2005 en Cuestiones de Economía), no hay evidencias de que el turismo, cualquiera que sea el apelativo que se le añada, vaya a aportar una solución a la crisis de la región asturiana en general o del concejo de Salas en particular, entre otras cosas porque lo que se llama política turística no rebasa las subvenciones hoteleras y culturales y los gastos de promoción sin que aun se haya comprendido que nada de esto puede sustituir a los planteamientos empresariales orientados a la producción innovadora de un turismo financieramente viable, económicamente rentable, socialmente justo y medioambientalmente sustentable, aspiraciones que solo pueden cumplirse si la producción se lleva a cabo por la propia iniciativa de los residentes en beneficio propio y de la economía local.

Volviendo al congreso hay que reconocer que su temática se mostró coincidente con las medidas tomadas durante su celebración por el Consejo de Ministros. Tanto el Concejo como el Congreso apostaron por el llamado turismo cultural. En una de mis intervenciones manifesté que aunque el congreso no trataba del turismo, lo cierto es que muchas de sus ponencias estaban implícitamente orientadas a la captación de visitantes, sentido último de la expresión “puesta en valor” de las muestras recuperadas de los pueblos de la antigüedad. Los arqueólogos, tal vez asesorados por los expertos en maketing, han acuñado incluso un nuevo “producto”, como dirían los turisperitos, el arqueoturismo. Lo cierto es el interés por el turismo surgió en países con un patrimonio cultural con numerosos admiradores, donde se percataron de que, aunque de un modo directo no aportan ingresos, sí los pueden aportar desarrollando la que se llamó industria de los forasteros, es decir, servicios de accesibilidad, transporte y hospitalidad. Lo que parece haberse olvidado es que este planteamiento fue correcto mientras se refirió a monumentos y sitios culturales de gran significado pero que no funciona lo mismo cuando su significación es escasa o limitada.

Lo cierto es que durante los últimos años se ha llegado a creer que basta con “poner en valor” cualquier muestra de las culturas antiguas para que se justifiquen financiera y económicamente las inversiones en accesibilidad, transporte y hospitalidad para conseguir rentabilizar los gastos realizados en investigación, difusión y puesta en valor de esas muestras. No hay que llamarse a engaño si al cabo de varios años la economía que se creía iba a ser dinamizada aplicando esta estrategia no lo ha sido. Hay trabajos arqueológicos que pueden tener gran interés si aportan datos de valor científico para la investigación historiográfica pero no todos pueden aspirar a romper el círculo vicioso de la pobreza del territorio en el que se localiza el monumento descubierto. Uno de los aspectos menos tratados por los economistas de turismo es el de la incentivación de las visitas y su mayor o menor capacidad  para cumplir su función. Pero en tanto esta laguna se cubre es imprescindible realizar estudios de viabilidad de los gastos realizados en la investigación arqueológica, unos estudios que, en opinión de uno de los ponentes del Congreso de Salas, no hay que hacerlos porque son trabajos que se financian con fondos públicos. Como si por el simple hecho de que sean públicos no tuvieran que someterse a los criterios de una buena y sana gestión.


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Francisco Muñoz de Escalona "Arqueología, patrimonio cultural y… ¡Turismo!"  en Contribuciones a la Economía, julio 2005. Texto completo en http://www.eumed.net/ce/