Las funciones de producción y consumición en el turismo

 

Aunque, como ya he dicho, no resulta fácil saber si Furió (20019 es una respuesta a Muñoz de Escalona (1996), hasta aquí he hecho su disección como si lo fuera porque sé que fue escrito para seguir manteniendo el debate iniciado e interrumpido por mi crítico. Creo haber puesto de manifiesto ya las incoherencias lógicas en las que cae una vez más en dicho trabajo. Evidentemente, es cierto que en él no incluye respuesta alguna a la batería de preguntas que le hice en 1996, lo cual no deja de ser comprensible en la medida en que dicho trabajo ha sido posteriormente sacado de la discusión iniciada hace años. Aun así, agradezco muy sinceramente, una vez más, al Dr. Furió que en su día se mostrara dispuesto al debate aunque finalmente haya tratado de evadirlo por circunstancias que ignoro. Pero sí debe saber que siempre me encontrará dispuesto a la discusión seria y provechosa, como vengo demostrando desde hace cerca de veinte años. Lamentablemente, cuando creía haber conseguido un interlocutor, éste se evade del debate que él mismo promovió. A pesar de ello, y por si puedo recuperarlo, a él mismo, o a cualquier otro que esté interesado, me complace seguir suscitando la discusión y la réplica en aras de la urgente revisión que necesita la literatura de la llamada economía del turismo.

 

Porque para nadie es un secreto que el término turismo adolece de imprecisión. P. Burns y A. Holden (1995) empiezan su trabajo reconociendo que “el estudio del turismo puede resultar enigmático y atrevido o valiente al mismo tiempo (enigmatic and bizarre), enigmático porque contiene elementos de difícil definición y atrevido o valiente porque se empeña en buscar explicación teórica a la necesidad que tiene la gente de divertirse”. Al margen de que sea este el diagnóstico más acertado, lo cierto es que para muchos el enigma y el atrevimiento de la literatura del turismo obedece a un inadecuado planteamiento teórico de la cuestión, no  a lo que se cree que es una irreductible y persistente complejidad inherente a la materia. Los dos autores citados citan a su vez a Mac Cannel (1992) para quien “el turismo constituye un motivo fundamental para la producción (sic) de nuevas formas culturales de ámbito global”. En ambas citas queda reflejado que, por un lado, se conecta al turismo con la diversión y, por otro, con la cultura, sin que tan dispares afirmaciones parezcan merecer la atención de los turisperitos a fin de ofrecernos alguna explicación aclaratoria. No solo no lo están, es que a ninguno le resulta sorprendente que el turismo se presente como un simple instrumento tanto para la diversión como para la cultura, a no ser que la cultura sea para algunos una forma de diversión.

 

No paran aquí las cosas con las que se relaciona el turismo. Desde hace años es habitual encontrarse con estudios que lo tratan en relación con el descanso, las vacaciones, la aventura, el deporte, la religión, la salud, el estudio, los congresos y los negocios. Y es en este contexto en el que se estudian las empresas en cuyo servicio se apoya tal despliegue: “hoteles, restaurantes y transporte así como la restauración de monumentos antiguos, las actividades artesanales orientadas a los turistas (no todas, pues, como se ve, añadimos nosotros) y los rituales realizados expresamente para ellos. Pero el turismo es también un agregado de diferentes actividades  comerciales y un entramado artificial del que forma parte la historia, la naturaleza y las tradiciones y que tiene el poder de transformar la cultura y la naturaleza en aras de sus propias necesidades” según Mac Cannel (1992, citado por Burns y Holden,1995).

 

Quiero decir con citas como estas que los desarrollos del Dr. Furió no desentonan de lo que se lleva en los estudios turísticos, sobre todo a partir de que tales estudios se hayan teñido intensamente con el color verde de la necesaria lucha ecológica por un desarrollo sustentable. Porque no debemos olvidar que el Dr. Furió es un economista que se interesa vivamente por la defensa del medio ambiente. Es justamente desde la llamada economía ecológica desde donde el Dr. Furió trata de dar una respuesta a la cuestión conceptual del turismo, lo que no deja de ser una originalidad digna de ser resaltada a pesar de que puede correr el riesgo de terminar siendo teóricamente erróneo y prácticamente ineficaz.

 

En Furió (1996), obra basada en la tesis doctoral (Furió, 1994) encontramos la siguiente frase:

 

(Puede) “identificarse en el ‘producto turístico’ (así, entrecomillado) un conjunto de bienes ambientales o procedentes del sistema natural. Muchos de estos bienes ambientales (…) son ‘fijados’ en el especio físico, de ahí que se hable en el turismo de un consumo in situ y que  las actividades turísticas sean actividades vinculadas al sitio” (1996, 101)

 

En la frase transcrita vemos como el autor pasa de un modo, no se si consciente o inconsciente , de la producción a la consumición sin precisar qué es lo que entiende por estos conceptos, fundamentales como es sabido en el análisis económico. Pero veamos otra frase más de la misma obra:

 

Si (…) la palabra ‘recurso’ no se refiere a una cosa o a una sustancia sino a una función que una cosa o una sustancia de la Naturaleza puede llevar a cabo o a una operación en la cual puede tomar parte, esto es, la función u operación de obtener un fin determinado tal como satisfacer una necesidad, no podemos dejar de concluir que en el turismo (…) los recursos naturales desempeñan una función destacada y, por consiguiente, la producción turística (sic) (…) cabe conceptuarla como una producción primaria” (1996, 111)

 

Descarto que el autor utilice aquí la expresión producción primaria para referirse a un bien mengeriano de primer orden. Lo más seguro es que, dada la fecha del trabajo, anterior a sus tendencias mengerianas posteriores, se esté refiriendo con ella a que el turismo es una actividad productiva del sector primario en la medida en que se está refiriendo a los recursos naturales, aunque es evidente que un recurso natural no es una actividad productiva ni resultado de ninguna actividad productiva. Para tan original y novedosa clasificación del turismo, el autor aduce el argumento de Tomás Carpi (1985), el cual, según Furió, “claramente concebía la actividad turística como una actividad primaria”, es decir, del sector primario, contradiciendo con ello la habitual inclusión del turismo en el sector terciario que practican los expertos ortodoxos. Después de esta cita añade el Dr. Furió:

 

Ahora bien, ¿cómo hace uso el hombre de los recursos naturales  (se trata de un uso productivo, no lo olvidemos) como atractivos turísticos naturales? (…) Evidentemente, mediante la tecnología” (1996, 115, 116), dice el autor un tanto retóricamente respondiendo a su propia pregunta.

