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"Contribuciones a la Economía" es una revista académica con el
Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas
ISSN 16968360

Ética y Relaciones Laborales en Tiempos de Globalización

Armando J. Camejo
armandocamejo@cantv.net
Economista Agrícola - UNELLEZ, Postgrado, Especialización en Gerencia de Recursos Humanos UNESR, Doctorante en Ciencias Sociales Mención estudios del Trabajo Universidad de Carabobo Venezuela Profesor Asistente Universidad Simón Rodríguez - Venezuela – Núcleo San Carlos estado Cojedes


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Camejo, Armando J: "Ética y Relaciones Laborales en Tiempos de Globalización" en Contribuciones a la Economía, agosto 2005. Texto completo en http://www.eumed.net/ce/


No existen fenómenos Morales, sino sólo una
Interpretación Moral de los fenómenos
Friedrich Nietzsche

1.- Introducción

Los tiempos actuales están unidos a grandes cambios. Esta situación ha llevado a la humanidad a considerar dentro de sus espacios de actuación el pensar en nuevos paradigmas que no son más que el producto del desarrollo tecnológico y comunicacional de la época. Aunado a ello, aparecen elementos societales como crisis de valores y nuevas formas de pensar e imaginar las transformaciones y los cambios que llevan consigo estos fenómenos globalizantes y que por lo demás tocan elementos que nos invitan a repensar el momento en que actuamos como naciones en los procesos productivos

Los procesos a los que nos referimos, Están atados a una amplia variedad de factores, que pretenden buscar respuestas a las circunstancias de un nuevo mundo caracterizado por el individualismo que empuja a ampliar aun mas las grandes brechas entre los sectores que conforman la vida económica de un país

Por ello, el capitalismo, tiende hoy ha estar inserto dentro de varias implicaciones, se trata de la redefinición del modelo cuyos efectos se manifiestan en los distintos ámbitos económicos y sociales de las naciones y más aun en el contexto de las relaciones laborales, fundamentalmente se dice, que hay detrás de todos esto cambios globalizadores que invocan una nueva valoración de la concepción ética – societal redefinida por esos cambios a nivel mundial, trayendo como consecuencias implicaciones en el contexto de la realidad venezolana.

2.- Algunas Consideraciones Generales del problema

Estos procesos Globalizadores, irrefrenables traen consigo grandes cambios que se configuran en mostrar los alcances de una perspectiva ética, que –mediada por la nueva revolución tecnológica- privilegia la productividad y la competitividad como valores sustantivos de toda actividad económica.....]

Esos nuevos valores y esa nueva ética del trabajo, están a su vez fundamentados en una nueva forma de acumulación marcada por el consumo en el sistema capitalista emergente, que consiste en la aplicación del conocimiento al conocimiento mismo.

No se trata ya de un modelo basado en la fuerza-músculo de los trabajadores, sino en el conocimiento como correaje del plus - valor en la actividad productiva (Drucker, 1998). Ese proceso se refuerza con las innovaciones tecnológicas aplicadas al proceso económico y la reingeniería de procesos, basada en las altas exigencias de competitividad en el mercado.

En este sentido Parra (2003) señala: “No sólo desaparece el empleado de [...cuello azul...], sino también el peso de las organizaciones sindicales que sirven de resguardo a las garantías laborales”. Este tipo de capitalismo, tiene efectos importantes en el empleo, en los ambientes de trabajo y en las relaciones laborales.

La reingeniería de procesos, aplicada con la finalidad de reducir los altos costos operativos empresariales, produce altos índices de desocupación laboral. Rifkin dice que la automatización “…conduce vertiginosamente a la economía global a un futuro industrial sin trabajadores” (Rifkin, 1996; p. 28). En el caso de América Latina, los efectos de la innovación tecnológica y las exigencias en los patrones de competitividad en el mercado, han puesto en jaque los perfiles tradicionales de la demanda de mano de obra. Cada vez más se establecen necesidades ligadas al manejo de las tecnologías en red (software) como parte sustancial de la formación de recursos humanos en la era microelectrónica.

El abordaje de la propuesta ética en las relaciones laborales en ese proceso de redefinición del capitalismo, parte del argumento-hipótesis según el cual, se trata de una visión del mundo y de los acontecimientos humanos que rescata la misión profesionalizante como valor supremo del proyecto de vida: la ética protestante (Weber, 1997). Se analizarán también las consideraciones hechas por Parra (2002) acerca de la inscripción de esa especie de ética re-visitada, en el discurso y los preceptos judeo-cristianos. Todo ello, con amplias consecuencias en la configuración del ámbito político-social internacional.

Diversos autores también se pretenden analizar para profundizar el tema de la ética en las relaciones laborales en tiempos de globalización. Un largo camino se ha tenido que recorrer desde los estudios de Weber (1997) hasta los escritos de Giddens y Hutton (2.001); Castells (2.001); Mires (2.000); Vergara (1.997); Rifkin (1.996); García (1.998); Mattsura (2.000); Kidder (2.002); entre otros, pasando por los informes de la UNESCO y el PNUD. Mi preocupación particular por el tema, surge sin embargo a partir del debate planteado por Parra (2002). El marco preposicional de la investigación se define a partir de las siguientes interrogantes más relevantes y claves traducidas del planteamiento:

  • ¿Cuáles son los fundamentos ético-laborales del actual proceso de globalización y cuáles son sus efectos en la realidad Venezolana?

  • ¿En que medida en esta cultura prevaleciente, tienen vigencia los conceptos del “bien común”, derechos humanos, justicia y solidaridad? ¿Hasta dónde la lógica de los mercados se concilia con esos valores?

  • ¿Hasta dónde es posible pensar la actividad económica como autónoma, ante la fuerza de la moral?

  • ¿Hasta dónde los conceptos de justicia social, equidad y solidaridad, pueden definir el proceso de globalización en América Latina?

  • ¿Cuáles son los principales efectos de la aplicación de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, en las relaciones laborales en el contexto venezolano?

  • ¿Los nuevos espacios de subjetividad que se afianzan en la actual redefinición del capitalismo, producen nuevos fundamentos éticos en nuestras sociedades?

  • ¿Cuál es el nuevo contexto cultural que se produce como efecto del proceso de globalización en Venezuela y cuáles son sus consecuencias en las relaciones de trabajo?

3.- Globalización un Fenómeno Actual pero de Vieja Data

La globalización es un fenómeno que no es reciente, durante la época de Adán Smith, la construcción del capitalismo sustento su base en la expresión del mercantilismo bajo el argumento de un intenso intercambio de bienes, la complementariedad de las naciones, la identificación de las ventajas competitivas y la intensificación del comercio internacional, aquí encontramos un proceso de cambio y desarrollo sustentado en la generación de nuevos vínculos en entornos sociales sometidos a las exigencias de un capitalismo creciente que configuraba las comunidades de nuevas formas, exigiendo a las personas la adaptación y la adecuación a nuevos medios de transporte, comunicación, consumo y nuevas condiciones de vida y gestión política.

Ingresado en el siglo XX el proceso de globalización o como algunos autores denominan la segunda globalización, responde a la época de posguerra que siguió a la primera conflagración mundial, que trajo como resultado entre otras cosas además de la intensificación del comercio y las relaciones entre las naciones, el uso intensivo de las nuevas tecnologías como ser el automóvil, el teléfono, maquinaria sofisticada, el motor de combustión interna, etc. Este proceso se intensifica luego de la segunda guerra mundial cuando encontramos que los niveles de industrialización superan todas las expectativas, y de la mano de los procesos de reconstrucción de vencidos y vencedores, se generaron las nuevas civilizaciones que se constituyeron en los paradigmas políticos, económicos y sociales de la modernidad exacerbada, basada en un policentrismo distribuido entre Estados Unidos, Japón y Europa en proceso de consolidación por aquel entonces.

Hacia finales del siglo XX y con la caída del muro de Berlín en 1989, el movimiento globalizador consolido tercera etapa cuyo espíritu incluye varias nociones que devienen entre categorías tales como postmodernidad, postcapitalismo, o era postindustrial, mas que cualquier categoría que se asuma al respecto. Este movimiento representa, una nueva situación en la cual el post se usa porque en realidad no conocemos cuales son las variables que la conformaran en los próximos años.

Esta nueva etapa nace signada por una revolución en distintos campos, donde las tecnologías duras ya no son relevantes, dentro de entornos en los cuales los conocimientos conforman el nuevo capital, donde los recursos financieros circulan con mayor rapidez que los bienes, donde las comunicaciones son totales, donde la red ha democratizado todos los accesos, donde el sur ya conoce como vive norte, donde los pobres ya saben como viven los ricos, donde las diferencias que siempre han existido ahora están expuestas en todas sus dimensiones, ya no hablamos del apartheid racial, ahora usamos esa palabra que implica segregación en el campo de las tecnologías.

Los indicadores del proceso de globalización han estado signados por una serie de dispositivos que se concretan en: a.- Intensificación del intercambio, b.- Incremento de la interdependencia de las naciones, c.- Aparición y dispersión inequitativa de nuevas tecnologías, d.- Consolidación de nuevos centros de poder mundial, e.- Cambio en los paradigmas económicos, f.- Cambios culturales y sociales, g.- Nuevos medios de comunicación.