 

No hay por tanto duda alguna. El Dr. Furió está hablando en 1996, nada más y nada menos, que de la producción turística, es decir, de algo absolutamente novedoso, como creía Alberto Sessa (1996), (ignorando este que nosotros ya habíamos hablado de ella en 1988, ¡ocho años antes de que Sessa lo dijera!) El Dr. Furió lo confirma con esta nueva frase aclaratoria:

 

La ecología y las técnicas concretas del todo que es el proceso productivo (turístico, no se olvide) definen el uso de los recursos naturales” (1996, 116)

 

De aquí pasa el autor a la “dotación de ‘infraestructura’, aclarando que se refiere a la “infraestructura turística en nuestro caso” ya que según él las infraestructuras turísticas “permiten”, “potencian” y “definen” las modalidades y características del uso del entorno “que conforman los atractivos turísticos naturales”, teniendo en cuenta que “el uso de cada uno de ellos (de cada atractivo turístico, naturalmente) viene (a su vez) definido y potenciado por la dotación” infraestructural, con lo que se configura un interesante proceso de alimentación y retroalimentación que no deja de ser cuando menos harto interesante. Pues no debemos olvidar que “esta ‘dotación infraestructural’ a nivel de espacio turístico (es) la que puede considerase como la ‘actuación tecnológica del hombre’ sobre el espacio para hacer de este un ‘espacio turístico’ (1996, 116)

 

Es por aquí por donde llegamos a la idea de que producir turismo equivale, en la concepción del Dr. Furió, a transformar un espacio en espacio turístico, para lo que se requiere, al parecer, “una actuación tecnológica” del hombre, la cual se materializa en una “dotación infraestructural”.

 

Es decir, que producir turismo es para el Dr. Furió lo mismo que aportar “dotación infraestructural” a un espacio para hacer de él un “espacio turístico”. Por si cupiera alguna duda, el Dr. Furió lo aclara con una referencia ciertamente elegante, nada menos que de J. A. Schumpeter. Inspirándose en este preclaro economista austriaco nacionalizado en USA, afirma el Dr. Furió que “la producción turística significa combinar de una manera nueva, y en ocasiones diferentes, materiales y fuerzas que se hallan a nuestro alcance” (1996, 125).

 

Por ello, la producción turística cobra todo su sentido según el Dr. Furió “cuando se concreta (parece aludir al acto concreto de la producción) y, entonces, se vislumbran las diferencias, sobre todo cualitativas, entre productos turísticos. Esta es una característica esencial del turismo que la diferencia de otras actividades económicas” (1996, 123).

 

Podríamos entender que cuando el autor dice “actividades económicas” se está refiriendo a las actividades productivas, pero no debemos descartar que también se refiera con esa expresión a las actividades consuntivas, porque es aquí cuando el Dr. Furió introduce lo que denomina “uso efectivo turístico”, un concepto con el que hace referencia tanto a la producción como a la consumición de turismo, como se constata con la frase que sigue: (Por) uso efectivo (turístico) debe entenderse no simplemente el uso individual y aislado sino todo aquel grado de uso efectivo (sic) que permite hablar de desarrollo turístico de un territorio’ o de un ‘territorio turístico estrictamente (sic)” (1996, 126).

 

Antes el autor deja dicho que “El uso (…) otorgable a los recursos naturales y en particular a los atractivos turísticos naturales requiere para ser efectivo de modificaciones en ciertos factores institucionales que rigen las condiciones de ‘apropiación’ de la Naturaleza en la sociedad receptora del flujo turístico” (1996, pp.125 y 126). Una frase que de nuevo sirve para referirse a la producción y a la consumición de turismo ya que el turismo parece que, en su opinión, “representa una de las numerosas formas de explotación de los recursos y una de las actividades económicas que pueden tener lugar simultáneamente con otras” (1996, 134). Aunque el Dr. Furió dice que “las actividades  productivas y las consuntivas no son enteramente iguales, parece estar convencido de que, “en el caso del turismo, ambas coinciden en un mismo territorio” (1996, p.136), afirmación que está en plena sintonía con la ortodoxia. En definitiva, para el Dr. Furió, “la Naturaleza es un sistema productor de turismo a la vez que la producción de turismo es consustancial a la apropiación de la Naturaleza puesto que, (dice) de acuerdo con Joan Cals, la producción de servicios turísticos viene fuertemente condicionada por la transformación del territorio” (1996, p.179)

 

Dejo al lector que  sea él mismo quien decida si le han quedado claros los conceptos de producción y consumición de turismo que maneja el Dr. Furió. Es evidente que la obra de 1996 difiere sustancialmente de la de 2001, pero también lo es que ambas tienen varios denominadores comunes: ambigüedad, confusión y aspiración a la originalidad. Y todo ello sin apostatar de la ortodoxia.

 


febrero 2005

Francisco Muñoz de Escalona
Producción y consumición de turismo: ¿diacronía o sincronía?