En este mismo orden , cabe destacar que si bien todas estas etapas globalizadoras tienen aspectos en común nos encontramos con que esta tercera etapa se desarrolla en un entorno nunca antes visto por lo cual los desafíos para todos los actores se encuentran más allá de lo que nunca antes se vio, donde los riesgos del fracaso son enormes.

En este sentido, vale la pena preguntarse ¿Trae consigo este proceso globalizador un planteamiento ético societal en el contexto de las relaciones laborales?

4.- La Reestructuración Capitalista y El Proceso de Globalización

La globalización constituye uno de los grandes fenómenos del mundo económico-social, cuyo contexto se desdibuja en la integración geopolítica bajo el imperativo de un sistema socio-cultural dominante, un mercado único y un centro de poder multipolar hegemónico. Puede afirmarse que dicho proceso tiene varias etapas. La primera de ellas, cuyo origen se remonta a la época colonial, cuando la imposición de una cultura –entendida como superior- aniquiló las estructuras culturales y políticas del mundo conocido. Esa fuerza cultural se fundamentó en el catolicismo emancipador, el mercantilismo y el feudalismo, como plataforma ideológica y política.

Una segunda etapa de globalización mundial, ocurre con el surgimiento de la revolución industrial. La cultura hispánica se vio obligada a decidir en este período – dada la desventaja tecnológica de España en el contexto mundial de entonces- que las compañías de las indias orientales se encargaran de difundir los valores proteccionistas del imperio, a fin de preservar el control político y comercial de sus colonias iberoamericanas.

El proceso globalizador de los mercados fue más extenso que el anterior. Sus herramientas principales estuvieron marcadas por la era de la ciencia, el capitalismo y la idea de progreso. Durante esta época se vivió un fuerte enfrentamiento entre varias corrientes de pensamiento económico y social: la discusión entre centro y periferia, por un lado; las tesis comunistas, impulsoras de la economía de planificación centralizada donde el Estado funge como protector y garante del desarrollo económico social; y el ideario político-social del capitalismo libre anglosajón, cuyo origen realza el principal postulado de Adán Smith: la mano invisible del mercado.

Una tercera etapa globalizadora se extiende y se expande hoy. Dispone de grandes innovaciones tecnológicas ahora como la robótica, informática, telecomunicaciones, ingeniería genética, televisión por cable, Internet y otros avances tecnológicos impresionantes, más radicales que las que impulsaron la revolución industrial en su momento. Esta nueva globalización llamada infocapitalismo, no tiene sin embargo, la capacidad para reemplazar linealmente las culturas autóctonas, sin que se produzcan fuertes resistencias a nivel de sus redes de expresión locales.

Las principales armas de esta nueva expansión globalizante y civilizatoria son: la microelectrónica, la aplicación del conocimiento al conocimiento mismo y la cybercultura. La onda Cyber despliega un lenguaje mundial expresado en códigos culturales que responden a los principios éticos de Occidente. Esta insurgencia político-económica y cultural tiene la particularidad de superponer, a través de sus redes mediáticas, los valores de uso sobre los valores de cambio. Jettin (1996) afirma al respecto: “las innovaciones científicas llevarían necesariamente a nuevos modelos de producción y de transformación social como resultado de una definición de oportunidades tecnológicas dictada por los nuevos paradigmas” (p.17)

Los actuales cambios tecnológicos presentan un rostro distinto. Su influencia no sólo consiste en incidir en las formas de producir los bienes de consumo masivo y redefinir los modelos organizacionales empresariales para la competitividad en el mercado, sino en trastocar el comportamiento de los individuos, sus relaciones de trabajo y el mundo laboral en su conjunto. El nuevo modelo globalizador impacta de manera directa la generación del conocimiento, el proceso educativo, los procesos productivos de mercancía, el comercio, los servicios, y las relaciones económicas internacionales. Es decir, ha ampliado el armazón de la frontera de producción y ha creado nuevas formas de relaciones intersubjetivas a nivel mundial. Castells (1998) define esta incursión económico-cultural en los siguientes términos:

A este nuevo modo del desarrollo del capitalismo denominado informacional, en el cual la tecnología de la información ocupa el elemento central para agregar áreas de producción y redefinir las otras, generándose así una avalancha de innovaciones tecnológicas que impulsan la productividad y al mismo tiempo reordenan y potencian al nuevo modo de producción capitalista (p. 39)

Estos cambios en la esfera económica se deben sin embargo, a un cambio de paradigma según el cual, el patrón microelectrónica sustituye al modelo petrolero (Pérez, 2002). En ese escenario, el conocimiento adquiere valor económico y no sólo tiene una significación en el orden cultural. El impacto de las redes culturales es avasallante, pero el valor del conocimiento como factor de acumulación adquiere un sentido determinante en el proceso productivo.

La información y el conocimiento se han convertido en medios de producción y han desplazado progresivamente al trabajo manual. El intercambio de producción y conocimiento es la propia esencia del nuevo sistema financiero mundial, en el que el dinero consiste exclusivamente en cifras que aparecen en ordenadores. Los mercados financieros trabajan, en general, a una velocidad increíble. No existe ninguna oportunidad de obtener beneficios a largo o medio plazo; es decir, algunas estrategias utilizadas por los operadores se vuelven obsoletas casi en el mismo momento de ser creadas, debido a la rapidez con la que otros reaccionan o las sustituyen. Se trata de una economía del conocimiento que ya es realidad y no supone una mera proyección del futuro.

Hay sin embargo, algunos riesgos importantes en esa nueva onda tecnológico-cultural. Castells (2001) advierte: “El resultado de este proceso de globalización financiera es quizás que hemos creado un “autómata”, que está en el corazón de nuestras economías y condiciona nuestras vidas de forma decisiva”. (p. 87). Esto quiere decir que la pesadilla de la humanidad no sólo radica en que la robótica pueda eliminar los puestos de trabajos ni que los ordenadores del gobierno vigilen nuestras vidas, sino en el carácter incontrolable de los sistemas electrónicos que favorecen las transacciones financieras intangibles.

Giddens y Hutton (2000) señalan que “… en las condiciones de modernidad reciente, los dos polos de la dialéctica de lo local y lo individual están constituidos por las transformaciones, en la identidad del yo y la mundialización. Las relaciones ínter subjetivas y la contextualidad de todo orden en la sociedad del conocimiento, estarían marcadas así por vínculos socioculturales de alcance muy amplio, mas allá de los microespacio íntimos, directos y personales de modo que el yo y la sociedad estarían interrelacionados, por primera vez en la historia, en un medio mundial” (p. 48). En esta línea del pensamiento, se introduce un nuevo espacio de discusión que supone el surgimiento de nuevos esquemas de subjetividad en la relación del yo individual y la sociedad informacional.

La Ética Capitalista

En la sociedad Occidental, la “ética” (del griego ethika, de ethos; “comportamiento”; “costumbre”), se refiere a los principios o pautas relacionadas con la conducta humana. Es conocida también como moral (del latín mores; “costumbre”), razón por la cual el estudio de esos principios y normas es llamado “filosofía moral. Se ha de aclarar que cada cultura ha desarrollado un modelo moral-ético propio, y códigos que se relacionan con el tipo de ambiente que envuelve a la comunidad; su historia; su psicología; su grado de desarrollo tecnológico; así como muchos otros factores que influyen en la mentalidad y en la convivencia de los seres humanos.

En líneas generales, los filósofos procuraron determinar la bondad de la conducta humana, teniendo en cuenta dos grandes principios fundamentales. El primero, la conducta es buena en sí misma, lo que implica un valor final, deseable en sí mismo y no sólo como medio para alcanzar un fin. El segundo, la conducta es buena porque se adapta a un modelo moral concreto.

Si estudiamos el desarrollo moral-ético a través de la historia, encontramos también tres modelos de conducta principales. Cada cultura o comunidad concreta los ha considerado como el bien más elevado. Estos son: la felicidad o placer; el deber, la virtud o la obligación; y la perfección, el más completo desarrollo de las potencialidades humanas. Podemos indicar además, algunas otras líneas que sintetizan el desarrollo moral y que han predominado en algún momento histórico concreto o determinaron el comportamiento humano en algún contexto particular.

Para Monterroso (2001) ética es el sistema moral por naturaleza, el cual juzga los actos del hombre y emite un juicio. La ética se basa en los actos en los cuales los hombres actúan haciendo uso de su libertad; es decir, la libertad se vuelve la base de la ética. Sin libertad, no hay ética.

En el discurso de disertación inaugural del Encuentro Internacional sobre Ética y Desarrollo (2000) Enrique Iglesias, Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) planteó que la dimensión ética del desarrollo se expresa en la vigencia en la vida social de valores morales como el respeto a la verdad, la honradez, el sentido del deber y la justicia, la consideración al prójimo, la solidaridad, el espíritu de servicio y el anhelo de perfección. En tal sentido, expresó: “si miramos la realidad de América latina y del mundo en desarrollo a la luz de estos criterios, surgen con claridad los grandes desafíos éticos a que ellos nos aboca. Desafíos que, en mi opinión, no sólo se plantean a estos países, sino también a las naciones del mundo rico y desarrollado” (p.4). En atención al contexto que implica el despliegue del fenómeno globalizador, los aspectos de orden ético se asoman en medio de grandes discusiones que no parecieran dirimirse fácilmente.

Weber (1998) en su obra La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo señala que el protestantismo fue quien concedió un sello claramente religioso al aspecto ético, en contraste con la tradición católica y su relación con el trabajo. En tal sentido, todo implica una exigencia moral; es decir, “el cumplimiento en el mundo de los deberes que a cada cual impone la posición que ocupa en la vida, y que por lo mismo, se convierte para él en el trabajo” (p. 90) Igualmente puntualiza Weber, que no se trata de la ética protestante ni el capitalismo en sí mismos, sino de la ética protestante y el espíritu del capitalismo. Para Weber, el espíritu del capitalismo se resume en el lucro del dinero como valor más importante de la vida, el ejercicio del trabajo como fin, la racionalidad y la austeridad.

Por ello, plantear la discusión sobre ética y globalización resulta clave para comprender los signos de la nueva sociedad infocapitalista y sus efectos en el conjunto de valores que rigen los marcos de subjetividad en Occidente.

5.- Los Efectos Perversos de la Globalización en el Trabajo

La nueva racionalidad en la acumulación de capital –aplicación del conocimiento a aparatos de generación de conocimiento- ha modificado radicalmente las condiciones en las cuales se ejecuta la actividad laboral y los perfiles de la demanda de mano de obra. En primer lugar, el desarrollo de nuevas tecnologías y la automatización en los procesos productivos, tiende progresivamente a prescindir de la mano de obra convencional y a generar altos índices de desempleo. En segundo orden, las nuevas redes tecnológicas –incluida por supuesto la Internet y la comunicación por satélite- han redefinido los ambientes de trabajo, de modo que reconceptualizada también la noción del tiempo, ya no se aplica en forma general el control sistemático de horarios de trabajo en los portales de las fábricas. El trabajo tiende a realizarse no sólo en la empresa convencional, sino que se realiza en otros espacios relacionados con las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información.

Rifkin (1996) dice: “… las reestructuraciones empresariales y la introducción de nuevas tecnologías que deben permitir ahorros en los costes de fuerza de trabajo, dan como resultado una mayor productividad, unos mayores beneficios y una disminución en el número total de puestos de trabajo” (p. 18). Seguidamente advierte, que el proceso de automatización “… conduce vertiginosamente a la economía global a un futuro industrial sin trabajadores” (p. 28).

Conill (2000) destaca, así mismo, que es innegable la tendencia actual hacia una globalización económica creciente, facilitada y acelerada por las nuevas tecnologías de la información y la de la comunicación. Es evidente, que esta tendencia en el plano económico, no se traduce necesariamente en un proceso auténticamente humano en el ambiente de trabajo.

Giddens y Hutton (2001) señalan: “La economía del conocimiento está transformando nuestra propia forma de vivir y trabajar, convirtiéndose en medios de producción que han desplazado a muchos tipos de trabajo manual” (p. 41).

La investigación planteada, prevé revisar toda una amplia información acerca del estado del arte y de la cuestión en torno a estos temas. En lo posible, se estima obtener una visión de conjunto de la problemática relacionada con el caso venezolano.

6.- A Modo de Conclusiones……………..

En esta era, marcada por la tercera ola globalizadora, los desafíos que enfrenta la humanidad son enormes en la medida en que esta en juego la viabilidad de la misma dentro del largo plazo. La depredación del medio ambiente, la devaluación social, la inequidad, las brechas tecnológicas, las relaciones laborales y otros factores. Nos conducen hoy hacia diferencias jamás vistas y que pueden desembocar en procesos sociales violentos que busca de compensación no solo al interior de las naciones sino también entre las propias naciones.

Por ello, es necesario tomar ahora la tarea de asumir el reto de humanizar la globalización y este desafío que se vive en lo político, social, económico, laboral y ecológico esta eminentemente vinculado a un carácter ético, en el entendido que la ética es el elemento que humaniza y racionaliza las relaciones entre las personas, las comunidades y las naciones.

La sostenibilidad de la humanidad ahora depende de la racionalidad con la cual se encaran los dilemas morales emergentes de la situación actual y de la integridad con la cual se atiende su solución sobre la base de la equidad, la justicia y la igualdad.

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